El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 24 de abril de 2014

Religión y oportunismo



Onofre Guevara López

Uno de los ejes más usados en la lucha ideológica durante la guerra fría, fue el del “comunismo enemigo de la religión”. Debajo, al lado o en el fondo de la ignorancia se ocultan los objetivos de las clases dominantes de los países desarrollados, pues para obtener recursos naturales en indispensable la dominación política, y no hay dominación política sin dominación religiosa.

Auto liquidados los regímenes socialistas euro orientales, ver a un Putin persignándose en una catedral ortodoxa en la “en pascuas de resurrección”, el argumento de la cruzada “contra el comunismo ateo” revela su extemporaneidad y los objetivos materiales de la lucha actual lucen todo su desnudez. Hoy, el argumento de la religión le dio paso, sin desparecer, al argumento de los “derechos humanos”, pero no varía en lo mínimo las causas originales de la lucha imperial contra los regímenes desafectos a su sistema, e igual pugnan por derrocarlos. Lo de Venezuela es el ejemplo último, pero no el único.

El fenómeno no es unilateral: los gobernantes venezolanos acuden a la religión como recurso protector –fingida o sinceramente, da igual, pues también les da igual a sus agresores su sincera o fingida religiosidad—, lo que, de todos modos, no pasa de ser parte del juego político. Si los gobernantes venezolanos solo creyeran protegerse con la religión, no tuvieran a las masas populares en pie de lucha frente a la agresión, ni la derecha y sus proyectores externos se distraen acusándoles de ser enemigos de la religión, sino que se van directos a la acción violenta. El fenómeno de la religión como instrumento político no es nuevo, en ningún sentido, lo cambiante son los estilos de utilizarla. 

La Edad Media, con todo y ser una etapa superior al sistema esclavista, su sola mención hace pensar en la inquisición y su obscurantismo. Esos lados oscuros los atenúan el Renacimiento y la Ilustración como faros del conocimiento, abriéndose paso con las ciencias, negando las concepciones mágicas del fanatismo religioso y alumbrando el ingreso del capitalismo en la historia. Sin embargo, ese tránsito al capitalismo no tuvo influencia directa en la conciencia, confirmando el retraso en su desarrollo respecto a los cambios ocurridos en la base económica y social de la sociedad. 

Las concepciones religiosas sobre el mundo y la sociedad, siguieron siendo dominantes dentro del sistema capitalista y sustento ideológico a la vez del nuevo estilo de dominación y explotación humanas. La revolución en las colonias del norte de América (1776), y la francesa (1889), fueron inspiradoras del movimiento independentista en el continente americano contra el colonialismo español. 

Ninguna de esas revoluciones produjo cambios esenciales en la conciencia respecto a las concepciones religiosas heredadas de la sociedad feudal, porque, junto a los cambios estructurales en el modo de producción material y del poder político, hicieron suyas las concepciones religiosas. Desde las experiencias de Estados Unidos y Francia, las luchas por las libertades y las de liberación de los pueblos de los siglos XIX y XX, hasta la de Venezuela, se sigue cargando la misma herencia ideológica-religiosa.

¿De qué formas? Manipulando el nombre de Dios, los grupos dominantes se sirven de la religión para justificar su régimen político social, conscientes de que caen en contradicción con los cambios materiales en sus respectivos sistemas. 

En Estados Unidos, la Constitución de 1787, aún vigente –enmendada o remendada, es lo mismo—, proclama que “Dios creó a todos los hombres iguales”. Pero la vida en el sistema en nada se asocia a esa idea, y cuando Lincoln quiso hacerla realidad se lo cobraron con su vida (1865). Pasaron 90 años, y en 1955 tuvo que explotar la lucha por el fin de la discriminación de los negros en los buses y en toda la vida social, pese a la “religiosidad” de la sociedad norteamericana y el cuento vigente en su Constitución acerca de la divina creación de los “hombres iguales”.

Hasta un tal Linch, hacendado virginiano, con su costumbre de matar negros con turbas blancas, dio origen al verbo “linchar” como sinónimo de criminalidad racial, pues aplicaba su “ley” contra los negros, pese a que la Constitución seguía diciendo que “Dios” los había creado iguales a él. En alguna medida, linchar negros sigue siendo el “deporte” del Ku Kux Klan, sin inmutarse por lo que dice su Constitución. 

La Francia de la “libertad, igualdad, fraternidad”, que en la Asamblea Nacional de 1789 proclamó los derechos del hombre y del ciudadano “bajo los auspicios del Ser Supremo”, participó en el saqueo de África (y hasta la regaló en forma de estatua a Estados Unidos). Enorme contradicción, pues entonces la revolución apenas liberaba a los franceses de la monarquía que, según la iglesia, tenía origen divino. 

La revolución venezolana –la última y más cercana— proclama en su Constitución la misma dependencia ideológica de la vieja clase dominante respecto a la religión. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, copia en su Preámbulo, con otras palabras, la invocación a Dios de la Constitución de 1961de la “Cuarta República”: “El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Liberador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana…”

Eso está en el primer párrafo del preámbulo de la Constitución del 2000. La ruptura con el sistema económico y social del régimen anterior, se recompuso en la superestructura ideológica, pues ahí no solo hay una coincidencia textual con sus adversarios políticos, sino también una contradicción con su propio discurso, pues, ¿acaso el Dios que invocan ahora no es el mismo que los conquistadores españoles trajeron junto a sus crueldades, hasta provocar la lucha histórica de Simón Bolívar, ante “el sacrificio de nuestros antepasados indígenas”?

Esa contradicción no se queda en lo ideológico, sino que la llevan a la práctica: políticos y militares de la revolución bolivariana se intercambian en público estatuas de vírgenes del santoral católico, las besan y se persignan como si estuvieran en un ritual católico, y no en actos políticos. De esto, surge una dramática revelación: la misma revolución acosada y calumniada por fuerzas externas y locales, no lo hacen por ser “comunista y atea”, sino porque les quitó el petróleo. 

En Venezuela existe descontrol ideológico y oportunismo político (como en Nicaragua), lo cual no justifica a sus agresores, porque no es la religión lo que les interesa rescatar.

******

Paráfrasis



“Gracias a Dios, al comandante y a la compañera”, disminuyó el ritmo de los temblores… pero no la incertidumbre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario