El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.
miércoles, 26 de febrero de 2014
Luz habitada
Por Roger Mendieta Alfaro
¿Quién alumbra a quién? ¿Quién habita en quién? La intención del título del libro y el Ángel Músico de Fray Angélico con el excelso sonido de su trompeta, debe buscarse en la casa de Luis y Mercedes. Poema eres, que deslinda y bifurca en el amor. Y si no: ved el rostro de Luis y la apropiada mirada de Mercedes en la tapa escondida de Luz Habitada. Luz habitada en el amor desde lo extenso de Extremadura… viviendo en ti. Y para siempre en “Salmo de Entrada”…. “Hay falsas alegrías y verdaderas tristezas. Uno debe encontrar la verdad en la diferencia. La alegría es eterna y la tristeza efímera”.
Y es cuando “volaron las luciérnagas alegrando la oscuridad”. Esas luciérnagas de los nietos que en la imaginación son los juegos pirotécnicos del mundo interior: “Nos hacen señales luminosas desde el bosque llamándonos”.
Luz habitada de amor, de compromiso, con armadura de Quijote, que se debate entre la donosura celeste: “tan cercano, tan humano y tan lejano”. Pero con “voces y destellos en algarabía silenciosa”.
Poesía de Luis Rocha que huele a jardín. Que se mueve en un aletear de gorrión y esas “Chispas con vida propia”. Poeta del amor y la ternura familiar, estremeciéndose en su propio canto secular sin tempo, cual es el vivir: “Chispas con vida propia rivalizan con un cielo estrellado”. Cielos… cielos profundos intocables, inenarrables en que alimenta la magia de la mente y se complace el corazón.
Decir algo sobre una poesía hermética quizás sería excederme o perderme en mi propia contemplación poemática. Que si no la tiene, lo toca, circunda, adscribe y envuelve como un sueño que si no se sueña se desea soñar.
“Kirsti Blom es un sueño…” “Su imagen está desde siempre plasmada en papel fotográfico de presuntos códices noruegos en el que ella parece seductora…” “¡Qué difícil es no naufragar en sus ojos! Poeta marino, extraño, religioso, creyente, haciendo sutiles y claro el porqué: “Está oscuro, oscuro, oscuro. Lejano se escucha el llanto de un niño. La noche se puede masticar, espesa, viscosa y negra”.
Poesía de Luis Rocha, no para leerse simplemente. Canto escondido en el llanto… en los llantos, llantos, para la meditación y la respuesta o la pregunta simbólica que lo dice todo en un “Teatrillo de Navidad mudo y negro”.
Y justo, vestido en ocasiones de harapos de virtud, como dicen algunos materialistas frente al encendido rubor del amor, aquerenciado por el sueño, del ser querido y del ser querer, con su sonora resonancia de arpegios y angélicos violines.
Luz habitada de amor, de fe, de entrega que no tiene molde distinto al pretérito y único de la perpetuidad evangélica. “La nuestra ha de ser la Alegoría del otoño”. Viviendo en sí, esmerada en su entrega existencial, simbólicamente representando atributos del amor.
Luz habitada de certidumbre, de fe, de solemnidad oportuna y gloriosa dentro de las candideces del ser habitada en la cumbre de gloria: el Amor; y el testimonio de luz: la pasión que sabe a miel y fulgor de cielo.
Febrero 22.
martes, 25 de febrero de 2014
No hay crisis de origen espontáneo
Onofre Guevara López
Cada vez que se agudizan los conflictos internos de un país escapado de la órbita norteamericana –tal el caso de Venezuela—, una avalancha desinformadora inunda las conciencias de millones de personas. Se fabrica la imagen del país, según los intereses de quienes odian su proceso político.
Pero como no hay crisis de origen espontáneo, hay que proceder igual que cuando ocurre un crimen: el primer sospechoso es el enemigo más caracterizado del agredido, el motivo de la agresión y la conducta de la víctima, porque con ella pudiera haberle creado oportunidades al agresor. En Venezuela están presentes los elementos de este símil, más las acciones en el teatro de los acontecimientos nacionales y sus vínculos externos, y los intereses de los actores: el intervencionismo de los Estados Unidos, el petróleo venezolano y los desaciertos de los líderes.
La vorágine publicitaria en torno a los sucesos venezolanos tiene nutrientes foráneos. Esta labor se hace con las más avanzadas técnicas psicológicas aplicadas a la comunicación. Pese a ello, la campaña opera con fórmulas simples: presentar al agredido como agresor, tergiversar el rol de los protagonistas y, en especial, echar una cortina de amnesia sobre las causas históricas del conflicto.
Por eso, el origen de los hechos es ubicado en fechas recientes; a las manifestaciones les atribuyen carácter espontáneo; a los protagonistas les identifican como estudiantes, aunque estos sean una minoría; individualizan las causas del conflicto, y a sus personajes preferidos les construyen imágenes heroicas. Unos son alabados y otros descalificados al extremo.
Dentro de esta avalancha, no sirve de mucho contrarrestar mentiras con verdades; es como tirar gotas de agua sobre un mar noticioso encrespado y con una masa de creyentes navegando en el histerismo. Aun así, se debe tratar de explicar las causas, al menos las más obvias.
En esta barahúnda noticiosa, se escuchan y leen condenas contra la violencia en Venezuela de partidarios y adversarios, lo cual sería normal si procedieran de personas imparciales (algo imposible). Resulta un falso interés por la institucionalidad y la paz en Venezuela, cuando lo dice Daniel Ortega, quien recién ha consumado su agresión a la institucionalidad nicaragüense. ¿Y dónde hallar sinceridad en las palabras de Barak Obama, cuando califica de “intolerable” la violencia en Venezuela? Hipocresía pura, pues él, como presidente del país agresor y creador de violencia en Iraq –y otros países— no solo tolera esa violencia, sino que también amenaza violentar aún más a Siria con una invasión. La afición a la violencia de los presidentes de ese país, es más antigua que la afición norteamericana por el Rugby salvaje y el entretenido béisbol.
No se puede ser pacifista ni institucionalista sincero, si no se actúa de forma consecuente con lo que se dice. Para alguna gente es difícil, en algunos casos, imposible, poder rasgar la cortina de amnesia histórica tendida sobre la política exterior de los Estados Unidos. En Venezuela intervienen, y no por las fallas de sus líderes, que las tienen, sino por un imperativo histórico de su sistema, lo demás es pretexto.
Entre la histeria reinante, hay quienes dicen, por ingenuidad, simpleza o interés, que echarle la culpa de todo a los Estados Unidos es el pretexto de “los malos de la película”. Y puede ser cierto en algunos casos, pero a este país, lo acusa su propia historia.
Lo que está ocurriendo en Venezuela tiene culpables de ambos lados, pero quien viene de afuera es más culpable que el de adentro. Hace doce años, agentes norteamericanos –propios y nacionales— montaron el golpe de Estado, cuando aún Chávez ni siquiera había llegado a la mitad de su primer mandato, otorgado en una elección que no fue montada por su gobierno. Lo de ahora, es el reciclaje del plan fracasado en el 2002, adaptado a las nuevas condiciones del país.
Hay diferencias. En el 2002 contaron con una cúpula militar hoy fuera del poder. En ambos momentos han enfrentado a la mayoría del pueblo, aunque a la minoría de ayer no le dio el entrenamiento político-militar que le dio a la de ahora, dotada además de un odio visceral y de fábricas artesanales de instrumentos para la destrucción de calles, edificios y medios de transporte públicos y privado. Hoy cuentan con una clase empresarial capaz de crear desabastecimiento y especulación para sobresaltar ánimos. Pero tienen enfrente a un adversario al que no pudieron sorprender como en el 2002. Tampoco tienen cohesionados a sus amigos en torno a la misma táctica. Quizás a eso se debe que la violencia de hoy sea más cruenta, pero con la misma víctima: el pueblo.
Y, ¿qué hay de la joya de la corona del reino? Los Estados Unidos y su aliada, la burguesía, perdieron el control del petróleo. Pero no lo olvidaron, y tratan de reconquistarlo junto al poder, pese a que no anuncian plan alternativo de gobierno y, aparentemente, solo están empeñados en crear caos y destrucción para debilitar al gobierno, para hacerlo caer.
¿Vale tanto ese petróleo como para obtenerlo a costa de la sangre de venezolanos de ambos bandos? Según su historial, para los Estados Unidos, sí lo vale. Por unos cuantos muertos no van a perder su récord de doscientos años. ¿Quién ignora cómo los territorios que México “perdió” desde mediados del siglo XIX, son ahora Estados norteamericanos? ¿En cuántos países latinoamericanos los Estados Unidos han injerencias diplomáticas, implantado una dictadura militar, y a cuántos países los ha invadido militarmente? ¡Lo ha hecho en más de 152 veces en solo el Siglo XX!
Se puede afirmar que Estados Unidos despidió el Siglo XIX apropiándose de Cuba y Puerto Rico, y que inauguró el Siglo XX convirtiendo en su coto de caza de riquezas naturales a los países latinoamericanos.
Si esa historia no es suficiente para imaginar lo que realmente ocurre en Venezuela, tal vez sugiere algo lo siguiente: Estados Unidos invadió y dejó aterrorizado a Iraq por el petróleo, y como no puede traerlo a su país vía Internet, utiliza la vía más antigua: el mar. Para eso, sus barcos tienen que recorrer el Golfo Pérsico, cruzar el Estrecho de Ormuz, salir al Océano Índico por el Golfo de Omán, bajar al suroeste para darle la vuelta al cuerno de África y luego remontar el Océano Atlántico hasta el Mar Caribe, y luego se meten al Golfo de México para llegar a Texas.
Para esa ligera travesía, sus barcos solo tienen que invertir 45 días (¡mes y medio!). ¿A cuánto ascenderá la inversión en dinero para ese paseíto? Contestación de grupo. Debe causar mucho gasto y, a las transnacionales petroleras, el dolor de ver mermadas sus ganancias, más sabiendo que para llegar a Texas desde Venezuela… ¡solo necesitan cuatro días! He aquí, un motivo para derramar sangre ajena en Venezuela.
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Paráfrasis
“Hay que rescatar la democracia en Venezuela”, condición sine qua non… ¡para rescatar su petróleo!
Respuesta de Rubén Blades al presidente de Venezuela Nicolas Maduro
Señor Presidente Maduro,
He tenido la oportunidad de ver un vídeo en el que se dirige a mi persona, en ocasión de una nota que he publicado en mi página de internet. No acostumbro responder comentarios, pero me siento obligado a referirme a sus palabras por el hecho concreto de que en el vídeo mencionado, usted me nombra directamente. Espero que el dicho vídeo no resulte una falsificación como las que hoy abundan en internet, y si lo fuera, confieso que es de muy buena calidad.
Con el respeto que merece su condición de Presidente, y como tal, representante de una Nación, debo iniciar esta nota agradeciendo el tono general de su comentario a mi escrito. Me complace entender en su gesto amable, que comprendió la buena intención de mis pensamientos, hechos con el corazón puesto en el pueblo venezolano.
Sin ánimo de entablar duelos epistolares, comento solamente con la intención de aclarar algunos de los temas por usted expuestos en el día de ayer, que me atañen de manera personal.
1. Los comentarios expresados por mí, en relación con la difícil situación que hoy vive Venezuela, no son derivados de las noticias de CNN, o de Univisión, o cualesquiera otra fuente noticiosa, “imperialista” o no. Nacen de cartas, comentarios y de reflexiones hechas por amigos, dentro y fuera de Venezuela, y de la lectura cuidadosa y analítica de innumerables publicaciones, tanto afectas como antagonistas a su gobierno. El carácter diverso del material que usualmente escojo para mis lecturas, tiende a nutrir amplia y objetivamente mis puntos de vista.
