El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 30 de abril de 2014

Chapucería constitucional



Onofre Guevara López

Según transcribe la periodista Matilde Córdoba (END 21/4/14), el teólogo mexicano Julián Cruzalta, opina que después de las reformas hechas a la Constitución, esta mantiene “rastros del Estado laico”, porque los valores cristianos introducidos en al Artículo 5 (“…los valores cristianos, los ideales del socialismo, las prácticas de la solidaridad…”), no derogaron los obstáculos que garantizan la libertad de creencia y de conciencia. Los rastros (vestigios) del Estado laico de que habla Cruzalta son, entre otros, el Artículo 14 (“El Estado no tiene religión oficial”). Hablar de “restos”, cual si fueran migajas de algo consumido con voracidad, es desconocer lo que ha hecho Ortega con la Constitución del 87. 

De los valores introducidos por el orteguismo que supuestamente no alteran la libertada de creencia y conciencia, son sus mismas consignas políticas (“Nicaragua cristiana, socialista y solidaria”) con las cuales ha sellado al Estado nicaragüense desde mucho antes de las reformas, pero que en nada se comparecen con la realidad. La garantía a que hace referencia Cruzalta (el Artículo 14 y otros artículos “pensados desde la lógica del Estado laico”), no tienen relación con un carácter “cristiano” que nuestra república nunca ha tenido, pues la existencia de una mayoría de creyentes no hace cristiano al Estado, y tampoco hay visos de que algún día cercano tendrá carácter socialista, solo porque lo dice la reforma constitucional. 

El señor Cruzalta habla de las reformas como si fuera un milagro de salvación de los “rastros del Estado laico”, siendo solo una contradicción con la realidad. En Nicaragua sabemos que el orteguismo nunca ha respetado el precepto del Artículo 14, y en todas sus ramificaciones gubernamentales, policiales y partidarias se incita a practicar la religión católica. Lo que hizo fue “constitucionalizar” una burla, dejando intacto el Artículo 14, pero sin ningún interés de respetarlo. 

Las reformas han dejado una Constitución, más que ecléctica, chapucera, desordenada y, en definitiva, nada seria. Tanto, que a un creyente le hace pensar en que sus valores cristianos están reflejados en la Carta Magna, mientras tanto, para quien no tiene creencias religiosas, esos valores no le garantizan su libertad de conciencia, sino que se la contradicen. Entonces, ¿a cuál de los dos ciudadanos le representa su libertad de conciencia la Constitución reformada? En la práctica, a ninguno, pero se burla de los dos.

Esas dualidades e incoherencias de la Constitución, se reflejan en un cúmulo de principios y valores que son verdaderas letras muertas. Lo aplicable con exactitud corresponde a los fines e intereses políticos por los cuales fue objeto de reformas: la reelección para Ortega y la “legalización” de su estilo autoritario de gobernar. 

Por otra parte, es oportuno poner las cosas en su lugar con respecto a eso de que el nuestro es un “Estado laico”, concepto atribuido a la Constitución de manera antojadiza, pues el Artículo 14 constitucional no se refiere al laicismo, sino a una cuestión muy concreta: que “El Estado no tiene religión oficial”. Punto. ¿Qué significa eso? Significa que no le impone creencias a sus instituciones ni por medio de estas obliga a la gente a practicar ritos de ninguna religión. 

El artículo 14 constitucional es más progresista que declarar el laicismo del Estado. ¿Por qué? Porque el carácter o estado laico de algo o alguien, quiere decir que no ejerce un cargo eclesiástico, no está ordenado como sacerdote, pero es creyente y practica una religión. Y ejercer una religión es practicar concepciones míticas acerca de la naturaleza y el orden social, lo cual no le corresponde promover al Estado. 

Esa es la causa de porqué los legisladores de 1986 que aprobaron el Artículo 14 de la Constitución, en vigencia desde1987 (de acuerdo con el mismo Ortega y la DN), no habla de laicismo, sino de que “el Estado no tiene religión”. La razón de este precepto está en que el adicto a toda religión está obligado a cumplir las reglas de su iglesia, y en Nicaragua sería la iglesia católica la que, conforme a sus creencias, le impondría sus normas al Estado. En cambio, la norma constitucional elegida por la sociedad a su Estado (no tener “religión oficial”), garantiza la libertad de conciencia de forma democrática. Pero eso solo será adorno literario, porque Ortega ha venido dejando al margen la Constitución, desde antes de las reformas. Y si más adelante, lograra arreglarse con la Conferencia Episcopal, muy fácil instalaría un gobierno confesional, más próximo a la Edad Media que al Siglo XXI. 

Con las reformas se ha creado una situación dual, confusa y pone al precepto del Artículo 14 a disputar la preeminencia con las elucubraciones del orteguismo impuestas en el Artículo 5. Este desorden jurídico, causado por la apurada ambición de Daniel Ortega, ha dotado a nuestro país de un orden constitucional chapucero e inconsistente. 

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Paráfrasis



“Gracias a Dios, al comandante y a la compañera”, ha disminuido el ritmo de los temblores… ¡pero no la incertidumbre ni la propaganda!

LA VENGANZA DE LA OLIGARQUIA



En 1821 la corona española llegó a la conclusión que las colonias centroamericanas no le reportaban oro ni plata, al contrario, significaban una carga económica para las arcas reales de la dinastía de los Borbones. Ante esta situación de saldo rojo, el gran asesor económico le aconsejó al rey que les concediera la independencia para ahorrar los doblones de oro que significaban mantener la representación de la corona en esas colonias improductivas.

Sin el mecanismo del internet, el correo real que trae el regalo de la independencia emprende el cruce del océano Atlántico y después la travesía a lomo de mula hasta llegar a Guatemala, la más importante de las colonias centroamericanas.

De Guatemala parte un correo de a caballo, como una réplica de la famosa cabalgata de Paul Revere el 18 de Abril de 1775 de Boston hacia Concord, Massachussets, para avisarles a sus habitantes de la llegada de los soldados británicos. Esta cabalgata desde Guatemala era para notificar la nueva de la independencia a cada uno de los territorios emancipados. Visita El Salvador y hubo fiesta, visita Honduras y hubo fiesta, visita Nicaragua y hubo desconcierto. 

Los notables de León, con el representante del clero a la cabeza, se reúnen de urgencia y en lugar de salir humo blanco por la chimenea de la esperanza, sale un humo gris tirando a negro. Anuncian el Acta de los nublados: “Dejemos que pasen los nublados del día,” dijeron nuestros ilustres próceres y el sol brilló hasta bien entrado Octubre, cuando ya se había cocinado el nuevo pastel de la independencia, que no era otra cosa que más de lo mismo, pero con un criollo representando al rey y un coro de iguales representando a la corte de la nueva monarquía, con sus vicios aumentados porque aquí cabe a la perfección el dicho popular que dice que no hay nada peor que poner a un indio a repartir la chicha.

De toda esa pantomima de independencia lo único positivo que se puede sacar, es la tenacidad y la astucia con que los criollos defendieron sus privilegios de clase y la tenencia de sus latifundios. Pasaron casi dos siglos cuando se da la oportunidad de la venganza del proletariado contra la plutocracia criolla. En esa época hasta la dinastía gobernante pertenecía a la más rancia plutocracia, razón por la cual la rivalidad no solo era de índole ideológica, sino de clase y de fortuna.

El FSLN, a la vanguardia de la revolución de los nicaragüenses se constituye en el arma justiciera que va a cobrar venganza de siglos de opresión, miseria e ignorancia. La oligarquía se siente inerme ante la avalancha de poder popular que se les viene encima, pero tal y como hicieron sus antepasados ante los derechos de igualdad que garantizaban la independencia de la corona española, cierran filas para defender sus privilegios y sus posiciones de poder. La oligarquía no cuenta esta vez con un Cleto Ordóñez, primer caudillo nicaragüense que pese a su extracción campesina, se puso al lado de los Dones de la Calle Atravesada para defender sus privilegios, pero les sobra astucia y a ella apelan para salvarse de la hecatombe de la igualdad. Hay que aburguesar a los muchachos, dicen los estrategas oligarcas; hay que enseñarles el dulce encanto de la burguesía y que mejor que atraerlos al nido del águila madre. Y del dicho al hecho, las legiones de muchachas bellas, distinguidas y educadas, que son las rosas del paraíso del poder y la fortuna, se lanzan a seducir a los conquistadores y la más bella seduce al más fiero, dando comienzo a la última escaramuza que se va a librar en el campo de batalla de la revolución perdida.

Esa batalla la perdieron los guerrilleros. Cayeron vencidos ante el embrujo de las bellas guerreras sofisticadas y se adaptaron a la vida próspera del burgués satisfecho.

Hoy la revolución de Fonseca, de Pomares y de Contreras solo es un recuerdo en los libros de historia. Pudo más el deseo de ser oligarcas, que la promesa de ser socialistas. Fonseca yace iluminado por la antorcha eterna del recuerdo y Ortega vive refocilándose en las mieles del poder y de la fortuna.





Jorge J Cuadra V

lunes, 28 de abril de 2014

Hugo Torres Jimenes: Recordando a GABO

En Agosto de 1978, después del asalto al Palacio Nacional, llegó Gabriel García Márquez al cuartel de Tinajitas, de las Fuerzas de Defensa de Panamá, en donde nos había alojado el General Omar Torrijos, para realizarnos una entrevista a Edén, Dora María y a mí.

Desde el comienzo de nuestra conversación nos sentimos atraídos y seducidos por la sencillez, inteligencia, campechanería y buen sentido del humor de este escritor que para esas fechas ya resumía una rica obra y quien, con la calidad de sus novelas, crónicas y cuentos llenos de fecunda imaginación y rica y sabrosa prosa, ya se estaba forjando como uno de los grandes de la literatura latinoamericana. La entrevista duró varias horas y yo estaba tan cansado, que me quedé dormido enmedio de la misma y doblado sobre la mesa alrededor de la cual estábamos reunidos. 

Cuando me desperté Gabo estaba haciendo chistes y diciendo que iba a publicar las fotos que me había tomado. Al final sólo era una muestra de su picardía y no publicó las fotos, Doy gracias a Gabo por habernos hecho soñar, reír y recrearnos en las páginas de su mágica creación. Aunque ya estaba en lista de espera, nos duele muy hondo su partida.

domingo, 27 de abril de 2014

El Papa Francisco: “Juan XXIII y Juan Pablo II fueron dos hombres valerosos”



PABLO ORDAZ Roma

El Papa Francisco definió hoy a Juan XXIII y Juan Pablo II como “dos hombres valerosos” durante la ceremonia de canonización celebrada en la plaza de San Pedro con la presencia de Benedicto XVI. Los dos nuevos santos fueron, según Jorge Mario Bergoglio, “sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte”. Durante su breve homilía, Francisco destacó que “san Juan XXIII” fue “el Papa de la docilidad del Espíritu Santo”, mientras que “san Juan Pablo II fue el Papa de la familia”. Uno y otro, añadió, “restauraron y actualizaron la Iglesia según su fisonomía originaria”. La ceremonia –concelebrada por 150 cardenales y 700 obispos ante la presencia de 24 jefes de Estado— fue seguida en directo por más de 800.000 peregrinos a través de pantallas instaladas en las principales plazas de Roma.

Bergoglio, que en esta ocasión no añadió frases improvisadas a su homilía, trazó un perfil conjunto de los nuevos papas santos: “Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de laparresia [término griego que significa libertad] del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”.

La proclamación se produjo al inicio de la ceremonia. El cardenal Angelo Amato, prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos, presentó ante el papa Francisco las tres peticiones de la doble canonización tal como dicta el ritual: primero con “gran fuerza”, a continuación con “mayor fuerza” y, finalmente, con “grandísima fuerza”. Como respuesta, el Papa pronunció la fórmula: “En honor de la Santísima Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los santos apóstoles Pedro y Pablo, después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchado el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II”.

Un gran aplauso recorrió la ciudad, porque no solo la plaza de San Pedro y las calles cercanas al Vaticano estaban repletas de turistas, sino también las principales plazas de Roma, donde se habían instalado cámaras de televisión para que los peregrinos –llegados de todas las partes del mundo en un número que las autoridades locales estimaron en más de 800.000 personas— pudiesen seguir la ceremonia.

Después de la proclamación, las reliquias de los nuevos santos fueron colocados junto al altar mayor. La de Juan XXIII –un trozo de piel extraído en 2001 durante la exhumación para su beatificación—fueron llevadas por sus familiares y la de Juan Pablo II –una ampolla de sangre—por Floribeth Mora, la mujer costarricense de 51 años cuya curación de un aneurisma cerebral fue considerado el segundo milagro del papa polaco.

Los reyes de España siguieron la ceremonia en primera fila, a la derecha del altar. La noche anterior, durante una cena en la embajada española ante la Santa Sede, el rey Juan Carlos resaltó la relación de los nuevos santos con España. De Juan XXIII dijo que siempre estuvo “atento a los signos de los tiempos” y que calificó a España como “una sonrisa de Dios”. De Juan Pablo II recordó sus numerosas visitas. También se refirió al papa Francisco, de quien dijo: “Ha dado muestras de sensibilidad social, de cercanía con los más desfavorecidos y de conocimiento de la realidad internacional. Estoy seguro de que su condición iberoamericana ayudará a fortalecer, aún más, el sentido de universalidad que define a todos los obispos de Roma”.

Homilía de Francisco en la ceremonia de canonización


En el centro de este domingo, con el que se termina la octava de pascua, y que Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, están las llagas gloriosas de Cristo resucitado.

Él ya las enseñó la primera vez que se apareció a los apóstoles la misma tarde del primer día de la semana, el día de la resurrección. Pero Tomás aquella tarde no estaba; y, cuando los demás le dijeron que habían visto al Señor, respondió que, mientras no viera y tocara aquellas llagas, no lo creería. Ocho días después, Jesús se apareció de nuevo en el cenáculo, en medio de los discípulos, y Tomás también estaba; se dirigió a él y lo invitó a tocar sus llagas. Y entonces, aquel hombre sincero, aquel hombre acostumbrado a comprobar personalmente las cosas, se arrodilló delante de Jesús y dijo: «Señor mío y Dios mío» (Jn20,28).

Las llagas de Jesús son un escándalo para la fe, pero son también la comprobación de la fe. Por eso, en el cuerpo de Cristo resucitado las llagas no desaparecen, permanecen, porque aquellas llagas son el signo permanente del amor de Dios por nosotros, y son indispensables para creer en Dios. No para creer que Dios existe, sino para creer que Dios es amor, misericordia, fidelidad. San Pedro, citando a Isaías, escribe a los cristianos: «Sus heridas nos han curado» (1 P 2,24; cf. Is 53,5).

Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano (cf.Is 58,7), porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresia del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia.

Fueron sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; fue más fuerte la fe en Jesucristo Redentor del hombre y Señor de la historia; en ellos fue más fuerte la misericordia de Dios que se manifiesta en estas cinco llagas; más fuerte la cercanía materna de María.

En estos dos hombres contemplativos de las llagas de Cristo y testigos de su misericordia había «una esperanza viva», junto a un «gozo inefable y radiante» (1 P 1,3.8). La esperanza y el gozo que Cristo resucitado da a sus discípulos, y de los que nada ni nadie les podrá privar. La esperanza y el gozo pascual, purificados en el crisol de la humillación, del vaciamiento, de la cercanía a los pecadores hasta el extremo, hasta la náusea a causa de la amargura de aquel cáliz. Ésta es la esperanza y el gozo que los dos papas santos recibieron como un don del Señor resucitado, y que a su vez dieron abundantemente al Pueblo de Dios, recibiendo de él un reconocimiento eterno.

Esta esperanza y esta alegría se respiraba en la primera comunidad de los creyentes, en Jerusalén, como se nos narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2,42-47). Es una comunidad en la que se vive la esencia del Evangelio, esto es, el amor, la misericordia, con simplicidad y fraternidad.

