El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 31 de octubre de 2011

CLARIBEL Y EL INFINITO


Luis Rocha

Coincidíamos plenamente en que el semblante de Claribel, expresado por mareas altas en su sonrisa, es como el mar, y por supuesto el mar es el infinito. Pero yo le hacía notar –y gustoso lo aceptaba- que ellos como pareja eran un solo mar que él lo complementaba como indispensable marea baja. Bud, “Lobo de Mar” Flakoll, y yo, en medio de una neblina que se podía cortar con un cuchillo, y un frío espantoso, estábamos para hacer ésta semblanza en el puerto noruego de Stavanger. Salíamos ya de una taberna repleta de humo y aromas de fuertes licores. Íbamos cálidos por la conversación y sus acompañamientos, es decir ebrios como un barco. Las naves vikingas que navegaban por su mirada hacían inequívoca referencia a sus ancestros. Por eso para él los fiord eran parte de su organismo. De ellos emergía, siempre, Claribel como un iceberg llameante. El viejo lobo de mar, gringo viejo con antepasados nórdicos, se acomodó su gorra marinera y su pipa, se dirigió a un arenquero anclado en la oscuridad, y conforme se adentraba en la noche, su voz luminosa nos recordó: “Mis raíces están en Claribel.”
Sabía y sabe Bud perfectamente porqué Claribel tiene una fijación con el mar, infinito o eternidad, o Bud-Mar, dicho en “Señora del mar” dedicado a él y a Erick: “Dentro de mí el mar/ con sus volcanes/ arrecifes/ abismos/ su movediza tierra/ el albatros-emblema/ y sus olas hirsutas. / Me fusioné con él/ me fusioné en un grito/ era un grito inhumano/ pero surgió de mí/ me liberó de mí/ soy señora del mar…”. Y existen otras aseveraciones en muchísimos de los poemas de mar, revelación y amor de Claribel, entre otros en: “Yo nací marinera: Se del canto del mar.” “MAR: Mar de labios ausentes en la bruma, lamento alzado en túmulos de espuma, unge mi voz con tu embriaguez salina.” Muy a Bud es cuando en “Elegía a un marinero”, escribe: “Tiendo mi voz antigua y no responde. / Su garganta, su acento, el mar esconde/ y en él mi corazón no haya cabida.” No importa el tiempo o  un antes o un después de los poemas. La Señora del Mar es la señora del marinero. Admirador como soy de la intemporalidad de la pareja humana, nunca podré verlos separados, sino en un mismo crucero.
Este es el secreto de la afición de Claribel por emprender cruceros, solitaria en apariencia. Lleva al mar y a Bud en la profundidad de su propio e insondable Mar: “El mar nos vuelve a él, / nos diluye en su flanco. / En la última piedra/ va a deslizarse el tiempo hasta su meta.” Pero es en “Salí a buscarte”, donde encuentro la más contundente confirmación a mi teoría: “Salí a buscarte/ atravesé valles/ y montañas/ surqué mares lejanos/ le pregunté a las nubes/ y al viento/ inútil todo/ inútil/ dentro de mí estabas.”
Ya se ha vuelto un hábito en mí escribir sobre Claribel. Es cierto que me lo solicitan, pero acabo dándome cuenta de que me gusta. Incluso a finales del año pasado escribí mi presentación a su libro “Pájaros encendidos” con el título de “Presentación en imágenes”. Nunca puedo desligar a Bud de Claribel. Una semblanza del uno sin el otro, me resulta imposible. Por eso hablaba de un solo mar, imponiéndose infinito con sus mareas. Se complementan, Bud y Claribel, en lo efímero y en lo eterno. El candor titilante de Claribel es el infinito que sedujo a Bud. El infinito de sus poemas. Bud y Claribel infinitos. Son un solo poema. Oda a la vida y Epitafio de la muerte.

“Extremadura”, Masatepe, 28 de octubre de 2011.