2. No me he sumado, consciente o inconscientemente, a ningún tipo de complot orquestado por la C.I.A., ni formo parte de ningún "Lobby Internacional" con el propósito de crear mala publicidad para gobierno alguno. Me sorprende escuchar una vez más este tipo de acusaciones, en pleno siglo XXI, cuando debíamos haber superado ese asunto de las etiquetas. Si critico a alguien que se considera de izquierda, soy de la CIA; si critico a quien se considera de derecha, entonces soy comunista; cuando critico al militarismo, soy “subversivo”.
3. Considero como una verdad, el hecho de que el extinto Presidente Chávez haya demostrado, con sus consecutivas elecciones ganadas, el desprestigio de la partidocracia tradicional en Venezuela, y el deseo de cambio expresado libremente en las urnas por la voluntad popular. Pero también es verdad que hoy Venezuela no es una Nación unida: es un país cuya población está polarizada políticamente, una sociedad sumida en contradicciones obvias, con un gobierno electo por un estrecho margen, 1.49%, que no alcanzó el 51% de los votos de alrededor de un 80% de la población votante y con un ausentismo electoral del 20.32%. Ese gobierno, sin embargo, está decidido a imponer un sistema político/económico (que no califico ni descalifico), pero que obviamente no es aceptado por la mayoría de la población. En una situación como la descrita, parece recomendable realizar una consulta nacional para que el pueblo tome su decisión. Sin ello, lo que se percibe es eso, una imposición. Creo que su gobierno, Presidente Maduro, no posee la mayoría representativa que justifique lo que le está haciendo al país. Por otro lado, la oposición, mezcla de lo que existió en el pasado político de Venezuela y de lo nuevo que hoy lucha por hacerse respetar y considerar, no está formada por cuatro gatos fascistas, como se pretende hacer ver. Es una vital cantidad de personas. En estas circunstancias, la realidad de Venezuela es hoy como sería la de una casa donde la familia esta dividida, y existen habitaciones en las que la otra mitad no puede vivir, ni transitar. La Venezuela de hoy no es la Nación que todos sus habitantes desean, es una versión de país a la que sólo parece apoyar el 50% de la población, tomando en cuenta el total de los votos emitidos en las elecciones del 2013. Esa realidad determina la necesidad de considerar una modificación del rumbo presente, en busca de un balance que permita el desarrollo del argumento nacional en sus propios términos, más realista y menos agresivo; una Venezuela en la que no sean necesarios los gritos de "Patria o Muerte", entre hermanos.
4. Como los Chavistas se auto-definen como "Socialistas", debemos asumir que comprenden de lo que hablan, y que han estudiado a quienes inicialmente convirtieron las teorías sociales de Marx y Engels, en propuestas experimentales del socialismo y el comunismo, particularmente en Rusia, tras la revolución bolchevique de 1917. Deben conocer, por ejemplo, los comentarios vertidos por Vladimir Ilich Lenin en su folleto titulado, "La Enfermedad Infantil del Izquierdismo en el Comunismo", (este título no es un artificio al estilo Borges, así lo tituló el propio Lenin y si no lo creen, pregunten a Fidel, que él debe haberlo leído). En ese escrito cita Lenin los errores que se cometen en nombre del izquierdismo, por no considerar las circunstancias objetivas a la hora de tomar decisiones, y peor aún, las consecuencias históricas que produce no reconocer y rectificar dichos errores. Allí describe cómo, en 1918, los camaradas Radek y Bujarin, máximos representantes del entonces llamado "Comunismo de Izquierda", fueron obligados a reconocer públicamente su error, al no comprender ni aceptar inicialmente que, el argumento para justificar la Paz de Brest, no constituía necesariamente un compromiso con los imperialistas, sino que obedecía a una necesidad política determinada por las condiciones objetivas del momento, algo que Lenin describió como un “do ut des”, un te doy para que me des. La metáfora que hace Lenin sobre asaltantes y asaltados aclara muy bien el argumento. ¿No es, acaso, un “do ut des” el acuerdo que tiene Venezuela con el “imperialismo” en el caso del petróleo venezolano, que suple a Estados Unidos a cambio de los dólares que necesita la economía del país?
5. Este mismo criterio indicaría que, en las presentes circunstancias, no resulta apropiado que su gobierno imponga sus deseos, o desconozca, o pretenda ignorar la validez de los argumentos planteados por sus críticos venezolanos. No creo que es a través de la represión, la censura, o el recurso demagógico que se produce la respuesta racional a una condición objetiva inobjetable. Tal actitud solo provocaría más violencia, que generaría la posibilidad de una ingobernabilidad, un vacío político que podría ser llenado con un golpe militar, la única institución con la capacidad de organización y poder coercitivo para enfrentar el caos institucional y civil resultantes.
6. Nunca he estado, no estoy, ni estaré de acuerdo con intervenciones armadas del país que sea en los asuntos internos de nuestras naciones. Categóricamente lo digo. El mío sufrió ese mal, y no lo justifico de ninguna manera.
7. Aunque agradezco su invitación a visitar Venezuela, no considero apropiado aceptar en este momento. Tal visita podría ser considerada como un endoso a su gestión y a la posición de su gobierno. De igual forma, tampoco aceptaría una invitación en tal sentido por parte de los que lo oponen; no ahora. Y para aclarar aún más este punto, he recibido también ofrecimientos de trabajo importantes para ir a Venezuela este año, y de igual manera las he rechazado porque no me parece correcto hacerlo en las actuales circunstancias que vive el país.
8. En cuanto al "alma venezolana", señor Presidente, y a la nobleza de su pueblo, la conozco muy bien porque la llevo dentro, sin etiquetas, junto a mi alma panameña y latinoamericana. Ese argumento no entra en esta discusión. Esa alma, además, me la encuentro dentro y fuera de ese noble país, desde mi primera visita en los años 60. Y se acrecienta con los años y se reaviva en mi amistad con César Miguel Rondón, Pedro Leon Zapata, el finado, pero aun amigo, José Ignacio Cabrujas; Jonathan Yakubowicz, Edgar Ramirez, Budu, Oscar de León, Clarita Campins, Marilda Vera, Gustavo Dudamel, Ozzy Guillén, el gran Luis Aparicio; en mi admiración por Don Simón Díaz -cuya desaparición justamente hoy tenemos que llorar- Aldemaro Romero, el Profesor Abreu y tantos otros magníficos expositores del talento, capacidad y nobleza del pueblo de Bolívar. Todos ellos me refuerzan la presencia de esa alma. Y quizás ninguna me resuene por dentro más representativa que la de mi querido y recordado amigo, Luis Santiago, que se nos fue joven, durante la tragedia de La Guaira del '99, y por eso será joven eternamente, igual que el inspirador ejemplo planteado por la excelencia de los jóvenes de El Sistema, el grupo de las Orquestas y el vocal, todos maravillosos ejemplos de lo que logra el trabajo, la disciplina y la esperanza de ser mejores. Sin alharacas, ni alaridos panfletarios, con la guía de maestros venezolanos, el sector popular demuestra su calidad mundial.
No necesito ir a Venezuela para encontrar a su alma, porque ella va conmigo adonde sea que yo vaya, desde hace tiempo ya.
9. No deja de tener credibilidad la afirmación de que, bajo gobiernos de lo que se denomina izquierda, se crean más oportunidades para el sector popular. Por regla general, los gobiernos que se dicen de derecha se preocupan más por sus intereses particulares que por los del pueblo al que alegadamente representan. Pero creo que hay distintas versiones con las que tipificar el empoderamiento del que usted habla (entendiendo que "empoderar" significa el dar posibilidad de hacer y poder) al "Pablo Pueblo" que describo en mi canción. Una de ellas es creando el espacio para que su dignidad sea respetada y sus derechos también. Otra es brindando la oportunidad para desarrollar su capacidad, no solo con subsidios que lo hagan dependiente de otros, o que estimulan los peores instintos que todos poseemos. Para mí, la verdadera revolución social es la que entrega mejor calidad de vida a todos, la que satisface las necesidades de la especie humana, incluida la necesidad de ser reconocidos y de llegar al estadio de auto-realización, la que entrega oportunidad sin esperar servidumbre en cambio. Eso, desafortunadamente, no ha ocurrido todavía con ninguna revolución.
Le expreso mis opiniones, Señor Presidente, sin odio, sin agendas secretas, ironías, ni intereses subrepticios. Reitero mi agradecimiento por el tono de su conversación y por su consideración al otorgar la atención de su valioso tiempo a las palabras de este panameño de Latinoamérica.
Termino con una especie de ruego a los bandos enfrentados en la querida Venezuela: empiecen a sumar y dejen ya de restar. Y que se detengan los insultos y la diatriba, para que los venezolanos empiecen a conversar; que el silencio es el mejor preámbulo a un diálogo razonado.
Viva Venezuela!
Atentamente,
Rubén Blades
He tenido la oportunidad de ver un vídeo en el que se dirige a mi persona, en ocasión de una nota que he publicado en mi página de internet. No acostumbro responder comentarios, pero me siento obligado a referirme a sus palabras por el hecho concreto de que en el vídeo mencionado, usted me nombra directamente. Espero que el dicho vídeo no resulte una falsificación como las que hoy abundan en internet, y si lo fuera, confieso que es de muy buena calidad.
Con el respeto que merece su condición de Presidente, y como tal, representante de una Nación, debo iniciar esta nota agradeciendo el tono general de su comentario a mi escrito. Me complace entender en su gesto amable, que comprendió la buena intención de mis pensamientos, hechos con el corazón puesto en el pueblo venezolano.
Sin ánimo de entablar duelos epistolares, comento solamente con la intención de aclarar algunos de los temas por usted expuestos en el día de ayer, que me atañen de manera personal.
1. Los comentarios expresados por mí, en relación con la difícil situación que hoy vive Venezuela, no son derivados de las noticias de CNN, o de Univisión, o cualesquiera otra fuente noticiosa, “imperialista” o no. Nacen de cartas, comentarios y de reflexiones hechas por amigos, dentro y fuera de Venezuela, y de la lectura cuidadosa y analítica de innumerables publicaciones, tanto afectas como antagonistas a su gobierno. El carácter diverso del material que usualmente escojo para mis lecturas, tiende a nutrir amplia y objetivamente mis puntos de vista.
2. No me he sumado, consciente o inconscientemente, a ningún tipo de complot orquestado por la C.I.A., ni formo parte de ningún "Lobby Internacional" con el propósito de crear mala publicidad para gobierno alguno. Me sorprende escuchar una vez más este tipo de acusaciones, en pleno siglo XXI, cuando debíamos haber superado ese asunto de las etiquetas. Si critico a alguien que se considera de izquierda, soy de la CIA; si critico a quien se considera de derecha, entonces soy comunista; cuando critico al militarismo, soy “subversivo”.
3. Considero como una verdad, el hecho de que el extinto Presidente Chávez haya demostrado, con sus consecutivas elecciones ganadas, el desprestigio de la partidocracia tradicional en Venezuela, y el deseo de cambio expresado libremente en las urnas por la voluntad popular. Pero también es verdad que hoy Venezuela no es una Nación unida: es un país cuya población está polarizada políticamente, una sociedad sumida en contradicciones obvias, con un gobierno electo por un estrecho margen, 1.49%, que no alcanzó el 51% de los votos de alrededor de un 80% de la población votante y con un ausentismo electoral del 20.32%. Ese gobierno, sin embargo, está decidido a imponer un sistema político/económico (que no califico ni descalifico), pero que obviamente no es aceptado por la mayoría de la población. En una situación como la descrita, parece recomendable realizar una consulta nacional para que el pueblo tome su decisión. Sin ello, lo que se percibe es eso, una imposición. Creo que su gobierno, Presidente Maduro, no posee la mayoría representativa que justifique lo que le está haciendo al país. Por otro lado, la oposición, mezcla de lo que existió en el pasado político de Venezuela y de lo nuevo que hoy lucha por hacerse respetar y considerar, no está formada por cuatro gatos fascistas, como se pretende hacer ver. Es una vital cantidad de personas. En estas circunstancias, la realidad de Venezuela es hoy como sería la de una casa donde la familia esta dividida, y existen habitaciones en las que la otra mitad no puede vivir, ni transitar. La Venezuela de hoy no es la Nación que todos sus habitantes desean, es una versión de país a la que sólo parece apoyar el 50% de la población, tomando en cuenta el total de los votos emitidos en las elecciones del 2013. Esa realidad determina la necesidad de considerar una modificación del rumbo presente, en busca de un balance que permita el desarrollo del argumento nacional en sus propios términos, más realista y menos agresivo; una Venezuela en la que no sean necesarios los gritos de "Patria o Muerte", entre hermanos.
4. Como los Chavistas se auto-definen como "Socialistas", debemos asumir que comprenden de lo que hablan, y que han estudiado a quienes inicialmente convirtieron las teorías sociales de Marx y Engels, en propuestas experimentales del socialismo y el comunismo, particularmente en Rusia, tras la revolución bolchevique de 1917. Deben conocer, por ejemplo, los comentarios vertidos por Vladimir Ilich Lenin en su folleto titulado, "La Enfermedad Infantil del Izquierdismo en el Comunismo", (este título no es un artificio al estilo Borges, así lo tituló el propio Lenin y si no lo creen, pregunten a Fidel, que él debe haberlo leído). En ese escrito cita Lenin los errores que se cometen en nombre del izquierdismo, por no considerar las circunstancias objetivas a la hora de tomar decisiones, y peor aún, las consecuencias históricas que produce no reconocer y rectificar dichos errores. Allí describe cómo, en 1918, los camaradas Radek y Bujarin, máximos representantes del entonces llamado "Comunismo de Izquierda", fueron obligados a reconocer públicamente su error, al no comprender ni aceptar inicialmente que, el argumento para justificar la Paz de Brest, no constituía necesariamente un compromiso con los imperialistas, sino que obedecía a una necesidad política determinada por las condiciones objetivas del momento, algo que Lenin describió como un “do ut des”, un te doy para que me des. La metáfora que hace Lenin sobre asaltantes y asaltados aclara muy bien el argumento. ¿No es, acaso, un “do ut des” el acuerdo que tiene Venezuela con el “imperialismo” en el caso del petróleo venezolano, que suple a Estados Unidos a cambio de los dólares que necesita la economía del país?
5. Este mismo criterio indicaría que, en las presentes circunstancias, no resulta apropiado que su gobierno imponga sus deseos, o desconozca, o pretenda ignorar la validez de los argumentos planteados por sus críticos venezolanos. No creo que es a través de la represión, la censura, o el recurso demagógico que se produce la respuesta racional a una condición objetiva inobjetable. Tal actitud solo provocaría más violencia, que generaría la posibilidad de una ingobernabilidad, un vacío político que podría ser llenado con un golpe militar, la única institución con la capacidad de organización y poder coercitivo para enfrentar el caos institucional y civil resultantes.
6. Nunca he estado, no estoy, ni estaré de acuerdo con intervenciones armadas del país que sea en los asuntos internos de nuestras naciones. Categóricamente lo digo. El mío sufrió ese mal, y no lo justifico de ninguna manera.
7. Aunque agradezco su invitación a visitar Venezuela, no considero apropiado aceptar en este momento. Tal visita podría ser considerada como un endoso a su gestión y a la posición de su gobierno. De igual forma, tampoco aceptaría una invitación en tal sentido por parte de los que lo oponen; no ahora. Y para aclarar aún más este punto, he recibido también ofrecimientos de trabajo importantes para ir a Venezuela este año, y de igual manera las he rechazado porque no me parece correcto hacerlo en las actuales circunstancias que vive el país.
8. En cuanto al "alma venezolana", señor Presidente, y a la nobleza de su pueblo, la conozco muy bien porque la llevo dentro, sin etiquetas, junto a mi alma panameña y latinoamericana. Ese argumento no entra en esta discusión. Esa alma, además, me la encuentro dentro y fuera de ese noble país, desde mi primera visita en los años 60. Y se acrecienta con los años y se reaviva en mi amistad con César Miguel Rondón, Pedro Leon Zapata, el finado, pero aun amigo, José Ignacio Cabrujas; Jonathan Yakubowicz, Edgar Ramirez, Budu, Oscar de León, Clarita Campins, Marilda Vera, Gustavo Dudamel, Ozzy Guillén, el gran Luis Aparicio; en mi admiración por Don Simón Díaz -cuya desaparición justamente hoy tenemos que llorar- Aldemaro Romero, el Profesor Abreu y tantos otros magníficos expositores del talento, capacidad y nobleza del pueblo de Bolívar. Todos ellos me refuerzan la presencia de esa alma. Y quizás ninguna me resuene por dentro más representativa que la de mi querido y recordado amigo, Luis Santiago, que se nos fue joven, durante la tragedia de La Guaira del '99, y por eso será joven eternamente, igual que el inspirador ejemplo planteado por la excelencia de los jóvenes de El Sistema, el grupo de las Orquestas y el vocal, todos maravillosos ejemplos de lo que logra el trabajo, la disciplina y la esperanza de ser mejores. Sin alharacas, ni alaridos panfletarios, con la guía de maestros venezolanos, el sector popular demuestra su calidad mundial.
No necesito ir a Venezuela para encontrar a su alma, porque ella va conmigo adonde sea que yo vaya, desde hace tiempo ya.
9. No deja de tener credibilidad la afirmación de que, bajo gobiernos de lo que se denomina izquierda, se crean más oportunidades para el sector popular. Por regla general, los gobiernos que se dicen de derecha se preocupan más por sus intereses particulares que por los del pueblo al que alegadamente representan. Pero creo que hay distintas versiones con las que tipificar el empoderamiento del que usted habla (entendiendo que "empoderar" significa el dar posibilidad de hacer y poder) al "Pablo Pueblo" que describo en mi canción. Una de ellas es creando el espacio para que su dignidad sea respetada y sus derechos también. Otra es brindando la oportunidad para desarrollar su capacidad, no solo con subsidios que lo hagan dependiente de otros, o que estimulan los peores instintos que todos poseemos. Para mí, la verdadera revolución social es la que entrega mejor calidad de vida a todos, la que satisface las necesidades de la especie humana, incluida la necesidad de ser reconocidos y de llegar al estadio de auto-realización, la que entrega oportunidad sin esperar servidumbre en cambio. Eso, desafortunadamente, no ha ocurrido todavía con ninguna revolución.
Le expreso mis opiniones, Señor Presidente, sin odio, sin agendas secretas, ironías, ni intereses subrepticios. Reitero mi agradecimiento por el tono de su conversación y por su consideración al otorgar la atención de su valioso tiempo a las palabras de este panameño de Latinoamérica.
Termino con una especie de ruego a los bandos enfrentados en la querida Venezuela: empiecen a sumar y dejen ya de restar. Y que se detengan los insultos y la diatriba, para que los venezolanos empiecen a conversar; que el silencio es el mejor preámbulo a un diálogo razonado.
Viva Venezuela!
Atentamente,
Rubén Blades
domingo, 23 de febrero de 2014
El humanismo cristiano ante el sufrimiento humano: Un desafío para la excelencia académica en las Universidades jesuitas
José
Alberto Idiáquez. Mensaje en su toma de posesión como Rector de la UCA.
Managua, 13-2-2014.
El Padre Peter-Hans Kolvenbach, quien fue nuestro
superior general, habló en el año 2000 en la Universidad de Santa Clara,
California y entre muchas otras ideas, dijo ésta: “Cuando la experiencia
directa toca al corazón, la mente se puede sentir desafiada a cambiar. La
implicación personal en el sufrimiento inocente, en la injusticia que otros
sufren, es el catalizador para la solidaridad que abre el camino a la búsqueda
intelectual y a la reflexión moral”.
Por qué recuerdo
hoy esa frase
“Ayudar a otros” estuvo presente en la idea que de la
educación tenían los primeros jesuitas. Conocían por experiencia propia la
fuerza que tiene una conversión desde el corazón cuando nos encontramos con el
dolor, con el sufrimiento, con la marginación social y económica, con la soledad,
con la discriminación. En aquellos primeros tiempos, una de las estrategias de
los jesuitas para anunciar el Evangelio era buscar que quienes los escuchaban
entraran en contacto directo con los abandonados en los hospitales, los
encarcelados, las prostitutas, la gente que vivía en las calles. Después, los
jesuitas retomaron esa misma estrategia en sus escuelas. Educarse significaba prepararse
para enfrentar esas injusticias, para contribuir a la construcción de una
sociedad más justa, para servir a la comunidad.
Como
hijo de su tiempo, Ignacio de Loyola fue descubriendo que la Compañía de Jesús
tenía que aportar elementos del humanismo cristiano a la corriente del
humanismo renacentista que se expandía entonces por toda Europa. El siglo 16 fue
testigo de la Reforma protestante y de cismas en la Iglesia católica, del
descubrimiento de América, de cambios profundos que producían incertidumbre. A
la vez, en ese siglo se enriquecieron la literatura, el pensamiento filosófico,
las artes, el teatro. La experiencia de Ignacio en el mundo universitario de
Alcalá, de Salamanca y de París le confirmó en la importancia de lo que ahora
llamamos “ministerio intelectual”. Entendió que el encuentro entre fe y
cultura, entre la fe y la razón en el proceso educativo había un enorme potencial
para la construcción del Reino de Dios.
Ignacio
estuvo preso en Alcalá y en Salamanca.
Eran tiempos de censura, era el tiempo de la Inquisición. Finalmente, se
comprobó que no había ningún error en sus ideas. De esta etapa, y viendo la
importancia de la educación, decidió fundar colegios y universidades y con los
nueve compañeros que formarían el núcleo de la futura Compañía de Jesús se fue
a estudiar a la Sorbona de París.
La
decisión de Ignacio de incursionar en el mundo de la educación no fue motivada
por un cálculo político o por la actitud oportunista de quien busca espacios de
poder para figurar o sacar provecho. Su motivación profunda fue, como él
escribió, “el servicio de Dios Nuestro
Señor, el bien de las ánimas”. En su búsqueda por servir con eficacia al
Reino de Dios, Ignacio fue viendo, cada vez con mayor claridad, que las
Universidades son espacios importantísimos para contribuir a una sociedad más
humana desde el humanismo cristiano. (CG 34, d17, 1-3; d.18, 1-2).
Qué deben ser las Universidades
En
la polis de los griegos se expresaron
los factores socio-culturales, económicos y políticos que modelan la
convivencia humana. La Universidad, inserta en la ciudad, es por eso una
realidad política. En las grandes ciudades veía Ignacio de Loyola el espacio en
donde se tomaban decisiones que afectaban a toda la sociedad. Y por eso pedía a
los jesuitas que se comprometieran en esos procesos haciendo presentes los
valores del Reino de Dios. En las turbulentas y caóticas ciudades de su tiempo Ignacio
veía convivir la opulencia de unos pocos que le dan la espalda a la miseria y
la miseria y la opresión de los muchos. Veía juntos el odio y el amor, la
solidaridad y la discriminación, la esperanza y la desesperación. En los
Ejercicios Espirituales recomendó “ver las personas, las unas y las otras; y
primero las de la haz de la tierra, en tanta diversidad, así en trajes como en
gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos
llorando y otros riendo, unos sanos y otros enfermos, unos naciendo y otros
muriendo” [EE 106].
Buscando
servir eficazmente al proyecto de Jesús, que es el Reino de Dios, y trasladándonos
del siglo 16 al siglo 21, podemos afirmar que para Ignacio la Universidad es un proyecto educativo o un “apostolado
intelectual” que tiene implicaciones políticas. Es un proyecto político porque su
finalidad es incidir en todo lo que afecta a la polis, a la convivencia humana. Una Universidad de la Compañía de
Jesús está muy lejos de ser, como equivocadamente algunos piensan, un proyecto
político partidario con implicaciones pedagógicas. Si fuera así, estaríamos
condenados a no tener una palabra que decir ante las injusticias que impiden las
transformaciones sociales. Si pensáramos así, abandonaríamos a su suerte a quienes,
como señala el profeta Amós, “son vendidos por un par de sandalias” sin que
nadie tenga escrúpulos en hacerlo (Amós 8,6).
Bien
lo sabía nuestro hermano Ignacio Ellacuría. En su último discurso, pronunciado
diez días antes de ser asesinado en el campus de la Universidad Centroamericana
de El Salvador, afirmaba:
“Suele decirse
que la Universidad debe de ser imparcial. Nosotros creemos que no. La
Universidad debe pretender ser libre y objetiva, pero la objetividad y la
libertad pueden exigir ser parciales. Y nosotros somos libremente parciales a
favor de las mayorías populares, porque son injustamente oprimidas y porque en
ellas, negativa y positivamente, está la verdad de la realidad”.
Una
Universidad no puede ser neutral, no puede permanecer impasible ante la
dolorosa realidad de la pobreza y la exclusión social. Desde el quehacer
académico, nuestra Universidad busca el poder que tiene la verdad para así dar
nuestro aporte a las transformaciones que necesita Nicaragua. Y como lo que caracteriza
a la Universidad y al mundo universitario es ser el espacio en donde convive la
diversidad de credos y de pensamientos, creemos que es acoger y respetar toda esa
diversidad la que va a potenciar nuestro quehacer docente, nuestras
investigaciones y todas nuestras tareas de proyección social. Queremos
construir una comunidad en diálogo fecundo, preguntándonos siempre con
libertad para qué trabajamos y al
servicio de quiénes trabajamos.
Cómo
queremos que sea la UCA
He recordado la experiencia
de los primeros Jesuitas, las palabras del padre Ellacuría y las del padre
Kolvenbach para asentar la idea de que una Universidad que carece de un
compromiso social sistemático y organizado no cumple con la misión de la
Compañía de Jesús.
En aquellas experiencias y en
esas palabras veo los cimientos de la filosofía que nuestra familia ignaciana
profesa desde hace décadas y que se resume en este lema: “El servicio de la fe
y la promoción de la justicia”.
Desde nuestro quehacer
pedagógico, asumimos la formación integral de las personas a la luz de la
filosofía y la antropología solidaria que nos enseñó Ignacio. La antropología
ignaciana es integral porque asume la totalidad de la persona partiendo de su
pasado, “trayendo a la memoria”, como decía Ignacio, el contexto socio-cultural
en el que cada quien nació, creció y se desarrolla su presente para así proyectar
su futuro.
Desde ahí, la persona que
asume el proceso educativo no sólo atesorará conocimientos. También valorará el
compromiso con su desarrollo personal y con la comunidad. Es por eso que el Proyecto Curricular
de la UCA trata de articular las cuatro funciones básicas universitarias:
docencia, investigación, proyección social y gestión, aspectos que deben
concretarse en acciones educativas para una formación plena e integral de
nuestros estudiantes como personas y como profesionales. Queremos desarrollar
en nuestros estudiantes todas las dimensiones: la académica, la intelectual, la
emocional y la ética. Y creemos, como dice el proyecto
curricular, que este enfoque
socio-afectivo, que vincula el nivel cognitivo, el emocional y el empático
posibilitará a nuestros estudiantes vivir en carne propia los temas que
trabajen. (Proyecto Curricular, p. 11). Y en esta tarea no estamos
solos los jesuitas. El equipo de laicas y laicos con los que contamos son el
pilar de esta universidad. Y a ellas y a ellos queremos agradecerles
especialmente.
Como institución
educativa, la UCA, en sintonía con la Red de Universidades Jesuitas de América
Latina (AUSJAL), ofrece sus recursos humanos y técnicos para que las mayorías
excluidas de este mundo globalizado, y de esta nuestra Nicaragua, superen esa exclusión y
transformen sus vidas. No queremos que la Responsabilidad Social de la UCA sea
o sea vista como una moda o como un método de mercadeo para atraer jóvenes a
nuestras aulas. La Responsabilidad Social Universitaria es un eje transversal
que estructura todas las tareas de la Universidad. Por eso, el énfasis que
hemos puesto en nuestro Plan Estratégico para potenciar y consolidar el
Servicio Social UCA con la
metodología Aprendizaje-Servicio. Buscamos que toda la comunidad universitaria
y nuestros estudiantes estén en contacto directo con los nicaragüenses y las
nicaragüenses más empobrecidas, con nuestros compatriotas menos favorecidos.
En qué realidad
trabajamos
La globalización financiera que hoy domina el planeta
ha incrementado la pobreza y las desigualdades en todas partes. En
Centroamérica la inequidad es abismal. En Nicaragua también. La riqueza se
concentra en pocas manos y la mayoría vive en incertidumbre y vulnerabilidad. La
juventud las sufre especialmente. Los jóvenes salen al mercado laboral con
serias desventajas, no encuentran empleo y si lo encuentran es con un contrato
temporal y un salario insuficiente. Tienen que emigrar, son atraídos por las
pandillas o, peor aún, por las mafias del narcotráfico y las redes del crimen
organizado.
A la vez, esa juventud está experimentando el incremento
exponencial de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, el
poder de la cultura de la imagen y del entretenimiento. Los jóvenes de hoy son cada
vez más expertos y dinámicos en el mundo cibernético. Hoy, buscamos incorporar
a todos los ámbitos de nuestra vida universitaria, a la Docencia, la
Investigación y la Proyección Social, estas nuevas tecnologías.
Pero esa moneda tiene otra cara. Estas tecnologías
están favoreciendo una juventud dispersa: con muchas imágenes, con abundancia
de información, pero con poca capacidad de procesarla, seleccionarla, interpretarla
y sintetizarla. El bombardeo constante de estímulos electrónicos, convertido ya
en algo natural entre nuestros jóvenes, dificulta el desarrollo del pensamiento
analítico y reflexivo, de ese pensamiento crítico que construye alternativas.
Muchos de nuestros jóvenes tienen ya problemas con la lectura comprensiva y esta
nueva modalidad de analfabetismo funcional se ha convertido en un gran
obstáculo para que nuestros estudiantes logren aprendizajes significativos.
El padre Adolfo Nicolás, nuestro superior general, ha
invitado a los centros educativos de la Compañía de Jesús a trabajar seriamente
en contra de lo que llama la “globalización de la superficialidad”, la que ya algunos
especialistas han señalado está produciendo una “generación adormecida”, una
generación “que vive en comunicación, pero en una profunda soledad y pone sus
expectativas más en la tecnología que en las relaciones humanas”.
En los Ejercicios Espirituales, ya San Ignacio
advertía que “no el mucho saber harta y satisface el alma como el sentir y
gustar de las cosas internamente”[EE 2]. Esa formulación, trasladada del mundo
espiritual al de la pedagogía, significa que el maestro Ignacio no quería una cabeza saturada de información y conocimientos,
sino personas con lo que hoy conocemos como “inteligencia emocional”. Y ésas
son las personas que queremos que salgan de la UCA: con una mente bien estructurada y un corazón
que sienta los problemas de los demás, que entienda el contexto en el que vive y que se comprometa a
transformarlo.
Son grandes los desafíos y es vertiginoso el ritmo de
los cambios a los que asistimos. Nuestras Universidades deben ser capaces de mucha
flexibilidad para responder a las transformaciones con las que soñaba Ignacio
de Loyola y con las que seguimos hoy soñando. Esto nos exige una permanente disponibilidad
a colaborar con otros, con la Iglesia, con todos los sectores de la sociedad y con
tantas personas de buena voluntad que trabajan por humanizar nuestras
sociedades, convencidos de que el Espíritu de Dios no conoce de colores ni de
etiquetas, de banderas ni de fronteras.
Por qué es
importante asumir el sufrimiento humano
Cientistas
sociales, teólogos y filósofos han tocado permanentemente el tema del sufrimiento
humano y han tratado de conceptualizarlo. Siempre se han quedado cortos. “¿Qué
sabe el que no ha sufrido?”, decía San Juan de la Cruz. Creo personalmente que
es el acercarse diariamente al sufrimiento que experimentan las mayorías que
viven al margen del poder y de los privilegios, lo que nos toca el corazón y,
por eso, lo que nos enseña qué es el sufrimiento humano y qué podemos hacer
para evitarlo, para aliviarlo, para acompañarlo, para eliminarlo si es posible.
Desde
su sencillez y su realismo, también desde su alegría en medio del dolor y las
carencias, son los pobres de la tierra los mejor capacitados para diseñar un
futuro esperanzador. Y lo son precisamente porque sus vidas se han ido forjando
en la adversidad, resistiendo, imaginando salidas, compartiendo lo poco que
tienen. Acercarse a ellos es el camino. Si nuestro esfuerzo
académico está dedicado a la construcción de un mundo más justo y humano,
tenemos que acercarnos a ellos. En la UCA estamos viviendo un proceso de
acreditación y de evaluación institucional. Esa tarea debe estar vinculada a
“escuchar al corazón y acreditar la vida” como dice Jorge Luis Borges en su
poema a los amigos.
La Universidad debe garantizar una buena preparación
académica. Eso significa una excelente formación, un bagaje de conocimientos,
de contenidos, de habilidades investigativas y de destrezas que sean útiles a
nuestros estudiantes en los desafíos que les esperan en su vida profesional. Pero
si esa calidad académica no tiene en cuenta a quienes causan el sufrimiento
humano, si no tiene en cuenta todo lo que ocasiona sufrimiento a la condición
humana, no estará respondiendo al proyecto educativo que Ignacio de Loyola y
los primeros jesuitas nos trazaron.
Ya lo señaló el padre Fernando Fernández Font, Rector
de la Universidad Iberoamericana de Puebla y presidente de AUSJAL: “La universidad
ha de historizarse, ha de permitir que la realidad del dolor y la opresión
entre por sus ventanas para que la reflexión que demos en las aulas salga por
las puertas con un compromiso claramente ético, pues no hay mejor acicate para
la conciencia humana que sentir en carne propia el dolor ajeno”.
Quiénes conviven en la UCA
En la
UCA contamos con una población aproximada de 8 mil 267 estudiantes en pregrado.
De ellos, 5 mil 170 reciben becas de diferentes modalidades. Podemos decir,
pues, que la pobreza entra diariamente por los portones de nuestra Universidad.
Contamos con un buen número de jóvenes estudiantes que vienen de zonas
marginadas urbanas y de áreas rurales muy lejanas a la capital. Muchos de quienes
vienen de barrios populares de Managua son de familias que emigraron del campo
a la ciudad por la pobreza. Es una juventud que conoce en carne propia de
carencias y limitaciones y día a día tiene que luchar con las dificultades que
genera la pobreza. He visto a algunos de mis alumnos decidiendo entre comprar
algo para comer o regresarse a su casa caminando.
También
tenemos estudiantes que vienen de familias con suficientes recursos económicos.
Esperamos que la convivencia humana entre unos y otros dé frutos de
responsabilidad y de compromiso. El padre Xabier Gorostiaga, quien fue rector
de la UCA, insistía siempre en que “la educación para los pobres no debe ser
una pobre educación”. Esperamos que el trabajo educativo que brindamos a todos
por igual, tanto a quienes tienen más recursos como a quienes no los tienen, dé
también frutos que contribuyan a transformar nuestro país.