Y ésta es la imagen de la Iglesia que el Concilio Vaticano II tuvo ante sí. Juan XXIII y Juan Pablo II colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la Iglesia según su fisionomía originaria, la fisionomía que le dieron los santos a lo largo de los siglos. No olvidemos que son precisamente los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. En la convocatoria del Concilio, Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor, un guía-guiado. Éste fue su gran servicio a la Iglesia; fue el Papa de la docilidad al Espíritu.

En este servicio al Pueblo de Dios, Juan Pablo II fue el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría gustado ser recordado, como el Papa de la familia. Me gusta subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la familia y con las familias, un camino que él, desde el Cielo, ciertamente acompaña y sostiene.

Que estos dos nuevos santos pastores del Pueblo de Dios intercedan por la Iglesia, para que, durante estos dos años de camino sinodal, sea dócil al Espíritu Santo en el servicio pastoral a la familia. Que ambos nos enseñen a no escandalizarnos de las llagas de Cristo, a adentrarnos en el misterio de la misericordia divina que siempre espera, siempre perdona, porque siempre ama.

CONVOCATORIA de Obras Literarias 2014 del Centro Nicaragüense de Escritores

EL CENTRO NICARAGÜENSE DE ESCRITORES (CNE), a través del CONVENIO DE COOPERACIÓN EDITORIAL que mantiene en beneficio de la cultura nicaragüense con la ASOCIACIÓN NORUEGA DE ESCRITORES (ANE), y el MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES DE NORUEGA, convoca al “Certamen para Publicación de Obras Literarias 2014”. Esta convocatoria dirigida a escritoras y escritores, inicia a partir del miércoles 23 de abril del presente año, y se rige bajo las siguientes normas:
 
1)    Podrán participar sólo con una obra, escritores nicaragüenses o naturalizados, residentes en el país o el exterior, en cualquier género literario para adultos, tales como novela, poesía, cuento, ensayo, testimonio e investigación literaria. Los temas serán absolutamente literarios, de ficción o creación, discursos críticos interpretativos o valorativos. No podrán participar los autores que hayan sido beneficiados por este mismo Convenio en los últimos tres años anteriores ni los miembros de la Junta Directiva y de la Secretaría Ejecutiva del CNE, así como quienes integren las Comisiones de Lectores.
 
2)    Las obras a concursar deben ser inéditas y no estar participando en otros concursos literarios. No deben exceder, en el caso de prosa narrativa o ensayo, de cuatrocientas cuartillas, con un mínimo de cien. Para el género de poesía la extensión no debe ser menor a 300 versos. Deberá estar escrita en computadora o en máquina de escribir, en letra Arial a doce puntos e interlineado de 1.5 espacio. La obra debe estar correctamente presentada, con todo el cuidado gramatical, ortográfico y semántico, así como encuadernada y/o encolochada. 
 
3)    Deberá enviarse tres copias legibles de la obra, los tres ejemplares identificados en la cubierta con el nombre de la misma, seudónimo del autor(a) y género (novela, poesía, cuento, ensayo, testimonio, teatro e investigación literaria). Las obras deberán acompañarse de una plica o sobre cerrado cuyo interior contenga fotocopia de la cédula de identidad, una síntesis biográfica, así como datos personales para su localización: dirección postal, correo electrónico, y teléfono. En el exterior de la plica sólo se escribirá el nombre de la obra y el seudónimo.
 
4)    La Junta Directiva del CNE nombrará una o más Comisiones de Lectores, integradas por tres miembros cada una, las que, atendiendo únicamente criterios de calidad, recomendarán la publicación de las obras seleccionadas o podrán declarar desierto el género que les corresponda valorar.
 
5)    Las obras deberán ser entregadas a más tardar el día lunes 26 de mayo en la sede del CNE, ubicada en el Reparto Los Robles, del Hotel Seminole 2 cuadras al sur, Managua, Nicaragua; o remitidas por correo al Apartado Postal: A-252, Managua, Nicaragua. El fallo se anunciará el lunes 30 de junio. Las Comisiones de Lectores no deberán tener ningún tipo de contacto personal o por correspondencia postal o electrónica con los autores de las obras concursantes; ni emitir ninguna explicación o justificación acerca de las obras no ganadoras.
 
6)    El tiraje de las obras será de un máximo de mil ejemplares. Las obras seleccionadas se publicarán de acuerdo a las políticas de diseño editorial del CNE, que contemplan un tamaño de 8.5 pulgadas de alto por 5.5 pulgadas de ancho (1/16). El CNE convocará al menos a tres imprentas o empresas editoriales para que participen en una licitación privada para la impresión de las obras ganadoras.
 
7)    Una vez publicadas las obras, se pagará a los escritores el 50% (cincuenta por ciento) de su Derecho de Autor y el 50% (cincuenta por ciento) restante al agotarse la existencia del libro. El pago por Derecho de Autor se paga con el precio de venta al público. Se cancela según el estándar internacional en un 10% (diez por ciento) sobre tiraje. 
 
8)    Los autores ganadores estarán comprometidos a participar activamente en un plan de mercadeo y promoción de sus libros.
 
9)    Las obras no seleccionadas podrán ser retiradas del Centro Nicaragüense de Escritores en un plazo de ocho días después de haberse hecho público el fallo. Después de este plazo, las obras serán destruidas.
 
10) La Junta Directiva del CNE velará por el cumplimiento de las normas establecidas, no obstante, está facultada para modificar o actualizar las presentes bases en futuras convocatorias. La participación en este concurso, implica de parte de los autores la plena aceptación de las diez normas aquí presentadas. En cualquier aspecto no mencionado, la Junta Directiva del CNE  tendrá la potestad de resolver como lo considere conveniente.
 
 
Managua, miércoles, 23 de abril de 2014.