EL CAMINO A SIRTE


Luis Rocha

El camino a Sirte nace y muere en Sirte. Es, ignorando las advertencias de la Historia, el camino predilecto de déspotas y tiranos, pese a que hay un momento, casi al final, que pasa por horrendas, denigrantes y despreciables torturas. El camino a Sirte trata inútilmente de enseñar a los vencedores que no se debe de ser un salvaje ni cuando se derroca a un tirano. En realidad, el camino a Sirte es el trayecto que un día nace en efímeros ideales del déspota en ciernes, para continuar cuesta abajo hacia las infernales profundidades de la ambición, la codicia y la quimera del poder absoluto y eterno.
El camino a Sirte, según el dictador que lo utilice, tarda más o menos cuarenta y dos años en recorrerse. Pasa por derrocar a algún rey enfermo, como Idris, para acabar reencarnándose en él. Con la folklórica camella Jaima y una guardia personal de treinta vírgenes, a lo mejor imprudentes, el déspota de esta historia verdadera pasó por Bengasi y convirtió su plaza en Plaza de los Mártires. Encendió un fuego ya inextinguible para él y los familiares de mil presos aniquilados en la cárcel de Abu Salim de Trípoli, vencieron el miedo y contagiaron de aires de libertad Libia entera.
Como aprendieron los de aquí, Kadhafi allá quiso establecer un gobierno adaptado de su religión, mejorada por él, que fue su doctrina socialista, cristiana y solidaria, recogida en su Libro Verde, tan verde como una sonrisa, y creó la yamahiriya, que equivale a “Pueblo Presidente”. En teoría el poder pasó a los Consejos del Poder Ciudadano, dirigidos a menudo por adolescentes educados en el culto a su personalidad y con potestad para estar por encima de ministros y alcaldes. Pero en la práctica concentró en sí mismo el poder absoluto y se rodeó de una muy lujosa y supuestamente inexpugnable muralla de nepotismo, colocando a sus hijos en puestos claves militares, económicos y políticos. Ese fue su recorrido del camino a Sirte.
Hasta a un dictador en ciernes le aconsejaría no tomar el camino a Sirte, puesto que éste parte de y definitivamente termina en Sirte. No hay vuelta de hoja en las hojas de la Historia. Si viera y escuchara ese dictador no tan imaginario, a lo mejor se salvaba, y no seguiría los pasos de Adolfo, Benito, Anastasios o Muamar, entre otros tiranos que en el mundo han sido y se empecinaron en terminar sus fastuosos días en Sirte. Quien quiera oír que oiga y quien quiera ver que vea las imágenes de destrucción y muerte de las guerras, producto de sus incontrolables y demenciales ambiciones.
Porque el camino a Sirte pasa en Trípoli por plazas de aclamadores de déspotas y tiranos, que tarde o temprano se convierten en sus verdugos. Pasa por el desierto de los espíritus y por los espíritus desiertos. Sigue entonces ya el camino su camino inexorable. Aquel quien no se quiera dar cuenta  que el de reelegirse para perpetuarse en el poder es el camino equivocado, está irremediablemente perdido. Aún sin querer, regresará a Sirte, donde nacieron él y su camino. Ya será demasiado tarde. Aquel camino no tiene retorno. El camino a Sirte concluye en unos oscuros, sucios y nauseabundos tubos de drenaje, donde desde un comienzo ha estado, agazapada y aguardando, la muerte.

“Extremadura”, Masatepe, 27 de octubre de 2011. (Me quema la palabra). 