Qué educación queremos brindar
En la UCA nuestro principal objetivo seguirá
siendo elevar el nivel académico y trabajar intensamente en crear en nuestros
estudiantes una cultura de investigación. Esto exige la formación continua de
nuestros profesores, la presencia de docentes invitados de otras Universidades jesuitas
de Centroamérica, América Latina, Europa y Estados Unidos. Esto requiere de intercambio
entre estudiantes, de una investigación interdisciplinaria y del trabajo
investigativo en redes.
Si queremos lograr una mejor comprensión de los
grandes desafíos que enfrenta nuestro país, si queremos participar en los retos
que hoy nos presenta Nicaragua, la Universidad
debe orientarse decididamente a la investigación entre las distintas
disciplinas. Estoy convencido de que seremos capaces de enfrentar
los grandes problemas con que hoy nos reta el mundo globalizado si logramos
construir espacios de diálogo entre las diversas culturas y entre las distintas
disciplinas.
Al
mismo tiempo, seguiremos trabajando en
el desarrollo y diversificación
de la oferta de Posgrado, con nuevas Especializaciones, nuevas Maestrías, el Doctorado
en Derecho y el futuro Doctorado en Humanidades y Ciencias Sociales.
Continuaremos ofreciendo el diplomado en Liderazgo Ignaciano y el diplomado en
Formación Política y Ciudadana y la Maestría Regional en Integración
Centroamericana y Desarrollo, en modalidad virtual, llevada a cabo por las tres
universidades jesuitas de Centroamérica.
Cómo mejorar la educación para
el desarrollo humano
La
negación de una igualdad de oportunidades en educación para todos los sectores
de la población es posiblemente la clave de los rezagos que tenemos hoy en
América Latina. Lo mismo se puede decir de Nicaragua. Estamos como estamos por
esa desigualdad de oportunidades educativas.
Cuando
se investigan los presupuestos destinados a la educación y, aún más importante,
cuando observamos la cultura que se expresa en las aulas a través de valores,
símbolos y discursos, la escuela y la Universidad aparecen como espacios en que
se perpetúa la estratificación social basada en la discriminación entre clases
sociales, entre etnias, entre hombres y mujeres. Antropólogos como Joe Henry
señalan que esa perpetuación es funcional al sistema de inequidad. Hace ver él “la utilidad
económica de producir grandes grupos de alumnos que se vean a sí mismos como
fracasados y pasen sin quejarse a las posiciones más bajas en las estructuras
del trabajo burocrático e industrial”.
En
nuestros países centroamericanos, también en Nicaragua, un buen número de esos
jóvenes que se ven a sí mismos como fracasados, son los que encuentran empleo sólo
en las maquilas, son los que se integran a trabajos informales, son los que se
deciden a emprender la riesgosa aventura de la migración.
Un
auténtico desarrollo humano es el que reconoce y respeta la diversidad cultural,
histórica, étnica y de género como valores fundamentales para construir una
sociedad mejor. Un auténtico desarrollo humano no olvida el valor del
medioambiente y reconoce y respeta la riqueza social y productiva, étnica y
cultural de todos los rincones de la geografía nicaragüense.
Los desafíos que hoy
presenta el mundo rural nicaragüense deben abordarse desde una perspectiva
interdisciplinar, que vincule la promoción económica con la defensa de la
identidad cultural y con el cuido del medioambiente y de nuestras riquezas
históricas y patrimoniales. En un país como Nicaragua, donde el sector agropecuario
sigue siendo vital para la economía, donde la extensión del espacio rural es
considerable, donde el potencial de desarrollo del medio rural es tan grande, estos
desafíos son tareas prioritarias.
Mayor la prioridad
teniendo en cuenta que el mayor porcentaje de nuestra población pobre se concentra
precisamente en las zonas rurales. La búsqueda de estrategias educativas
consensuadas y el diseño de proyectos educativos en los que se haga un trabajo
articulado en los territorios y se fortalezca el capital humano, social y
productivo es también un desafío para nuestra Universidad. La masiva migración
campo-ciudad y la migración a otros países están debilitando social y
humanamente las áreas rurales, porque quienes emigran son las personas más
jóvenes, las que tienen ya niveles de liderazgo, las más capacitadas. Que el
campo no logre frenar la migración es también un problema urbano. Un auténtico
desarrollo humano exige también el desarrollo rural situado en la perspectiva
del desarrollo nacional.
No olvidaremos el estudio
de las Humanidades
La Universidad no prepara sólo a sus estudiantes para
que se integren a una actividad laboral. Los formamos para que brinden
respuestas creativas y justas a los problemas nacionales y regionales. La
Universidad no forma para las empresas, forma para la sociedad. Eso no es
negociable. No podemos caer en el grave error de ajustarnos simple e
ingenuamente a las exigencias del mercado.
“Las Humanidades quedan relegadas en tiempos
difíciles”: así se titula un estudio publicado en el New York Times del pasado
mes de junio. El estudio comienza afirmando que en Estados Unidos, un mercado
laboral desalentador y el énfasis en la tecnología, han alejado a los
estudiantes de materias como la filosofía, la literatura y la historia, para
llevarlos a campos más prácticos como la administración de empresas, la
informática o el diseño gráfico. Informes de la Academia Estadounidense de
Artes y Ciencias y de la Universidad de Harvard han tratado de llamar la
atención sobre esto, señalando con preocupación que las futuras generaciones
adolecerán de ese desarrollo interno y vital que el estudio de las Humanidades
brinda. Me decían algunos compañeros de
la Universidad de Creighton, en Nebraska, y de la Universidad de Seattle, que
lo más grave es que buena parte de la gente considera hoy el estudio de las Ciencias
Sociales y las Humanidades como una “pérdida de tiempo y de dinero”. Richard
Brodhead, presidente de la comisión académica de la Universidad de Duke, en
Carolina del Norte, lo expresó así: “Este negativismo simplista olvida que
muchas de las personas más exitosas y creativas de Estados Unidos tuvieron
precisamente este tipo de preparación académica”.
Qué es el humanismo cristiano
El humanismo cristiano tiene el gran
desafío de contribuir a definir el sentido de la vida humana, de situar al ser
humano en su sociedad, de clarificar el
significado real de la libertad, de la democracia, del sentido de pertenencia. Por
eso, es ineludible estudiar las antiguas nociones de Verdad, Belleza y Bondad,
vinculándolas a conceptos cambiantes y a categorías políticas como clase, raza,
sexo, género... Por eso debemos potenciar el estudio de la Filosofía, la
Literatura, las Ciencias Sociales, las artes, la poesía y debemos promover el
deporte, la danza, el teatro porque son puentes por los que se transita hacia
un mundo más justo, por los que se educa en la justicia social.
La educación universitaria
no puede reducirse a transmitir competencias técnicas. Exige identificar a
nuestros estudiantes con valores que deben asumir: espíritu crítico, disposición
al diálogo, curiosidad por investigar y por leer, disciplina, rechazo a
actitudes sectarias, colaboración con los demás, tolerancia, respeto a las diferencias,
aceptación de las diversas creencias religiosas y simpatías políticas, sentido
del compromiso…
Estos valores parecen
pasados de moda en la actual cultura, donde todo es efímero y lo valioso es apuntarse
al ganador. Así describe esta cultura de hoy Zygmunt Bauman: “Cualquier cosa
que hoy es buena para ti puede reclasificarse como tu veneno. Compromisos
aparentemente firmes y acuerdos solemnemente firmados pueden derrumbarse de la
noche a la mañana. Y las promesas, o la mayoría de ellas, parecen hechas
solamente para ser traicionadas y rotas. En esta clase de cultura, y en las
estrategias políticas y vitales que valora y promueve, no queda mucho espacio
para los ideales”.
El humanismo cristiano
quiere mantener en alto los ideales. Busca enfrentar el desafío de esta cultura
de la apariencia, de la ganancia inmediata, de la superficialidad.
Lo que aprendí de un fracaso
En noviembre de 1989 fueron asesinados seis de
mis compañeros y maestros jesuitas y mis
amigas Elba y Celina, en el campus de la UCA de El Salvador. De aquel hecho tan
doloroso, y con una mirada evangélica e ignaciana, he sacado algunas lecciones para
la tarea que hoy asumo.
En primer lugar, aquel
crimen se me convirtió en una actualización del “fracaso” de Jesús en la cruz.
Asesinaron al justo: fue así de sencillo. Desde esa lógica, la pedagogía
ignaciana también “fracasó”. Fue un ex-alumno del colegio de los jesuitas en
San Salvador, el Externado San José, el teniente Espinoza, el jefe del Comando
Atlacatl que dio la orden de disparar a los sacerdotes. Un mes después de haber
participado en el asesinato, Espinoza llegó a saludar a los jesuitas de la
comunidad del que había sido su colegio. Ocho días después aparecía en los
medios asumiendo su responsabilidad en el crimen. El padre José María Tojeira, quien
como superior provincial de los jesuitas de Centroamérica en ese entonces estuvo
muy cerca de todos los pormenores de este trágico suceso, nos comentaba que era
posible que en ese colegio encontráramos alguna foto en que el padre Segundo Montes,
entregaba el diploma de bachiller a quien años después daría la orden de
asesinarlo.
Me refiero a este
“fracaso” por dos razones. La primera, porque es importante asumir que la pedagogía
ignaciana no quiere preparar ni para el éxito, ni para el prestigio, ni para la
competencia. Prepara para buscar mayor eficacia en la construcción del Reino de
Dios y, por tanto, asume el fracaso.
Hoy, los medios de
comunicación atraen a la juventud con sueños de éxito y de fama en el mundo del
espectáculo, en el amor, en las relaciones sexuales. Y a la par, intentan ocultar
todo lo que se relaciona con el fracaso propio, con la enfermedad que nos
acecha, con la muerte que nos espera a todos… La muerte aparece solamente en
las películas de acción como la necesidad de matar a los malos que ponen en
peligro la vida de los buenos. Continuamente se escenifica el propio poder, se
exalta la fascinación de luchar contra los poderosos del mundo utilizando
técnicas sofisticadas y sin el riesgo de la confrontación directa con los
poderosos de este mundo, que son de carne y hueso y están cerca de nosotros. En
los juegos cibernéticos nuestros jóvenes se dan el gusto de derrotar a poderosos
enemigos sin correr ningún peligro. Y en
caso de sufrir una derrota todo se reduce a perder algún dinero en esas
maquinitas que al día siguiente seguirán aplacando sus ansiedades.
Hay otra razón por la que
recordé el asesinato de mis hermanos. Me interesa señalar que una formación
humanista debe preparar a nuestros estudiantes para asumir el fracaso sin
renunciar a sus metas y para convivir con las propias debilidades sin
decepcionarse. Ni los seres humanos, ni tampoco las instituciones, estamos
exentos de limitaciones, debilidades y
egoísmos. San Ignacio fue un gran visionario, pero nunca dejó de ser
realista para comprometerse con lo que era viable realizar, sin desanimarse
nunca por los fracasos. Y como buen maestro de la sospecha, proponía someter
nuestra vida a una prueba de realidad: el proceso de discernimiento que él
sugiere es un aprendizaje no sólo de los engaños del mundo, sino de las
traiciones que nos hace nuestra propia mente.
Algo de mi propia experiencia
Después del brutal impacto
que me causó el asesinato de mis hermanos, la forma en que los mataron, después
de experimentar mucha incertidumbre y confusión, alguna certeza empezó a
invadir mi caminar. Nada mejor para expresarla que las palabras del obispo de
la Amazonía, Pedro Casaldáliga:
“Cada vez estoy más confuso y al
mismo tiempo más seguro. Sea en materia de economía y política, sea en materia
de inculturación y de religión. Estoy más confuso en el sentido de que veo más
de lo que veía, siento exigencias que no sentía, reconozco errores que antes no
percibía… En este sentido estoy más confuso, porque descubro cada día más
mundos, más horizontes, más caminos y más contribuciones que desconocía. Pero
también me siento cada vez más seguro porque lo fundamental lo veo cada vez más
fundamental, y uno de los principios que ahora me orientan más y me satisfacen
es: relativizar lo que es relativo y absolutizar lo que es absoluto. Todo es
relativo excepto Dios y el hambre. Y cuando digo “hambre” quiero decir la vida
humana. En la palabra hambre englobo todas las necesidades básicas y
fundamentales de la vida humana”.
