Juan Ramón Huerta | Política
Juan R. Huerta / END Doctor Jean-Jacques Dubois.
En sus tesis usted hace mucho énfasis en el somocismo, y cómo este se fundió en el sandinismo. ¿Cómo se explica?
En la historia de Mesoamérica, los antropólogos han descubierto que en las culturas y en las religiones ha habido siempre una lateralidad, dos lados muy opuestos, siempre hay contradicciones, pero se ha demostrado que siempre existe un poco de uno en el otro.
¿Existen paradojas religiosas?
En mis tesis yo explico que en el sandinismo, por ejemplo, hay somocismo, y que el sandinismo puede desarrollar más el somocismo porque este es demasiado religioso, al final siempre hay alternancia entre somocismo y sandinismo.
Los sandinistas se identificaron al principio como los únicos dignos de la herencia indígena, los demás son los imperialistas, colonialistas, nosotros somos indios, como lo decía Sandino. Ahora, los somocistas también son indios, entonces los sandinistas no son los únicos herederos.
¿Es la naturaleza del país?
En Nicaragua hay dos lagos: el Xolotlán y el Cocibolca. Xolotlán significa la dimensión de la muerte de Quetzalcóatl, y Cocibolca quiere decir el nido de la serpiente que da la vida. Ambos lagos están unidos por un río, y ahora se pasa la contaminación del Xolotlán al Cocibolca. Lo anterior es una metáfora de lo que pasa en Nicaragua: la contaminación del sandinismo por el somocismo. La redención es a la medida de la culpa; solo Quetzalcóatl-Sandino puede derrocar a Tezcatlipoca-Somoza.
Usted habla de una metamorfosis en sus tesis. Tuvo que haber presencia de ideólogos y de críticos complacientes, incluso ahora son protestantes para hablar en términos religiosos. ¿Cómo se explica este fenómeno?
En todos los movimientos hay personas que tienen la capacidad de tener distancia, ser sujeto no objeto, y que pueden ver más claramente las cosas. Sergio Ramírez fue un impulsor del sandinismo religión cuando escribía que la Revolución obedecía a la voluntad de Sandino y de Fonseca, es decir, un discurso muy fatalista. Todo debía ser sandinizado. Recuerdo que cuando vine a Nicaragua en 1989, los que no pensaban como sandinistas eran rechazados, había una censura muy fuerte, y para hacerse aceptar, las personas tenían que convertirse al sandinismo y hacer pleitesías. Era un totalitarismo político similar al militar.
En Trujillo, Franco, Duvalier, Perón y hasta en las novelas escritas por García Márquez, Miguel Ángel Asturias y Augusto Roa Bastos encontramos algunas explicaciones a este fenómeno. ¿No es que se está gestando algo similar en el caudillo de ese partido en Nicaragua?
Uno de los autores que me inspiró para desarrollar estas tesis en Nicaragua es el francés Jean-Pierre Sironneau, quien descubrió cómo el nazismo era influenciado por la religión germánica. Siempre las personas cuando tienen un papel importante mezclan la ideología con la sicología, y cuando las personas son poderosas, inmediatamente se vuelven todopoderosas. Sandino llegó a creerse todopoderoso también, y si hubiera llegado a ser presidente de Nicaragua habría caído en esa debilidad, la de los dictadores.
¿Eso se reproduce hoy en Nicaragua?
Lo que puedo ver ahora es que hay muchos parecidos, y eso pasa con las personas que un día tienen mucho poder, y eso se terminará hasta que la humanidad alcance un nivel adulto. Nicaragua podrá alcanzar ese estado rápidamente porque la historia se ha desarrollado igual, y también hay un fenómeno interesante y es la conversión del nicaragüense al protestantismo, y este es menos fatalista que el catolicismo.
Quienes se han convertido al protestantismo dicen que por su propia voluntad han renunciado a las drogas, a los vicios, a la criminalidad, a la violencia, son personas de bien.
El camino a la legitimidad tiene otra connotación. ¿En el lenguaje del sandinismo, es una religión?
Los sandinistas combatieron al somocismo y ahora lo abrazan. Toda legitimación está basada en paradigmas de un sistema con valores, y cuando los sandinistas se legitimaron en tiempos de la Revolución fue a costa de deslegitimar al somocismo, un proceso muy subjetivo, objetivamente es muy difícil decidir qué es legítimo y qué no. Es la legitimación del bien contra el mal. El mesianismo (mesías que viene del pasado) al servicio del milenarismo (edad de oro del futuro) constituye la piedra angular de la legitimación. Esta no se hizo solamente por la demonización del somocismo y la identificación a los primeros y últimos cristianos.
¿Hay dos sandinismos?
Como hay dos catolicismos, hay dos sandinismos. Hay uno más puro y duro, pero la desgracia de este sandinismo es que lleva en sí mismo el orteguismo. El dogma en todas las religiones es que no hay salvación fuera de la Iglesia. Así, el sandinismo de hoy es un sistema cerrado que no tiene apertura, es una paradigmatización a ultranza: aquí todo se explica o se hace dentro del sandinismo, nada fuera. Eso es un fenómeno religioso.
