El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 31 de marzo de 2013

Bergoglio: Derecho a la conversión


José L. Caravias sj.
Estoy impresionado por la tozudez con que se insiste en refregar supuestas deficiencias ya lejanas del recién nombrado Papa Francisco. Jorge Bergoglio, como todo ser humano, tiene una historia personal, llena de aciertos, problemas, errores y dubitaciones. Tiene su carácter, su temperamento y la carga de su pasado. Pero como todos los mortales tiene el derecho de poder corregir rumbos y curar las heridas de sus batallas.
Me encontré con él, repetidas veces, durante 1975. Fue mi superior provincial. Me escuchó y atendió siempre con cariño. Pero yo era un problema para él.
En mayo del 72, en Asunción del Paraguay,  fui secuestrado por un comando policial y tirado sin papeles en la frontera argentina. La dictadura de Stroessner no escatimó calumnias con las que ensuciar mi compromiso con las Ligas Agrarias Cristianas, de las que era su asesor nacional.
Me quedé dos años al fondo del Chaco argentino, donde logré formar un sindicato de hacheros, cruelmente explotados por los obrajeros de la zona, que extraían madera  de quebracho para la industria del tanino. El sindicato fue aprobado y funcionó, pero los obrajeros no me lo perdonaron… Las trampas mortales que nos tendieron fueron tan graves, que tuve que decidir marcharme a Buenos Aires. Allá empecé a incursionar en las Villas Miseria atendiendo a los paraguayos.
En medio de tremendas tensiones, a los pocos meses Bergoglio me comunicó que había conocido que la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) había decretado mi muerte, junto con otros, y que lo mejor sería que me fuera una temporada a España.
En esos días, en una visita de despedida a Resistencia, capital del Chaco, fui arrestado y pasé una noche terrorífica en un calabozo inmundo. Es terrible el golpe del cerrojo del calabozo y la incertidumbre de que no sabes si vas a amanecer… A media noche me hicieron un simulacro de fusilamiento.
Dos amigos sacerdotes habían sido asesinados en los meses anteriores: Mujica en las villas, y Mauricio Silva, sacerdote barrendero, con quien había compartido hermosas charlas y eucaristías. Una vez más sentía el cuchillo de las dictaduras en mi garganta. Pensé que ya estaba bien de hacerme el valiente, y decidí aceptar la invitación de Bergoglio de salir de aquella tan convulsionada Argentina. Más tarde me contaron cómo la policía hizo “operaciones rastrillo” borrando mis huellas en el Chaco. Pero lo que más me dolió fue que apresaron a amigos con muy crueles torturas buscando información sobre mí.
¿Qué pensaba Bergoglio de todo esto? Me animó a huir. Creo que se sintió aliviado cuando me marché. Seguramente no estaba del todo de acuerdo con mi accionar organizativo entre el pueblo. Quizás tantos informes policiales le hicieron dudar, pero conmigo fue noble y me ayudó a escapar de una muerte cierta. Y por ello le estaré siempre agradecido.
Algunos le acusan de que no fue suficientemente valiente en denunciar aquellas situaciones. Esto me desasosiega. Había que haber vivido aquellas terribles tensiones para poder hoy recriminar… Torturaban y mataban a la menor denuncia en contra.
Posiblemente Jorge Bergoglio, ser humano, cometió errores. A veces fue desacertado. Se dejó llevar por miedos y prejuicios. Pero eso lo hicimos todos. Los gases venenosos de las dictaduras nos enloquecieron a todos. No nos hinchen por haber respirado esos gases. Ahí vivíamos, y respirábamos como podíamos…
Lo importante es cómo curamos nuestros pulmones de aquellas heridas. Ciertamente para Jorge Bergoglio, como para muchos de nosotros, ha supuesto mucho esfuerzo de sanación. No es fácil olvidar y perdonar aquellos horrores. Pero para él, para mí, y para tantos otros, como Francisco Jalics por ejemplo, la fe en Jesús ha sido definitiva. Los que sufrimos aquello, y hoy día respiramos tranquilos, reconocemos que la fuerza del Resucitado nos he hecho renacer con nuevos bríos.
Todos cambiamos con el tiempo. Maduramos. Jorge también. Sus actitudes no son las mismas de hace casi cuarenta años. Lo demuestran sus últimos años en Buenos Aires. Está más cerca del pueblo, tiene ideas más claras y denuncias más contundentes.  Y sobre sus hombros ha caído ahora una carga mucho más pesada. ¿Por qué empeñarse en refregarle sus posibles errores del pasado? ¿No sería mucho más sensato apoyarlo en su austeridad y su servicio a los pobres?
La extrema derecha ya empieza a denunciarlo como traidor, antipapa… Y quizás el alto capitalismo mundial esté orquestando las calumnias para desprestigiarlo, pues un Papa austero comprometido por los pobres es para ellos peligroso…
Algunos lamentan que el Papa no sea un gran revolucionario. Eso no es posible. Pero si consigue, como ha afirmado, que la Iglesia sea pobre al servicio de los pobres habrá dado pasos históricos significativos.
Una muestra de cambio. Hace unos diez meses en la Facultad de Teología de Buenos Aires reivindicó la memoria del sacerdote Rafael Tello, uno de los iniciadores de la Teología de la Liberación, que fue condenado y apartado por la Jerarquía de entonces. Dice Bergoglio: “La historia tiene sus ironías… Vengo a presentar un libro sobre el pensamiento de un hombre que fue separado de esta Facultad. Cosas de la historia. Esas reparaciones que Dios hace: que la jerarquía que en su momento creyó conveniente separarlo, hoy diga que su pensamiento es válido. Más aun, fue fundamento del trabajo evangelizador en Argentina. Quiero dar gracias a Dios por eso.” Vale la pena escuchar completo su discurso, de casi una hora.
Apoyémoslo. Animémoslo. Él ha pedido la bendición del pueblo. Ayudémoslo a ser consecuente son su fe en Cristo, impulsado por San Ignacio e iluminado por San Francisco.

Lee la homilía del Papa Francisco en misa del Jueves Santo


(“La Nación” de Argentina / GDA)Queridos hermanos y hermanas,
Celebro con alegría la primera Misa Crismal como Obispo de Roma. Saludo a todos con afecto, especialmente a ustedes, queridos sacerdotes, que hoy recuerdan, como yo, el día de la ordenación.
Las Lecturas nos hablan de los «Ungidos»: el siervo de Yahvé de Isaías, David y Jesús, nuestro Señor. Los tres tienen en común que la unción que reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos… Una imagen muy bella de este «ser para» del santo crisma es la del Salmo: «Es como óleo perfumado sobre la cabeza, que se derrama sobre la barba, la barba de Aarón, hasta la franja de su ornamento» (Sal 133,2). La imagen del óleo que se derrama, que desciende por la barba de Aarón hasta la orla de sus vestidos sagrados, es imagen de la unción sacerdotal que, a través del ungido, llega hasta los confines del universo representado mediante las vestiduras.
La vestimenta sagrada del sumo sacerdote es rica en simbolismos; uno de ellos, es el de los nombres de los hijos de Israel grabados sobre las piedras de ónix que adornaban las hombreras del efod, del que proviene nuestra casulla actual, seis sobre la piedra del hombro derecho y seis sobre la del hombro izquierdo (cf. Ex 28,6-14).
También en el pectoral estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel (cf. Ex 28,21). Esto significa que el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón. Al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires.
De la belleza de lo litúrgico, que no es puro adorno y gusto por los trapos, sino presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado, pasamos a fijarnos en la acción. El óleo precioso que unge la cabeza de Aarón no se queda perfumando su persona sino que se derrama y alcanza «las periferias». El Señor lo dirá claramente: su unción es para los pobres, para los cautivos, para los enfermos, para los que están tristes y solos. La unción no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite… y amargo el corazón.
Al buen sacerdote se lo reconoce por cómo anda ungido su pueblo. Cuando la gente nuestra anda ungida con óleo de alegría se le nota: por ejemplo, cuando sale de la misa con cara de haber recibido una buena noticia. Nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana, cuando baja como el óleo de Aarón hasta los bordes de la realidad, cuando ilumina las situaciones límites, «las periferias» donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe.
Nos lo agradece porque siente que hemos rezado con las cosas de su vida cotidiana, con sus penas y alegrías, con sus angustias y sus esperanzas. Y cuando siente que el perfume del Ungido, de Cristo, llega a través nuestro, se anima a confiarnos todo lo que quieren que le llegue al Señor: «Rece por mí, padre, que tengo este problema…». «Bendígame» y «rece por mí» son la señal de que la unción llegó a la orla del manto, porque vuelve convertida en petición.
Cuando estamos en esta relación con Dios y con su Pueblo, y la gracia pasa a través de nosotros, somos sacerdotes, mediadores entre Dios y los hombres. Lo que quiero señalar es que siempre tenemos que reavivar la gracia e intuir en toda petición, a veces inoportunas, a veces puramente materiales, incluso banales – pero lo son sólo en apariencia – el deseo de nuestra gente de ser ungidos con el óleo perfumado, porque sabe que lo tenemos. Intuir y sentir como sintió el Señor la angustia esperanzada de la hemorroisa cuando tocó el borde de su manto.
Ese momento de Jesús, metido en medio de la gente que lo rodeaba por todos lados, encarna toda la belleza de Aarón revestido sacerdotalmente y con el óleo que desciende sobre sus vestidos. Es una belleza oculta que resplandece sólo para los ojos llenos de fe de la mujer que padecía derrames de sangre. Los mismos discípulos – futuros sacerdotes – todavía no son capaces de ver, no comprenden: en la «periferia existencial» sólo ven la superficialidad de la multitud que aprieta por todos lados hasta sofocarlo (cf. Lc 8,42). El Señor en cambio siente la fuerza de la unción divina en los bordes de su manto.
Así hay que salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones. No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al Señor: los cursos de autoayuda en la vida pueden ser útiles, pero vivir pasando de un curso a otro, de método en método, lleva a hacernos pelagianos, a minimizar el poder de la gracia que se activa y crece en la medida en que salimos con fe a darnos y a dar el Evangelio a los demás; a dar la poca unción que tengamos a los que no tienen nada de nada.
El sacerdote que sale poco de sí, que unge poco – no digo «nada» porque nuestra gente nos roba la unción, gracias a Dios – se pierde lo mejor de nuestro pueblo, eso que es capaz de activar lo más hondo de su corazón presbiteral. El que no sale de sí, en vez de mediador, se va convirtiendo poco a poco en intermediario, en gestor.
Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor «ya tienen su paga», y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón. De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con «olor a oveja», pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres.
Es verdad que la así llamada crisis de identidad sacerdotal nos amenaza a todos y se suma a una crisis de civilización; pero si sabemos barrenar su ola, podremos meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes. Es bueno que la realidad misma nos lleve a ir allí donde lo que somos por gracia se muestra claramente como pura gracia, en ese mar del mundo actual donde sólo vale la unción – y no la función – y resultan fecundas las redes echadas únicamente en el nombre de Aquél de quien nos hemos fiado: Jesús.
Queridos fieles, acompañen a sus sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios.
Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido. Amén

