Hacer
el ridículo es caer en el escarnio general debido a actitudes que se salen de
lo normal. Las posibilidades de hacer el ridículo son infinitas, pero hay unas
en que el ridículo nos lleva a lo patético.
Es
exactamente lo que estamos haciendo quienes sostienen la recuperación y pronto
regreso de Hugo Chávez desde Cuba, para asumir su nuevo período presidencial y
los que nos tomamos el tiempo para probar su incapacidad física y mental para
cumplir con esa exigencia constitucional.
Hugo
Chávez Frías debería haberse presentado el 10 de Enero de 2013 a asumir el
cargo de Presidente de Venezuela, que había ganado en las elecciones del 7 de
Octubre de 2012. Pero no llegó a la cita constitucional, porque días antes
había tenido que partir hacia Cuba para someterse a una operación que su cáncer
terminal la demandaba. Desde ese día en que se despidió de sus
correligionarios, dejando un mensaje claro de lo que se debía hacer si él
faltaba a la cita, el reino de la especulación se apoderó de los que lo rodean
para no soltar el poder que a estas horas ya es inconstitucional. “Voten por
Maduro,” dijo el hombre fuerte de Venezuela, refiriéndose a las elecciones que
el vicepresidente venezolano tenía que convocar si él no se presentaba a asumir
el cargo.
Han
pasado una gran cantidad de días y Chávez no aparece, pero sus secuaces usan su
imagen para gobernar la nación de Simón Bolívar mediante decretos que a nadie
le consta que son decretados por el señor Presidente Chávez.
Allí
es cuando vemos el ridículo en que caen las naciones en nombre del poder.
Maduro y compañía se esmeran en mantener a Chávez con todas sus facultades
intactas, pero atado a una cama de hospital. Su firma la tienen arreglada
mediante la tecnología actual; sus escritos ostentan la firma cibernética, pero
no hay constancia de que hayan sido escritos por él. Todo eso hace quedar en el
soberano ridículo a la quinta potencia petrolífera del mundo.
Ridículo
Maduro que no se siente capaz de ganar una elección sin el apoyo de Chávez.
Ridículos nosotros que seguimos cayendo en el jueguito de los chavistas al
seguirles la corriente en su afán por apuntarse a una recuperación y no aceptar
una incapacidad que el mundo entero sabe como cierta.
Basta
que pensemos que a quien más le interesa dar a conocer que está activo, es a
Chávez y ni así aparece.
Debemos
callar y dejar a los venezolanos interesados en retener el poder por la mala,
que hagan el ridículo. Esperemos nosotros por el día en que el señor Maduro se
va a tener que dar por vencido, o se impone como presidente con el apoyo de las
fuerzas armadas venezolanas, en un
franco golpe de estado contra la Constitución de Venezuela. Después de
todo, el que yace en una cama, en coma, o no en coma, pero incapacitado, es un
golpista frustrado que obtuvo el perdón gracias a esa democracia que hoy
mancilla y destruye.
De
lo sublime a lo ridículo, decimos en baseball del jugador que hizo una jugada
magistral y enseguida comete un error garrafal. Lo mismo podemos decir de
Venezuela: De lo sublime, Bolívar, a lo ridículo, Chávez.
Jorge
J Cuadra V
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