Google Earth encuentra mujer abandonada durante 7 años en isla desierta

En 2007, Gemma Sheridan y dos de sus amigos decidieron emprender una aventura, navegarían deLiverpool, su ciudad natal, hacia el Canal de Panamá y luego a Hawái. 
Al principio el viaje se llevó a cabo sin contratiempos, pero luego de cruzar el Canal de Panamá, la naturaleza hizo de las suyas. Una tormenta atrapó la embarcación en que los tres amigos viajaban, dos de ellos cayeron por la borda y murieron, Gemma sobrevivió. 
Durante 17 días, Gemma estuvo a la deriva hasta que fue alcanzada por otra tormenta en medio delOcéano Pacífico. La fuerza del fenómeno natural la dejó inconsciente, finalmente despertó en una inhóspita playa, rodeada por los escombros de su barco. Se trataba de una isla desierta.   
Gemma cuenta que en cuanto se despertó y se percató que había naufragado, comenzó a pensar en sobrevivir a como diera lugar. Lo primero que hizo fue buscar una fuente de agua potable, pues las provisiones se habían perdido. Además de los cocos, su única fuente de agua fue una roca, que le proporcionaba una gota cada 50 segundos. Esto cambió para bien el día que llovió (después de sus primeras dos semanas en la isla), entonces pudo almacenar el líquido vital. 
Durante dos semanas, Gemma vivió en un refugió construido con los escombros de la embarcación donde viajaba, luego encontró un árbol bastante grande y pensó que sería un buen “hogar” provisional. Debió “rascar” la corteza del árbol durante 11 días para tener lista una especie de cueva donde podría vivir. Gemma reflexiona que de haber tenido alguna herramienta, como un machete, el refugio habría estado listo en unas cuantas horas, sin embargo hizo todo el trabajo con la concha de una almeja gigante. 
Luego de un mes logró prender una fogata. “No saben lo feliz que me hizo lograrlo”, confiesa Gemma. 
La mujer comenzó a explorar la isla con la idea de conseguir alimento y buscar algún habitante o signos de vida humana. Lo que encontró fue un grupo de cabras salvajes, dos adultos y 3 crías. Intentó cazarlas pero no tuvo éxito, siempre escapaban. 
Luego fabricó una lanza y un arco con flechas, ninguna de las ideas dio resultado. También intentó construir una trampa, como las que había visto hacer por otros aventureros en varias películas, pero otra vez fracasó. 
Un día Gemma caminaba por la isla buscando cangrejos, entonces vio que una de las cabras se había atorado con sus cuernos en las ramas de un árbol del que comía las hojas; su instinto la hizo actuar como jamás habría pensado, tomó al animal del cuello e intentó romper su traquea; la cruel maniobra no logró matar a la cabra así que aceleró su final golpeándola con una concha. 
Así pasaron los años, Gemma cuenta que intentó mantener su condición física ejercitándose en la playa; hacía sentadillas y todo tipo de flexiones, además caminaba mucho. Llegó a darse cuenta que cada vez se hacía más fuerte. 
Pero lo más difícil era afrontar la soledad. Su mente le jugaba malas pasadas, pasando de la tranquilidad a la incertidumbre, desesperación y pensamientos suicidas, era deprimente. “Cuando empiezas a hablar contigo misma es una señal de que las cosas no van bien”, puntualiza Gemma. 
Gemma hizo un enorme “letrero” en la arena con la señal de socorro internacional “S.O.S.”, medía unos 10 metros de ancho y tenía el objetivo de ser visto por un avión desde las alturas, algo que nunca pasó durante esos 7 largos años, nunca ni una sola avioneta cruzó el cielo de ese recóndito lugar. 
El final feliz
“Una mañana me despertó el sonido del vuelo de un avión”, cuenta emocionada Gemma, el avión volaba inusualmente bajo. “No lo podía creer. Pensé que era un sueño”, recuerda. 
“Corrí a la playa gritando y agitando los brazos como loca, la avioneta dio un par de vueltas y luego dejó caer un paquete”. 
En el paquete había agua potable, comida, un botiquín y una radio portátil. Gemma encendió el aparato y por primera vez luego de muchos años, escuchó otra voz humana. Luego de una larga y emotiva charla, Gemma preguntó “¿Cómo me encontraron?”, sus héroes respondieron: 
“Un muchacho de Minnesota encontró tu señal S.O.S. en Google Earth”. 
“Yo ni siquiera sabía lo que era Google Earth, pero ahora estoy eternamente en deuda con esa herramienta”, confiesa Gemma, cuya historia es digna de ser compartida.

jueves, 24 de abril de 2014

El ojo morado de Gabo por el derechazo de vargas Llosa

Rodrigo Moya*

Tal vez Gabriel García Márquez sea el más popular de los mortales, porque es asombrosa la cantidad de gente que en una reunión o fiesta cualquiera se refiere al escritor como ''el Gabo", como si lo conociera de toda la vida o fueran primos hermanos del premio Nobel. Algunos hasta hablan de él como ''el Gabito", pero en más de una ocasión he descubierto a ciencia cierta que dicha familiaridad es ficticia, y que quienes lo tratan con tal confianza quizás lo han leído de cabo a rabo, pero nuca han cruzado una palabra con él.

Mi madre, Alicia Moreno de Moya, sí que podía referirse a Gabriel García Márquez y a Mercedes Barcha, su esposa, como amigos muy cercanos, y referirse a él como mi Gabito o Gabo de mi alma, y a Mercedes como Meche linda, o mijita linda, y en medio de cualquier diálogo soltar un ¡eh Ave María!, o unos más contundentes carajos y varios pendejos, que a veces eran de cariño, y a veces simplemente una especie de sustantivo o calificativo de difusas connotaciones.

Y es que Alicia era una colombiana de Medellín, una antioqueña de pura cepa, una auténtica paisa, como la definía el propio García Márquez. El y Mercedes la querían como una de los mejores representantes de la colombianidad en México, por allá a principios de los años 60 del siglo pasado, cuando lo conocí en aquella casa de mi madre que era una especie de embajada paralela de Colombia en México, cuando la oficial estaba ocupada por los militares de la dictadura en turno.

En alguna de aquellas fiestas de intelectuales y artistas de destinos aún inciertos, el tal Gabo no me cayó muy bien que digamos. En plena reunión él se tendió en uno de los largos sofás, la cabeza apoyada en el brazo acodado, y desde esa posición como de marajá aburrido sostenía escuetos diálogos, o emitía juicios contundentes o frases entre ingeniosas y sarcásticas. Estaban aún lejos Cien años de soledad y el premio Nobel, pero el paisano de mi madre se comportaba ya con una seguridad y cierta arrogancia intelectual que no a todos agradaba. Poco después leí La hojarasca, y luego Relato de un náufrago, y El coronel no tiene quien le escriba, y todo lo que escribiría a lo largo de los siguientes casi 50 años, y entendí entonces porqué aquel tipo de bigote y gestos como de fastidio y pocas pero contundentes palabras como de frases célebres, podía recostarse en el sofá en medio de una ruidosa tertulia y decir lo que le viniera en gana.

Por aquellas tertulias en la casa materna fue que tuve cercanía amistosa con García Márquez, con Mercedes y sus hijos adolescentes, Rodrigo y Gonzalo. Yo sí tenía el derecho de llamarlo Gabo, pero nunca llegué a llamarlo Gabito, pues de alguna manera lo he visto como un gigante al que no le van los diminutivos. Siendo fotógrafo y amigo, no le pedí alguna vez que posara para mí, y cuantas veces los visité en su casa fue sin la cámara en el hombro. Ahora tal vez me arrepiento.

Por eso, fue natural que el 29 de noviembre de 1966 el Gabo apareciera por mi apartamento en los Edificios Condesa para que le tomara algunas fotografías para ilustrar la solapa o la contraportada del libro que había terminado después de dos años de trabajo, y estaba ya en manos de los editores. Llegó acompañado de nuestro mutuo amigo Guillermo Angulo, quien había sido mi maestro, pero en esos años trabajaba como cónsul de Colombia en Estados Unidos. El saco que había escogido Gabo para aquella sesión era despampanante, y estuve tentado de sugerirle mejor una foto en camisa arremangada o prestarle una de mis chamarras, pero usaba la prenda con tal naturalidad que adiviné que la amaba y así las fotos se hicieron a su manera. La foto era para Cien años de soledad, cuya edición se preparaba en Buenos Aires. Pero nadie sabía, quizás ni él mismo, lo que ese título significaría en la historia de la literatura.

Casi 10 años después, el 14 de febrero de 1976, Gabriel García Márquez volvió a tocar el timbre de mi casa, ya por distintos rumbos, en la colonia Nápoles, para que le tomara otras fotografías. Esa vez lo notable no era el saco de cuadritos, sino el tremendo hematoma en el ojo izquierdo y una herida en la nariz, causada por el puñetazo que dos días antes le había propinado su colega y hasta ese momento gran amigo Mario Vargas Llosa.

El Gabo quería una constancia de aquella agresión, y yo era el fotógrafo amigo y de confianza para perpetuarla. Claro que pregunté azorado qué había pasado, y claro también que Gabo fue evasivo y atribuyó la agresión a las diferencias que ya eran insalvables en la medida que el autor de La guerra del fin del mundo se sumaba a ritmo acelerado al pensamiento de derecha, mientras que el escritor que 10 años después recibiría el premio Nobel, seguía fiel a las causas de la izquierda. Su esposa Mercedes Barcha, quien lo acompañaba en aquella ocasión luciendo enormes lentes ahumados, como si fuera ella quien hubiera sufrido el derechazo, fue menos lacónica y comentó con enojo la brutal agresión, y la describió a grandes rasgos: En una exhibición privada de cine, García Márquez se encontró poco antes del inicio del filme con el escritor peruano. Se dirigió a él con los brazos abierto para el abrazo. ¡Mario...! Fue lo único que alcanzó a decir al saludarlo, porque Vargas Llosa lo recibió con un golpe seco que lo tiró sobre la alfombra con el rostro bañado en sangre. Con una fuerte hemorragia, el ojo cerrado y en estado de shock, Mercedes y amigos del Gabo lo condujeron a su casa en el Pedregal. Se trataba de evitar cualquier escándalo, y el internamiento hospitalario no habría pasado desapercibido. Mercedes me describió el tratamiento de bisteces sobre el ojo, que le había aplicado toda la noche a su vapuleado esposo para absorber la hemorragia. Es que Mario es un celoso estúpido, repitió Mercedes varias veces cuando la sesión fotográfica había devenido charla o chisme.