El Jueves Santo y la Solidaridad


José Mulligan, S.J
Jesuita estadounidense, trabaja desde 1986 con las CEBs de Nicaragua
Adital
¿Qué tiene que ver la celebración de Jueves Santo (la Última Cena del Señor Jesús) con los hambrientos, los miserables, los desempleados, y los marginados de la tierra? Todo. Incluso, podríamos decir, citando a San Pablo, la celebración de la eucaristía es inválida si se hace en una comunidad cuyos miembros son responsables de las injusticias que causan hambre y marginación en este mundo.
En la segunda lectura de la misa de Jueves Santo (primera carta a los corintios, capítulo 11, versículos 23-26), San Pablo narra lo que dijo Jesús en la Última Cena: "Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he transmitido. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía’. De igual manera, tomando la copa, después de haber cenado, dijo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía’.
"Fíjense bien,” explicó Pablo: "cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que venga”.
Inmediatamente antes de este pasaje, Pablo había criticado duramente a los corintios porque, en las cenas comunes alrededor de su celebración eucarística, los ricos comían bien y mucho sin compartir igualmente con los pobres de la comunidad. "No los puedo alabar por sus reuniones, pues son más para mal que para bien…. Ustedes, pues, se reúnen, pero ya no es comer la Cena del Señor, pues cada uno empieza sin más a comer su propia comida, y mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga.
"¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O es que desprecian a la Iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Tendré que aprobarlos? En esto no. (1 Cor 11:17-22)”. Según la Nueva Biblia Española, "en la misma celebración de la eucaristía se subrayaba la diferencia de clases, humillando a los más pobres”.
Refiriéndose a esta falta de compartir en la primitiva iglesia, Juan Pablo II en su encíclica "Ecclesia de Eucharistia” (17 de abril, Jueves Santo, 2003) comentó: "El apóstol Pablo califica como ‘indigno’ de una comunidad cristiana que se participe en la Cena del Señor, si se hace en
un contexto de división e indiferencia hacia los pobres (Cf.1 Cor 11, 17.22.27.34)”.
Aquí Juan Pablo II añade una nota de pie de página preciosa, citando textualmente a San Juan Crisóstomo: "¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: ‘esto es mi cuerpo’, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: ‘Tuve hambre y no me disteis de comer’, y más adelante: ‘Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer’ [...].
"¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo” (Homilías sobre el Evangelio de Mateo, 50, 3-4:PG58, 508-509).
En el número 20 de su encíclica, el papa relacionó todo esto a la vida actual: la Eucaristía "da impulso a nuestro camino histórico, poniendo una semilla de viva esperanza en la dedicación cotidiana de cada uno a sus propias tareas. En efecto, aunque la visión cristiana fija su mirada en un ‘cielo nuevo’ y una ‘tierra nueva’ (Ap21, 1), eso no debilita, sino que más bienestimula nuestro sentido de responsabilidad respecto a la tierra presente (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past.Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 39)”.
Enfatizó esto, dijo, "para que los cristianos se sientan más que nunca comprometidos a no descuidar los deberes de su ciudadanía terrenal. Es cometido suyo contribuir con la luz del Evangelio a la edificación de un mundo habitable y plenamente conforme al designio de Dios.
"Muchos son los problemas que oscurecen el horizonte de nuestro tiempo. Baste pensar en la urgencia de trabajar por la paz, de poner premisas sólidas de justicia y solidaridad en las relaciones entre los pueblos, de defender la vida humana desde su concepción hasta su término natural. Y ¿qué decir, además, de las tantas contradicciones de un mundo ‘globalizado’, donde los más débiles, los más pequeños y los más pobres parecen tener bien poco que esperar? En este mundo es donde tiene que brillar la esperanza cristiana”.
Vuelve Juan Pablo II a la Eucaristía: "También por eso el Señor ha querido quedarse con nosotros en la Eucaristía, grabando en esta presencia sacrificial y convival la promesa de una humanidad renovada por su amor. Es significativo que el Evangelio de Juan, allí donde los Sinópticos [Mateo, Marcos, y Lucas] narran la institución de la Eucaristía, propone, ilustrando así su sentido profundo, el relato del ‘lavatorio de los pies’, en el cual Jesús se hace maestro de comunión y servicio (cf.Jn13, 1-20)”.
Este texto de San Juan al que se refiere el papa y que es la lectura del evangelio para el Jueves Santo de 2013, describe como Jesús, poco antes de su ejecución por ser profeta, se puso a lavar los pies de los discípulos: "Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el extremo…. Se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos y luego se los secaba con la toalla que se había atado….
"Cuando terminó de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a la mesa y les dijo: ‘¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, siendo el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, y ustedes deben hacer como he hecho yo’”.
Un poco después Jesús les dio "un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Ustedes deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que son mis discípulos, en que se amen unos a otros” (13:34-35).
Los verdaderos discípulos son los que siguen el ejemplo de Jesús de servicio y solidaridad humilde. En la primitiva iglesia, en las cenas relacionadas con sus celebraciones eucarísticas, debían compartir igualmente la comida.
Este espíritu de compartir caracterizaba también la vida familiar y comunitaria de la iglesia: "La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como propios sus bienes, sino que todo lo tenían en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran poder, y aquél era para todos un tiempo de gracia excepcional.
"Entre ellos ninguno sufría necesidad, pues los que poseían campos o casas los vendían, traían el dinero y lo depositaban a los pies de los apóstoles, que lo repartían según las necesidades de cada uno” (Hechos 4:32-35).
El Cardenal Jorge Bergoglio, actualmente el Papa Francisco, cuando era presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, criticó la injusta distribución de los recursos de la tierra, diciendo en una conferencia el 30 de septiembre de 2009: "Los derechos humanos, como dicen los obispos de Latinoamérica en el documento de Santo Domingo [IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano – Santo Domingo, 1992], se violan no sólo por el terrorismo, la represión, los asesinatos, sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y de estructuras económicas injustas que originan las grandes desigualdades”.
Dos años antes había tocado el mismo tema: "Vivimos en la zona más desigual del mundo…”, dijo Bergoglio durante una reunión de obispos latinoamericanos en 2007."La distribución injusta de los bienes continúa, creando una situación de pecado social que clama al cielo y limita las posibilidades de una vida más plena para tantos de nuestros hermanos”.
Hoy debemos luchar por un mundo en que se compartan los recursos para el bien de todos(as). Esto fue el mensaje profético del Padre Héctor Gallegos, desaparecido en Panamá en 1971: "Cuando hablamos de comunidades de cambio, nos enfrentamos con la situación actual de nuestro mundo que es esencialmente individualista. El capitalismo es intrínsecamente individualista. Por eso la comunidad de cambio tiene que luchar contra el individualismo y hacerse comunitaria”.
Así que la celebración de Jueves Santo debe impulsarnos, luchando junto con los hambrientos, los miserables, los desempleados, y los marginados de la tierra, a crear una sociedad más justa.