Otra
lección que saqué del asesinato de nuestros compañeros fue recordar cuán
fuertemente fueron criticados por todos los sectores de la sociedad
salvadoreña. Ellos decían lo que tenían que decir desde su posición académica,
sabiendo que era imposible quedar bien con todo el mundo en un contexto de tanta
violencia, de tanto empobrecimiento, de tanta polarización política. Eran
conscientes de lo que les podía suceder. Años antes, en marzo de 1977, otro
jesuita, el padre Rutilio Grande, ya había sido asesinado en la parroquia
campesina de Aguilares y en los años siguientes otra docena de sacerdotes
habían perdido la vida por ser fieles a su compromiso con el humanismo
cristiano y con el acompañamiento del sufrimiento humano de sus compatriotas.
Una
buena lección para mí fue enterarme de cómo algunas de las personas que
criticaban tan severamente a mis compañeros jesuitas, en cuanto inició la
ofensiva final de la guerrilla y los combates se trasladaron a la capital, huyeron
buscando asilo en algunos organismos internacionales y en embajadas, mientras
los jesuitas y nuestras dos amigas se quedaron en el lugar de siempre y eran
asesinados.
El
padre Amando López, uno de mis hermanos asesinados, quien también fue rector de
la UCA entre 1979 y 1983, fue mi profesor de filosofía en quinto año de
bachillerato. Amando me enseñó a pensar desde la perspectiva de los pobres de
la tierra y a asumir con humildad y con dignidad mi identidad de clase. El
libro base para nuestra clase de filosofía era “Pedagogía del Oprimido”, de Paulo
Freire. Diez meses antes de que lo mataran, cambiaba yo impresiones con él
sobre las críticas que estaban recibiendo y él me decía: “Lo importante es
mantenernos fieles al Evangelio y no defraudar la causa de los pobres. Nos vendrán
más críticas y cada vez más fuertes. No te olvides que estamos viviendo la “tercera
manera de humildad” que nos pide Ignacio. Y eso significa recibir oprobios por
Cristo, más que honores. Significa desear más ser estimado por vano y loco por
Cristo, que primero fue tenido por tal, que por sabio y prudente en este mundo
[EE167].
El país en que nos toca vivir y educar
Vivimos
en un contexto de conflictos y es importante mantener la serenidad y el respeto,
valorando todo lo que sucede según los tiempos, las personas, los lugares y las
circunstancias, tal como nos sugiere San Ignacio. Esto quiere decir saber de
dónde y de quiénes vienen las críticas y saber cómo asimilarlas y discernirlas.
El trigo y la cizaña siempre crecen juntos. En medio de los conflictos, debemos
mantener ese equilibrio entre rigidez y flexibilidad, entre rectitud y
benignidad, entre severidad y mansedumbre.
Otra lección del asesinato de mis
dos amigas y mis seis compañeros es que en la espiritualidad ignaciana no hay
espacio ni para el victimismo ni para el fatalismo. En la espiritualidad que
nos enseñó Ignacio, la primera condición para poder resistir con dignidad es no
permitir que la maldad del mundo destruya en nosotros el espíritu de humilde
agradecimiento, para no dejarnos atrapar por la lógica de la violencia o por el
resentimiento. El padre Pedro Arrupe, quien fuera nuestro superior general, decía:
“Cuando el odio del otro origina el nacimiento del odio en nosotros, somos
nosotros los vencidos, a pesar de que consigamos aplastar al adversario”.
El
corazón con el que debemos educar
Algo que Jesús de Nazaret
apreciaba sobremanera en los hombres y mujeres con quienes se encontraba era su
capacidad de agradecer. Un ejemplo significativo lo encontramos en el relato
del Evangelio de Lucas (17,11-19) en el que Jesús cura a diez leprosos. “Jesús
Maestro, ten compasión de nosotros”, gritaban los leprosos. Jesús les dijo: Vayan
a presentarse a los sacerdotes. Y mientras iban quedaron sanos. Al verse sano,
uno de ellos volvió de inmediato y alabando a Dios en alta voz y echándose a
los pies de Jesús, le daba gracias con el rostro en tierra. Era un samaritano. Con
la agudeza que lo caracterizaba, Jesús preguntó: ¿No sanaron los diez? ¿Dónde
están los otros nueve? ¿El único que ha vuelto a alabar a Dios ha sido este
extranjero? Sólo el samaritano, el que pertenecía a un grupo social marginado y
despreciado, fue el único que agradeció. Los otros nueve se fueron, preocupados
por cumplir con las prescripciones legales. El samaritano prefirió regresar y dar
las gracias a Jesús, a aquel hombre que rompió con tantos ritos y legalismos
para dignificar a los seres humanos.
Aquel samaritano agradeció “con
el rostro en tierra”. Era humilde. La palabra
“humildad” viene del latín “humus”, que quiere decir tierra fértil. La
humildad es algo muy distinto a la baja autoestima o al complejo de
inferioridad. Un corazón humilde y agradecido
es el que queremos formar en nuestros estudiantes. Un corazón así sabrá
interpretar los signos de los tiempos en nuestra Nicaragua y buscará siempre lo
que es mejor para toda la sociedad, no para unos cuantos. Un corazón así dará
gracias por los avances de la ciencia y por las ventajas que tienen hoy las
nuevas generaciones, ventajas que no tuvo la anterior generación. Un corazón
así superará las quejas y las actitudes pesimistas valorando lo que tiene y lo
que es. Y, sobre todo, un corazón así estará dispuesto a compartir.
En el recibimiento que di a
nuestros estudiantes de primer ingreso hice mucho énfasis en la importancia de que
respetaran y se sintieran agradecidos con todas las personas que trabajan en esta
Universidad: con nuestros jardineros, con quienes limpian, con los vigilantes,
con administrativos, con secretarias, profesoras y profesores. Ésa es también la
obligación de todos nosotros: contribuir a crear un clima de respeto y trabajar
para que esta institución sea sana en todos los sentidos, también en sentido ecológico
(la UCA saludable).
Con un corazón agradecido
puede cambiar nuestra actitud hacia Dios y hacia los demás y puede cambiar
también cómo asumimos nuestra profesión. Preguntémonos todos, todas: ¿Cómo asumo
mi quehacer universitario? ¿Con un corazón agradecido o buscando fama y
prestigio? ¿Lo hago desde un corazón que busca la verdad con humildad o como quien
piensa que todo lo sabe y todo lo puede? Aceptar que no sabemos es un principio
de sabiduría que nos da la posibilidad de aprender más y más y nos permite
abrirnos con humildad y agradecimiento a lo que desconocemos.
La humildad no es sólo una
actitud individual. También las instituciones deben ser humildes. Yo aspiro a
que la UCA sea una institución humilde. No debemos creernos los mejores. La
única competencia de la UCA es la misma UCA, sólo debemos compararnos con
nosotros mismos. Como Universidad, no me interesa tener la última palabra. Lo
único importante será tener, tal vez, la “última sensibilidad”, como diría el
obispo Casáldaliga. Esto significa que la UCA deberá estar presente donde el
silencio de los pobres y de las marginadas clama constantemente y quienes
tienen poder no los escuchan, a menos que puedan convertirlos en noticia
sensacionalista o en espectáculo.
La UCA está obligada a estar
presente en el campo marginado, en las zonas urbanas empobrecidas, apoyando a
las cooperativas, capacitando a los pescadores, acompañando a los migrantes y a
sus familias, luchando a la par de tantas mujeres que sacan adelante a sus
familias, atendiendo sicológicamente a quienes no tienen posibilidad de pagar
un servicio privado, colaborando en la legalización de las propiedades de los
más pobres, contribuyendo a la defensa del medioambiente… Cuando nuestros
estudiantes se encuentren con todas estas realidades, sus investigaciones ya no
serán puros datos estadísticos, números, variables, tablas y cuadros. Se transformarán
en rostros de niñas, de niños, de ancianas y ancianos, de hombres y mujeres
concretas.
No
dejemos de hacernos preguntas
Otro elemento de la
espiritualidad ignaciana que me ha ayudado y que debe estar presente en nuestra
tarea universitaria es la capacidad de interrogarnos, de hacernos preguntas en
los momentos de adversidad. Esto tiene que ver con el examen diario al que nos
invita San Ignacio. El itinerario espiritual está marcado de dificultades que
exigen hacerse preguntas, hacer cambios y transformaciones que nacen de esos cuestionamientos.
Cuando a Ignacio de Loyola le prohibieron quedarse en Jerusalén le destruyeron
un proyecto de vida. Qué hacer: ante ese fracaso se planteó preguntas y de esas
preguntas nacieron sus planes de estudios y el encuentro en París con sus
primeros compañeros. Y cuando ellos no pudieron viajar de París a Jerusalén,
nuevamente volvió a hacerse preguntas. Y de ahí surgió la idea de ponerse al
servicio del Papa. Y de tantas preguntas ante la adversidad surgió una gran
idea: fundar la Compañía de Jesús.
No tengo la menor duda de los
beneficios que hay en el ejercicio de la autocrítica, en el hábito de
cuestionarnos sin miedo. Debemos cuestionar nuestra labor universitaria. Debemos
hacernos preguntas difíciles o incómodas que nos traerán muchos beneficios
cuando las contestemos sin prisa y en profundidad. Debemos de ejercitarnos en vivir
con preguntas todo el tiempo hasta que sintamos que las respuestas nacen de lo
profundo de un corazón agradecido que pacífica nuestra razón.
No
podemos ser indiferentes
El
reto que tenemos es transitar de la búsqueda de eficacia a la cooperación y la
solidaridad. Y el primer paso para una auténtica cooperación y una real solidaridad
se encuentra en la capacidad de escuchar, de respetar y comprender el dolor de
las otras personas. Sólo así nuestro quehacer académico incidirá en lograr una
sociedad más humana, un país más humano. Cualquier teoría o fórmula conceptual
que se realice a espaldas del sufrimiento humano, sin tenerlo en cuenta, será algo
estéril.
Lo
que conocemos como “injusticia estructural”, “mal estructural” o “pecado
estructural” destruye a las personas y a las colectividades. No podemos ser
indiferentes ante ese mal, ante ese pecado. Es a eso a lo que se refería el Papa Francisco en su homilía
dirigida a los inmigrantes en Lampedusa, el pasado julio. Decía Francisco:
“La cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos,
nos vuelve insensibles a los gritos de los otros, nos hace vivir en burbujas de
jabón, que son lindas, pero no son nada. Son ilusión de lo superficial, de lo
provisorio y nos lleva a la indiferencia hacia los otros. Más aún, lleva a la
globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del
otro! No tenemos nada que ver, no nos interesa, no es mi problema… La
globalización de la indiferencia nos vuelve a todos “innombrables”,
responsables sin nombre y sin rostro”.
Tomar la decisión
de ser solidarios con el sufrimiento del hermano y la hermana conocidos y de
los hermanos lejanos es participar en una dinámica de comunión y de escucha.
Cuando es así, las relaciones humanas son liberadoras, tanto para quien sufre
como para quien se solidariza con quien sufre. La persona prepotente nunca
podrá experimentar lo que es una relación interpersonal, porque nadie se
sentirá persona ante ella. Sólo una actitud respetuosa y humilde, abierta a los
imprevistos que nacen de ese misterio que es la condición humana, puede
contribuir a humanizar nuestra sociedad.