ME QUEMA LA PALABRA


Nos convoca esta tarde algo más que la presentación del último libro del poeta Luis Rocha Urtecho.
Realmente se trata de asomarnos a la culminación de una etapa más del autor y su obra y más aún, el encontrarnos con la vehemente coherencia entre el hombre, su espíritu y sus valores con la consecuencia de afrontar con verticalidad, valor y dignidad la parte de la vida doliente de Nicaragua que nos ha tocado vivir.
“Me quema la Palabra” salida de esa alentadora iniciativa editorial que sugerentemente nos grita SIGAMOS, es un compendio de las múltiples facetas literarias, políticas y humanistas de Luis Rocha Urtecho.
Si alguien quisiera sintetizar todo esto, concluiría que tanta ironía, tanta metáfora, tanta certeza crítica, tanta política en fluida prosa y tanta poesía para lamentar sórdidos caminos de la clase política que agobia Nicaragua, no son más que un desgarrador grito de protesta, que asaltando la palabra, proclama su irrenunciable devoción por la libertad.
Del recorrido de la incesante producción de Luis Rocha convirtiendo su obra en realmente un incendio de las palabras, se ocupa Onofre Guevara con la maestría en el uso del lenguaje a que nos tiene acostumbrados.
Sin embargo su prólogo a este libro no se agota con esas virtudes como esgrimista de idioma, sino que igualmente se llena de la íntima complacencia que a Onofre debió causarle el escribir sobre un amigo leal, un escritor de impacto en forma y fondo y quizás lo más importante, un compañero inquebrantable en la lucha nunca renunciada, a conseguir de Nicaragua una sociedad regida por instituciones democráticas y una gestión pública programada para la justicia con el antiguo pero eternamente vigente principio de dar a cada quien lo suyo y diseñada para la transformación estructural en nuestro país, que acerque con pasos acelerados a las grandes mayorías de nicaragüenses pobre y pobres extremos, a sus derechos inalienables de educación, salud, techo, cultura y todo lo que conforma el vivir con la dignidad de los seres humanos.
En esta presentación que no debió ser tan larga, no puedo eludir referirme al entorno anímico y vivencial que predominó en cada uno de los escritos de Luis Rocha, escogidos para otra obra.
Quiero dejar constancia de todas las emboscadas afrontadas por Luis, cada vez que  quería tomar la palabra y convertirla en lectura subversiva diaria para sus lectores.
No obstante, nada lo detuvo ni lo detiene. Se achica el mundo de la letra de imprenta, pero se abre un mundo tecnológico por donde las palabras seguirán quemando.
La demolición una vez más de los intentos de democratizar Nicaragua, la mentira de la república que  sólo los insulsos creen encontrarle similitudes con la Carta Interamericana a que los gobiernos del Continente se comprometieron, los procesos electorales convocados y dirigidos por usurpadores de los poderes del Estado, el derroche y el latrocinio con los recursos que por primera vez en la historia nos podían haber dado la oportunidad de una estrategia de desarrollo viable, la conversión de esto último en una miserable compra de votos por socorro populista y sectario, son los temas que dominan en la quema de las palabras de Luis Rocha que presentamos en este día.

Los que han querido silenciar a Luis Rocha por la claridad y contundencia de sus denuncias y protestas, como a todos los que aliena el poder, no se dan cuenta que el monte aún tiene brasas que dejaron las quemas del pasado y por los vientos que soplan no descartamos que la pradera vuelva a arder.
Onofre se inclina por los artículos contenidos en “Me queda la Palabra” y “Me quema la Palabra” , escogiendo para insértalos en esta obra, pese a la facilidad con que Luis sentía que escribió sus “Platicas de Caminante”.
Esa es cuestión del autor y su prologuista. Este presentador los asume a ambos y los invita a que se empoderen de todo sus contenidos. Son palabras de Luis Rocha dichas en altas y claras voces como decimos los abogados.
Pero no estuviera completa la intención de Luis si esas palabras no fueran también nuestras.
Leerlas y darnos cuenta que son para los que cruzamos varias décadas de vida pública, las mismas angustias que atormentaron nuestros espíritus juveniles.
Leerlas para los jóvenes es encontrar honestidad política en prosa y verso de una delitada existencia en la literatura y la política.
Y para todos, un compromiso con Nicaragua, una renovación de fe por el país que no dejaremos de soñar en construir y que poniendo la mano derecha sobre el libro de Luis Rocha, les juro que nosotros o los que nos seguirán lo van a lograr.
Luis  nos entrega en este libro sus palabras que le queman su conciencia ciudadana.
A nosotros nos toca propagar el incendio.  

