El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 28 de febrero de 2013

PEDRO EL ROMANO, EL FIN DE LA ODISEA


En el siglo III de la era cristiana, se irguió en el occidente la autoridad de El Vaticano y la odisea del catolicismo, tal y como lo conocemos ahora, comenzó por toda Europa.
Para que el Emperador Constantino reconociera al cristianismo como la religión del imperio, tuvieron que pasar tres siglos de persecución y muerte. Los cristianos se tenían que esconder en las catacumbas romanas huyendo del poder imperial de los Césares, para escapar de los leones que los devoraban en el circo romano ante el  pueblo pagano de Roma que siempre pedía más sangre, más circo y le daban más pan, por el único delito de creer en una doctrina de amor.
Cuando en el siglo III, después que el Emperador Constantino tuviera el sueño en que se le apareció una cruz con la leyenda, In hoc signo vinces, antes de la batalla de Puente Milvio (312) y declarara el cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano, fue que empezó a nacer la semilla del catolicismo y desde ese siglo hasta el presente, la línea del papado no se ha interrumpido para nada, a pesar que han habido anti Papas, Papas lujuriosos y codiciosos, Papas guerreros, Papas mecenas de grandes artistas, papas que han renunciado, como Gregorio XII (1415) y seiscientos años después Benedicto XVI. Papas que implantaron la Santa Inquisición, la cual constituye la página negra del catolicismo. Han destronado Papas, como Pio VII que fue apresado por Napoleón Bonaparte y retenido fuera de El vaticano por un  período largo de años. Pero la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, ha venido cumpliendo la promesa hecha por Jesucristo a San Pedro, de que, “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.”
La Iglesia Católica ha enfrentado toda clase de conflictos y siempre sale triunfante. Algunos no tan edificantes como la alianza del Papa Pio XII con el nazismo, con miras a proteger a los católicos de la barbarie de la suástica, pero todo hace indicar que el fin se acerca, que las catacumbas volverán a estar llenas de fugitivos espirituales; que las creencias en la Santísima Trinidad, la conversión de las especies en cuerpo y sangre de Cristo y la existencia de un solo Dios todo poderoso, tendrán que ser sustentadas por el martirio sangriento, razón por la cual renunció Benedicto XVI.
Las profecías de San Malaquías se han venido cumpliendo desde hace siglos. Esas profecías se terminan con  el próximo Papa, el cual está supuesto a ser el último Sumo Pontífice de la historia de la Iglesia.
El lema que le corresponde al Papa que va a ser el sucesor de Benedicto XVI dice que tomará el nombre de PETRUS ROMANUS y que le tocará enfrentarse a calamidades apocalípticas de fin de mundo. Sin embargo, entendidos en el estudio de los lemas de San Malaquías, dicen que lo que se va a terminar no es el mundo, sino la Iglesia Católica que volverá a la vida subterránea. ¿Qué calamidades apocalípticas “vio” Benedicto, que lo hicieron renunciar para que pongan un Papa fuerte, vital y joven?
La iglesia se termina en cuanto a su preponderancia y poder en el mundo, no en cuanto a su destino espiritual.  Los seguidores de la media luna lograrán imponer a Alá en la Europa vetusta y en la América ingenua, víctimas ambas de sus gobiernos y gobernantes pusilánimes que no solo no pudieron detener la marea roja, sino que fueron sus cómplices.
A Pedro el Romano, último Papa en la cadena de San Malaquías, le va a tocar enfrentarse a toda esa violenta corrupción que conducirá a su rebaño a las negruras de la clandestinidad, orando por una segunda oportunidad que no la verá el mundo católico en los próximos cien años, que es cuando se dará la segunda venida de Cristo, para derrotar para siempre el poder del maligno.

Jorge J Cuadra V 

“El Frente Sandinista colapsó, ahora es la maquinaria política de una familia”


Dora María Téllez, Comandante guerrillera del FSLN, Ministra de Salud en los años 80, Diputada del FSLN en los años 90, historiadora, fundadora y dirigente del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), reflexionó sobre la involución del Frente Sandinista en una charla con Envío que transcribimos.
Dora María Téllez
Una pregunta que a mí me hacen a menudo es ésta: ¿Cómo es que Daniel Ortega llegó hasta ahí? ¿Cómo es que el FSLN terminó así? Es una pregunta con una respuesta no simple. La involución del Frente Sandinista es un asunto mucho más complejo. Y el corto tiempo que tengo en esta conversación no alcanza para describir exactamente todo el proceso. Así que hablaré sólo de algunos rasgos que creo esenciales. En la historia del Frente Sandinista ha habido varias etapas. La primera, la de la lucha revolucionaria contra la dictadura. En esa etapa el Frente fue una organización clandestina, altamente centralizada como corresponde a una organización clandestina, sumamente reducida, con una militancia reducida -tal vez unas 300 personas- y con una conexión con la sociedad bastante reducida también. Organizada para la lucha armada. Ese proceso duró desde que el Frente Sandinista se fundó en 1961 hasta 1978. Era una organización forjada en medio de la represión de la dictadura, una organización cerrada, donde no había debate democrático ni podía haberlo. Era absurdo que lo hubiera cuando ni siquiera podía haber comunicación por la clandestinidad. Eran tiempos de muy limitada comunicación en todo el país, tiempos en que aún había teléfonos de disco, incluso de manigueta, con telefonistas que enchufaban y desenchufaban clavijas en la central telefónica de Matagalpa y en la de otros lugares. Y ni siquiera los usábamos en el Frente, por razones de seguridad. Nuestra comunicación era mínima y elemental: nos comunicábamos con papelitos chiquitos escritos con letra diminuta que llevaban y traían algunos mensajeros.

Después de la ofensiva guerrillera de octubre de 1977, y del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro en 1978, esa organización clandestina se conectó por fin con una enorme movilización social hasta que acabamos con la dictadura. Cuando eso sucedió el Frente Sandinista no era una única organización, eran tres. En 1975 el Frente se dividió en tres organizaciones distintas. No eran tendencias, como se decía entonces. Eran organizaciones distintas, cada una con su dirección, sus estructuras, su programa, su política, su filosofía de actuación. Cada una con su propio planteamiento ante la dictadura somocista. Lo que no cambió fue el nombre y se decía Frente Sandinista tendencia insurreccional tercerista, Frente Sandinista tendencia guerra popular prolongada, Frente Sandinista tendencia proletaria. A finales de 1978 a lo que llegan esas tres organizaciones no es a una unidad orgánica, sino a una unidad en la acción para el derrocamiento de la dictadura.

Con el triunfo de la Revolución en 1979 no se produjo tampoco una unidad orgánica como tal. Se fusionó la dirección de las tres tendencias y el Frente se rearticuló alrededor de las instituciones del Estado. Dirigiendo las instituciones clave se colocaron los miembros de la dirección nacional del Frente, que quedó como principal órgano político. Ése fue el mecanismo de rearticulación política que encontramos. Y había una corriente de quienes estaban en el ejército, otra de quienes estaban en el Ministerio del Interior, otra de quienes estaban en la reforma agraria, otra de quienes estaban en lo que se llamó “el partido” -la organización partidaria propiamente dicha-, otra de quienes estaban en las organizaciones de masas…Quienes estábamos en el aparato de “el partido”, decíamos que estábamos en el “ministerio de movilización de la Revolución”.

Esto significó que la articulación política no se produjo integradamente, sino alrededor de instituciones. En 1990 la derrota en las elecciones nos encuentra articulados alrededor de instituciones y teniendo que pasar a la oposición política. Dos desafíos enormes: articularnos como una organización política, como un partido político y pasar a hacer oposición.

Pero, ¿cuándo había sido el Frente oposición cívica, oposición política? Nunca. No teníamos ninguna experiencia. Años antes habíamos estado en la oposición armada. Además, nunca en Nicaragua un partido político en el poder había perdido las elecciones limpiamente. Nadie estaba habituado ni a ganar ni a perder elecciones limpiamente.

Todo era una novedad para el país…y para el Frente. Nadie entendía nada de la separación de poderes. La concentración de poderes en el Ejecutivo había sido en Nicaragua una tradición arraigadísima. Y la Constitución de 1987, la que hicimos durante la Revolución, había seguido ese mismo molde, no se apartó básicamente del sistema político anterior, basado en concentrar poder en el Presidente de la República y en restarle poder a todos los demás. Según la Constitución del 87, por ejemplo, el Presidente podía nombrar de dedo al presidente de la Corte Suprema de Justicia y al presidente del Consejo Supremo Electoral. La Constitución de 1987 consagró un sistema presidencialista bastante autoritario.

Al pasar a la oposición, el Frente Sandinista tenía otro dilema: cómo actuar en circunstancias tan difíciles, cómo hacer oposición ante quienes habían estado en contra de la Revolución y la habían combatido con las armas, cómo actuar ante la oleada conservadora que se nos venía encima. Y además, qué relación tener con las organizaciones sociales, con la ciudadanía, con la población. Eran muchos los desafíos, todo era nuevo. Esto agudizó los debates al interior del Frente, debates que ya teníamos antes de la derrota.

En el gran debate que se abrió con la derrota electoral surgió un elemento clave, que es el que más ha influido en la situación actual. Ese debate se centró en las causas de la derrota, en cuál sería la actuación del sandinismo en la oposición y en la demanda de democratización del partido. La corriente encabezada por Daniel Ortega insistió en tratar de retrasar o frenar el proceso de democratización interna del partido dada la situación adversa que atravesábamos. Para entonces, la democratización del Frente era ya una demanda bastante amplia. Se le sumaba el contexto interno, influido por los resultados electorales.