Escuchar tiene una dimensión analítica y ética. Desde
el análisis, exige un esfuerzo por intentar comprender el horizonte de
significación de la experiencia que nos transmiten las personas y los grupos
con los que trabajamos. Desde la ética, escuchar nos exige respeto hacia quienes
nos hablan y el compromiso de transmitir sus palabras y sus demandas a los
espacios de poder que les han negado el acceso. Escuchar es compartir el
significado del sufrimiento ajeno y también es tener el coraje de denunciar las
injusticias que hay tras esos sufrimientos. Y ya lo sabemos: necesitaremos más
coraje cuanto más luchemos por los derechos humanos de los más débiles. En esa
escucha y esa denuncia desenmascararemos a las muchas personas que, “bajo el lema de servir a los demás, lo que
buscan es servirse a sí mismas”.
Es
importante estar abiertos y atentos a las diversas sensibilidades que hay en
Nicaragua y que luchan por humanizar este mundo. Tenemos que aceptar con
honestidad que muchas veces hemos sido incapaces de escuchar y de dialogar y que
hemos querido imponer nuestras ideas y creencias a los demás. Es importante
hablar desde la humildad de quien está en búsqueda y acepta que no posee la
verdad, de quien es consciente de que necesita aprender.
Si
realmente queremos tomar con seriedad la lucha contra el mal, tenemos que
hacerlo en común-unión, para que las transformaciones sociales no se realicen
desde el resentimiento o los deseos de venganza, sino desde el poder que tiene el
amor de Dios revelado en su Hijo Jesucristo. Pienso que ésta es la fórmula más
eficaz para combatir “la globalización de la indiferencia” que denunció el Papa
Francisco.
Antes de terminar
Heredo un brillante grupo humano de compañeros y compañeras del Consejo
de Rectoría, de decanas y decanos. Quiero agradecer al Dr. Jorge Huete por
aceptar el reto de hacerse cargo de la Vicerrectoría General, a la master Vera
Amanda Solis por su apoyo desde la Secretaría General, a la Dra. Renata
Rodrigues por su labor en la Vicerrectoria Académica, al master Roger Uriarte
por el trabajo que realiza en la Vicerrectoria Administrativa. A las decanas la
master Iris Prado, de la Facultad de Humanidades, la master Tarsilia Silva, de
la Facultad de Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente, al Dr. Manuel Arauz, de
la Facultad de Ciencias Jurídicas, al master Guillermo Bonermann, de la
Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales.
Agradezco el apoyo que me brindan las personas que forman la Junta
Directiva de la UCA: Lic. Emilio Baltodano Cantarero, al P. Fernando Cardenal,
al P.Julio Cesar Sosa, profesor de filosofía y Humanidades, al P. Gregorio Vásquez,
Director del Servicio Jesuita para el Migrante, al P. Ignacio Lange, Director
del Centro Pastoral Universitario, a Gerardo Monterrey representante del
Sindicato de la UCA. Al P. Mario Cornejo miembro del equipo de vicerrectoría
académica, al P. Rodolfo Cardenal, subdirector del Instituto de Historia de
Nicaragua y Centroamérica, al P. Adolfo López de la Fuente, S.J. por su trabajo
en la investigación científica. Mi agradecimiento a las comunidades jesuitas
del Colegio Centroamérica, del Juniorado y Filosofado “Rutilio Grande”, de
Villa Carmen-UCA. A mi superior, P. Fidel Sancho, S.J y al P. Iñaki
Zubizarreta, S.J., superior de los jesuitas de Nicaragua.
Termino…
La UCA tiene la gran misión de seguir transmitiendo la
experiencia espiritual y educativa de Ignacio de Loyola y de nuestros hermanos mártires
de la UCA de El Salvador. Y en el proceso de transmisión de todo lo que
recibimos podremos traicionarlo. La palabra latina de la que deriva la palabra
tradición es tradere. Y no es
casualidad que esa misma palabra pueda traducirse como transmitir o como traicionar.
Como institución educativa buscaremos ser fieles en la
transmisión del gran legado recibido. En nuestro himno decimos: “Somos UCA,
toda una aventura espiritual, donde el humanismo, la ciencia y la cultura
forjarán hombres y mujeres para los demás”. Ése es el reto, ése es el reto que
hoy asumo con todos ustedes: forjar a jóvenes en su aventura humana y
profesional y dotarlos de herramientas para que, con el corazón y con la mente,
sean Buena Noticia para Nicaragua.
domingo, 2 de febrero de 2014
Los días anteriores
Onofre Guevara López
Es sabido que en poco más de medio siglo el progreso técnico y científico experimentado por la humanidad, es superior a casi todo lo que se había avanzado desde cuando se inventó la rueda. Pero, sin el invento de la rueda, no hubiese sido posible haber obtenido lo que se disfruta ahora, lo cual indica que la lucha por el progreso material es el mismo del desarrollo social.
No obstante el portentoso doble progreso, no funciona igual en todas las sociedades, porque prevalecen las mayores muestras de egoísmo de la clase que monopoliza el progreso material. Clase que ha sido, y es, capaz de destruir sin misericordia los adelantos técnicos científicos creados por el trabajo humano, incluso la vida humana misma, y ahora también amenaza con arrasar la Tierra. Esa contradicción de crear y destruir, es resultado del egoísmo humano que domina en el mundo.
Ese conflicto se inició desde la división de la comunidad humana en tribus y, dentro de estas, la aparición de la propiedad privada. En lo “cultural”, incapaces de explicarse el mundo que les rodeaba, los humanos inventaron los dioses creadores de todo, y en agradecimiento y honor de sus “divinidades” (fetichismo), sacrificaban vidas humanas. En los sistemas sociales de la explotación del trabajo esclavo, servidumbre y salarial, el sacrificio de los débiles continúa en formas de masacres colectivas con las guerras, incluso las “santas” y la inquisición, en honor a nuevos dioses inventados, incluido el dinero. Después, y ahora, con las guerras de rapiña de territorios y riquezas naturales, y otros métodos, no cesan los sacrificios humanos.
Todas esas y otras crueldades las ha sufrido el subcontinente americano a manos de naciones explotadoras lejanas y vecinas, durante los 522 años de saqueo colonial y neocolonial; pero ha habido una permanente resistencia de sus pueblos en todas las formas que les ha sido posible. Precisamente, por ser la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe la última y más organizada colectividad de esa resistencia, su Cumbre II en La Habana adquiere un extraordinario significado histórico. No visto así por todos, menos por quienes de alguna manera se nutren de la dependencia y el saqueo continental.
Acorde con la lucha contra todo lo ocurrido en los días históricos y actuales, la Declaración de La Habana proclama a este lado del mundo como zona de paz, y “…el compromiso permanente con la solución de las controversias, a fin de desterrar para siempre el uso de la fuerza y la amenaza de la fuerza en la región.” Obvio rechazo a una situación establecida durante los quinientos años del coloniaje y los remanentes del neocolonialismo, incluidos los conflictos armados fronterizos entre las naciones latinoamericanas promovidos y financiados por las transnacionales con su política de “divide y vencerás”, para obtener el control de gobiernos, propiedades y concesiones.
Ninguno de los 33 países latinoamericanos y caribeños que firmaron esta declaración ha estado libre de los efectos del colonialismo y del neocolonialismo, y juntos también proclaman ese grito de ¡basta ya! a la agresión externa, la división y el aislamiento. Todo, conforme la convicción de que están creando nuevas formas de relaciones y de cooperación para el desarrollo entre los Estados, en términos de equidad y respeto. Especial suceso de esta Cumbre, lo constituye la solidaridad y la hermandad con Puerto Rico, uno de los últimos y más vergonzosos remanentes del colonialismo en el continente, disfrazado de “Estado libre asociado”.
Celac representa los cambios operados en esta región del mundo, pues los mismos países que se dejaron manipular para expulsar a Cuba de la OEA en 1962 –con otros gobernantes—, han creado esta nueva forma de relación política continental, soberana y liberadora. Sin embargo, lo de Celac, pese a ser “el acervo de 200 años de lucha”, no es aún un proyecto acabado ni falto de contradicciones. Se trata de un cambio esencial, colectivo, inédito, en busca de la unidad en la diversidad del subcontinente, respetando sus propias formas de organización social y política. Y porque sus integrantes tienen diferentes niveles de desarrollo, se justifica la complementariedad de sus economías, sin finalidades de explotación ni de dominación política. La diversidad, tuvo un lugar especial en el escenario de La Habana.
Allá, estuvieron 33 Estados representados por 30 presidentes –más Bachelet junto a Piñera y Porfirio Lobo junto a Hernández— como en ninguna cumbre anterior. Los contrastes, también tuvieron su lugar. Ejemplarizaron estos, José Mujica y Daniel Ortega, los cuales, siendo vistos de largo afines en lo ideológico, en realidad representan dos estilos de gobernar y de comportamiento, radicalmente opuestos. La única afinidad entre ellos, es haber sido guerrilleros y prisioneros políticos, y eso ya no cuenta:
En el preciso instante que Daniel decía su consabido discurso en La Habana, sus espurios diputados destruían la Constitución Política a su voluntad, para otorgarse una presidencia indefinida. Daniel tiene muchos años de que sus zapatos no recogen el polvo de las calles de nuestro país; se desplaza raudo con una caravana dc casi una docena de vehículos militares repartidos por delante y por atrás, y él en medio, entre otros vehículos llenos de agentes de civil.
Pepe Mujica, se desplaza por las calles de su país en un viejo Volkswagen, acompañado de su mujer y solo protegido por dos guardaespaldas que le siguen discretamente. No posee más que la casa donde vive y cultiva flores, no tiene hijos, nueras ni yernos convertidos en dueños de canales de televisión, empresas comerciales, ni de negocios amparados en el Estado, como es el caso de Ortega.
En la Cumbre de Celac, Mujica emocionó con su discurso improvisado, ofreciendo voz y pensamiento de un maestro de historia, política y cultura, con su natural humildad y franqueza, desacostumbradas en Ortega. Mujica es coherente en su discurso, porque su discurso es coherente con su vida personal.
Ortega es al revés de Mujica, aunque para exportar su figura al mundo, se fotografió abrazado a Mujica. Lo que ocultó en la Cumbre y oculta al mundo, es que sus agentes políticos, en ese mismo momento, culminaban y justificaban la muerte de la Constitución, diciendo que es para darle mayor democracia al pueblo. ¿Cómo es posible eso, si le están otorgando a su jefe todo el control del poder en forma indefinida y absoluta? ¿Puede un pueblo sentirse en democracia, si quien controla todos los mecanismos del Estado, tiene la facultad de utilizarlo en su condición de candidato oficial permanente y presidente, de hecho, sin plazo fijo?
Hay que distinguir, entonces, las coincidencias de países y gobernantes en términos históricos globales, y su comportamiento individual en términos locales. La historia los junta, pero no los revuelve.
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Paráfrasis
“Gracias al comandante Ortega y la compañera Rosario”... tenemos cobijo bajo su Constitución privada.
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“La gloria eres tú”
Onofre Guevara López
Cuando llegó a mis manos la novela inédita “La gloria eres tú”, de Manuel Martínez, recordé que la lucha revolucionaria, la insurreccional, la guerra Contra y las dificultades en la construcción de una sociedad diferente a la conocida y justamente rechazada, es una fuente de temas para la recreación literaria poco aprovechada. O sea, que casi está inexplorado y explotado la realidad los conflictos humanos en la lucha por el cambio de la misma, sin tener que serle fiel como un espejo, ni tan traicionero como un espejismo.