Danilo Aguirre Solís

CANTINFLAS A SEIS MANOS




I
Nuestro buen amigo Rafael Isás nos envió desde México un articulo suscrito por Fernando Barraza para ARGENPRESS CULTURAL, en ocasión  del centenario del nacimiento del actor Mario Moreno, 12 de agosto de  1911, quien en más de cincuenta películas, inmortalizó al “pelado”, el personaje popular, que encarna el alma e identidad del pueblo charro.
II
Acordamos con Rafael en escribir a seis manos el artículo que les ofrecemos hoy, destacando que el gran mimo tuvo dos épocas en su  carrera cinematográfica, la primera,cuando alcanza la cúspide  interpretando al clásico peladito irreverente, que satiriza al orden  establecido y que pone en evidencia las contradicciones sociales de  México, y la segunda, cuando se convirtió en portavoz de los gobiernos priistas y nos empalagaba con lecciones moralistas. En esta segunda etapa, Mario Moreno le colocó una “camisa de fuerza”, sin éxito, al Cantinflas original.
III
Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes nace en 1911, trabaja y crea un personaje que llega a ser icónico, se casa, adopta un hijo, envejece,  llega a empresario, filántropo y físicamente muere.
Pero “Cantinflas” sale de la nada; no tiene familiares, ni nombre, ni  casa; nace en un medio adverso, pero aparece en el momento preciso y  sobresale por astucia y chispa, más que por conocimientos o  habilidades técnicas, y así representa múltiples situaciones y  personajes; pero nunca envejece y, ciertamente, jamás morirá.
IV
Cantinflas es un Don Nadie desenvolviéndose en el lugar más propicio a su condición: la carpa, en escenarios improvisados de lonas y  gastadas sillas de madera donde asiste el proletario - la plebe-, ,que en súbita comunión mágica se identifica con Cantinflas.
Un “lumpen” con ropa harapienta, pantalones tan bajos que permiten  mostrar sus calzoncillos, con chaleco raído y un trapo por corbata,  pero el personaje luce con cierta dignidad, elegancia y clase, muy a  su modo, agregando un andar, bailar y torear bufonesco con gestos y  poses únicas que lo transforman en un mimo consumado.
V
¿Le habrá influenciado Chaplin o Groucho Marx? Es probable, pero los  entendidos se inclinan por otro comediante de las carpas, Manuel  Medel, socio artístico en los prolegómenos de su carrera.
La raíz de la autenticidad de Cantinflas fue su manera de expresarse.  Ese hablar mucho para que, sin decir nada, el público supliera por el  actor sus propios pensamientos. Envolvía a los interlocutores,  inventaba palabras sacadas de la nada, pronunciando ideas locuaces  propias de la seguridad de un docto, con la certeza de que lo que él  decía carente de lógica, tenía todo el sentido del mundo, trayendo a  la conversación referencias que no venían al caso y brincando  magistralmente de una idea a otra, sin conexión alguna.
VI
Pocos personajes con quienes compartía el escenario en la carpa lo entendían, pero el público siempre lo seguía sin problema alguno  sabiendo perfectamente lo que decía o quería decir. La magia del mimo fue su identificación inmediata e inquebrantable con el  espectador. La lógica aplastante de la racionalidad irracional.
VII
Su apodo nace, según anécdotas, por los gritos de algún espectador que cuando escuchó sus incongruencias le gritó “¿cuánto inflas, en qué cantina inflas?”, pero en las películas, de espaldas a su apodo se le  llamaba simplemente el 777, padrecito, barrendero o recluta.
A pesar de sus constantes críticas políticas, Cantinflas no se identificaba con alguna reforma profunda de corte social, sino más  bien con la reivindicación del pobre, con la conquista de espacios  para que el desafortunado tuviera la oportunidad de acceder a un  escalón superior en la bien delineada estructura de la sociedad  mexicana. Apelaba además, a las conciencias de los adinerados para que  se compadecieran y le dieran alguna oportunidad al “peladito”, al que  viene de abajo.
VIII
Su crítica a la corrupción de los funcionarios públicos o de los  líderes sindicales adictos al régimen político fue implacable. Sin  embargo, Cantinflas fue más bien de ideología conservadora. Apelaba a  las conciencias, pero sin perturbar el orden establecido, es decir,  “cantinfleando” convincentemente, podríamos afirmar ahora a propósito  de su memoria.
Cantinflas también incursionó en el cine internacional, sin embargo,  al requerir traducción, se perdió la “chispa” del manejo singular de  los giros idiomáticos que hizo del mimo algo especial.
IX
Recordemos con nostalgia algunas de sus muchas frases que le  sobreviven: “Algo malo debe tener el trabajo, o los ricos ya lo  habrían acaparado”. “Si se necesita un sacrificio… renuncio a mi  parte y agarro la suya”. “Señora es después de todo, lo mismo que  señorita ….después de todo”. “O sea que usted se casó por poder y se  quiere divorciar por no poder”. “El agua es mala compadre ¿No ve que hasta luego la bendicen?”.
“Usted no se despreocupe…” “Si sufre, hábleme…si no sufre, ¿para qué  se queja?”. “Deje aquí la botella de tequila, porque si se descuida la  adulteran”. “En vez de un scotch prefiero un tequiloch con su limonoch”
IX
Su mejor época, la más auténtica, fue indudablemente la primera. En aquellos films en blanco y negro, el Cantinflas que vivirá para  siempre nos legó lo mejor de sí mismo. Sus películas quedan como  testimonio vivo de un gran mimo, de un personaje con una agilidad mental fuera de serie, auténtico crítico por una parte de los excesos de una burguesía  pujante y por otra símbolo-héroe de un lumpen proletario sin esperanzas, que encontraba en los diálogos “sin sentido” una vía de escape para reírse de sus carencias y aspiraciones truncadas.
X
El mejor epitafio que nos legó es sin duda “¡Pero que falta de  ignorancia!…ahí está el detalle, chato!”
Managua a principios de Octubre 2011
Rafael Isas, Neville Cross y Maria Elsa Vogl