Después de la derrota electoral, la Dirección Nacional salvó su responsabilidad, delegándola en los cuadros intermedios del Frente. Los cuadros intermedios terminaron siendo los grandes culpables de todo. Y en todas partes les volaron la cabeza a todos. En esa tarea Daniel Ortega se empeñó a fondo. Así se preparaba el terreno para lo que sucedería después. Siguiendo a la dirección nacional, la base le echó también la culpa a los cuadros intermedios. Y como los cuadros intermedios era la gente que tenía más autoridad en el partido, la gente que podía debatir de tú a tú con la dirección nacional, una vez que fueron desapareciendo lo que fue quedando del Frente fue una dirección que tenía todo el poder y unos liderazgos de base con muchísimo menos poder.

El segmento que encabezaba Daniel Ortega también se oponía a una reforma constitucional que democratizara el sistema político, de corte presidencialista y autoritario. Eso también provocó rupturas. Finalmente, el grupo de Ortega terminó imponiéndose. Pudo hacerlo también porque cuando llegamos a 1990 Daniel Ortega había estado rodeado de un aparato de propaganda que trabajó mucho para cultivar y consolidar su personalidad.

El cultivo de su personalidad inició a partir de 1983. Primero bajo la tesis de que era necesario concentrar el poder para enfrentar la guerra contrarrevolucionaria. Y después, bajo la tesis de que había que fortalecer personalidades para enfrentar las campañas electorales, primero la de 1984 y después la de 1990. Poco a poco, la figura de Daniel Ortega fue concentrando más y más poder y también teniendo más relieve a nivel público, de manera que cuando perdemos las elecciones él es la personalidad del Frente Sandinista que tiene más ascendencia dentro y fuera del Frente.

¿Por qué fue Daniel y no fue otro dirigente del Frente Sandinista el que ocupó ese lugar? Mi respuesta a esa pregunta es tal vez un poco, un poco…exótica. Yo creo que él llegó ahí por eliminación. Cuando en 1978 se juntaron las tres tendencias del Frente Sandinista se dio un gran debate sobre cuántos miembros en la dirección conjunta que íbamos a formar le tocaban a cada tendencia. La tendencia tercerista reclamaba mayor participación que las otras dos tendencias porque era la más fuerte. Pero lograr eso se volvió un imposible y para volver posible la dirección conjunta se llegó al acuerdo de tres-tres-tres, tres dirigentes de cada tendencia para una dirección nacional de nueve. Naturalmente, la correlación de fuerzas no era tres-tres-tres y ahí comenzó la pugna. Y, obviamente, al triunfo de la revolución el tercerismo trató de ocupar las posiciones de poder más importantes.

El proceso de eliminación comenzó sacando a las dos figuras que tenían más relieve público al momento del triunfo de la revolución, Tomás Borge y Henry Ruiz. Luego se escogió a personalidades que no chimaran demasiado y tuviesen reconocimiento. Entre los que directamente estaban vinculados a cualquiera de las tres tendencias, se eligió a Moisés Hassan, un intelectual, profesor de física, bastante reconocido en los medios universitarios. Era de la tendencia guerra popular prolongada y gozaba de la confianza de los líderes de esa tendencia. Y no sacaba roncha. Luego, Sergio Ramírez, del Grupo de los Doce, un intelectual con prestigio, que gozaba de la confianza del liderazgo de la tendencia tercerista, pero tenía un perfil más amplio y un relieve importante.

Y de la Dirección Nacional del Frente, ¿quién estaría en la Junta de Gobierno? Se pensó en Daniel Ortega, de la tendencia tercerista, porque era un hombre tímido, callado, hábil en la maniobra, pero carente de liderazgo público. Parecía no representar una amenaza para nadie. Así, el tercerismo lograba imponer en la Junta de Gobierno una correlación favorable, acorde a la fuerza con la que contaba.

En la tendencia tercerista el que tenía vínculos en los frentes de guerra era Humberto Ortega y los que andaban en los frentes de guerra eran Víctor Tirado y Germán Pomares “El Danto”. Ésos eran los líderes. Como hombre retraído, no bueno en las relaciones públicas ni en la relación social ni en la relación con las estructuras, Daniel Ortega era la persona ideal. Daba la impresión de que no sería una amenaza para nadie. Ojo: casi siempre los que dan la impresión de no ser una amenaza terminan encaramándose. Fue, por ejemplo, el caso de Joaquín Balaguer en la República Dominicana. Tenía cara de baboso, era un secretario con ascendiente en el trujillato, pero nada más. ¿Por qué eligieron a Balaguer? Porque todo el mundo sintió que no iba a estorbar a nadie y que iba a mantener el estatus quo. Después, Balaguer demostró que tenía el colmillo bien guardado y se reeligió hasta cinco veces.

A Humberto se le consideraba un dirigente con colmillo. Humberto siempre ha tenido colmillo y además siempre lo ha enseñado. En ese sentido es un hombre transparente. Él manejaba los frentes de guerra durante la lucha contra la dictadura, se malmataba con nosotros, teníamos discusiones fuertísimas con él en medio de la guerra. Es un hombre de opiniones fuertes, un hombre que escribía, que tenía sus tesis, que se ocupaba de temas estratégicos…Humberto es como es: apasionado, explícito, de carácter agresivo, bueno a la maniobra, pero también bueno a la tercia. Muy distinto de Daniel.

Daniel Ortega fue cultivando otra personalidad en el camino. La fue cultivando durante los años 80, a medida que se va concentrando poder alrededor de él. Y eso sucede a medida en que va agudizándose la guerra con la Contra. El momento más crítico de la guerra fue 1983. Ese año encuentra a la revolución con una institucionalidad nueva, que ya era fuerte, pero que estaba bastante dispersa. En 1983 había tal desconexión institucional para enfrentar a la Contra y la Contra había avanzado de tal manera que la necesidad de concentración de poder y de concentración institucional fue generalizada. A nivel regional, a nivel departamental, a nivel municipal, a nivel nacional todo se organizó de arriba a abajo, todo se centralizó.

Se crearon entonces mecanismos para vincular las instituciones estatales al partido. Es entonces cuando comienza a apuntalarse el poder institucional de Daniel Ortega, que se coloca como coordinador del Frente Sandinista -no recuerdo exactamente el nombre preciso de la figura- y como coordinador de la Junta de Gobierno. Todo eso sucede antes de las elecciones de 1984.

En 1985, cuando se celebró una gran asamblea sandinista que revisó la relación del Frente con las organizaciones de masas, aparecieron muchas críticas por la relación vertical que había entre el partido y la base social, una relación de subordinación, una relación autoritaria, de ordeno y mando. Hubo también debate sobre la estructura interna del Frente. Pero la tendencia que se impuso de nuevo en aquel momento fue la de seguir concentrando el poder. Porque, en efecto, la guerra estaba cruda, Reagan había ganado de nuevo las elecciones y sabíamos que iba a cumplir su palabra de atacarnos con todos los fierros.

La elección de 1984 nunca la consideramos una elección desafiante. Porque el candidato que hubiera podido ser competitivo, Arturo Cruz, se bajó del caballo a mitad del camino y no quedó nadie con posibilidades. Participaron siete partidos y la abstención fue elevada, pero esas elecciones no las consideramos un desafío, como sí consideramos las de 1990.

Ya para 1990 se había avanzado bastante en la consolidación de la figura de Daniel Ortega. Entre otras cosas porque el producto que salió de la elección de 1984 fue un Presidente y un Vicepresidente. La Junta de Gobierno dejó de existir y la figura presidencial comenzó a pesar. Daniel ya no coordinaba la Junta, era Presidente y lo era con todos los poderes que tenía en ese momento, y con los que le daba la Constitución de 1987.

En la elección de 1990 sí hubo un juego de personalidades, una verdadera competencia. Y la apuesta del Frente fue la misma: Daniel Ortega sería el candidato. ¿Por qué él de nuevo? Porque cambiar la apuesta hubiera significado introducir en el Frente Sandinista un gran debate. Y si en 1989 alguien hubiera abierto el tema de quién sería el candidato, hubieran aparecido varios: Tomás Borge y algún otro. Si hubiéramos abierto esa discusión en 1989 dentro del Frente se hubieran producido agrupamientos en torno a candidaturas, una situación y un debate desconocidos para nosotros, a los que seguramente les temíamos.

El otro debate que estaba pendiente, el de la relación del Frente con las organizaciones de masas -que volvió a surgir en ese momento- se resolvió con el acuerdo de hacer un Congreso después de que ganáramos las elecciones. Así que decidimos ir a las elecciones con los mismos candidatos y después hacer un Congreso que revisara a fondo muchos temas, que estaban ahí, pendientes. Apuntalamos a las mismas personalidades, al Presidente y al Vicepresidente.

La campaña electoral de 1989, la de Daniel Ortega presentado a la población como “el gallo ennavajado” terminó de elevar su figura. Pero ya en ese título que se le dio, y en otros muchos mensajes de aquella campaña, se empezaba a expresar la opción del FSLN de hacer política como siempre se había hecho en Nicaragua.

Todos los partidos políticos, y todas las personas, queremos primero transformar la realidad y después viene la tendencia de acomodarnos a la realidad. Eso pasó también con el Frente Sandinista. De manera que el Daniel Ortega que llegó a las elecciones de 1990 estaba ya completamente instalado como una figura de poder político bastante tradicional. Dentro del Frente y fuera del Frente, pero sobre todo fuera del Frente. Dentro todavía había ciertos balances, pero fuera del Frente, la figura de Daniel era indudablemente la de mayor peso. Faltando los cuadros intermedios, se comenzó a desplegar y a establecer el modelo de caudillo y masas, el cultivo de una relación directa y subordinada. En ese modelo, el engranaje de partido que es necesario es uno que esté solamente al servicio del caudillo.

Después de la derrota electoral de 1990 Daniel Ortega va imponiéndose sobre el resto de líderes del Frente. Una parte de esos líderes se repliega. Algunos por razones obvias: tienen que buscar de qué comer. Otros se repliegan porque se repliegan. En el caso de los cuadros intermedios, a los que se les hizo la guerra, se repliegan también porque tenían que buscar un trabajo. Nadie quedó con un cargo, sólo los que quedamos de diputados. Y el ejército de profesionales que tenía el Frente Sandinista cuando perdimos las elecciones era enorme, poco menos de siete mil profesionales. Pero la inmensa mayoría no había terminado la carrera porque se había metido a la revolución, no tenían título de nada.

Y en 1990 había que salir a trabajar para comer. Pero, ¿a trabajar en qué? ¿Con qué título? “Yo soy especialista en organización del movimiento comunal”, “Yo soy especialista en organizar suministros para las milicias”… ¿Quién te va a dar trabajo con eso? Ésos no son oficios en una sociedad post-guerra. Entonces, unos a comprar y vender frijoles, otros a vender telas, otros a vender calzones, otros a buscarse un tramo en el mercado…El ejército de profesionales del Frente salió a buscar de qué vivir. ¿Quiénes quedaron solamente en el aparato del partido? Los que éramos diputados y Daniel Ortega. Nosotros teníamos un salario y él tenía recursos para mantenerse. Eso fue lo que quedó.

Daniel Ortega se ha dado a la tarea de decir que él fue el único que permaneció fiel después de la derrota electoral, el único que andaba del timbo al tambo con la gente. Ciertamente, él era el único que tenía recursos para andar del timbo al tambo. El resto tenía que buscar de qué comer y con qué vivir. Solamente los que habíamos quedado de diputados teníamos asegurado un salario para el debate político. Y exactamente eso fue lo que hicimos: el debate político.

Para mediados de los años 90 Daniel Ortega ya había logrado imponerse en el Frente Sandinista. Lo hizo por dos vías. Por tener el poder de ser la figura pública del Frente de mayor relieve. Y por la ya conocida estrategia de que cada vez que alguno no estaba de acuerdo con él le montaba la campaña: “traidor”, “vendido”, “agente de la CIA, del imperialismo, de la socialdemocracia internacional…” Esa campaña funcionó para mucha gente. Todavía me he encontrado, cinco o diez años después, a gente que me pide disculpas. Una vez un hombre me detuvo en la calle. “Yo quiero pedirle perdón a usted” “¿Y por qué?”, le dije. “Porque dije bascosidades de usted, diciendo que usted era traidora. Y ahora me doy cuenta de que era mentira, que usted tenía razón”.

Y es que la gente no ve argumentos, ve personalidades. Y si Daniel Ortega abre la boca y dice que acostarse con Arnoldo Alemán en la misma cama, desayunar, almorzar y cenar con él, es lo que necesita la revolución, hay mucha gente en el Frente que dice que eso es precisamente lo que necesita la revolución. Y si al día siguiente dice que ya no, mucha gente dirá que ya no. Porque cuando se deifica a una persona la referencia no es la realidad ni los principios ni el programa sino lo que esa persona dice y hace. Cuando Daniel Ortega se alió con Arnoldo Alemán, mucha gente en el Frente decía “Qué inteligente es el comandante, qué bárbaro ese maje, la sacó del estadio con esa alianza”. Pero si la Dora Téllez se aliara con Alemán dirían: “Qué traición la de la Dora Téllez, abandonó los principios y se fue a arrastrar con Arnoldo Alemán”. Así funciona mucha gente.

Lo que en 1995 no estaba completamente claro en el Frente era que Daniel Ortega no se detendría. Que Daniel Ortega estaba dominado por su afán de concentrar más poder. Y no se detuvo. Es más: no se ha detenido. Ni se detendrá por su voluntad. Habrá que detenerlo.

La primera oleada que salió del Frente fuimos nosotros, pero no cedimos. Salimos a formar un partido político, el Movimiento Renovador Sandinista. Para Daniel Ortega lo ideal hubiera sido que nos saliéramos, pero no a hacer un partido, sino que pasáramos a ser un grupo de hablantines dispersos. Después de nosotros vino una segunda oleada, y después la tercera oleada y después la cuarta oleada.Y en Jinotepe recientemente me encontré ya a la quinta oleada…Porque el proceso de concentración de poder incluye ahora a la familia de Ortega. Y eso requiere de la liquidación de los últimos vestigios de los líderes del Frente Sandinista que tienen que ver con el pasado. Les dicen “la chatarra de la revolución”. Ahora quienes forman el partido son jóvenes. ¿Y por qué jóvenes? ¿Porque son buenos? No. Porque ellos pretenden que esos jóvenes sean incondicionales con quienes los están poniendo ahí. Los empujan a no tener espíritu crítico, a obedecer.

El primer proceso que ha llevado a la involución del Frente Sandinista ha sido la concentración de poder, primero en la figura de Ortega, y ahora en la de su familia.

El segundo proceso que ha hecho involucionar al Frente Sandinista es el de pragmatización de la política. Ciertamente, los políticos tienen que ser pragmáticos y la política tiene que ser pragmática porque uno vive en la realidad con otros que no piensan como uno. Y en política siempre hay que negociar, siempre hay que transar para poder convivir. Y la convivencia tiene que ver con tolerancia y con un cierto nivel de transacciones para resolver problemas concretos. Siempre hay que negociar, pero hay que negociar sobre problemas concretos de la gente, sobre temas de fondo que afectan a la gente.

Ya en los años 90, y con fuerza, se percibió en el orteguismo la tesis de que todo era negociable, con tal de conservar, aumentar, mejorar las cuotas de poder, sin importar ni programa ni principios ni los intereses nacionales ni los intereses populares. Esa tesis llevó a Ortega hasta el pacto con Arnoldo Alemán en 1998. Un pacto que Alemán creyó que era como los que se hacían durante el somocismo, que se firmaban, se cumplían y ahí se quedaban: primero repartición de cuotas al 60-40, después al 50-50 y así…La equivocación de Alemán fue creer que el pacto quedaba fijo, como sucedió en los pactos que hizo el somocismo. Lo que para Alemán era un modelo de estabilidad, para Ortega era un trampolín.

Con una obsesión por el poder político, el orteguismo se ha ido quedando sin programa político. Ayer hablaron contra el TLC con Estados Unidos y hoy negocian en el TLC con Estados Unidos, sólo por mencionar un ejemplo. Igual con el FMI y con el Banco Mundial. Antes eran los demonios, ahora son sus “pofis”. Si analizan las decisiones del orteguismo en la Asamblea Nacional verán que un día dicen A y otro día dicen B, el completo opuesto, y no les parece importante ser contradictorios.

En manos de la familia Ortega-Murillo el Frente Sandinista ha quedado huérfano de programa político. La concentración de poder en los Ortega y la hiper-pragmatización de la política ha significado liquidar la tradición de dirección colectiva que tuvo el Frente Sandinista y la orientación política de ser una fuerza con la aspiración de transformar la realidad.

El tercer proceso en la involución y la descomposición del Frente Sandinista es lo que Sergio Ramírez llamó “el huevo de la serpiente”: el dinero. El dinero fue un factor que no entró a jugar en las correlaciones de fuerza en el Frente Sandinista, ni en general en la política nicaragüense de los últimos años, hasta ya adelantados los años 90. La diputada conservadora Miriam Argüello fue Presidenta de la Asamblea Nacional y el salario máximo que lograron los diputados cuando terminó su período creo que eran 1,400 dólares. Y nunca vimos en tiempos de Miriam Argüello ningún otro privilegio para los diputados. El golpe de salarios se produjo después del pacto entre Ortega y Alemán, cuando el salario de cada diputado llegó a casi 5 mil dólares, sumado a otras prebendas.

Con el pacto comenzó también la multiplicación de los altos cargos, la repartidera de cargos y de prebendas. Arnoldo Alemán descubrió que el clientelismo político podía seguir siendo rentable y que en el Frente Sandinista había una cantidad importante de gente que era corruptible y lo único que hacía falta era enseñarles el dinero. Y se los enseñó.

Un cuarto proceso que explica la involución del Frente Sandinista es que ya, previo al pacto de 1998 con Alemán, Daniel Ortega y su grupo habían llegado a la conclusión de que en Nicaragua la política, para ser exitosa, tenía que ser como la política que se había hecho siempre. ¿Y cómo se hizo siempre? Con pactos, con clientelismo, con prebendas, con corrupción y con impunidad. Ahora, en este último tramo, Ortega ha añadido un elemento clave: la familia. Así era la política en la dictadura somocista: familia, pactos, impunidad, corrupción, prebendas y clientelismo político. Y en aquella época, también poder militar. En esta época a Ortega sólo le es necesario neutralizar el poder militar. Y todos los días trata de avanzar en esa dirección.

Ése es el Frente Sandinista de hoy. El orteguismo ha llevado al Frente Sandinista a abandonar totalmente su afán transformador de la sociedad para convertirlo en una continuidad del modelo de actuación política de la dictadura somocista. El Frente Sandinista ha dejado de ser un factor de transformación de Nicaragua para convertirse en un partido que ha vuelto los ojos al modelo somocista para darle continuidad.

El orteguismo ha vaciado de contenido al Frente Sandinista, alejándolo de su propia trayectoria. Como dijo un día Saramago: Daniel Ortega es indigno de su propia historia.

El Frente Sandinista actual dejó de ser un partido revolucionario, dejó de ser un partido de izquierda, dejó de ser un partido con afán de transformar la sociedad nicaragüense. Y dejó de ser un partido. Lo que es ahora es una maquinaria política al servicio de una familia en el poder, con un único objetivo: conservar el poder a toda costa. ¿Para qué conservarlo? Eso ya no importa.

Lo que ha experimentado el Frente Sandinista no es propiamente un proceso de involución. Es un colapso. La involución se fue produciendo durante años. Y hay que reconocerle el mérito a Daniel Ortega: él ha sido la cabeza, el inspirador y el diseñador del proceso que llevó al Frente Sandinista de ser un partido revolucionario a ser un partido legítimamente somocista.

¿Ustedes oyen hablar de alguna dirección en el Frente Sandinista? Y lo digo a título de análisis sociológico y no a título de crítica política. ¿Alguien conoce la dirección del Frente Sandinista? ¿Se reúne el Congreso del Frente Sandinista a deliberar algo? ¿Cuáles son las reglas de ese partido? Lo último que vimos antes de las elecciones municipales de 2011fueron los reclamos de bases del Frente en unos 40 municipios. Protestaban contra el “dedazo”, contra la imposición que Ortega hizo de los candidatos a alcaldes. ¿Y qué pasó con los que protestaron? Todos fuera, a todos les pasaron la cuchilla. El “dedazo”, la imposición de las candidaturas, sin consulta y sin debate, fue una expresión más de autoritarismo. Todo el que crea que un partido político autoritario dentro puede producir una sociedad democrática fuera, en la sociedad, es iluso. Si un partido político quiere producir transformaciones democráticas en la sociedad, tiene que ser democrático.

¿Qué hubiera hecho Sandino si hubiera seguido las mismas tesis del orteguismo? En febrero de 1934, Sandino se hubiera bajado de la avioneta en Campo Bruce, y en vez de ir a la casa presidencial a firmar la paz con el Presidente Sacasa, se hubiera cruzado la calle y hubiera buscado al embajador de Estados Unidos, Mister Hanna. Y se le hubiera cuadrado y le hubiera dicho: “Yo le voy a asegurar sus intereses en Nicaragua y a cambio déjeme ser Presidente en el próximo período”. Como había hecho Moncada, que se le fue a cuadrar a los gringos y terminó de Presidente.

Sandino pudo hacer eso. Ya le había ganado la guerra a los gringos y era en ese momento la persona más popular en todo el país. Pudo cuadrársele al embajador, pudo pedirle que le quitaran a Somoza de jefe de la Guardia Nacional, pudo pedirle ser él el jefe de la Guardia…Los gringos le hubieran comprado la idea, seguramente hubieran estado fascinados con esa solución…Pero, ¿a qué precio hubiera vendido Sandino “su primogenitura”?

Sandino no se vendía por cuotas de poder, no tenía una política pragmática, no miraba el dinero, quería otra política, otra Nicaragua. Cuando inició la guerra, ¿qué le había dicho Moncada a Sandino? “No seás caballo, te estás haciendo el sacrificado y los pueblos no agradecen”. Y entonces Sandino se le hizo el baboso a Moncada: “Está bien, general, pero ahora tengo que arreglar algo con unos levantiscos que andan por ahí, espéreme un momentito que ya vengo a firmar el papel”. Y Sandino se fue a encabezar a los levantiscos, a hacer la guerra, y después a enfrentar a los gringos, y ya nunca volvió donde Moncada. Y después, mientras Sandino estaba en la guerra, Moncada puso a todos los generales del Ejército Constitucionalista a escribirle cartas a Sandino. Y le escribían y le decían en julio del 27, en agosto del 27, en septiembre del 27: “General, bájese de ese caballo, los campesinos con los que usted anda son brutos, mire que ya nos estamos arreglando con los gringos, mire que los gringos lo van a joder a usted, mire que ya los liberales vamos para arriba, que ya nos dieron las cuotas que nos iban a dar, que usted puede ser jefe político de Matagalpa…”

¿Cómo se terminó la Guerra Constitucionalista? Con prebendas. ¿Qué pidió Moncada para terminar la Guerra Constitucionalista? Las jefaturas políticas de los departamentos considerados liberales. Y se las dieron. Pero Sandino no entró en eso y pasó a combatir a los gringos. Sandino no quería un cargo, una prebenda, quería otra Nicaragua.

¿Hubiera sido Sandino si sigue el camino pragmático de Daniel Ortega? Tuvo delante esa opción: me bajo del caballo, después me arreglo con los gringos, después agarro mi carguito, después voy subiendo en el Partido Liberal, me voy encaramando y después me tiro para Presidente… Pero eso no fue lo que él hizo. Si hubiera hecho eso no estaríamos hablando de él ahora. Él tomó una opción. Y por eso fue el Sandino que conocemos y admiramos.

Hay todavía gente que busca algo que se le parezca al Frente Sandinista de la clandestinidad, al Frente Sandinista que conocieron, al de la Revolución. Y eso ya no existe. El Frente Sandinista revolucionario es sólo historia, y está difunto.¿Hay posibilidades de que resucite? ¿Pudimos nosotros hacer el cambio desde adentro? No, por eso nos fuimos. En el año 2000 hicimos un último intento, cuando se conformó la Convergencia Nacional, pero años después nos salimos de esa iniciativa, convencidos de que no había ningún camino por esa vía.

Algunos sostenían que se podía dar la pelea dentro. Herty Lewites y Víctor Hugo Tinoco decidieron darla, la dieron a fondo y los sacaron fuera. Todo el que ha querido dar la pelea dentro termina fuera. ¿Hay posibilidades de un cambio desde dentro de esa estructura que es hoy el Frente? Creo que ninguna. ¿Habrá otro candidato que le dé un giro al Frente? No. Mientras Daniel Ortega esté vivo será candidato a la Presidencia. ¿Cambiará Daniel Ortega y decidirá ser democrático y volver a sus principios? No, va a morir en su ley. ¿Alguien dentro del Frente hará el cambio, se atreverá alguien a levantar la mano para decir que no está de acuerdo con lo que está pasando? No, nadie lo hará, no veo a nadie que lo quiera hacer. Lo hizo Herty Lewites, lo hicieron los del “dedazo”. Resultado: nada cambió dentro y a todos los sacaron.

El proceso de involución del Frente Sandinista ha sido un proceso de opciones. Hay momentos en que las fuerzas políticas y las personas toman opciones. ¿Cuál es la opción? ¿Cambiar la sociedad para mejorarla, para que la gente más pobre mejore su condición, para que haya democracia, para que haya participación ciudadana verdadera? ¿O la opción es agarrar un cargo, tener una prebenda, conseguir un puesto, conservar el poder? Siempre es un asunto de opciones.

Nosotros decimos que el modelo en el que se ha instalado hoy Ortega es una dictadura. Hay gente que nos dice que no lo es porque no andan matando en las calles. ¿Y quién ha dicho que los Somoza siempre estuvieron matando en las calles? Eso fue en los momentos de crisis dura y, en especial, en los dos últimos años. En cada una de aquellas crisis, los Somoza reprimían ferozmente y luego se arreglaban con los conservadores y ya todo seguía tranquilo otra vez. Era una dictadura en la que ya la gente había aprendido a guardar silencio, a decir lo que tenía que decir para no buscarse problemas. El éxito de una dictadura es no tener necesidad de garrotear. Una dictadura es exitosa cuando ya uno dice lo que quieren que diga, el otro no dice lo que iba a decir y el otro pide que le paguen para no decir…Y eso ya está pasando en Nicaragua.

¿La política de Chávez y su dinero han influido en el aparataje de poder orteguista y en el modelo político actual? Sin duda. Estamos hablando de 2,500 millones de dólares en estos años, una cantidad de dinero considerable, que ha contribuido poderosamente a consolidar el actual modelo prebendario con el que funciona el orteguismo. Pero un modelo de esta naturaleza, prebendario, familiar, con impunidad, con corrupción, se monta donde una sociedad lo permite y lo soporta.

Chávez puede haber disparado 2,500 millones de dólares, pero si no hubiera habido en la Asamblea Nacional diputados orteguistas que consintieron que ese dinero no pasara por el presupuesto nacional, algo habría cambiado. Nuestros diputados se han quedado solos exigiendo que ese dinero pase por el presupuesto. Hasta cartas le hemos escrito al Presidente Chávez con ese reclamo. No, no tenemos el gobierno que nos merecemos, porque nos merecemos algo mucho mejor. Pero sí tenemos el gobierno que aguantamos.

El MRS tiene 16 años de ser un partido programático y no nos ha sido fácil. Porque siempre nos encontramos con la demanda de que seamos como son los otros partidos. Lograr que en el MRS no haya un estilo clientelista, cultivar la democracia interna, tampoco ha sido fácil. Porque todos en Nicaragua venimos de un molde autoritario en la familia, en la escuela, en la política. Y el molde autoritario es intolerante y sectario. Hoy, el ejercicio democrático al interior del MRS es un esfuerzo deliberado, empujado, pensado, todavía no es fluido. Acabamos de avanzar en un cambio generacional a nivel nacional, pero a nivel departamental tenemos resistencias para el cambio generacional. Porque en Nicaragua el relevo de figuras políticas es muy difícil y los dirigentes se hacen ancianos en el cargo y se mueren sin soltarlo.

En el MRS estamos claros que cambiar la manera de hacer política requiere tiempo y que es un camino más difícil. Lo más fácil hubiese sido votar por la reforma constitucional que quería Ortega para reelegirse legalmente y aceptar el dinero y prebendas que nos ofrecieron entonces. Pero hacerlo nos hubiera puesto en la acera de enfrente y con las mismas mañas.

Las opciones políticas de cambio se configuran en momentos críticos. El Frente Sandinista pasó de 1961 a 1978 siendo una absoluta, total y completa minoría. ¿Qué era el Frente Sandinista en enero de 1978, cuando mataron a Pedro Joaquín Chamorro? Una super-minoría, una ultra-minoría. Para darles una idea de la clase de minoría que éramos, a principios de 1980, a unos meses de iniciada la revolución, se decidió que íbamos a entregar carnets de militantes del Frente. ¿Y cuántos carnets repartimos? Solamente mil. Y tuvimos que hacer un esfuerzo sobrehumano para lograr repartir mil.

La minoría que fue el Frente Sandinista durante tantos años, ¿por qué se convirtió en un factor revolucionario? Porque había sostenido “el punto” y porque supo hacer un planteamiento en el momento de la crisis. No hay que tenerle miedo a ser minoría. Siempre han sido las minorías las que han impulsado los cambios. Decía Lenin que la política es también un asunto de números. Estamos claros de que es así, y especialmente lo es en la política electoral, que es asunto de números. Y el gran problema que tenemos hoy en Nicaragua es que en las urnas ya los números no valen, los votos no valen porque los cuentan siempre a favor de Ortega. Por eso, el primer objetivo es cambiar el sistema electoral.

Hay que decir en honor a la verdad que la oposición en Nicaragua no es una minoría. La elección municipal de noviembre pasado y la elección presidencial de noviembre de 2011 nos demostraron que el orteguismo sigue siendo una fuerza minoritaria en la realidad social nicaragüense. Si los votos se contaran bien, Daniel Ortega ya estaría fuera del poder por la vía cívica. Si el orteguismo fuera mayoritario ¿para qué necesitaría robarse las elecciones? Roba algo quien no lo puede tener legítimamente.

A pesar de todo, yo tengo una visión positiva y optimista de lo que pasa en Nicaragua. Las sociedades, como las personas, tienen procesos de crecimiento en los cuales aprenden, se van moldeando, van acumulando experiencia y energías. Esta sociedad, ciertamente, soporta el modelo orteguista. Pero también lo está cambiando. ¿Ha cambiado, por ejemplo, el papel de las mujeres en Nicaragua? Creo que sí. Es cierto que las siguen garroteando y matando, pero también es cierto que hay más denuncias, que hay más defensa, que hay más trabajo, que hay más conciencia. Y como ésa hay otras corrientes subterráneas en la sociedad que van cambiándonos a nosotros mismos, que cambian el papel con el que nos colocamos ante las realidades, que terminarán cambiando a la sociedad.

Creo, estoy convencida, que la sociedad nicaragüense está en una fase de acumulación, en una fase de maduración. Las revoluciones tienen una gran ventaja: borran el pizarrón, lo dejan limpio y llegamos a escribir en limpio. Pero llegas a escribir en limpio en materia legal, pero no en materia social. Las revoluciones tienen la ventaja de que provocan cambios radicales, pero tienen la desventaja de que esos cambios radicales no siempre son acompañados por el desarrollo propio de la sociedad.

La revolución sandinista produjo cambios profundos, cambió profundamente el diseño de esta sociedad. Desde la perspectiva de historiadora veo que nada de lo que existe ahora puede entenderse sin la revolución sandinista. Hoy estamos parados sobre los cambios que introdujo la revolución sandinista. Pero la hora de la involución, la ola del regreso al pasado, llegó.

Cambiamos leyes, cambiamos instituciones, pero no cambiaron los modelos mentales. Lo que la gente tiene en su cabeza no cambia tan rápido. Y hemos visto, por ejemplo, como en un modelo prebendario como el actual, una Policía que diseñamos para que estuviera al servicio de la comunidad, de la ciudadanía, y que de hecho lo estuvo durante años, se ha convertido ahora en una Policía política, en una Policía al servicio del engranaje de poder de una familia.
¿Qué hacer? Lo que hay que hacer es trabajar para hacer avanzar la conciencia de la gente, martillar sobre el mismo punto con perseverancia, con tenacidad. Hasta que llegue el momento en que el nivel de conciencia produzca resultados radicalmente distintos a los que vemos ahora. Que eso suceda tiene que ver muchas veces con los contextos. ¿Qué va a pasar el día en que el orteguismo no tenga ya dinero para más prebendas?

Las condiciones económicas que favorecieron al orteguismo están cambiando, y se van a poner progresivamente difíciles. Los precios internacionales de los productos del campo, que han estado muy buenos, están bajando. Y en las ciudades va a golpear con más fuerza el alza de precios. Y el orteguismo se va quedar sin dinero para repartir. La sociedad tendrá que capitalizar políticamente estos cambios. ¿Cuál es la ventaja de optar por la vía cívica en estas circunstancias? Y lo repito: en estas circunstancias. La ventaja de la vía cívica es que se le da un plazo a la sociedad para que madure en otra dirección.

¿Qué hacer? Seguir haciendo lo que hemos hecho: fortaleciendo los liderazgos comunitarios, la organización de las comunidades, la organización de la sociedad. Y en lo que a nosotros nos toca como MRS construir una opción política consecuente con lo que andamos pregonando.

Tenemos la confianza de que todo se va a catalizar en un plazo más corto del que suponemos. Porque ésta es una sociedad agotada del profundo sectarismo que ha inundado el país. El sectarismo de una casta familiar, de castas familiares. El sectarismo en el municipio del secretario político y de su familia discriminando al resto de la gente. ¿Qué nicaragüense cree hoy que las instituciones del Estado nos sirven a todos? Ya nadie lo cree.

La gente está agotada del sistema de reparto prebendario a las castas de poder. Está agotada de hacer fila en el partido para que le den una beca, un trabajo, la matrícula…

La gente en Nicaragua está harta de ser tratada como personas sin dignidad. Cuando a un maestro le dicen que tiene que ir a la fila del orteguismo, ¿qué va a hacer? ¿Decir que no va? ¿Y si tiene cuatro hijos y sólo tiene ese salario? Se va a poner en la fila aunque por dentro proteste porque lo tratan con indignidad. El régimen de Daniel Ortega ha tratado de manera indigna a la inmensa mayoría del pueblo nicaragüense. La ha tratado como limosnera, como objeto, obligándola a hacer cosas contra su voluntad y contra su conciencia.

Eso todos lo tenemos guardado. Eso va a reventar. Eso está ahí. Eso son corrientes subterráneas que ahí van y como toda corriente subterránea buscará cómo salir fuera. Llegará la hora. ¿Qué es lo que tenemos que hacer? Seguir fortaleciendo la dignidad de las personas, seguir fortaleciendo su protagonismo, seguir fortaleciendo su posición, seguir fortaleciendo sus demandas y sus luchas justas. Y seguir organizándonos y actuando para hacer que llegue esa hora.

Testifico Cardenal Mahony


martes, 26 febrero 2013 05:27 am47°SuscriptionMahony declara sobre abusos sexuales de curas en Los Ángeles   02/23/2013  |  La OpiniónEl Cardenal Roger Mahony, exarzobispo de Los Ángeles, testificó sobre casos abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes católicos
WASHINGTON.- El cardenal de Los Ángeles, Roger Mahoney, respondió hoy durante más de 3 horas y media ante varios abogados sobre su presunta vinculación en un escándalo de abusos sexuales a menores dentro del seno de la Iglesia, informó uno de los letrados al diario Los Ángeles Times.Relativamente imperturbable, Mahony respondió al interrogatorio bajo juramento tras las acusaciones vertidas contra él que lo acusan de haber ocultado dichos abusos por parte de otros clérigos."Se mantuvo en calma y aparentemente sereno en todo momento", dijo el abogado Anthony De Marco, que representa a un hombre que demandó a la Archidiócesis de Los Ángeles por el abuso que dice haber sufrido a manos de un sacerdote en 1987.Mahony ha testificado en varias ocasiones en el pasado, pero la sesión de hoy fue la primera en la que se ha tratado la reciente publicación de los registros internos de la Iglesia que muestran los nombres de los presuntos abusadores.De Marco se negó a detallar tanto las preguntas a las que fue sometido Mahony como las respuestas que dio el cardenal, citando una orden de protección judicial.El pasado 31 de enero, el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, destituyó de todos sus cargos a Mahony, prelado jubilado de esa archidiócesis, por no haber denunciado algunos de los centenares de casos de abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes y por la mala gestión de los mismos.En particular, Mahony está relacionado con el caso del cura mexicano Nicolás Aguilar Rivera, de la archidiócesis de Los Ángeles, que tras las denuncias de algunas de las víctimas, huyó a México.Según las acusaciones, tras las denuncias de las familias de las víctimas, la Iglesia hizo de todo para retrasar el arresto y así se permitió escapar a México a Aguilar Rivera, quien sólo después fue suspendido.En los informes confidenciales publicados por la Archidiócesis aparecen los nombres de 120 sacerdotes relacionados con casos de pederastia.En esos informes se decía que la actuación de Mahony estuvo marcada por la protección de los curas acusados y por su intención de evitar que los casos salieran a la luz.En 2007 la Iglesia católica estadounidense indemnizó a más de 500 víctimas con 660 millones de dólares, tras alcanzar un acuerdo extrajudicial.La declaración se produjo justo antes de que Mahony viajara a Italia para votar en el cónclave que elegirá al próximo Papa.En una publicación en su cuenta de Twitter el pasado viernes, Mahony escribió que su testificación tendría lugar "tan sólo unas pocas horas antes" de su partida hacia Roma.

LAS VERDADERAS RAZONES DE LA RENUNCIA DEL PAPA BENEDICTO XVI


Corrupción, lavado de dinero y las luchas internas más feroces
Un informe terminó de convencer de que era imposible limpiar el Vaticano, donde hasta la Cosa Nostra guarda sus fondos. La abdicación como manera de sacudir el tablero en la Iglesia.

Por Eduardo Febbro
Desde París

Los expertos vaticanistas alegan que el papa Benedicto XVI decidió renunciar en marzo del año pasado, después de regresar de su viaje a México y a Cuba. En ese entonces, el Papa que encarna lo que el especialista y universitario francés Philippe Portier llama “una continuidad pesada” con su predecesor, Juan Pablo II, descubrió la primera parte de un informe elaborado por los cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi. Allí estaban resumidos los abismos nada espirituales en los que había caído la Iglesia: corrupción, finanzas oscuras, guerras fratricidas por el poder, robo masivo de documentos secretos, pugna entre facciones y lavado de dinero. El resumen final era la “resistencia en la curia al cambio y muchos obstáculos a las acciones pedidas por el Papa para promover la transparencia”.

El Vaticano era un nido de hienas enardecidas, un pugilato sin límites ni moral alguna donde la curia hambrienta de poder fomentaba delaciones, traiciones, zancadillas, lavado de dinero, operaciones de Inteligencia para mantener sus prerrogativas y privilegios al frente de las instituciones religiosas y financieras. Muy lejos del cielo y muy cerca de los pecados terrestres. Bajo el mandato de Benedicto XVI, el Vaticano fue uno de los Estados más oscuros del planeta. Josef Ratzinger tuvo el mérito de destapar el inmenso agujero negro de los curas pedófilos, pero no el de modernizar la Iglesia y dar vuelta la página del legado de asuntos turbios que dejó su predecesor, Juan Pablo II.

Ese primer informe de los tres cardenales desembocó, en agosto del año pasado, en el nombramiento del suizo René Brülhart, un especialista en lavado de dinero que dirigió durante ocho años la Financial Intelligence Unit (FIU) du Liechtenstein, o sea, la agencia nacional encargada de analizar las operaciones financieras sospechosas. Brülhart tenía como misión poner al Banco del Vaticano en sintonía con las normas europeas dictadas por el GAFI, el grupo de acción financiera. Desde luego, no pudo hacerlo. El pasado turbio le cerró el paso.
Benedicto XVI fue, como lo señala Philippe Portier, un continuador de la obra de Juan Pablo II: “Desde 1981 siguió el reino de su predecesor acompañando varios textos importantes que él mismo redactó a veces, como la Condena de las teologías de la liberación de los años 1984-1986, el Evangelium Vitae de 1995, a propósito de la doctrina de la Iglesia sobre temas de la vida, o Splendor Veritas, un texto fundamental redactado a cuatro manos con Wojtyla”. Estos dos textos citados por el experto francés son un compendio práctico de la visión reaccionaria de la Iglesia sobre las cuestiones políticas, sociales y científicas del mundo moderno.


La segunda parte del informe de los tres cardenales le fue presentada al Papa en diciembre. Desde entonces, la renuncia se planteó de forma irrevocable. En pleno marasmo y con un montón de pasillos que conducían al infierno, la curia romana actuó como lo haría cualquier Estado. Buscó imponer una verdad oficial con métodos modernos. Para ello contrató al periodista norteamericano Greg Burke, miembro del Opus Dei y ex miembro de la agencia Reuters, la revista Time y la cadena Fox. Burke tenía por misión mejorar la deteriorada imagen de la Iglesia. “Mi idea es aportar claridad”, dijo Burke al asumir el puesto. Demasiado tarde. Nada hay de claro en la cima de la Iglesia Católica.

La divulgación de los documentos secretos del Vaticano orquestada por el mayordomo del papa, Paolo Gabriele, y muchas otras manos invisibles fue una operación sabiamente montada cuyos resortes siguen siendo misteriosos: operación contra el poderoso secretario de Estado, Tarcisio Bertone, conspiración para empujar a Benedicto XVI a la renuncia y poner a un italiano en su lugar, o intento de frenar la purga interna en curso y la avalancha de secretos, los vatileaks sumergieron la tarea limpiadora de Burke. Un infierno de paredes pintadas con ángeles no es fácil de rediseñar.

Benedicto XVI se hizo aplastar por las contradicciones que él mismo suscitó. Estas son tales que, una vez que hizo pública su renuncia, los tradicionalistas de la Fraternidad de San Pío X, fundada por monseñor Lefebvre saludaron la figura del Papa. No es para menos: una de las primeras misiones que emprendió Ratzinger consistió en suprimir las sanciones canónicas adoptadas contra los partidarios fascistoides y ultrarreaccionarios de monseñor Lefebvre y, por consiguiente, legitimizar en el seno de la Iglesia esa corriente retrógrada que, de Pinochet a Videla, supo apoyar a casi todas las dictaduras de ultraderecha del mundo.

Philippe Portier señala al respecto que el Papa “se dejó sobrepasar por la opacidad que se instaló bajo su reino”. Y la primera de ellas no es doctrinal, sino financiera. El Vaticano es un tenebroso gestor de dinero y muchas de las querellas que se destaparon en el último año tienen que ver con las finanzas, las cuentas maquilladas y las operaciones ilícitas. Esta es la herencia financiera que dejó Juan Pablo II y que para muchos especialistas explica la crisis actual. El Instituto para las Obras de Religión, es decir el banco del Vaticano, fundado en 1942 por Pío XII, funciona con una oscuridad tormentosa. En enero, a pedido del organismo europeo de lucha contra el blanqueo de dinero, Moneyval, el Banco de Italia bloqueó el uso de las cartas de crédito dentro del Vaticano debido a la falta de transparencia y a las fallas manifiestas en el control de lavado de dinero. En 2011, los cinco millones de turistas que visitaron la Santa Sede dejaron 93,5 millones de euros en las cajas del Vaticano, ahora deberán pagar al contado. El IOR gestiona más de 33.000 cuentas por las que circulan más de seis mil millones de euros. Su opacidad es tal que no figura en la “lista blanca” de los Estados que participan en el combate contra las transacciones ilícitas.

En septiembre de 2009, Ratzinger nombró al banquero Ettore Gotti Tedeschi al frente del Banco del Vaticano. Cercano al Opus Dei, representante del Banco de Santander en Italia desde 1992, Gotti Tedeschi participó en la preparación de la encíclica social y económica Caritas in veritate, publicada por el Papa en julio. La encíclica exige más justicia social y plantea reglas más transparentes para el sistema financiero mundial. Tedeschi tuvo como objetivo ordenar las turbias aguas de las finanzas vaticanas. Las cuentas de la Santa Sede son un laberinto de corrupción y lavado de dinero cuyos orígenes más conocidos se remontan a finales de los años ’80, cuando la Justicia italiana emitió una orden de detención contra el arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, el llamado “banquero de Dios”, presidente del Instituto para las Obras de la Religión y máximo responsable de las inversiones vaticanas de la época.

Marcinkus era un adepto a los paraísos fiscales y muy amigo de las mafias. Juan Pablo II usó el argumento de la soberanía territorial para evitar la detención y salvarlo de la cárcel. No extraña, le debía mucho, ya que en los años ’70 y ’80 Marcinkus había utilizado el Banco del Vaticano para financiar secretamente al hijo predilecto de Juan Pablo II, el sindicato polaco Solidaridad, algo que Wojtyla no olvidó jamás. Marcinkus terminó sus días jugando al golf en Arizona y en el medio quedó un gigantesco agujero negro de pérdidas (3,5 mil millones de dólares), inversiones mafiosas y también varios cadáveres.

El 18 de junio de 1982 apareció un cadáver ahorcado en el puente londinense de Blackfriars. El cuerpo pertenecía a Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano y principal socio del IOR. Su aparente suicidio corrió el telón de una inmensa trama de corrupción que incluía, además del Banco Ambrosiano, la logia masónica Propaganda 2 (más conocida como P-2), dirigida por Licio Gelli, y el mismo Banco del Vaticano dirigido por Marcinkus. Gelli se refugió un tiempo en la Argentina, donde ya había operado en los tiempos del general Lanusse mediante un operativo llamado “Gianoglio” para facilitar el retorno de Perón.

