Fue fundada en medio de un desierto gracias a la visión financiera de la mafia norteamericana, como un lugar para legalizar los millones de dólares producto del crimen organizado liderado por la mafia siciliana que llegó a las costas de Estados Unidos por la puerta custodiada por la dama de la libertad, que había llegado de Francia. Ellis Island, símbolo de la inmigración americana desde el siglo XIX, hasta la cuarta década del siglo XX, fue la puerta por donde entraron el grueso de las familias italianas que venían huyendo de la pobreza y también del terror de los “mafiosi siciliani.” Así como entraron los antepasados de Joe Dimaggio y de Fiorello LaGuardia, también entraron los de Al Capone y Benjamin “Bugsy” Siegel, fundador del primer hotel con Casino de las Vegas moderna, El Flamingo. Y aunque el dominio de Hoteles/Casinos se fue ensanchando con el paso de los años, también es cierto que la Cossa Nostra, como ahora llaman a la mafia italiana, nunca ha renunciado a su influencia y poder. Lo que pasa es que tomaron el relevo generacional los nuevos capos egresados de Harvard, de Yale, de Stamford, o de MIT, que se graduaron en esos famosos centros universitarios, gracias a la violencia aplicada con astucia de sus padres, los capos grandes que se cuidaron para que la sangre no salpicara a la nueva generación.
Los herederos de las inmensas fortunas que salieron del crimen, no tienen necesidad de mandar a matar a nadie porque controlan los bancos, que en materia de matar, son más letales que los sicarios de antaño.
La Gomorra del Mojave, o simplemente, Las Vegas, es quizás la ciudad más iluminada del mundo. Debido a la profusión de luz blanca, uno cree que siempre es de día, ya que los casinos jamás cierran sus puertas y el aullido de las tragamonedas no le dan tregua al silencio.
A esa Gomorra moderna, llegan los soñadores y los desesperados deudores con la fe de que la tirada exitosa de un dado o el acomodo afortunado de la bolita de la ruleta, les van a realizar sus sueños o sus problemas económicos de urgencia. Algunos, muy pocos, logran que su sueño se les haga realidad y sus deudas sean canceladas, pero la gran mayoría de jugadores, regresan al mundo real dominados por el desaliento y atrapados en las redes de la depresión, más pobres que cómo llegaron y listos a jugar la ruleta rusa.
Como vamos a olvidar a aquella joven pareja compuesta por la bella Demi Moore y Woody Harrelson en la memorable película, Indecent Proposal. En ella está fielmente retratada la necesidad de dinero rápido y, ¿en donde más conseguirlo que en los casinos de Las Vegas? Hasta allá se marchan los jóvenes esposos para tratar que el golpe de la fortuna les permita retener la casa hipotecada, que representa los ahorros de toda una vida de sacrificios.
Los esposos no la pegaron ni en la ruleta, ni en el black jack, ni en los dados. La pegaron con la lujuria combinada con el poder económico. Harrelson ni siquiera tuvo que apostar al 7 negro, simplemente aceptó la propuesta del millonario excéntrico, Robert Redford: Un millón de dólares por una noche de placer con Demi.
El amor, que no tenía que ver nada en este negocio de azar, se entrometió entre los protagonistas plantando los celos en Harrelson y el amor en Redford.
Al fin el verdadero amor triunfa, pero no porque así lo haya deseado Demi, sino por la sabiduría de Redford y la tenacidad de Harrelson.
Mientras ese drama humano se desarrollaba y terminaba felizmente, en los casinos del Mojave, en donde las puertas nunca cierran, los soñadores y los desesperados seguían entrando por una puerta agobiados por la angustia y llenos de esperanza, por la puerta de al lado seguían saliendo los mismos de antes, vacíos de ilusiones y atrapados por la incertidumbre del mañana.
Apuesten, apuesten, dice el croupier de la ruleta y cuando la bolita blanca deja de girar y cae en el 13 negro, el espíritu de más de un ser humano, se deshace en pedazos al pensar que solo le queda su esposa para apostar y seguir persiguiendo la caricia de la fortuna. Muchos la apuestan y….no ganan.
Jorge J Cuadra V
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