Se equivocó la paloma

El país


En 2005, Pérez Esquivel dijo que el “ambiguo” Bergoglio creía que el trabajo con los pobres era cosa de “comunistas, subversivos, terroristas” y rogó al Espíritu Santo que estuviera bien despierto en el cónclave y no se equivocara. Esta semana, alguien muy parecido a él se abrazó con el papa Francisco y consideró erróneas mis afirmaciones sobre Bergoglio. Un rapto de unanimidad sin espacio para argumentos o disidencias, como en el Mundial o Malvinas. La prensa mundial divulga lo que aquí es tabú.


Adolfo Pérez Esquivel en 2005: Para Bergoglio “aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas”.
Por Horacio Verbitsky
El 15 de abril de 2005, los cardenales llegaban desde todo el mundo a Roma, convocados para elegir al sucesor de Juan Pablo II como obispo de Roma. En el canal América, los periodistas Rolando Graña, Román Lejtman y Facundo Pastor citaron para su programa, Informe central, a la Madre de Plaza de Mayo Marta Ocampo de Vázquez, al Premio Nobel de la Paz de 1980, Adolfo Pérez Esquivel, y a mí. Las imágenes son acompañadas por la leyenda “El Papable. El oscuro pasado de Jorge Bergoglio”. Aparecen los documentos de mi investigación, con la firma y el sello de Bergoglio, mientras yo explico lo mismo que vengo repitiendo desde entonces. Pérez Esquivel recuerda que muchos obispos tenían un doble discurso, que cuando estaba detenido los obispos le decían a su esposa que intercederían por él “y después hacían todo lo contrario”. La pregunta concreta es sobre el desempeño del cardenal argentino. Sin dudar, Pérez Esquivel responde que “la actitud de Bergoglio se inscribe dentro de todas estas políticas de pensar que todos aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas”. Marta Vázquez niega que Bergoglio haya hecho algo por la libertad de los sacerdotes Orlando Yorio y Franz Jalics. “El quería que desaparecieran totalmente.” Los periodistas piden opiniones sobre la posible elección del ex jefe jesuita. Pérez Esquivel responde con seguridad: “Un papa tiene que tener definiciones muy claras, muy concretas. Bergoglio es un hombre inteligente, es un hombre capaz, pero es una persona ambigua. Espero que el Espíritu Santo ese día esté despierto, y no se equivoque”.
El 18 de abril, los 115 cardenales se encierran en la Capilla Sixtina. Los temores de Pérez Esquivel están cerca de concretarse. Según su autobiografía, El Jesuita, Bergoglio fue el principal competidor de Joseph Ratzinger, quien resultó electo cuando el argentino decidió “dar un paso al costado” y pedir a todos que votaran por el alemán. Pérez Esquivel puede respirar tranquilo. El Espíritu Santo se mantuvo despierto, y el cardenal ambiguo que consideraba comunistas, subversivos, terroristas a quienes hacían trabajo social, vuelve a Buenos Aires como Arzobispo y presidente de la Conferencia Episcopal, mientras Ratzinger comienza su pontificado como Benedicto XVI.

Ocho años no es nada

En 2010, la revista alemana Der Spiegel proclama “el papado fallido” de Benedicto XVI y anticipa su posible alejamiento y retiro a un monasterio, para hacer penitencia por su fracaso. Al mismo tiempo, en Buenos Aires, Bergoglio publica su libro de autoalabanzas, en respuesta a las acusaciones que yo documenté y que Pérez Esquivel le formuló en aquel programa. El 11 de febrero de este año, el anticipo se concreta. Ratzinger anuncia en latín desde San Pedro que carece de vigor tanto del cuerpo como del espíritu para ejercer su ministerio y que lo abandonará a partir del 28. El 12 de marzo los cardenales se encierran bajo los frescos bíblicos de Miguel Angel y al día siguiente la chimenea arroja el esperado humo blanco. Bergoglio se asoma a la ventana histórica y anuncia en un italiano campechano que ha elegido el nombre de Francisco, porque un cardenal amigo le pidió que no se olvidara de los pobres. Ahora que el Espíritu Santo se distrajo como él temía, ¿qué dirá Pérez Esquivel? Su primera declaración afirma que otros obispos colaboraron con la dictadura, pero no Bergoglio, que a lo sumo no fue demasiado enérgico en la defensa de los derechos humanos. El Papa lo invita a visitarlo. Alguien muy parecido a Pérez Esquivel se reúne con Francisco en el Vaticano, el jueves 21. Hablan de la pobreza y de los derechos humanos, que no se agotan en los juicios por los crímenes dictatoriales, y se despiden con un porteño abrazo. Al salir, con la cúpula de San Pedro a sus espaldas, el visitante recibe a los periodistas. Está radiante de satisfacción. “Quizá Bergoglio no acompañó en la lucha, pero sí hizo una diplomacia silenciosa. Creo que Verbitsky comete muchos errores con acusaciones de ese tipo”, dice. ¿Qué ha ocurrido? ¿Es posible que un impostor se haya hecho pasar por el Premio Nobel de la Paz y haya engañado a la seguridad vaticana, al Papa y a los periodistas y que imite tan bien la voz característica del fundador del Serpaj? Mientras se esclarece si era él o no, son útiles algunas precisiones. Los cargos los formularon las víctimas de los secuestros de mayo de 1976. Yo me limité a reproducir lo que los tres escribieron (Yorio en una carta dirigida en 1977 al superior general de la Compañía de Jesús a través de su asistente; Mignone en su libro Iglesia y dictadura, de 1986, y Jalics en su obra de 1994, Ejercicios de Contemplación. Introducción a la forma de vida contemplativa y a la invocación a Jesús). También publiqué la versión autoindulgente de Bergoglio y entrevisté a Yorio, a Jalics y a la viuda de Mignone, Angélica Sosa, de modo que mi presunto error no estaría en los hechos, sino en haberlos publicado. Entramos en el terreno del delito de opinión. Distinto es el caso de Alicia Oliveira, que siempre ha dicho lo mismo de su amigo, padrino de bautismo de uno de sus hijos, porque vio a Bergoglio ayudando a sacerdotes en riesgo, está convencida de que en todos los casos actuó del mismo modo y considera infame cualquier demostración en contrario. Para estar a tono con el momento, perdono todo lo que ha dicho, pero no puedo tomarlo como un aporte al debate. Ella ya sostuvo la misma polémica con Mignone y cuando escribí sobre el tema consigné con todo detalle la posición de cada uno, con el respeto que ambos me merecen, igual que Pérez Esquivel. Para salir de dudas, se incluye aquí el link a la entrevista de 2005 en la que Pérez Esquivel reza para que no sea electo ese hombre ambiguo que denuncia el trabajo social como subversivo y terrorista (http://youtu.be/Qu2iET8fc5s). No hay mucho más que decir.

Tras un manto de neblina

De tanto en tanto, la sociedad argentina es atacada por raptos de euforia en los que un tema central reclama la unanimidad de las voluntades y la exclusión de los disidentes, como si su mera existencia ofendiera la exaltada sensibilidad colectiva. Ese poder hipnótico parece capaz de abolir diferencias, historias personales e intereses sociales. El que no salta es un inglés, o un holandés, o un cuerpo extraño a la Nación y enemigo del pueblo.
Los hijos de dos queridos compañeros pasaron en mi casa la tarde del invierno de 1978 en que terminó el campeonato mundial de fútbol. Una oleada humana con banderas bloqueaba las calles y en gran parte de la ciudad no circulaba el transporte. El nene, de cuatro años, caminaba aferrado a mi mano. Desde abajo miraba con recelo ese espectáculo desconocido. La nena, de un año y medio, pidió una banderita, con la que montada sobre mis hombros se sumó a la algarabía. Cuando llegamos caminando a la casa donde vivían, estaba el televisor prendido y la abuela repetía pasos de comparsa con una vincha y una bandera.
–Ahora que llegaron voy a salir yo a festejar, para que en Europa vean que aquí no corren ríos de sangre –dijo.
Sólo atiné a responder:
–¿No corren?
El hechizo se disipó y reaparecieron los contornos de la realidad brutal: el altar en la ventana, consagrado al padre de los chicos, asesinado nueve meses antes por el Ejército, velas encendidas y la carta de la madre, con el cuento infantil que le permitieron dibujar en el campo de concentración del que jamás regresó.
El obispo José Miguel Medina defendió los miles de millones de dólares que costó organizar el torneo, por “haber reflotado la argentinidad”. Sobre todo le entusiasmaba el uso de los colores de la bandera, que hizo “brillar por su ausencia los símbolos extraños de cierto rojo y de ciertas estrellas”. 1 Los católicos liberales de la revista Criterio (que dirigía el sacerdote Rafael Braun Cantilo, amigo de la familia Zorreguieta y confesor de la princesa Máxima, y en cuyo consejo asesor participaban el crítico de arte de Clarín, Fermín Fèvre, y el ahora columnista de La Nación Natalio Botana) objetaron que las denuncias sobre los campos clandestinos de concentración eran parte “de una batalla sobre la opinión pública”. 2 Interpretaron los festejos como “una opinión colectiva respecto de la forma en que era tratada, y maltratada, la patria en el extranjero. Una suerte de razón pública expresó su hartazgo por la crítica grosera, interesada o de mala fe”. 3 El ex decano de la Facultad de Teología de Buenos Aires y luego obispo Carmelo Giaquinta reflexionó en forma implacable sobre su conducta de aquel día, cuando festejó en la calle con sus alumnos al grito de El que no salta es un holandés. “¿Posible? Yo, que en mi vida fui sólo dos veces a la cancha, que apenas entiendo una pizca de fútbol, gritando como un estúpido, haciéndome cómplice del silencio que con ese triunfo se tendía sobre todos los crímenes de lesa humanidad. Merecería un tribunal como el de Nüremberg. [...] La misma Comisión episcopal de Migraciones y Turismo, ¿cómo no fue más crítica de la situación y sacó, en cambio, una declaración de apoyo al Mundial? [...] No tuvo que haber olvidado jamás que el escenario del Mundial era esta Argentina que tenía la obligación de estar de luto”. 4
No sólo en las calles se gozó la fiesta de todos. El 29 de junio, el nuncio apostólico Pio Laghi reunió al Episcopado con la Junta Militar, algunos generales de la represión y dirigentes políticos. –Es la resurrección de la clase media –comentó el cardenal Raúl Primatesta.
–Es que antes la calle era de otros –completó Videla. 5 Varias veces, Laghi usó esos contactos para interceder por algunos casos especiales, como el licenciado en Letras Carlos Grosso, profesor en la Universidad jesuita de El Salvador. Grosso fue secuestrado durante el campeonato mundial y su empleador, Franco Macrì, intercedió por él ante el nuncio. Luego de una consulta, Laghi respondió que Grosso sería liberado en cuanto se borraran las huellas de las torturas que había padecido. Así fue. 6
Aquella locura colectiva se repitió en 1982 con el desembarco en las islas Malvinas, apenas dos días después del salvaje castigo a una manifestación por pan, paz y trabajo. Hasta los perseguidos por la dictadura festejaron y ofrecieron su colaboración para la empresa patriótica, sin importar que el Comandante-Presidente fuera el ex jefe del campo de concentración rosarino de la Quinta de Funes y que los oficiales jefes que condujeron a las tropas hubieran participado en la represión clandestina, entre ellos Alfredo Ignacio Astiz y Mohamed Alí Seineldín, sobre quienes los apologistas inventaron historias conmovedoras, como la resistencia clandestina de los inexistentes Lagartos o los rezos que detuvieron la tempestad y llevaron a bautizar el operativo bélico como Virgen del Rosario. Mientras aquí se celebraba un ficticio reencuentro de pueblo y Fuerzas Armadas, desde su exilio europeo Raimundo Ongaro hacía llegar advertencias sobre lo que estaba por ocurrir, que nadie tenía interés en escuchar. Quienes sentían en forma más aguda ese extravío eran los soldados que fueron expedidos a las Malvinas sin vestimenta ni equipamiento adecuados, cuando escuchaban por la radio las versiones triunfalistas sobre lo que estaban padeciendo e incluso el entusiasmo que se extendía a los partidos del nuevo campeonato mundial, que se jugó en los días de la batalla. Pero llegó la resaca, como llegará ahora, y lo que quedó de aquellas jornadas fue la foto de una solitaria Madre de Plaza de Mayo en medio de la muchedumbre con un cartel que decía: “Las Malvinas son argentinas. Los desaparecidos también”.
1 AICA, Boletín 1128, 3 de agosto de 1978, p. 10.
2 “Vivir el Mundial”, Criterio, N 1789, 8 de junio de 1978.
3 “Un triunfo para la paz”, Criterio, N 1791, 13 de julio de 1978.
4 Carmelo Giaquinta, “Un obispo se confiesa”, revista Umbrales, editada por los padres dahonianos, Nº 62, mayo de 1996.
5 “La calle era de otros”, Extra, Nº 157, julio de 1978.
6 Luis Majul, Los dueños de la Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1992, p. 139.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Nicaragua: la consolidación de una hegemonía

Este País | Armando Chaguaceda


Los defensores de Ortega ven en él a un protector de las mayorías excluidas. Los opositores, a un dictador en potencia que reproduce el modelo venezolano de redes populares. Este ensayo analiza el tema desde las perspectivas de la participación ciudadana, los programas sociales y la política económica.
Y si mi país gozaba de paz y
prosperidad era porque mi pueblo, más inteligente, acaso, que otros del Continente, me había reelecto tres, cuatro —¿cuántas veces?—, sabiendo que la continuidad del poder era garantía de bienestar material y equilibrio político.
Alejo Carpentier, El recurso del método
A modo de introducción
Hablar de Nicaragua y el sandinismo evoca, en la opinión pública mexicana, profusos y contradictorios recuerdos. Trae de vuelta la imagen de las acciones de solidaridad para con la lucha antisomocista (a la cual numerosos mexicanos contribuyeron con sus recursos y sacrificio personales), el apoyo generoso de los gobiernos priistas a la joven revolución acosada por Reagan y la Contra y los debates en torno a las críticas de Octavio Paz a los rasgos autoritarios del novel Gobierno sandinista, así como al subsiguiente caudal de reproches que tal posición generó entre la izquierda local. Sin embargo, tras el fin de la etapa revolucionaria en 1990, Nicaragua pasó a ser en México y el mundo un referente menos épico, más asimilable a los procesos de la región centroamericana: pacificación difícil, pobreza insultante, desastres naturales, criminalidad desbordada, migración.
El acontecer nicaragüense ya no acapara titulares y, en buena medida, se le trata poco y mal. Por ello, en este artículo se aborda el fenómeno del Frente Sandinista —que regresa al Gobierno en 2006 y es ratificado en la elección de 2011— analizándolo en el marco concreto de su trayectoria y desempeño políticos, y diferenciando el desempeño reciente del mantenido durante el periodo revolucionario, de 1979 a 1990.1
Para comenzar, sería prudente dejar sentado que sandinismo es, intrínsecamente, un término polisémico y sujeto a debate. Con tal noción se identifican, indistintamente, la organización política fundada en 1961 y el proceso revolucionario y régimen político existentes de 1979 a 1990. Desde 2006, el término alude (para algunos) a las estrategias y acciones del Gobierno dirigido por Daniel Ortega, aunque otros prefieren denominar estas como manifestaciones del “orteguismo”.2 Y es que resulta estéril cualquier intento de construir una genealogía esquemática entre el legado de Ortega y la corriente (y partido) fundada en 1961 —bajo la influencia directa de la Revolución cubana— que se definió como sandinista.

Hablar de sandinismo remite ineluctablemente a la figura de Augusto César Sandino,3 líder social y guerrillero que, en el primer cuarto del siglo pasado, enfrentó la intervención estadounidense, y prefiguró, de forma difusa, un proyecto de socialismo rural, agrario y comunitarista en las zonas liberadas por su Ejército Loco. Así, si algún nexo puede hallarse entre la gesta de Sandino y la ulterior acción política sandinista, sería la presencia, discontinua y recontextualizada, de un conjunto de valores e ideas —antiimperialismo, soberanía nacional, justicia social, democracia, rechazo a la corrupción y defensa de los intereses de los trabajadores y pequeños propietarios urbanos y rurales— susceptibles de ser articuladas dentro de un proyecto político alternativo a los dominantes en las condiciones nicaragüenses. La historia no deja espacio para una teleología que pruebe —como intentan hoy algunos propagandistas del Frente— la existencia de un “sandinismo en permanente desarrollo” desde la década de los veinte del siglo pasado y hasta el presente, toda vez que la realidad nos muestra su descomposición en sectas que disputan su autenticidad respecto a una supuesta doctrina común. No obstante, la presencia e invocación de ese legado sandinista en torno a los valores e ideas ya mencionados —y en relación con trayectorias políticas específicas—, ha sido un elemento central en la evolución del campo político de Nicaragua durante los últimos 50 años.
Al respecto del pedigrí sandinista y, más ampliamente, progresista, del actual Gobierno nicaragüense, críticos y oficialistas tienden a enfatizar aquellos elementos que confirman sus respectivos enfoques. Los primeros cuestionan el desempeño político-institucional y la continuidad de políticas económicas heredadas de los gobiernos neoliberales (1990-2006) para calificarlo como autoritario y conservador. Los segundos insisten en que su vocación por la redistribución y los programas sociales, así como su alianza con otros gobiernos latinoamericanos dentro de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), bastan para sustentar sus credenciales de izquierda.
Los defensores del Gobierno lo presentan como protector de la soberanía nacional y de los intereses de las mayorías excluidas, así como dispuesto al diálogo con las demás fuerzas políticas y sociales del país. Para los opositores, el Gobierno de Ortega estaría procurando, desde sus inicios y gracias al empleo de recursos legales, paralegales e ilegales, un control total de las instituciones del Estado, la justicia, los medios y la sociedad civil. Ambas lecturas podrían ser alternativamente confirmadas/refutadas a partir de un análisis de la actividad de dicho Gobierno en áreas sensibles como la participación ciudadana, los programas sociales y la política económica, lo cual acometeremos de forma sucinta en las siguientes páginas.
El “poder ciudadano”: ¿formato institucional de una nueva hegemonía?4
Antes de 2006, los avances del FSLN en la política local se basaron en buenas administraciones municipales en las demarcaciones que gobernaba, con alcaldes que gestionaban agendas concertadas con la población, incorporaban en los planes de inversión y desarrollo municipales las necesidades prioritarias de la gente y establecían nexos proactivos con organizaciones civiles y de la cooperación internacional. Desde el inicio de su mandato, en enero de 2007, el presidente Ortega se empeñó en construir un sistema de participación ciudadana paralelo al establecido en la Ley 475 de Participación, y en designar a Rosario Murillo, su esposa y jefa de campaña del FSLN, como coordinadora de dicha estructura. Esto se consumó en enero de 2008 con una resolución de la Corte Suprema de Justicia que reconoció el derecho del Ejecutivo de emitir decretos relacionados con la participación ciudadana que contribuyan al “buen desempeño” de su Gobierno. Semejante decisión del Poder Judicial posibilitó la confirmación de Rosario Murillo como coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía para el Desarrollo y el Bienestar Social, con la responsabilidad de coordinar el gabinete social y todos los programas sociales de las instituciones públicas, dirigir y ejecutar el Sistema Nacional de Bienestar Social, administrar la relación con los medios de comunicación y diseñar y ejecutar políticas, planes, programas y acciones para promover la formación de los nuevos gabinetes y consejos del Poder Ciudadano (GPCS y CPCS, respectivamente) en todo el territorio nacional.
En general, los GPCS y CPCS han desarrollado en estos años una agenda de trabajo que responde a la estrategia y las labores del Gobierno nacional y de aquellos gobiernos municipales en manos del FSLN. Realizan diversas acciones que abarcan la entrega de avales para el otorgamiento de trabajos, la repartición de becas estudiantiles y de formación profesional (docencia, enfermería, secretariado, computación), la creación de cooperativas y la definición de los beneficiarios de programas sociales (Hambre Cero, bonos productivos, bonos de patio, Usura Cero, Alfabetización, Programa Amor, Operación Milagro, consultas de las brigadas médicas sandinistas), impulsados por el Gobierno nacional con apoyo venezolano. También se implican en la donación de útiles escolares; las jornadas de reforestación, limpieza, vacunación y salud, y el apoyo a labores de prevención, evacuación y rescate. Y se intenta que dichas estructuras sirvan para dar seguimiento tanto a los funcionarios que deben implementar con eficacia los programas del Gobierno como a los compromisos asumidos por los beneficiarios de dichos programas.
Se trata de una estructura unificada que ha sido concebida por el Gobierno nacional y organizada directamente por el FSLN para responder a una aplicación más eficiente de las políticas nacionales a nivel municipal. Eligen sus delegados y operan en barrios y comunidades sin que exista un reglamento, cumpliendo las funciones que les proponen los funcionarios públicos. No poseen mecanismos de impugnación y su incidencia hacia arriba se limita a las recomendaciones. La capacitación de sus miembros proviene de dependencias del Gobierno central (Ministerio de Salud, Ministerio de Educación), así como de alcaldías y organizaciones afines al FSLN. Y como las directrices vienen del Gobierno nacional (y su máxima autoridad es al mismo tiempo la jefa de campaña del fsln y la esposa del presidente de la República), el modelo de participación GPC/CPC opera como una suerte de embudo que se cierra, en materia de diversidad ideológica y pluralidad, a medida que se asciende en la pirámide y que se encuentra virtualmente ausente o es inoperante en aquellos municipios donde no gobierna el FSLN.
Al margen de las ventajas de una mayor participación comunitaria de los sectores populares, este modelo está muy lejos de promover una verdadera participación ciudadana y se encuentra más cerca del modelo tradicional autoritario en el que la cultura política, la estructura y la dinámica organizativa se someten a las orientaciones partidarias del FSLN y responden a los planes de trabajo del Estado y los gobiernos municipales. Si bien la movilización está inspirada en metarrelatos revolucionarios —que invocan el “darle el poder al pueblo” para la “transformación del statu quo”—, en la práctica se trata de una ampliación del área de influencia del FSLN dentro de las organizaciones sociales.
En consecuencia, el Gobierno nacional no estaría favoreciendo con el modelo GPC/CPC un esquema emancipador. Por el contrario, está fortaleciendo su control sobre las organizaciones sociales y el sometimiento de estas a un modelo vanguardista que tiene al FSLN en el centro como diseñador, administrador y director de las estrategias y a las organizaciones sociales —que se encuentran en la periferia de la toma de decisiones— como brazos ejecutores o correas de transmisión.
La imposición de este modelo ha causado tensiones con todos aquellos sectores de la sociedad civil que tienen capacidad para captar recursos de fuentes no estatales, que analizan las políticas públicas, sugieren soluciones o intervienen sobre la realidad con propuestas alternativas al modelo que se promueve desde el Gobierno nacional.
Gracias a los recursos de uso discrecional que facilita la cooperación venezolana, el FSLN ha conseguido que muchos dirigentes comunitarios y pobladores organizados estén dispuestos a prestar menos atención a su autonomía en aras de obtener beneficios para su comunidad y/o sus familias. Con todas las diferencias del caso —pues se trataba entonces de un modelo con una mayor capacidad de crítica, reflexión y compromiso político, afín a un proyecto que no era reducible a la figura de su líder—, es preciso recordar que en la Nicaragua revolucionaria (1979-1990) ya se aplicó un esquema similar, que colapsó una vez que el FSLN perdió el poder. En consecuencia, una vez que el fsln no disponga de los recursos públicos para dinamizarlo— en virtud de las previsibles dificultades del actual Gobierno venezolano—, y de agudizarse la polarización política vigente en Nicaragua, la capacidad de supervivencia de este modelo en el largo plazo es incierta.
La agenda económica: ¿continuidad o ruptura?
En Nicaragua subsisten graves condiciones de pobreza (que afectan a la mitad de la población). Se trata de una economía altamente sensible a los altibajos de las exportaciones tradicionales (productos del agro, ganado), los flujos de remesas y los aportes de la cooperación internacional. Debilitada por las secuelas de la guerra civil que azotó al país en la década de los ochenta, por desastres naturales como el huracán Mitch y por el impacto de las reformas neoliberales, sufre por el peso combinado del subdesarrollo y la larga ausencia de políticas de modernización y desarrollo.
Con semejante desastre como telón de fondo, el FSLN ha hecho esfuerzos por mejorar la aceptación del país en el extranjero, ofreciendo incentivos a la burguesía nacional, a los inversores y a los organismos financieros internacionales. Si por un lado se han reducido las exoneraciones a las ONG —lo que puede relacionarse con la restrictiva agenda gubernamental hacia esos actores—, al empresariado se le han hecho ingentes ofertas de negocios a cambio de su neutralidad política, se ha aceptado la deuda interna y se firman y respetan los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El Gobierno ha apostado por la búsqueda de recursos frescos en proyectos de inversión y cooperación internacionales, mostrando una voluntad de coexistencia y cortejo de los grupos empresariales domésticos y extranjeros, a la vez que recupera la confianza de diversos entes financieros: el fmi, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, etcétera. Ello se suma a nuevas fuentes de financiamiento procedentes de Venezuela y relacionadas con los proyectos del ALBA, para aumentar la inversión en programas agrarios y fomentar las pequeñas empresas, a la vez que se mantienen los indicadores (inflación, déficit) en niveles manejables.
Sin embargo, más allá del crecimiento de algunas exportaciones y sectores (financiero, ganadero, inmobiliario), la economía nicaragüense no se ha diversificado ni dinamizado de forma sustantiva. Aun cuando el Gobierno nacional apostó por la búsqueda de mercados para los sectores tradicionales y no tradicionales, por la producción de alimentos y por el apoyo a la pequeña y mediana producción, la mayor parte del empleo se traduce en trabajos de poca calidad y duración.5
Los intelectuales del Frente defienden que el Gobierno hace concesiones importantes a la empresa privada tradicional no en razón de intereses particulares de los dirigentes y empresarios vinculados al FSLN sino para no afectar la estabilidad económica nacional y proteger así a los sectores populares. En ese sentido, resulta indudable que las iniciativas tendientes a ampliar las opciones de exportación y/o abastecimiento nacionales constituyen elementos a destacar de la gestión del Gobierno, así como la reconstrucción de una infraestructura de comunicaciones, transporte y generación eléctrica abandonada por anteriores administraciones neoliberales. Sin embargo, lo que levanta críticas contra la retórica oficialista (con lemas como “Arriba los pobres del mundo”, “El pueblo presidente” y “Por el bien común. Por el bien de tod@s”) no es que un Gobierno con credenciales progresistas tenga relaciones con el mundo empresarial, sino la existencia de empresarios exitosos cuyos negocios han crecido al amparo de sus vínculos con el FSLN —y más recientemente como beneficiarios de los acuerdos de cooperación con Venezuela. Así, las críticas en este rubro comienzan a tener algún sentido.
Los programas sociales y el rol de la cooperación venezolana
El impacto político de la cooperación venezolana —que no está sometida a ningún mecanismo de rendición de cuentas estatal o foráneo— es enorme, pues la consolidación del régimen orteguista ha requerido un cuantioso apoyo económico del Gobierno de Caracas. El monto de recursos recibidos durante el año 2010 se calculó en alrededor de 500 millones de dólares anuales (7% del PIB), fondos que se destinan de forma discrecional a negocios privados, campañas partidarias y programas de asistencia social gestionados por la empresa de capital privado nicaragüense-venezolano ALBA de Nicaragua, SA (Albanisa), los cuales se ejecutan bajo un patrón de clientelismo político. Aunque la debilidad y dispersión de la oposición y su desconexión con las demandas sociales de los pobres son un factor a considerar, las políticas redistributivas del Gobierno, unidas a las evocaciones míticas del legado de la Revolución sandinista, favorecen el avance electoral del FSLN.
Los hechos señalan que durante el Gobierno de Ortega ha habido mejorías en las condiciones de vida de sectores empobrecidos. Entre sus primeras acciones en 2006 estuvo el restablecimiento de la gratuidad de los servicios de educación y salud, prohibiendo en las escuelas públicas el cobro de matrículas, mensualidades, material escolar y otros insumos; eliminando las consultas privadas en los centros médicos públicos, y eliminando el costo de los medicamentos, las operaciones quirúrgicas y las pruebas clínicas que se realizan en los centros sanitarios dependientes del Estado. Además, la política social se ha orientado a mejorar los servicios sociales básicos, desarrollar programas de alimentación y apoyo rural, y conceder microcréditos a pequeños productores y cooperativas.
En la esfera educativa, la Campaña Nacional de Alfabetización “De Martí a Fidel” consiguió (de 2007 a 2009) enseñar a leer y escribir a casi medio millón de nicaragüenses, alrededor de una séptima parte de la población del país. Ante un grave déficit de viviendas, el Gobierno del fsln pudo exhibir decenas de miles de viviendas urbanas construidas o reparadas como parte de los programas “Casas para el Pueblo” y “Una Casa Mejor”; mientras en áreas rurales el “Plan Techo” otorgaba a miles de familias campesinas láminas de zinc y clavos para arreglar sus casas. Además, se han entregado documentos de propiedad a decenas de miles de ciudadanos pobres.
En los últimos años ha habido un descenso de la pobreza extrema (con cifras que promedian 5% del total de la población) y un incremento del gasto total en ese rubro (pasando de 12.5% del PIB [2007] a 17.3% [2012]). No obstante, estas iniciativas se basan exclusivamente en criterios en torno a los Objetivos del Milenio —que no combaten las causas que reproducen la pobreza— y dependen de recursos externos (de la cooperación internacional y de fondos del ALBA) sobre los que la rendición de cuentas es deficiente. Estudios recientes señalan que los programas sociales del FSLN han beneficiado mayormente (64.9%) a grupos de la población catalogados como “no pobres”, concentrados en las zonas urbanas —sobre todo en Managua—, donde hay una mayor cantidad de votantes y menores niveles de pobreza, pero donde las estructuras del Frente tienen la capacidad de cooptar/movilizar a sus bases en función de estrategias políticas, como lo evidenciaron en las coyunturas electorales de 2008, 2011 y 2012.
Conflictos y saldos poselectorales6
Tras recuperar en 1984 y 1990 la capacidad de expresar en las urnas la voluntad popular, frente a las antecedentes de la dictadura somocista y la primera etapa del Gobierno revolucionario sandinista, Nicaragua abrigó una de las poblaciones latinoamericanas con más “fe electoral”, lo cual se traducía en una participación comicial alta, entusiasta y esencialmente pacífica. Sin embargo, en los últimos años, las irregularidades y el sesgo pro-FSLN del Consejo Supremo Electoral (CSE) han ido erosionando esa actitud y desempeño. En las elecciones municipales de noviembre de 2008 el CSE impidió la observación electoral nacional e incurrió en graves irregularidades y opacidades, lo que propició la desconfianza de los electores y la polarización social y política.7 En las elecciones de 2011 el CSE cometió violaciones a la ley electoral que atentaron contra la seguridad del voto, la fiscalización de la oposición y la observación electoral nacional independiente.
Con este trasfondo, las elecciones generales del 6 de noviembre de 2011 fueron adicionalmente impactadas por varios factores: el profuso empleo de recursos y planes del Estado en beneficio del candidato oficialista, la elevada abstención, la manipulación de los votos en las juntas receptoras y la falta de testigos de esa manipulación. La jornada electoral transcurrió de manera pacífica, con la excepción de algunos incidentes violentos aislados. El 11 de noviembre el CSE colocó en su página de internet el conteo oficial del 100% de las juntas receptoras, anunciando la victoria del FSLN con un 62.46% de los votos válidos emitidos. Según estos resultados, Ortega gobernaría desde el Ejecutivo no con una mayoría simple (48 diputados) o cualificada (56 diputados), sino absoluta (62 diputados), permitiéndole hacer reformas constitucionales y modificar a su antojo el sistema político.
Para las elecciones municipales de noviembre de 2012, el FSLN decidió designar centralmente un importante número de candidatos y realizó, apenas un mes antes de los comicios, un costoso “simulacro electoral” entre sus bases, en todo el país: la designación y el ensayo parecieron ser eficaces ya que en los 40 municipios donde hubo candidatos designados desde Managua, estos ganaron. El FSLN se impuso en 15 de las 16 cabeceras departamentales; en la restante (región atlántica) ganó un aliado suyo, el movimiento indígena Yatama. Además, según los datos oficiales del CSE, el FSLN ganó 134 de 153 alcaldías, obteniendo 67.9% del total de votos a nivel nacional. Los demás partidos —incluyendo dos formaciones que han pactado con el Frente— apenas obtuvieron 19 gobiernos municipales.
La abstención generalizada favoreció al FSLN —cuya disciplinada militancia y los recursos estatales hicieron el resto— a lo largo y ancho del país, salvo en aquellos municipios rurales de fuerte arraigo liberal, donde la población opositora participó con entusiasmo. Y fue en esos lugares donde se reportó la mayoría de las irregularidades. La resistencia a los resultados fraudulentos provocó la quema de edificios públicos, muertos y heridos y movilizaciones masivas en lugares como Nueva Guinea,8 donde el popular alcalde liberal vio arrebatada su victoria.
Estas elecciones se caracterizaron por un bajo nivel de participación según los estándares nacionales: la abstención osciló entre 60% —cifra que se obtiene al promediar los resultados ofrecidos por Ética y Transparencia y el Ipade, dos destacados observadores nacionales— y 44%, según informó el CSE.9 También, por la “novedosa” utilización de los cuerpos armados en beneficio del partido hegemónico: el Frente decidió ganar a la fuerza, con el empleo de militares y policías para alterar resultados en municipios tradicionalmente liberales del norte del país.10 A diferencia de 2008 —cuando fueron grupos de choque organizados por el FSLN los que agredieron a los opositores—, ahora los antimotines irrumpieron en sedes y actos de protesta liberales, deteniendo a decenas de manifestantes y pobladores, algunos de los cuales fueron golpeados posteriormente en las instalaciones de la policía.