Conozco, como máximo, una docena de libros entre las novelas de escritores profesionales y libros testimoniales de escritores espontáneos, como sus libretos particulares en los respectivos escenarios políticos y políticos en los cuales les tocó actuar. Pero también están las 2.447 páginas de los cuatro tomos de las “Memorias de la lucha sandinista” recogidas por Mónica Baltodano, con las 166 confesiones de personas que reprodujeron a su vez las vivencias, multiplicadas, quién sabe por cuántos centenares más, pues no hay actividad individual en ninguna de las formas de la lucha social y bélica. En esos testimonios la mística sigue indemne, el idealismo virgen como siempre y el egoísmo soterrado bajo los anhelos vivos por la justicia de los combatientes dispuestos a conseguirla, incluso con la propia muerte, y de las muertes ajenas que, en definitiva, son los fatales resultados de toda guerra.
En uno de esos testimonios de las muchas mujeres combatientes, el amor a la causa y al género complementario llegó, incluso, a convertirse en amor a un enemigo. En el tomo IV de las memorias recopiladas por Mónica (2012), hay un testimonio de ello: en los días finales de la lucha insurreccional, y cuando en Carazo ya había acciones unitarias de las tendencias en que se dividió el FSLN, dos varones y una mujer –la del testimonio— participaron en un operativo para rescatar de la cárcel de Granada a tres de sus compañeras presas. Previas a tareas de observación y vigilancia de María Torres, y después del primer intento fallido, ella dice que “…al día siguiente entramos e hicimos una toma rápida. Encañonamos a los guardias, y a mí me tocó quedar apuntándoles, mientras Miguel (Cieza) los amarraba. Cuando salió María Teresa (Medina), le pedí que cortara los alambres de comunicación. Le dije que fuera a traer a las otras dos, pero entonces me dijo que una de ellas no quería salir (…) porque estando prisionera se enamoró de uno de los guardias, y se quedó allí.”
Al llegar el triunfo de la revolución, Ondina Arévalo salió de la cárcel física, pero no de la cárcel amorosa; su amor guardia quedó preso, y ella comenzó a gestionar su libertad hasta que lo sacó de la cárcel, y “ambos vivieron su vida normalmente. Hace poco murió Ondina”, dijo María Torres. ¿Qué hubo de pasar, para que una probada colaboradora del Frente, que se jugaba la vida prestando su casa para dar seguridad incluso a dirigentes de la revolución, se enamorara de tal forma de un enemigo, que prefirió la cárcel a la libertad? Un buen tema que un novelista sabría explicar con una ficción lo que la razón no puede hacer. Menos ahora que la protagonista de ese arrebato de amor por su carcelero, ya murió.
Los dramas en la novela de Martínez, son de la otra etapa. Tienen una dosis de ficción que no parece ser muy determinante, al menos no muy necesaria, porque no hay en su narración nada que se distinga mucho de la realidad nicaragüense de los años ochenta, aunque sus personajes sean ficticis. Sus protagonistas son combatientes –mujeres y hombres— comenzando a vivir como presente la guerra fratricida. Viviendo, pues, un triunfo que no trajo la paz.
Son los días cuando comienzan a disiparse las penurias de la guerrilla y la clandestinidad, y con el poder, en cada quien despierta su alter ego ansioso de poder gozar al máximo, o más de lo humanamente normal y necesario, los deseos postergados, en tanto los ideales de justicia empiezan a desdibujarse para dejar espacio a los egoísmos. Entre los personajes, Ofelia y Josué ven su amor frustrarse, primero, porque apenas empezaba después de un reencuentro casual se da la aparición de Leandro, el viejo amor de Ofelia, a quien suponían muerto, y se juntan. Josué lo siente, pero no hace un drama de eso, dado que él conocía la relación de Leandro con Ofelia, desde cuando ambos eran vecinos en Monseñor Lezcano.
Pasa el tiempo, Leandro se suicida, Ofelia se vuelve a verse con Josué, hacen un paseo al mar y cuando se supone que todo está dispuesto para un final feliz, no ocurre nada entre ellos, y Ofelia, sorpresivamente, decide regresar a Managua. Josué pasa días sin verla, y cuando decide buscarla solo encuentra su casa vacía. Un vecino le informa que ella se había marchado con su tía a los Estados Unidos.
En el curso de la novela homónima del universalmente conocido bolero de José Antonio Méndez, se encuentran personajes que viven entre borracheras, en desenfreno sexual y entre traiciones dentro del creciente burocratismo revolucionario, mientras son otros entonces a quienes les toca morir en la guerra de la Contra. Son personajes de ficción, pero fácilmente identificables, porque apenas están les cubre el disfraz de sus nombres ficticios. Por ejemplo, quien antiguo guerrillero y ahora jefe, que se creía dueño de toda mujer que miraba y la conseguía no con sus encantos personales, sino con el abuso de su poder. Cuando encuentra a una mujer que le atrae demasiado, no vacila en deshacerse del enamorado de ella, mandándole de servicio a lugares alejados o al frente de guerra para darse la oportunidad de conquistar a la mujer.
Como en toda novela, campea la metáfora, y en este caso, la de Martínez no es de menor importancia. Eso se nota en todas las páginas de su novela, aunque en el mero final la utiliza para simbolizar la ingenuidad del pueblo, confiando aún en una revolución ya fracasada: “Los pobres no saben que Carlos Marx ha muerto”, escribe Martínez.
Y en las últimas líneas de la novela hace la metáfora de una sociedad en desolación después del fracaso revolucionario, reflejada en un Josué alcoholizado después del inexplicable y repentino abandono que Ofelia le hizo a él y a su país: “Era tarde, ya de noche. Y ebrios, abandonaron el restaurante, mientras en la ciudad la vida y las calles dormían”.
No sé si a sus futuros lectores les gustará. A mí sí.
Managua, 08/08/2013.
PRESENTACION DE LUZ HABITADA
Me doy por advertida de la sentencia que hace Luis en La Oración del Poeta: “Librarme Señor de la soberbia/ con que tantas veces de humildad/ se disfraza este oficio”. Pero aun me pregunto por que Luis me ha concedido el honor de participar en la presentación de LUZ HABITADA, si hay entre ustedes tantos amigos suyos con mayor bagaje literario y mayor relevancia, ¿por que yo? Pero “acepto este mi ser de poeta” que Luis, un día ya lejano acepto por y para mi, y aquí estoy, sin soberbia ni humildad tratando de estar a vuestra altura cumpliendo con la solicitud de mi amigo y hermano.
Luis fue ese amigo especial a quien tuve la humildad de presentar hace mas de veinte y tantos años un racimo de mis poemas, guardados por mucho tiempo, después de hacerlos cribar por la severa critica de otro recordado amigo, el Ingeniero Ernesto Gutierrez Gutierrez. Luis no solo comenzó a publicar mis poemas en El Nuevo Amanecer Cultural, sino que los pasó a Coronel Urtecho de quien tuve el privilegio de recibir consejos, Luis pues me hizo nacer públicamente como poeta después de años de escribir en secreto, como muchos solemos hacer en nuestros comienzos, aun más, Luis nos dio un espacio en la Pagina de Opinión de EL NUEVO DIARIO al A CUATRO MANOS de Neville y mio, posteriormente nos prologó el libro con la selección de esos escritos en nuestro primer libro.
Esto da motivos para que yo este muy agradecida con Luis, pero entonces me pregunto que mueve a mi amigo a solicitarme estar aquí hoy. Después de quedarme alelada y asustada por semejante honor, ya no me importo mucho sus motivos, creo que nuestra amistad, mi cariño a él y a la infaltable Merceditas, el que nuestros hijos hayan sido condiscípulos, el que a mi también me queme la palabra, el continuo intercambiar escritos propios y ajenos, el conocimiento de nuestros escritos, todo eso me tiene sentada aquí. Y le agradezco a Luis esta distinción.
Todos conocemos el andar en las letras de Luis Rocha, su paso por España como aprendiz de medico pero andador literario, las obras reunidas en La Vida Consciente, el poemario Domus Aurea, que a sentir de Coronel Urtecho debía regalarse a las parejas recién casadas, modelo de la difícil y peligrosa poesía doméstica, matrimonial.
Este Luis promotor, impulsador y trabajador exigente de tantos buenos proyectos como El Nuevo Amanecer Cultural de El Nuevo Diario, Presidente y miembro fundador del Centro Nicaragüense de Escritores. Como Diputado en la Asamblea Nacional dejo la celebración anual del Día Nacional del Escritor Nicaragüense y la aprobación de la Personería Jurídica del Centro Nicaragüense de Escritores.
No puedo omitir, aunque sea reiterativo, algunas de sus obras; Phocas; Domus Aurea; La Vida Consciente; Un solo haz de energía ecuménica; Me quema la palabra.
Condecorado con la Orden Dario Cervantes concedida por el Instituto Nicaragüense de Cultura Hispánica en Octubre 2009. Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, 1983. Miembro de Número de la Academia Nicaragüense de la Lengua.
En Septiembre de 2013 da a luz esta LUZ HABITADA, ganador en la Convocatoria del 2013 del Centro Nicaragüense de Escritores. Publicada en diciembre de 2013.
En Octubre de 2013, con su obra BAJO SU SOMBRA ARDIENDO, obtiene el premio Convocado por el PARLACEN; el premio le fue entregado el 28 de noviembre de 2013 y será publicado en Guatemala por SERVIPRENSA, en el transcurso de este año.
Nos habíamos encontrado en la UCA donde fue Secretario del Departamento de Cultura y yo eterna estudiante-funcionario. Y quizás aquí encuentro un especial motivo de su escogencia: el Padre Ángel, Luis conocía de mi amor por Angelito, de cuanto admiro su obra, de como le tengo en mi corazón. Una vez que nos regalaron una antología de Ángel en el Centro Nicaragüense de Escritores, yo pedí otro ejemplar para enviárselo a mi madrina y prima, devota lectora de San Juan de la Cruz y después del Padre Ángel.
Y esta Luz Habitada me lleva por nuevos caminos hacia Luis y al Padre Ángel, releí a Angelito antes y después de Luz Habitada, libro que Luis dedica a su maestro, padre, amigo, luz siempre presente, y así encuentro como se encuentra siempre Luis con Ángel y Ángel con Luis, tan diversos y tan iguales.
Camino desde el perfil angélico del introito hasta el fuego de la ultima voluntad y esa espiritualidad esta en cada paso, Luis eleva los ojos al cielo pero pisa firme la tierra y cuando la encuentra enlodada de injusticias vuelve a quemarle la palabra y nos hace ver la plaza vacía, se lamenta con el Ángel Pobre, sufre con el mendigo con manos de niño.
Y juega con los Ángeles que son suyos porque lo tuyo es mio y es serio cuando contesta la carta a José María Valverde contándole de una Nicaragua que ya no existe y nos deja la recomendación: “digo todo esto porque con esa carta me enseñaste / a nunca olvidar que todo aquello que vivimos, / aun hoy es verdad y también sera mañana”.
“Es probable”, nos dice, “porque todo lo reprobable es probarle, / que el dictador dé muerte al primer poeta después de perseguirlo y acosarle por honesto. / También es probable que se equivoquen y no sepan que muchísimos / si creemos que es morir no tener una patria libre”.
Y la Luz habita todo el libro y es Luis habitado por la luz del maestro, del padre, del amigo, así nos lleva a bautizar a la Ceiba del Ángel y yo me creo que aquella otra ceiba centenaria que aun señala la entrada al edén donde nací en las afueras de Niquinohomo y de donde fuimos echados y no por darle un mordisco al mango entre sol y ambarino, sino por tener un apellido alemán, pienso yo que Ángel habría bautizado esa hermosa ceiba, que según el saber de todos mis paisanos niquinohomeños, a la media noche se acuesta sobre el camino con sonar de ramas para proteger a los caminantes. Porque Ángel está en la ceiba bautizada y la que tal vez lo fue, Ángel esta ahí porque Nicaragua canta en Ángel y canta Nicaragua en el Ángel y Ángel canta en palabras de luz, de esta Luz Habitada.
Gracias Luis por este libro y gracias por escogerme, porque todo es probable.
Gracias a todos por escucharme.
María Elsa Vogl
Managua, 31 de Enero de 2014
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