Según los comentarios que recuerdo de aquella mañana, mientras ambas parejas vivían en París los García Márquez habían tratado de mediar los disturbios conyugales entre Vargas Llosa y su esposa Patricia, acogiendo sus confidencias. Como suele suceder, los consejos o comentarios de la pareja colombiana rebotaron hacia Vargas Llosa cuando éste volvió al redil y se reconcilió con su esposa. Y lo que sea que se hubiese dicho o sucedido, el caso es que el peruano se sentía gravemente ofendido, y su furia la resolvió de aquella manera expedita y salvaje. Guarda las fotos y mándame unas copias, me dijo el Gabo antes de irse. Las guardé 30 años, y ahora que él cumple 80 años, y 40 la primera edición de Cien años de soledad, considero correcta la publicación de este comentario sobre el terrífico encuentro entre dos grandes escritores, uno de izquierda, y otro de contundentes derechazos.

* Rodrigo Moya nació en Colombia en 1935 y se naturalizó mexicano. Es uno de los fotógrafos más importantes en la historia contemporánea. Entre su trabajo destaca la documentación de los movimientos guerrilleros, incluido un libro con material hasta aquel entonces inédito de fotografías del Che Guevara, y su colaboración con Salvador Novo en trabajos de crónica urbana

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Religión y oportunismo



Onofre Guevara López

Uno de los ejes más usados en la lucha ideológica durante la guerra fría, fue el del “comunismo enemigo de la religión”. Debajo, al lado o en el fondo de la ignorancia se ocultan los objetivos de las clases dominantes de los países desarrollados, pues para obtener recursos naturales en indispensable la dominación política, y no hay dominación política sin dominación religiosa.

Auto liquidados los regímenes socialistas euro orientales, ver a un Putin persignándose en una catedral ortodoxa en la “en pascuas de resurrección”, el argumento de la cruzada “contra el comunismo ateo” revela su extemporaneidad y los objetivos materiales de la lucha actual lucen todo su desnudez. Hoy, el argumento de la religión le dio paso, sin desparecer, al argumento de los “derechos humanos”, pero no varía en lo mínimo las causas originales de la lucha imperial contra los regímenes desafectos a su sistema, e igual pugnan por derrocarlos. Lo de Venezuela es el ejemplo último, pero no el único.

El fenómeno no es unilateral: los gobernantes venezolanos acuden a la religión como recurso protector –fingida o sinceramente, da igual, pues también les da igual a sus agresores su sincera o fingida religiosidad—, lo que, de todos modos, no pasa de ser parte del juego político. Si los gobernantes venezolanos solo creyeran protegerse con la religión, no tuvieran a las masas populares en pie de lucha frente a la agresión, ni la derecha y sus proyectores externos se distraen acusándoles de ser enemigos de la religión, sino que se van directos a la acción violenta. El fenómeno de la religión como instrumento político no es nuevo, en ningún sentido, lo cambiante son los estilos de utilizarla. 

La Edad Media, con todo y ser una etapa superior al sistema esclavista, su sola mención hace pensar en la inquisición y su obscurantismo. Esos lados oscuros los atenúan el Renacimiento y la Ilustración como faros del conocimiento, abriéndose paso con las ciencias, negando las concepciones mágicas del fanatismo religioso y alumbrando el ingreso del capitalismo en la historia. Sin embargo, ese tránsito al capitalismo no tuvo influencia directa en la conciencia, confirmando el retraso en su desarrollo respecto a los cambios ocurridos en la base económica y social de la sociedad. 

Las concepciones religiosas sobre el mundo y la sociedad, siguieron siendo dominantes dentro del sistema capitalista y sustento ideológico a la vez del nuevo estilo de dominación y explotación humanas. La revolución en las colonias del norte de América (1776), y la francesa (1889), fueron inspiradoras del movimiento independentista en el continente americano contra el colonialismo español. 

Ninguna de esas revoluciones produjo cambios esenciales en la conciencia respecto a las concepciones religiosas heredadas de la sociedad feudal, porque, junto a los cambios estructurales en el modo de producción material y del poder político, hicieron suyas las concepciones religiosas. Desde las experiencias de Estados Unidos y Francia, las luchas por las libertades y las de liberación de los pueblos de los siglos XIX y XX, hasta la de Venezuela, se sigue cargando la misma herencia ideológica-religiosa.

¿De qué formas? Manipulando el nombre de Dios, los grupos dominantes se sirven de la religión para justificar su régimen político social, conscientes de que caen en contradicción con los cambios materiales en sus respectivos sistemas. 

En Estados Unidos, la Constitución de 1787, aún vigente –enmendada o remendada, es lo mismo—, proclama que “Dios creó a todos los hombres iguales”. Pero la vida en el sistema en nada se asocia a esa idea, y cuando Lincoln quiso hacerla realidad se lo cobraron con su vida (1865). Pasaron 90 años, y en 1955 tuvo que explotar la lucha por el fin de la discriminación de los negros en los buses y en toda la vida social, pese a la “religiosidad” de la sociedad norteamericana y el cuento vigente en su Constitución acerca de la divina creación de los “hombres iguales”.

Hasta un tal Linch, hacendado virginiano, con su costumbre de matar negros con turbas blancas, dio origen al verbo “linchar” como sinónimo de criminalidad racial, pues aplicaba su “ley” contra los negros, pese a que la Constitución seguía diciendo que “Dios” los había creado iguales a él. En alguna medida, linchar negros sigue siendo el “deporte” del Ku Kux Klan, sin inmutarse por lo que dice su Constitución. 

La Francia de la “libertad, igualdad, fraternidad”, que en la Asamblea Nacional de 1789 proclamó los derechos del hombre y del ciudadano “bajo los auspicios del Ser Supremo”, participó en el saqueo de África (y hasta la regaló en forma de estatua a Estados Unidos). Enorme contradicción, pues entonces la revolución apenas liberaba a los franceses de la monarquía que, según la iglesia, tenía origen divino. 

La revolución venezolana –la última y más cercana— proclama en su Constitución la misma dependencia ideológica de la vieja clase dominante respecto a la religión. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, copia en su Preámbulo, con otras palabras, la invocación a Dios de la Constitución de 1961de la “Cuarta República”: “El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Liberador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana…”

Eso está en el primer párrafo del preámbulo de la Constitución del 2000. La ruptura con el sistema económico y social del régimen anterior, se recompuso en la superestructura ideológica, pues ahí no solo hay una coincidencia textual con sus adversarios políticos, sino también una contradicción con su propio discurso, pues, ¿acaso el Dios que invocan ahora no es el mismo que los conquistadores españoles trajeron junto a sus crueldades, hasta provocar la lucha histórica de Simón Bolívar, ante “el sacrificio de nuestros antepasados indígenas”?

Esa contradicción no se queda en lo ideológico, sino que la llevan a la práctica: políticos y militares de la revolución bolivariana se intercambian en público estatuas de vírgenes del santoral católico, las besan y se persignan como si estuvieran en un ritual católico, y no en actos políticos. De esto, surge una dramática revelación: la misma revolución acosada y calumniada por fuerzas externas y locales, no lo hacen por ser “comunista y atea”, sino porque les quitó el petróleo. 

En Venezuela existe descontrol ideológico y oportunismo político (como en Nicaragua), lo cual no justifica a sus agresores, porque no es la religión lo que les interesa rescatar.

******

Paráfrasis



“Gracias a Dios, al comandante y a la compañera”, disminuyó el ritmo de los temblores… pero no la incertidumbre.