¿Qué le permitió a usted ver de otra manera, si usted fue un admirador de la teología de la liberación y del sandinismo original?
La distancia, estar fuera de ustedes, la libertad. La libertad permite desarrollar el amor y tener la suficiente entereza de ver lo que no gusta. Yo quiero mucho a Nicaragua con todas sus polaridades, al sandinismo de los años 80; a la fusión del sandinismo con el somocismo, así es el país.
¿Ortega cree estar protegido por una potencia celeste que le permite burlar la Constitución en la tierra?
Vitalicio, como los toltecas. Recuerde que el poderoso se vuelve Todopoderoso. El discurso sandinista peca por exceso de gracia mística, no hizo distinción entre trabajar con la realidad total y la confusión mística. El mismo Sandino tiene un discurso providencialista y fatalista cuyo equivalente se encuentra en las cartas episcopales. Según él, Dios dispone de la vida de cada uno. Es Él quien hace ganar la guerra. Y cuando no es Dios que manda todo, es la ley natural la que lo hace.
En el sandinismo como religión, hay leales que pase lo que pase siguen siendo leales, y hasta se autoflagelan en el nombre de Daniel Ortega. ¿En qué parte de su análisis caben estos casos?
Es una sumisión. Ahora hay sandinistas que se arrodillan ante Ortega. Ahí se identifica al somocismo dentro del sandinismo. El somocismo se actualiza en fuerza dentro del sandinismo.
¿Cómo se ubica el orteguismo en esta metamorfosis del sandinismo?
El sandinismo actual --que se llama orteguismo-- no ha alcanzado la crueldad del somocismo, pero el regreso del “somocismo” fatalista dentro del sandinismo arriesga de hacer también daño como el mismo somocismo. Sandino en la última etapa de su vida había establecido una secta, no es (raro) por lo tanto, ver al orteguismo de ahora como una secta.
Fatalismo, narcisismo y necesidad del redentor
Rosario Murillo utilizó una retórica religiosa que conforma las tesis de Dubois. Convocó a una misa revolucionaria en ocasión del 32 Aniversario de la Revolución. Para Dubois es “interesante analizar este fenómeno desde la perspectiva de la competencia religiosa, porque ahora vemos a la Rosario Murillo como la gran sacerdota de una nueva religión, es como la Virgen María que lleva a Jesucristo al nivel del Redentor de toda la humanidad”.
¿Quién es Jesucristo?
Daniel Ortega.
¿Qué influencias divinas tiene Rosario Murillo para hacer eso?
Hay un dato interesante en la nueva visión de Murillo, tiene una religión muy popular en Occidente, es la Nueva Era (New Ege) que tiene que ver con el esoterismo, la espiritualidad de Oriente, es un fenómeno que invade totalmente Occidente, sobre todo en Nicaragua con Murillo, que se erige como protagonista de este fenómeno. En este caso, se vincula al providencialismo del que habla Andrés Pérez Baltodano en su libro “El Estado conquistador”. Antiguamente decíamos, es Dios el que hace todo, y que nosotros éramos sujetos de la Providencia, y en el discurso de la Nueva Era es el universo la meta, confiar nuestros problemas al universo porque él lo arregla todo; los ángeles también, los espíritus, los arcángeles.
¿Una nueva Iglesia?
Esa es la tendencia de la religión de Murillo, el retorno de una fatalidad que no tiene que envidiar a la fatalidad de la época somocista. Su actitud es consciente, y en eso se diferencia de los sandinistas de la Revolución de 1979.
¿Cómo afecta al gobierno y a la sociedad nicaragüense esta religión?
Impide al gobierno, a Ortega, tener una relación muy estrecha con la realidad para la cual tiene una responsabilidad muy importante. Esta expresión religiosa exacerbada, el fatalismo, hace mucho daño a la cultura nicaragüense. Esta cultura está llamada casualmente a combatir ese fatalismo. Aunque parezca ridículo, tiene un papel muy importante, porque lleva una información dentro de la sociedad que provoca una transformación negativa, y hasta peligrosa por la salud sociológica y política de Nicaragua.
¿Por qué es peligrosa?
El fatalismo tiene consecuencias sicológicas muy graves. La persona que dice que Dios va a salvarlo, eso involucra una falta de estima de sí mismo, pero si su autoestima es fuerte, acude al Ser, pero con una propuesta, una acción.
El fatalismo puede llevarnos al racismo; si la autoestima es muy fuerte, puede llevar al ser humano al narcisismo, orgullosa; por otro lado, si mi autoestima es baja, es pobre, es campesino, es relegado, solo vive a lo que Dios decida, forma parte de una clase de personas diferentes, que no pasarán de ahí porque es su destino. No pueden tomar la vida en sus propias manos, siempre necesitarán del Redentor
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