De esta suerte, los comicios nacionales de noviembre de 2011 y locales de noviembre de 2012 cambiaron de forma relevante el panorama político nacional, mostrando nuevos desafíos —y oportunidades— para una oposición que deberá enfrentar no ya un Gobierno de tendencias autoritarias sino uno que pudiera contar con un amplísimo control de los poderes públicos. Con un régimen que fusiona Estado-partido y familia gobernante —y que se halla a medio camino en la cooptación del ejército y la policía—, los únicos contrapesos visibles radican en la sociedad civil y la prensa independiente —cuyos espacios se han reducido— y en una oposición parlamentaria que debe definir una estrategia coherente de oposición para defender, dentro y fuera del legislativo, los intereses de su electorado.
Escenarios para la hegemonía
El proceso político abierto tras las elecciones de 2011 y 2012 en Nicaragua consagra la asimetría de fuerza entre los contendientes, en beneficio de un nuevo fsln cuya capacidad de controlar y cooptar parece imbatible, con un manejo pragmático de lo público encubierto de retórica revolucionaria. Ello se conecta muy bien con una cultura política tradicional donde se trata de excluir o aplastar al oponente. Trasladando sus métodos partidarios, el estilo de su liderazgo y su estructura de intereses al Estado —con planes de mantener el control sobre este—, el FSLN erige una estructura de poder exitosa, gracias al control del aparato público y a su inserción en el mundo de los negocios, pero con un bajo respeto por la institucionalidad y los derechos civiles y políticos autónomos.
A partir de enero de 2013, con la toma de posesión de los nuevos gobiernos municipales, el FSLN concentrará en sus manos prácticamente todo el poder estatal, central y local, de Nicaragua. Ello allanaría el camino a las reformas constitucionales que posibiliten la reelección continua y la elevación de las estructuras del Poder Ciudadano al nivel de instituciones estatales, consagrando legalmente lo que de facto ya ocurre. El FSLN tiene hoy mayoría absoluta en el Poder Legislativo, control total de los poderes Judicial y electoral, control creciente en la Policía Nacional y el ejército, una acumulación de poder económico cada día mayor, esta última gracias tanto al reforzamiento del grupo de empresarios sandinistas como a una estrecha alianza con la élite empresarial del país y a los acuerdos firmados con el FMI y otras instituciones financieras internacionales. Todo ello otorga al binomio Ortega-Murillo un poder análogo al que tuvo la familia Somoza el siglo pasado, y parece configurar un esquema autoritario de gobernabilidad, con algunas similitudes al establecido bajo el régimen priista durante su larga dominación: un presidencialismo fuerte montado sobre una formación partidista dominante en fusión con el aparato estatal, una oposición leal y/o testimonial, una relativa libertad de expresión y organización (siempre que esta no amenace el orden vigente); todo ello unido a mecanismos de cooptación extensos y formas de represión selectivas y bien planificadas para los sectores contrahegemónicos. Un esquema donde se mantienen ciertas formalidades y espacios democráticos —elecciones, prensa, oposición— siempre que, debe insistirse, estos no alteren el statu quo autoritario, y donde permanecen abiertas las oportunidades para hacer buenos negocios, siempre y cuando al empresariado no se le ocurra meterse en el mundo de la política, transmutado en feudo exclusivo del partido dominante.
Sin embargo, ciertos rasgos del modelo que parece seguir el Frente (en especial lo relativo a la reelección y concentración de poder personal/familiar) guardan distancias con un esquema institucionalizado como el que estructuró, durante siete décadas y con impresionante éxito equilibrador, el viejo PRI. Una estructura y un proyecto político tan personalistas dejan escaso margen al relevo generacional de los liderazgos y carecen de una dinámica meritocrática partidaria y administrativa, por lo que no desarrollan una capacidad de reproducción a largo plazo. En similar dirección nociva opera la purga de cuadros viejos, expertos y fieles —que construyeron el tendido organizacional de ese partido— realizada por Rosario Murillo justo en momentos en que apuestan a expandir su militancia y radio de acción.
Por su parte, la oposición nicaragüense ha fracasado en sus intentos de enfrentar con éxito ese proyecto hegemónico. Su actuación en la Asamblea Nacional ha ido a la zaga de una agenda fijada por la mayoritaria bancada del FSLN. La oposición tendrá que conectar su discurso de defensa de la ley y la institucionalidad con las demandas sociales de la gente, ofreciendo a las mayorías pobres una alternativa de esperanza en temas sensibles (empleo, salarios, salud, vivienda, seguridad, etcétera), más allá del clientelismo y las políticas oficiales. Y, sobre todo, deberá ser capaz de conectarse con las organizaciones y ciudadanos descontentos con este rumbo hegemónico, ya que en un entorno de asimetrías garantizadas por el arreglo estatal-partidario-electoral de la Nicaragua de hoy, las luchas sociales que buscan preservar los espacios y conquistas democráticos adquieren una renovada importancia.
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* El autor agradece los testimonios y observaciones de los colegas Adolfo José Acevedo, Ana Margarita Vijil, Ángel Saldomando, Arturo Grigsby, Dora María Téllez, Héctor Cruz, María López Vigil, Mónica Baltodano, Roberto Stuart y Salvador Martí.
1 El lector interesado en conocer más sobre la historia reciente de Nicaragua puede leer, entre otros, los siguientes textos: F. Kinloch, Historia de Nicaragua (3a ed.), Managua, IHNCA-UCA, 2008; Andrés Pérez, Entre el Estado conquistador y el Estado nación: Providencialismo, pensamiento político y estructuras de poder en el desarrollo histórico de Nicaragua, IHNCA-UCA, Managua, 2008; Salvador Martí y David Close (eds.), Nicaragua y el FSLN (1979-2009). ¿Qué queda de la Revolución?”, Barcelona, Ediciones Bellaterra. También puede revisar las revistasEnvío de la Universidad Centroamericana y Correo del FSLN.
2 Daniel Ortega, hoy con 67 años, ha sido el máximo dirigente y único candidato presidencial del FSLN en los comicios de 1984, 1990, 1996, 2001, 2006 y 2011.
3 Para conocer un poco más de esta interesante figura recomiendo: Gregorio Selser, Sandino, General de hombres libres, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1960; Alejandro Bendaña,Sandino: Mística, libertad y socialismo, Centro de Estudios Internacionales, Managua, 2007, y Volker Wunderich, Sandino: Una biografía política, INHCA-UCA, Managua, 2010.
4 He abordado el estado de la política en Nicaragua en varios artículos recientes, entre los que destaco: “Régimen político y estado de la democracia en Nicaragua: Procesos en desarrollo y conflictos recientes”, revista Nueva Sociedad, número 240, Buenos Aires, julio-agosto de 2012; “El movimiento de mujeres y las luchas sociales por la democratización en la Nicaragua postrevolucionaria (1990-2010)”, revista Encuentro, número 89, Universidad Centroamericana, Managua, Nicaragua, 2011/ Año XLIII; y, en coautoría con Roberto Stuart, “¿Democracia participativa en Nicaragua? Los Consejos de Poder Ciudadano y el Gobierno del FSLN (2006-2011)”, Revista Centroamericana de Ciencias Sociales, vol. 2, número VIII, diciembre de 2011, FLACSO Costa Rica, San José.
5 Ver .
6 Para un balance de las pasadas elecciones ver Mauricio Zúñiga, Cómo llegamos a estas elecciones “de baja intensidad” en ; Equipo Envío, Elecciones municipales 2012: Crónica de un final anunciado en , Wilfredo Miranda, El año en que sucumbió la oposición en <http://www.confidencial.com.ni/articulo/9562/el-ano-en-que-sucumbio-la-oposicion>.
7 El incremento de la falta de credibilidad y la apatía electorales han afectado el voto opositor al FSLN: hoy, un 37% del electorado encuestado se declara “independiente”, sin respaldar a ninguno de los partidos de la oposición; otro 40% se declara simpatizante del FSLN, y apenas cerca de un 8% se identifica con algún partidos opositor.
8 Nueva Guinea es un municipio extenso y muy productivo, que acoge 20% del hato ganadero del país y 80% de la exportación de raíces y tubérculos. El alcalde liberal Denis Obando (2008-2012) desarrolló una gestión municipal eficaz y transparente, que ha recibido reconocimientos de la población y agencias de cooperación internacional.
9 Los factores que podrían explicar la posible menor participación en las pasadas elecciones municipales son varios: al notorio desprestigio del árbitro electoral habría que sumar la imposición de numerosas candidaturas por parte de la Dirección Nacional –que generó contradicciones con la militancia de bases–, las debilidades de liderazgo y organización territorial de la oposición y el hecho de que una autonomía municipal erosionada por el proceso de centralización del poder desincentiva al elector a votar por sus gobernantes más próximos. Además, las campañas realizadas por los partidos (sobre todos opositores) fueron muy débiles en propaganda y pobres en propuestas.
10 En fecha previa a las elecciones, tropas del Ejército y antimotines de la Policía Nacional patrullaron e hicieron ensayos de operativos en sitios públicos y zonas conflictivas, lo cual fue interpretado por sectores de la oposición y la sociedad civil como un despliegue intimidatorio.
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ARMANDO CHAGUACEDA es politólogo e historiador de la Universidad Veracruzana. Coordinador de grupo de trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y miembro de su Observatorio Social, se especializa en temas de sociología, teoría política e historia contemporánea latinoamericana.