MURIO EL REY



El realismo mágico se cubrió de realidad, el rey se encontró con Melquíades, el gitano de las alfombras voladoras que llevó el hielo a Macondo y con José Arcadio, el terco fundador de Macondo que se pasó la vida tratando de convertir el plomo en oro, hasta que perdió la razón y con el perdedor de 32 revoluciones que se acordó de la tarde cuando su padre lo llevó a conocer el hielo frente al pelotón de fusilamiento. Su llegada provocó tal histerismo que la matrona de macondo, Úrsula Iguarán, pensó que llegaban los piratas y puso en remojo su trasero antes de que se lo volviera a quemar en el alboroto del nerviosismo.

Pietro Crespi lo recibió con su mejor canción de amor, la misma con la que no pudo conquistar el amor de la incestuosa tía, Amaranta, desprecio que causó su muerte por suicidio.

Hay fiesta en Macondo por la llegada de su creador, pero hay tristeza en América Latina por la partida del Cervantes del siglo XX, Gabriel García Márquez, el hijo del telegrafista de Aracataca, creador del realismo mágico con el que nos deleitó en Cien Años de Soledad, Amor en Tiempos del Cólera y Crónica de una muerte Anunciada, según la opinión del genio del rio Magdalena, las tres mejores novelas que brotaron de su privilegiada pluma.

Por razones que solo a él le competen, abandonó su natal Colombia y se radicó en México, en donde el 17 de Abril de 2014, le sorprende la muerte rodeado por su familia.

Gabo no tiene patria definida, por eso lloran su desaparición física desde el rio Grande, hasta la Patagonia, pero el consuelo de su obra inmortal queda para todos los que lo admiramos.

Como un homenaje a su memoria tenemos que revivir la alegría de vientre de Pilar Ternera que olía a humo y que inició a José Arcadio en las lides del amor; la historia de amor de Fermina Daza y Florentino Ariza, que tuvo que esperar 50 años, 7 meses, 18 días y 6 horas para tenerla entre sus brazos en la corriente del rio Magdalena; el suspenso de la muerte de Santiago Nasar, que a pesar que se sabe desde la primera página, logra mantener el suspenso de lo desconocido hasta su final y los deseos insatisfechos del nonagenario que pidió una joven virgen para festejar sus noventa años.

América Latina está de duelo. Se fue su mejor juglar, el hombre que para explicar el destino inexorable de los pobres de este continente tan rico, pero con tantos pobres, dijo la frase más lapidaria que pesa sobre las conciencias de los que reparten la fortuna: “El día que la mierda valga, los pobres nacen sin culo.” Solo el talento de García Márquez, unido al conocimiento de la realidad de esta América que le reza a su Dios en español, es capaz de haber impreso semejante sentencia tan cruda, pero tan real.

Decidieron cremarlo, razón lógica porque no hay tumba para Gabo. Sus cenizas que sean esparcidas sobre América Latina para quien escribió y describió crudamente la miseria de los pueblos que viven en ella.





Jorge J Cuadra V

domingo, 20 de abril de 2014

Solicitud de ayuda

Adriano, amigo:

Carlos Echinope, hará ya casi once años, allá en su pueblito, a un par de horas de viaje desde Montevideo y, por simple amor a la literatura, empezó a usar su tiempo libre después del trabajo, para crear y desarrollar su sitio ya muy conocido “Letras-Uruguay” http://letras-uruguay.espaciolatino.com/
que a la fecha recoge obra de cerca de 2000 escritores latinoamericanos.

Pero Carlos, el 1 de agosto del 2012, sufrió un derrame cerebral que lo ha dejado incapacitado para un trabajo normal y al quedar desempleado y sin una pensión de incapacidad que le ayude, su esposa ha tenido que sostener el hogar con du salario de oficinista en la Intendencia Municipal de Montevideo, unos $21000 (aproximadamente el 50 % del ingreso medio por hogar a febrero del 2014) y no alcanza sino a cubrir las necesidades más básicas.

Así las cosas, sin embargo, Carlos ha seguido sosteniendo su sitio, ahora con la esperanza de que le genere algún ingreso (dado que por las circunstancias dichas es en lo que puede trabajar y contribuir con dignidad al sustento familiar).

Para tener una aceptable posibilidad de éxito en su propósito (consiguiendo patrocinadores y publicidad) necesita sin embargo convertir su sitio a uno tipo dominio. En sus propias palabras:

“De haber apoyo Letras será totalmente rediseñada, en su propio dominio, tipo www.letrasuruguay.com en un plazo de 4 meses. Se llevará a un sitio con una tecnología similar a la empleada por los diarios digitales, donde la gente deje sus comentarios, por ejemplo.”

Después de averiguar precios, encontró un grupo en Cuba que le haría el trabajo de transformación:

“El equipo cubano lo lidera un Ingeniero informático, en tres meses se compromete a tener a Letras Uruguay pronta. La ventaja de un Ingeniero es que un sitio se arma como un edificio, un esqueleto, la estructura, toda la mecánica interna y, luego se va pasando archivo a archivo. El costo cubano es de 4 mil dólares en total.”

Entonces, Adriano, se que económicamente, en lo personal tuyo, no estás en condiciones de ayudar, pero hay dos posibilidades: una, que tengas uno o varios conocidos que sí lo tengan y que sean amantes de la literatura y predispuestos a un acto de mecenazgo (por una sola vez) y aporten para completar la suma y, dos, que tengas amigos en la parte de informática y computación en el TEC, que quisieran hacer el trabajo por una suma inferior a los 4000 dólares.

Creo que el esfuerzo y frutos de Carlos Echinope de años, merece que le demos el empujón para volverlo a poner sobre rieles.
Tú conoces el sitio y hasta es posible que hayas hecho amistad con Carlos, así, cualquier cosa que logres, házmelo saber y lo manejamos, o bien hazlo saber a Carlos y coordinen.

Un abrazo,

Enemigos íntimos

En 1976, durante el estreno de una película en México, Mario Vargas Llosa tumbó de un puñetazo en la cara aGabriel García Márquez. Hasta entonces, los dos habían sido grandes amigos, incluso vecinos en el barrio barcelonés de Sarriá, y a su alrededor se había formado el movimiento literario del 'boom'. Ese día se rompió su amistad. Nunca explicarían las razones del puñetazo. Tampoco volverían a verse.
Los latinoamericanos que nacimos por esos años crecimos en mundo dividido entre los partidarios de uno y otro, como si se tratase de dos equipos de fútbol. García Márquez defendía la Revolución Cubana. Vargas Llosa, la democracia de partidos. García Márquez encarnaba el exotismo latinoamericano y el pensamiento mágico. Vargas Llosa era un novelista realista, frecuentemente urbano, y un intelectual racionalista. García Márquez usaba guayabera. Vargas Llosa, traje y corbata.
Pero los dos equipos nunca estuvieron parejos. Más bien, como el Madrid galáctico y el Barcelona de Guardiola, vivieron su gloria en momentos diferentes.

Durante mi infancia, escuché millones de veces a mis tíos intelectuales de izquierda odiando a Vargas Llosa. En cambio, de García Márquez lo adoraban todo. Para estos señores con gafas de carey y barbita estilo Che Guevara, García Márquez era mucho más que un escritor: era un modelo de vivir y de pensar, incluso de hablar. Y en un país sin 'best sellers' ni clase media, ellos eran los únicos lectores.

En consecuencia, todo latinoamericano quería escribir como García Márquez. Las novelas se poblaron de personajes voladores, espíritus y sabor tropical. Aún hoy, la única latinoamericana leída en todo el planeta, Isabel Allende, es una heredera de esa forma de escribir. 

Hasta que ocurrió lo que nadie esperaba. Lo irreal. Lo mágico: cayó el muro de Berlín. 