A Gotti Tedeschi se le encomendó una misión casi imposible y sólo permaneció tres años al frente del Instituto para las Obras de Religión. Fue despedido de forma fulminante en 2012 por supuestas “irregularidades en su gestión”. Entre otras irregularidades, la fiscalía de Roma descubrió un giro sospechoso de 30 millones de dólares entre el Banco del Vaticano y el Crédito Artigiano. La transferencia se hizo desde una cuenta abierta en el Crédito Artigiano pero bloqueada por la Justicia a causa de su falta de transferencia. Tedeschi salió del banco pocas horas después de que se detuviera al mayordomo del Papa y justo cuando el Vaticano estaba siendo investigado por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales. En realidad, su expulsión constituye otro episodio de la guerra entre facciones. En cuanto se hizo cargo del puesto, Tedeschi empezó a elaborar un informe secreto donde consignó lo que fue descubriendo: cuentas cifradas donde se escondía dinero sucio de “políticos, intermediarios, constructores y altos funcionarios del Estado”. Hasta Matteo Messina Denaro, el nuevo jefe de la Cosa Nostra, tenía su dinero en el IOR. Allí empezó el infortunio de Tedeschi. Quienes conocen bien el Vaticano alegan que el banquero amigo del Papa fue víctima de un complot armado por consejeros del banco con el respaldo del secretario de Estado, monseñor Bertone, un enemigo personal de Tedeschi y responsable de la comisión cardenalicia que vigila el funcionamiento del banco. Su destitución vino acompañada por la difusión de un “documento” que lo vinculaba con la fuga de documentos robados al Papa.

Más que las querellas teológicas, es el dinero y las sucias cuentas del Banco del Vaticano lo que parecen componer la trama de la inédita renuncia del Papa. Un nido de cuervos pedófilos, complotistas reaccionarios y ladrones, sedientos de poder, impunes y capaces de todo con tal de defender su facción, la jerarquía católica ha dejado una imagen terrible de su proceso de descomposición moral. Nada muy distinto al mundo en el que vivimos: corrupción, capitalismo suicida, protección de los privilegiados, circuitos de poder que se autoalimentan y protegen, el Vaticano no es más que un reflejo puntual de la propia decadencia del sistema.
efebbro@pagina12.com.ar

lunes, 25 de febrero de 2013

La basura


Onofre Guevara López
“Si la corrupción es la basura del Estado,
y  es más perjudicial de lo que fue la basura
 de La Chureca, ¿por qué pudieron sanear La Chureca,
 y no pueden sanear al Estado?”(*) 

Con el gigantismo de la corrupción estatal, cualquier robo en una institución secundaria parece insignificante, aunque sean igualmente dañinos. Y en ambos niveles son igualmente condenables. Pero hoy, solo son moralmente condenables, porque es imposible pasar más allá de la denuncia. Los gobernantes guardan silencio ante las denuncias y pruebas de corrupción en los altos niveles administrativos—. Y aunque toda denuncia está destinada al vacío, no hacerla es tolerar la corrupción, por no decir, hacerse cómplice.
Si la Corte Suprema de justicia, la Contraloría y la Procuraduría de Justicia, ven correcto que la colaboración venezolana la maneje el titular del Ejecutivo fuera del Presupuesto General de la República, como su negocio privado, y sepan, como todo el mundo, que de tal práctica se deriva corrupción, ¿qué puede interesarles el manejo de los recursos en instituciones menores? Algo más, que no es asunto de menos: algunos lo toleran en sus propios predios.
Desde el Alba grande, donde la transparencia nunca ha visto amanecer, y desde las Albitas, solo salen los lamentos sobre los malos manejos administrativos. Un pequeño espacio semanal como este no es idóneo para reportear sobre la corrupción. Pero, como la falta de investigación periodística sobre esa basura estatal se está escondiendo debajo de la información sobre la basura física medioambiental, no hay más remedio que hacer denuncias en cualquier espacio.
Desde una de las Albitas, Alba-Transporte, se dice que allí transitan muchos abusos. Que allí, taxistas y buseros, según los contratos de adquisición de vehículos nuevos tienen “garantizados” repuestos y servicios en los talleres. Pero que hay ejemplos de pequeñas piezas del motor que en el comercio cada una no cuesta más de 80 córdobas, son vendidas en ¡mil cuatro córdobas! , por lo cual el 90% de los concesionarios prefiere perder las “garantías” del contrato.
 Sin embargo, se dice, eso no preocupa a los administradores –más bien parece convenirles—, pues pasan a otra opción del negocio: vender piezas de automotores fuera de los contratos oficiales, sin control. Por eso, según denuncias, se ven desfilar motores de los viejos buses amarillos, entregados por los cooperativistas a cambio de los nuevos, hacia destinos que, se supone, son transportistas de los departamentos del país.
Cuando alguna autoridad superior de Alba-Transporte se siente abrumada con la certeza de las denuncias, cambia al gerente y al director de los talleres, tal como ocurrió en agosto de 2012. Pero cambiar no es señal de rectificación de abusos, sino que hasta se vuelve ventajoso para quienes los cometen, porque  además de no ser penados, ni obligados a devolver nada, son indemnizados.  Y con una constancia “del partido” de buenas conductas hasta pueden lograr otro buen puesto de trabajo.
Esos fueron los casos de los funcionarios despedidos, me informan, pese a que también les robaron a los trabajadores su cotización “al partido”. Durante año y medio, les quitaron la cotización de cuyo destino sospechan que fue consumida en cervezas, en los juegos dominicales de “sofball” que practicaban los funcionarios con sus amigos. Este abuso quedó impune, porque los trabajadores quedaron ante la alternativa de recuperar el dinero o perder el trabajo. Y es imaginable cuál fue de su decisión.
Ahora ya no se cobra la “cotización  del partido”, pero no por falta de ganas, sino porque los trabajadores ya no lo permiten. Eso no significa, dicen, que ahora todo está en orden. Siguen funcionando los negocios, y hasta los familiares de los funcionarios reciben servicios de reparación de sus vehículos y de repuestos, según los denunciantes, de forma gratuita. Todo funciona sin órdenes de trabajo firmadas y selladas, solo bajo órdenes orales. No quedan huellas, solo los daños.

(*) “Don Procopio”, Onda Local, Radio La Primerísima, 22/02/2012.

El origen del olor de los libros

Hay lectores que lo primero que hacemos al agarrar un libro es olerlo, poder sentir ese olor a libro nuevo o viejo, pero muy pocos de nosotros sabemos a qué se debe este aroma, que si lo pudiéramos embotellar se vendería como pan caliente, aunque ahora que lo pienso, leyendo acerca de lo que está detrás de este olor  puede que sí se pueda embotellar.


El olor de los libros se da por varios factores, entre ellos la tinta y el papel, éste último está conformado por una cantidad de lignina, el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal. La función de la lignina es darle firmeza a la madera de los troncos para que los árboles permanezcan erguidos y pasen de los dos metros de alto y los microorganismos y enzimas no los devoren. Al ser un endurecedor, y al papel venir de los árboles, tiene cierto nivel de lignina, lo que lo hace tener cierta resistencia y dureza. 
 
En la actualidad el papel de los libros tiene poca lignina, ya que utilizan papel libre de ácidos, esto para que las hojas permanezcan blancas por más tiempo, también tiene pH neutro para su conservación.

Una de las cosas que le sucede a la lignina con el paso del tiempo es que se oxida, por lo cual hace que el papel quede “amarillo”, por eso los libros viejos tienen hojas de este color. Otra de las cosas que pasa cuando se oxida la lignina es que comienza a desprender más olor, y aquí viene la explicación de por qué nuestros  libros tienen ese aroma que nos encanta a algunos: “El olor es resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles y semivolátiles resultado de la red de rutas bioquímicas de degradación del papel y depende tanto de la composición original del papel como del entorno en el que ha envejecido” y, dejando de lado lo científico un momento, lo que más nos interesa  ¡la lignina es prima hermana de la Vainilla!, por eso ese olor tan agradable que tienen los libros, ya que le da un aroma similar al de la vainilla, que por cierto fue sintetizada en 1874 por Ferdinand Tiemann y Wilhelm Haarmann a partir de la savia del pino, otro olor muy famoso.
 
Ahora ya sabes porque el olor a libros nuevos es tan maravilloso y nos gusta tanto entrar a las librerías o a las bibliotecas y quedarnos solo por el olor

¿El 'mea culpa' del Frente?