La muerte del caudillo


El comandante Hugo Chávez Frías pertenecía a la robusta tradición de los caudillos, que, aunque más presente en América Latina que en otras partes, no deja de asomar por doquier, aun en democracias avanzadas, como Francia. Ella revela ese miedo a la libertad que es una herencia del mundo primitivo, anterior a la democracia y al individuo, cuando el hombre era masa todavía y prefería que un semidiós, al que cedía su capacidad de iniciativa y su libre albedrío, tomara todas las decisiones importantes sobre su vida. Cruce de superhombre y bufón, el caudillo hace y deshace a su antojo, inspirado por Dios o por una ideología en la que casi siempre se confunden el socialismo y el fascismo —dos formas de estatismo y colectivismo— y se comunica directamente con su pueblo, a través de la demagogia, la retórica y espectáculos multitudinarios y pasionales de entraña mágico-religiosa.
Su popularidad suele ser enorme, irracional, pero también efímera, y el balance de su gestión infaliblemente catastrófica. No hay que dejarse impresionar demasiado por las muchedumbres llorosas que velan los restos de Hugo Chávez; son las mismas que se estremecían de dolor y desamparo por la muerte de Perón, de Franco, de Stalin, de Trujillo, y las que mañana acompañarán al sepulcro a Fidel Castro. Los caudillos no dejan herederos y lo que ocurrirá a partir de ahora en Venezuela es totalmente incierto. Nadie, entre la gente de su entorno, y desde luego en ningún caso Nicolás Maduro, el discreto apparatchik al que designó su sucesor, está en condiciones de aglutinar y mantener unida a esa coalición de facciones, individuos e intereses encontrados que representan el chavismo, ni de mantener el entusiasmo y la fe que el difunto comandante despertaba con su torrencial energía entre las masas de Venezuela.
Pero una cosa sí es segura: ese híbrido ideológico que Hugo Chávez maquinó, llamado la revolución bolivariana o el socialismo del siglo XXI comenzó ya a descomponerse y desaparecerá más pronto o más tarde, derrotado por la realidad concreta, la de una Venezuela, el país potencialmente más rico del mundo, al que las políticas del caudillo dejan empobrecido, fracturado y enconado, con la inflación, la criminalidad y la corrupción más altas del continente, un déficit fiscal que araña el 18% del PIB y las instituciones —las empresas públicas, la justicia, la prensa, el poder electoral, las fuerzas armadas— semidestruidas por el autoritarismo, la intimidación y la obsecuencia.
El híbrido del socialismo del siglo XXI ya comenzó a descomponerse y terminará por desaparecer
La muerte de Chávez, además, pone un signo de interrogación sobre esa política de intervencionismo en el resto del continente latinoamericano al que, en un sueño megalómano característico de los caudillos, el comandante difunto se proponía volver socialista y bolivariano a golpes de chequera. ¿Seguirá ese fantástico dispendio de los petrodólares venezolanos que han hecho sobrevivir a Cuba con los cien mil barriles diarios que Chávez poco menos que regalaba a su mentor e ídolo Fidel Castro? ¿Y los subsidios y/o compras de deuda a 19 países, incluidos sus vasallos ideológicos como el boliviano Evo Morales, el nicaragüense Daniel Ortega, a las FARC colombianas y a los innumerables partidos, grupos y grupúsculos que a lo largo y ancho de América Latina pugnan por imponer la revolución marxista? El pueblo venezolano parecía aceptar este fantástico despilfarro contagiado por el optimismo de su caudillo; pero dudo que ni el más fanático de los chavistas crea ahora que Nicolás Maduro pueda llegar a ser el próximo Simón Bolívar. Ese sueño y sus subproductos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que integran Bolivia, Cuba, Ecuador, Dominica, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda, bajo la dirección de Venezuela, son ya cadáveres insepultos.
En los catorce años que Chávez gobernó Venezuela, el barril de petróleo multiplicó unas siete veces su valor, lo que hizo de ese país, potencialmente, uno de los más prósperos del globo. Sin embargo, la reducción de la pobreza en ese período ha sido menor en él que, digamos, las de Chile y Perú en el mismo periodo. En tanto que la expropiación y nacionalización de más de un millar de empresas privadas, entre ellas de tres millones y medio de hectáreas de haciendas agrícolas y ganaderas, no desapareció a los odiados ricos sino creó, mediante el privilegio y los tráficos, una verdadera legión de nuevos ricos improductivos que, en vez de hacer progresar al país, han contribuido a hundirlo en el mercantilismo, el rentismo y todas las demás formas degradadas del capitalismo de Estado.
Chávez no estatizó toda la economía, a la manera de Cuba, y nunca acabó de cerrar todos los espacios para la disidencia y la crítica, aunque su política represiva contra la prensa independiente y los opositores los redujo a su mínima expresión. Su prontuario en lo que respecta a los atropellos contra los derechos humanos es enorme, como lo ha recordado con motivo de su fallecimiento una organización tan objetiva y respetable como Human Rights Watch. Es verdad que celebró varias consultas electorales y que, por lo menos algunas de ellas, como la última, las ganó limpiamente, si la limpieza de una consulta se mide sólo por el respeto a los votos emitidos, y no se tiene en cuenta el contexto político y social en que aquella se celebra, y en la que la desproporción de medios con que el gobierno y la oposición cuentan es tal que ésta corre de entrada con una desventaja descomunal.
Pero, en última instancia, que haya en Venezuela una oposición al chavismo que en la elección del año pasado casi obtuvo los seis millones y medio de votos es algo que se debe, más que a la tolerancia de Chávez, a la gallardía y la convicción de tantos venezolanos, que nunca se dejaron intimidar por la coerción y las presiones del régimen, y que, en estos catorce años, mantuvieron viva la lucidez y la vocación democrática, sin dejarse arrollar por la pasión gregaria y la abdicación del espíritu crítico que fomenta el caudillismo.
Ni el más fanático de los chavistas cree ahora que Maduro pueda ser el nuevo Simón Bolívar
No sin tropiezos, esa oposición, en la que se hallan representadas todas las variantes ideológicas de la derecha a la izquierda democrática de Venezuela, está unida. Y tiene ahora una oportunidad extraordinaria para convencer al pueblo venezolano de que la verdadera salida para los enormes problemas que enfrenta no es perseverar en el error populista y revolucionario que encarnaba Chávez, sino en la opción democrática, es decir, en el único sistema que ha sido capaz de conciliar la libertad, la legalidad y el progreso, creando oportunidades para todos en un régimen de coexistencia y de paz.
Ni Chávez ni caudillo alguno son posibles sin un clima de escepticismo y de disgusto con la democracia como el que llegó a vivir Venezuela cuando, el 4 de febrero de 1992, el comandante Chávez intentó el golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, golpe que fue derrotado por un Ejército constitucionalista y que envió a Chávez a la cárcel de donde, dos años después, en un gesto irresponsable que costaría carísimo a su pueblo, el presidente Rafael Caldera lo sacó amnistiándolo. Esa democracia imperfecta, derrochadora y bastante corrompida había frustrado profundamente a los venezolanos, que, por eso, abrieron su corazón a los cantos de sirena del militar golpista, algo que ha ocurrido, por desgracia, muchas veces en América Latina.
Cuando el impacto emocional de su muerte se atenúe, la gran tarea de la alianza opositora que preside Henrique Capriles está en persuadir a ese pueblo de que la democracia futura de Venezuela se habrá sacudido de esas taras que la hundieron, y habrá aprovechado la lección para depurarse de los tráficos mercantilistas, el rentismo, los privilegios y los derroches que la debilitaron y volvieron tan impopular. Y que la democracia del futuro acabará con los abusos del poder, restableciendo la legalidad, restaurando la independencia del Poder Judicial que el chavismo aniquiló, acabando con esa burocracia política elefantiásica que ha llevado a la ruina a las empresas públicas, creando un clima estimulante para la creación de la riqueza en el que los empresarios y las empresas puedan trabajar y los inversores invertir, de modo que regresen a Venezuela los capitales que huyeron y la libertad vuelva a ser el santo y seña de la vida política, social y cultural del país del que hace dos siglos salieron tantos miles de hombres a derramar su sangre por la independencia de América Latina.
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