De un día para otro, se volvió mentira todo lo que los intelectuales latinoamericanos habían defendido por décadas. El sistema soviético desapareció. Cuba entró en el terrible periodo especial, y dejó de ser una utopía y una esperanza para convertirse en una vulgar dictadura. Mis tíos se afeitaron y se pusieron corbatas. Abandonaron sus ONG y montaron empresas. La mayoría se divorció. La democracia que hasta entonces habían llamado 'burguesa' y 'decadente' era ahora la única que quedaba. Y su principal gurú era el outsider de cinco minutos antes: Mario Vargas Llosa.
La literatura, por supuesto, no fue ajena a estos cambios. A mediados de los años noventa, apareció una antología de nuevos narradores latinoamericanos editada por los chilenos Alberto Fuguet y Sergio Gómez. La crítica la recibió con escándalo: estos recién llegados contradecían todo lo que había sido la narrativa hasta entonces. Eran capitalinos, urbanos, realistas y bebían de la cultura pop, incluso de Hollywood. El título de la antología era una provocación: 'McOndo', como McDonalds.
El tsunami alcanzó también el extremo Norte de la región. En México, autores como Jorge Volpi e Ignacio Padilla formaron el 'crack', un movimiento que escribía novelas ambientadas en las guerras mundiales, la Unión Soviética o el Himalaya. Los latinoamericanos se negaban de plano a ser exóticos, mágicos, incluso políticos.

Han pasado veinte años desde entonces, y el mundo está irreconocible. En toda América Latina -menos Cuba- rigen democracias de partidos. Los antiguos guerrilleros participan en elecciones, y hasta las ganan. La industria editorial sufre crisis en España y crece del otro lado del océano. Los escritores de la región son masivamente realistas. 

Pero algo no ha cambiado: los dos viejos enemigos mantienen trayectorias opuestas. El fin de Gabriel García Márquez coincide con el máximo esplendor de Mario Vargas Llosa: la recepción del Nobel y la inauguración del premio literario bienal que lleva su nombre.

Algunos han querido ver en este azar un triunfo final cuarenta años después de la pelea. Para mí, más bien, es momento de recordar lo que ocurrió antes, cuando los dos juntos lo cambiaron todo, hasta convertirse en símbolos de momentos históricos sucesivos. 
Gabriel García Márquez encarnó como nadie el sueño latinoamericano de nuestros padres, y de hecho, inspiró a muchos de los presidentes que hoy gobiernan nuestros países. Incluso para oponernos a él, los autores posteriores lo hemos tomado como referencia. Gracias a él sabemos quiénes somos. Y sólo con él se puede entender todo lo que significó el siglo XX para América Latina.

viernes, 18 de abril de 2014

DUELO EN EL CNE


El Centro Nicaragüense de Escritores lamenta profundamente el fallecimiento de Gabriel García Márquez, escritor colombiano que se destacaó por ser el mejor fabulador del realismo mágico latinoamericano, un gran amigo de Nicaragua y sus escritores, así como una de las plumas de nuestra lengua que recibió el máximo honor del Premio Nóbel de Literatura en 1982.

Hacemos llegar nuestras condolencias a la familia del Gran Gabo, a todos los latinoamericanos y a la comunidad mundial de escritores.


Managua, Jueves Santo 17 de Abril de 2014

Muere Gabriel García Márquez: genio de la literatura universal



WINSTON MANRIQUE SABOGAL

Bajo un aguacero extraviado, el 6 de marzo de 1927, nació Gabriel José García Márquez. Hoy, jueves 17 de abril de 2014, a la edad de 87 años, ha muerto en México DF el periodista colombiano y uno de los más grandes escritores de la literatura universal. Autor de obras clásicas como Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarcay Crónica de una muerte anunciada,fue el creador de un territorio eterno y maravilloso llamado Macondo.

Nació en la caribeña Aracataca, un poblado colombiano, un domingo novelable a partir del cual el niño viviría una infancia a la que volvió muchas veces. Entró a la literatura en 1947 con su cuento La tercera resignación; la gloria le llegó en 1967 con Cien años de soledad, y su confirmación en 1982 con el Nobel de Literatura. Ahora, el ahijado más prodigioso de Melquiades se ha ido, para quedarse entre nosotros un hombre que creó una nueva forma de narrar; un escritor que con un universo y un lenguaje propios corrió los linderos de la literatura; un periodista que amaba su profesión pero odiaba las preguntas; una persona que adoraba los silencios, y con un encanto que cautivó a intelectuales y políticos, y hechizó a millones de lectores en todo el mundo.

Gabriel no iba a ser su nombre. Debió llamarse Olegario. Acababan de sonar las campanas dominicales de la misa de nueve de la mañana cuando los gritos de la tía Francisca se abrieron paso, entre el aguacero, por el corredor de las begonias: “¡Varón! ¡Varón! ¡Ron, que se ahoga!”. Y nuevos alaridos enmarañaron la casa. Una vez liberado del cordón umbilical enredado en el cuello, las mujeres corrieron a bautizar al niño con agua bendita. Lo primero que se les vino a la cabeza fue ponerle Gabriel, por el padre, y José, por ser el patrono de Aracataca. Nadie se acordó del santoral. De lo contrario, se habría llamado Olegario García Márquez.



Aquel domingo 6 de marzo de 1927,Aracataca celebró la llegada del primogénito de Luisa Santiaga y Gabriel Eligio. Fue el mayor de 11 hermanos, siete varones y cuatro mujeres. En realidad, para los cataqueros había nacido el nieto de Tranquilina Iguarán Cotes y el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, los abuelos maternos con quienes se crió hasta los diez años en una tierra de platanales bajo soles inmisericordes y vivencias fabulosas. Era unpelaíto en una casa-reino de mujeres, acorralado por el rosario de creencias de ultratumba de la abuela y los recuerdos de guerras del abuelo, el único hombre junto a él. ¡Ah! y un diccionario en el salón por el que entra y sale del mundo.Gabriel no iba a ser su nombre. Debió llamarse Olegario. Acababan de sonar las campanas dominicales de la misa de nueve de la mañana cuando los gritos de la tía Francisca se abrieron paso, entre el aguacero, por el corredor de las begonias: “¡Varón! ¡Varón! ¡Ron, que se ahoga!”. Y nuevos alaridos enmarañaron la casa. Una vez liberado del cordón umbilical enredado en el cuello, las mujeres corrieron a bautizar al niño con agua bendita. Lo primero que se les vino a la cabeza fue ponerle Gabriel, por el padre, y José, por ser el patrono de Aracataca. Nadie se acordó del santoral. De lo contrario, se habría llamado Olegario García Márquez.

Diez años que le sirvieron para dar un gran fulgor a lo real maravilloso, al realismo mágico. Los cuentos fueron para él ese primer amor que nunca se olvida, el cine los amores desencontrados y las novelas el amor pleno y correspondido.De todos ellos, creía que la historia que no embolatará su nombre en el olvido es la de sus padres recreada en El amor en los tiempos del cólera.

Son las vísperas de su vida.

Donde todo empieza... Amor y amores deseados, esquivos y de toda estirpe en sus escritos.

García Márquez, que será conocido por sus amigos como Gabo, vive un segundo tiempo cuando a los 16 años, en 1944, sus padres lo envían a estudiar a la fría, helada, Zipaquirá, cerca de Bogotá. Descubre sus primeros escritores tutelares, Kafka, Woolf y Faulkner.

El zumbido de la literatura y el periodismo lo rondan.

Allí, en el frío del altiplano andino, lo sorprende el cambio de destino del país y el suyo. Estudia Derecho, cuando el 9 de abril de 1948 es asesinado el candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán. Un suceso conocido como El bogotazo. Fue el antepenúltimo germen de un rosario de conflictos políticos y sociales, conocido como La violencia que habrán de germinar en sus obras.

Después de El bogotazo volvió a sus tierras costeñas con una mala noticia para sus padres: deja la carrera de Derecho. A cambio empieza en el periodismo. Primero en el periódico El Universal, de Cartagena, entre otras cosas como crítico de cine bajo el seudónimo de Séptimus; luego en El Heraldo, de Barranquilla, hasta volver a Bogotá, en 1954, aEl Espectador, el diario que en 1947 había publicado, un domingo, su primer cuento.

Además de crónicas y reportajes escribía para las páginas editoriales y la sección Día a Día, en la que se daba cuenta de los hechos más significativos de aquella Colombia donde la violencia corría en tropel. En 1955 escribe la serie sobre un suceso que terminará llamándose Relato de un náufrago.