Cinthia Membreño


Las campañas de comunicación del gobierno de Daniel Ortega, cuyos mensajes presentan a una Nicaragua “cristiana, socialista y solidaria” y a ciudadanos “bendecidos, prosperados y en victorias”, forman parte de una manipulación de creencias religiosas que buscan exorcizar las culpas que la cúpula del FSLN carga desde la década de los ‘80.
María Teresa Blandón, directora del Programa Feminista La Corriente, una organización que promueve los derechos humanos, compartió la anterior afirmación mientras presentaba las conclusiones de un estudio que analiza el impacto de las estrategias gubernamentales en la construcción de nociones de derechos. El análisis, indicó, se enfoca en los ciudadanos nicaragüenses, pero sobre todo en las mujeres que profesan una religión.
“El uso y abuso de Dios y la virgen: su impacto en la vida de las mujeres nicaragüenses”, es una investigación que Blandón condujo junto a la antropóloga mexicana Rosario Castañeda y que ambas presentaron en la Universidad Centroamericana (UCA) el pasado viernes. Este involucró a 42 mujeres, entre católicas, evangélicas y agnósticas, quienes explicaron cómo viven la fe e interpretan el uso de figuras religiosas por el gobierno actual.  
Según Blandón, el estudio revela que las participantes no creen en el discurso fervoroso del gobierno y alegan que éste insiste en presentarse como cristiano por el interés de hacer que los nicaragüenses, en especial los jóvenes, olviden la relación conflictiva que el partido mantuvo con la iglesia católica durante los ’80, momento en que simpatizaba con los postulados del marxismo – leninismo, ideología que defiende la construcción de un Estado laico.
La estrategia de adoptar una ideología religiosa también pretende desvanecer las acusaciones de abuso sexual hechas en 1998 por Zoila América Narváez en contra de Daniel Ortega, su padrastro, indican. “Quiérase o no, ese historial ha dejado una herida. Cualquiera puede pensar que esta es una familia disfuncional porque no lograron tener el equilibrio apropiado para establecer relaciones armoniosas. Entonces, el discurso religioso también es una manera de expiar públicamente estas huellas”, manifestó Blandón.    
De igual manera, se explica en el estudio que el restablecimiento de las relaciones amistosas entre la iglesia católica y el Frente Sandinista ayuda a que el partido no tenga que afrontar las críticas que se hacían en contra de sus líderes. Gracias a ello, los ciudadanos ahora pueden ver tanto a Ortega como a Rosario Murillo, primera dama del país, arropados por una idea de amor y bondad, en lugar de mostrar a su gobierno tal cual, plagado de casos de corrupción y atropellos a los derechos humanos.
La unión entre el conservadurismo religioso y el fundamentalismo político también es un riesgo para la sociedad nicaragüense y que beneficia a los máximos líderes del partido. El discurso que se promueve desde la Presidencia, apuntan, muestra una asociación entre la voluntad de Dios y las acciones del mandatario, y en consecuencia, las decisiones que toma Murillo en lo que respecta a la ejecución de programas que favorecen a los pobres.
Sin embargo, los mismos gobernantes contradicen el discurso cuando aprueban reformas fiscales a puertas cerradas y plantean transformaciones al sistema de seguridad social, decisiones que afectan drásticamente a la ciudadanía, en especial a los grupos menos favorecidos. “Esto suele llevarse a cabo obviando cualquier asociación con la voluntad divina”, detallan en la investigación.
Un fundamentalismo desfasado
Aunque en Nicaragua todavía no existen pesquisas que revelen la cantidad exacta de personas que no se declaran miembros de ninguna religión o que pertenezcan a otras ideologías, una característica imperante en la estrategia del gobierno de Ortega es asumir que la población es sólo católica o evangélica.
“Ellos dan por hecho que todo el mundo es de una corriente o de otra, no tienen ninguna consideración por el resto de la gente, que puede ser agnóstica o budista, porque los hay en el país. Tampoco piensan en los que son adeptos a filosofías distintas, personas que hacen sus propias búsquedas a través del Yoga o el Reiki, por ejemplo”, asegura María Teresa Blandón.
En consecuencia, el mayor Talón de Aquiles que los jerarcas eclesiásticos y políticos enfrentan es una población que poco a poco se hace más diversa y que se aleja de prácticas fundamentalistas excluyentes.  De acuerdo a la presidenta de La Corriente, la manera en que los líderes manejan los asuntos de fe ya no responden a las necesidades diarias del mundo moderno y a temas de derechos sexuales.
“El uso y abuso de Dios y la virgen: su impacto en la vida de las mujeres nicaragüenses” también apunta a que en Nicaragua ya se ven algunos avances con respecto a la influencia que tiene la religión en la toma de decisiones de los feligreses, pues para muchos ésta no es fundamental a la hora de formular demandas. No obstante, Blandón aclara que estos avances son todavía incipientes porque compiten con el fundamentalismo religioso y la manipulación que hace el gobierno del mismo.

Frei Betto: El único cambio en el Vaticano será el nombre del Papa


Fabiana Frayssinet entrevista al escritor y religioso brasileño FREI BETTO
RÍO DE JANEIRO, feb (IPS) – La única consecuencia que tendrá en Brasil la renuncia de Benedicto XVI como jefe de la Iglesia Católica será el cambio de los afiches que anunciaban su presencia en julio en esta ciudad para participar de la Jornada Mundial de la Juventud, ironizó Frei Betto.
El prelado alemán Joseph Ratzinger, quien se retirará el 28 de este mes tras casi ocho años de papado como Benedicto XVI, imprimirá su sello en la elección de su sucesor, analizó el religioso brasileño en diálogo con IPS.
Frei Betto, seudónimo de Carlos Alberto Libânio Christo, y otros destacados pensadores, sacerdotes y obispos exponentes de la Teología de la Liberación, una línea progresista del catolicismo originada en los años 60 en América Latina, fueron blancos preferidos de críticas y hasta censuras del Papa saliente.
Ratzinger fue el más férreo opositor de esta corriente, que enfatiza la necesidad de enfrentar las injusticias sociales a partir del compromiso cristiano de opción por los pobres, incluso desde su anterior función como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sucesora de la Inquisición, desde donde prohibió enseñar teología a personalidades como el suizo Hans Küng y el brasileño Leonardo Boff.
“Soy muy pesimista” respecto de que el nuevo Papa cambie el rumbo conservador de la Iglesia Católica y la modernice, sostuvo Betto, autor entre otros libros de “Fidel y la religión”, amigo y exasesor especial en el comienzo del gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) en programas como “Hambre Cero”.
IPS: ¿Qué repercusiones tendrá para la Iglesia Católica, en especial para Brasil y el resto de América Latina, la renuncia anunciada este lunes 11 por el papa Benedicto XVI?
FREI BETTO: Creo que para Brasil en especial la única consecuencia será rehacer toda la propaganda de la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará del 23 al 28 de julio en Río de Janeiro, cambiando la imagen de Benedicto XVI por la de su sucesor, que será elegido en marzo.
La renuncia en sí misma no tiene mayores efectos. La elección de un nuevo pontífice sí, dependiendo de la orientación que imprima a la Iglesia Católica.
IPS: ¿En ese sentido podemos anticipar una modernización de la Iglesia?
FB: No soy optimista por las siguientes razones: Benedicto XVI cumplirá un rol principal en la elección del nuevo Papa. Y decidió continuar viviendo en el Vaticano. Es así que la Iglesia corre el riesgo de tener por un tiempo un doble poder.
El nuevo Papa jamás hará algo que desagrade a su antecesor. Por lo tanto mantendrá la prohibición de que se debatan en la Iglesia temas como el aborto, el fin del celibato sacerdotal, el derecho de las mujeres al sacerdocio, el uso de preservativos, la aplicación de células madre, la unión de homosexuales, etcétera.
Después de la muerte de Benedicto XVI entonces sí sabremos qué piensa y qué quiere el nuevo pontífice.
IPS: ¿De qué manera imprimió su conservadurismo Joseph Ratzinger en América Latina y Brasil?
FB: No afirmo que Benedicto XVI dio continuidad a Juan Pablo II (1978-2005) porque, de hecho, era el inspirador y teórico de las medidas conservadoras tomadas por el polaco Karol Wojtyla.
Los dos se negaron a implementar las decisiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), ¡un encuentro realizado hace 50 años! Los dos descartaron obispos progresistas y nombraron conservadores, dieron más importancia a movimientos como el (ultraconservador) Opus Dei que a la Pastoral Popular o a las Comunidades Eclesiales de Base. Y los dos eran eurocéntricos.
La diferencia es que Juan Pablo II tenía la cabeza de derecha y el corazón de izquierda, o sea conservador en la doctrina y progresista en las cuestiones sociales, tanto como ser crítico del neoliberalismo y elogiar la Revolución Cubana. Benedicto XVI, en cambio, nunca tuvo sensibilidad por las cuestiones sociales.
IPS: ¿Qué rumbo pueden tomar a partir de su renuncia las líneas progresistas dentro de la Iglesia, como la Teología de la Liberación, que supieron tener un gran peso en América Latina?
FB: La línea progresista perdura en las bases de la Iglesia Católica, a través de las Comunidades Eclesiales de Base y de las pastorales populares (operaria, indígena, ancianos y otras), en la producción de los teólogos de la liberación. No obstante, esta estructura perdió en las últimas décadas el apoyo de obispos y cardenales.
IPS: El último censo de Brasil indica que la Iglesia Católica perdió 1,7 millones de fieles entre 2000 y 2010. De este modo, 64,6 por ciento de los 192 millones de habitantes del país se declaran seguidores de esta fe, cuando en 1970 llegaban al 90 por ciento. ¿Cómo explica usted este franco debilitamiento, que también se aprecia en el resto de América Latina?
FB: Estamos en un cambio de época, en el pasaje de la modernidad a la posmodernidad. Sin embargo, la Iglesia Católica todavía arrastra en sí resquicios medievales, como la división territorial en parroquias, y apenas dialoga con la modernidad.
De ahí su dificultad para entender e insertarse dentro de la modernidad. La Iglesia Católica ni siquiera sabe lidiar con las nuevas tecnologías electrónicas esenciales para el trabajo de evangelización. Es en ese punto que las iglesias neopentecostales son maestras, aunque su contenido sea alienante.
IPS: ¿En ese contexto, qué posibilidad de revertir esa merma de creyentes en Brasil tiene la Iglesia Católica con un nuevo Papa?
FB: La Iglesia Católica en Brasil se ha vaticanizado cada vez más. La Conferencia Nacional de Obispos, que tuvo un papel profético bajo la dictadura militar (1964-1985) * y hasta los años 90, ahora se recoge en la sacristía, dejando de ser la voz de los que no tienen voz.
* Por su actuación política opositora, Frei Betto fue encarcelado en dos ocasiones por la dictadura.(FIN/2013)