Ryszard Kapuscinski aseguró que, aunque lo admiraba por sus novelas, consideraba que “la grandeza estriba en sus reportajes. Sus novelas provienen de sus textos periodísticos. Es un clásico del reportaje con dimensiones panorámicas que trata de mostrar y describir los grandes campos de la vida o los acontecimientos. Su gran mérito consiste en demostrar que el gran reportaje es también gran literatura”.

Mientras trabaja como periodista escribe cuentos y no se desprende de una novela en marcha que lleva a todos lados, titulada La casa.

Ese mismo año aparece su primera novela, La hojarasca. Después viaja a Europa como corresponsal del diario bogotano y recorre el continente, e incluso los países de la “cortina de hierro”. En 1958 vuelve y se casa con Mercedes Barcha. Hasta que se instala en México DF, en 1961, donde hace vida con sus amigos, las parejas Álvaro Mutis-Carmen Miracle y Jomí García Ascot-María Luisa Elío (dos españoles exiliados de la guerra). Un día Mutis le da dos libros y le dice: “Léase esa vaina para que aprenda cómo se escribe”. Eran Pedro Páramoy El llano en llamas, de Juan Rulfo. Ese año publica El coronel no tiene quién le escriba.

—“¿Fue tu abuela la que te permitió descubrir que ibas a ser escritor?”, le preguntó en los años setenta su amigo y colega Plinio Apuleyo Mendoza.

—“No, fue Kafka, que, en alemán, contaba las cosas de la misma manera que mi abuela. Cuando yo leí a los 17 años La metamorfosis,descubrí que iba a ser escritor. Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: ‘Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa”.

La escritura no le da para comer y trabaja en cine y publicidad. Llega 1965. Pronto terminarán cuatro años de sequía literaria. El embrión esLa casa. Páginas que no terminan de coger forma. Hasta que un día, mientras viaja en un Opel blanco con su esposa Mercedes y sus dos hijos de vacaciones a Acapulco, ve clara la manera en que debe escribirla: sucedería en un pueblo remoto, y descubre el tono: el de su abuela que contaba cosas prodigiosas con cara de palo, y la llenaría de historias: las contadas por su abuelo en la Guerra de los Mil Días de Colombia. Y el comienzo de la novela: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.

Ha sido el soplo divino de Kafka, Faulkner, Sherezada, Rulfo, Verne, Woolf, Hemingway, Homero… y sus abuelos Tranquilina y Nicolás.

Da media vuelta y regresa en el Opel blanco a su casa de San Ángel Inn, en México DF.

Una vez llega, coge sus ahorros, 5.000 dólares, y se los entrega a su esposa para el mantenimiento del hogar mientras se dedica a escribir. La Cueva de la Mafia es la habitación de su casa donde esa primavera se exilia con la enciclopedia británica, libros de toda índole, papel y una máquina Olivetti. Vive y disfruta ese rapto de inspiración al escribir hasta las ocho y media de la noche al ritmo de los Preludios de Debussy y Qué noche la de aquel día de los Beatles.

En otoño el dinero se acaba y las deudas acechan. García Márquez coge, entonces, el Opel y sube al Monte de Piedad a empeñarlo. Es una nueva tranquilidad para seguir escribiendo, aumentada por las visitas de sus amigos que les llevan mercaditos.

Al llegar el invierno de 1965-1966 pone un punto y aparte, y llora, llora como ni siquiera en sus novelas está escrito. Tenía 39 años Gabriel García Márquez cuando, esa mañana de 1966, salió de La Cueva de la Mafia, atravesó la casa y se derrumbó en lágrimas sobre la cama matrimonial como un niño huérfano. Su esposa, al verlo tan desamparado, supo de qué se trataba: el coronel Aureliano Buendía acababa de morir. Era el personaje inspirado en su abuelo Nicolás.

Muere orinando mientras trata de encontrar el recuerdo de un circo, después de una vida en la que se salvó de un pelotón de fusilamiento, participó en 32 guerras, tuvo 17 hijos con 17 mujeres y terminó sus días haciendo pescaditos de oro.

Un duelo perpetuo para el escritor que, el 5 de junio de 1967, ve recompensado al saber que esa historia comandada por el coronel, bajo el título de Cien años de soledad, inicia su universal parranda literaria en la editorial Sudamericana, de Francisco Porrúa, en Buenos Aires. Todos quieren conocer la saga de los Buendía.

La novela impulsa la universalización del boom de la literatura latinoamericana. “Verdaderamente fue a partir del triunfo escandalosamente sin precedentes de Cien años de soledad”, afirmaría José Donoso en Historia personal del boom.

En medio de la algarabía, García Márquez se va a vivir a Barcelonadonde afianza su amistad con autores como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar. El éxito es rotundo y trasciende a otros idiomas. Luego empieza a escribir El otoño del patriarca (1975) como un ejercicio para quitarse de encima la sombra de su obra maestra. Para entonces ya es muy activo con la causa cubana y está más presente en Colombia. En 1981 publica Crónica de una muerte anunciada.

La noticia del Nobel lo sorprende en México en 1982. En la frontera del amanecer del 10 de octubre el teléfono lo despierta. Con 55 años se convierte en uno de los escritores más jóvenes en recibir el máximo galardón de la literatura. En diciembre rompe con la tradición al recibir el premio vestido con un liquiliqui, una manera de rendir homenaje a su tierra costeña y compartirlo con su abuelo Nicolás que usaba trajes así en el ejército. Una ausencia que acompañó al escritor desde los 10 años, cuando este murió, y convirtió en incompletas todas sus alegrías futuras, por el hecho de que el abuelo no las sabía, escribe Dasso Saldívar en la biografía Viaje a la semilla.

Tres años después culmina la historia de sus padres: El amor en los tiempos del cólera. Siguen El general en su laberinto (1989) y Del amor y otros demonios (1994).

Hace realidad uno de sus sueños, en Cartagena de Indias: la creación de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano y se une a otros proyectos informativos. Son los años de su vuelta al periodismo. Al principio de todo.

En 1999 le detectan un cáncer linfático. Todo ello mientras termina de escribir sus memorias, Vivir para contarla, a las que cuando puso punto final se topó con la muerte de su madre, Luisa Santiaga Márquez Iguarán. Un domingo lo trajo ella al mundo; y un domingo lo dejó ella. Fue la noche del 9 de junio de 2002. Dos años más tarde escribe su última creación: Memoria de mis putas tristes.

Sus recuerdos empiezan su peregrinación.

Hasta que se han ido del todo al encuentro de los Buendía.

Y de no haber sido escritor, lo que realmente hubiera querido ser Gabriel García Márquez también tiene que ver con el amor, presente en todas sus obras. Lo supo hace muchos en Zúrich cuando una tormenta de nieve tolstiana lo llevó a refugiarse en un bar. Su hermano Eligio recordaría cómo él se lo contó:

—“Todo estaba en penumbra, un hombre tocaba piano en la sombra, y los pocos clientes que había eran parejas de enamorados. Esa tarde supe que si no fuera escritor, hubiera querido ser el hombre que tocaba el piano sin que nadie le viera la cara, solo para que los enamorados se quisieran más”.

Entre realidades, deseos, sueños, alegrías, agradecimientos, imaginaciones y, sobre todo, por el paraíso irrepetible de su lectura, Gabriel García Márquez está ahora en el mismo lugar donde él llevó a Esteban en su inolvidable cuento El ahogado más hermoso del mundo,después de que a la gente del pueblo “se le abrieran las primeras grietas de lágrimas en el corazón”… Porque una vez comprobado que había muerto “no tuvieron necesidad de mirarse los unos a los otros para darse cuenta de que ya no estaban completos, ni volverían a estarlo jamás”… El rumor del mar trae la voz del capitán de aquel barco, que en 14 idiomas, dice señalando al mundo, por encima del promontorio de rosas amarillas en el horizonte del Caribe: “Miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas; allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia donde girar los girasoles; sí, allá, es el pueblo” de Gabriel García Márquez.