viernes, 28 de octubre de 2011

INVITACIÓN A LIBRO DE LUIS ROCHA



La palabra en llamas


Onofre Guevara López
Si al autor de este libro le quema la palabra, es porque su palabra queda en llamas cuando dispara en ráfaga su crítica contra  los opresores. Y, leyendo este libro, se convencerán de lo dicho, como ya se habrán  convencido quienes le han dado seguimiento a su trabajo periodístico durante más de treinta años en El Nuevo Diario, y antes en otros medios de comunicación.  Su personalidad,  su identidad,  se las perfila la palabra Poeta que, cual prefijo, va unido a su nombre de forma inseparable: Luis Rocha Urtecho.  Nos identificamos por primer vez, en el momento cumbre de nuestra historia -como le sucedió a casi todos los nicaragüenses—, cuando debíamos reconocernos también en algunas tareas políticas de la revolución para hacerla crecer, según el sueño colectivo de entonces.
El poeta Rocha nació panameño por una temporal  residencia de sus padres en el país canalero, pero nicaragüense con el mayor de los porcentajes en la  sangre y en la cultura, la otra fuente de vida y de ser auténtico de un país, para poder ser universal. Quien nace a la vida y a la cultura –en cualquier lugar que sea— nace para todo el mundo. La forma más estrecha de concebir la vida, la cantó Daniel Santos en un bolero con filosofía de Rockonola, que sólo vio “cuatro puertas abiertas para el que no tiene dinero: el hospital y la cárcel, la iglesia y el cementerio”. En verdad, son infinitas las puertas que la vida tiene abiertas: las del exilio político,  económico y voluntario, que  fue el caso de lo padres de Luis Rocha, y a quien después se le abriría en pampas la puerta de la Poesía. Y, por supuesto, la del periodismo, cuando aun siendo un niño, Luis escribía a mano unas hojas que él creía era un “periódico” y luego lo leía en las esquinas de Granada, entonces sin posibilidad de que turistas mochileros le aplaudieran, pero sin duda se ganaba los aplausos de quienes miraban en su precocidad los genes literarios en funciones, de su abuelo paterno, director-propietario de El Correo, don Carlos Rocha Avellán, y de su padre, el poeta Octavio Rocha, quien fue miembro  del movimiento Vanguardia en sus días inaugurales. 
En 1983,  Luis Rocha ganó con su obra la confirmación de Poeta en la pila bautismal del Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío. De paso, aclaramos  que el premio conquistado por Luis, es  muy diferente de  la “Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío”, y él  hace constar en este libro, que no ha recibido ni recibirá esta orden, convencido de que, “quienes no reciban órdenes de los monarcas pasarán a la posteridad con ese mérito, y en cambio, quienes la hayan recibido o  reciban en el futuro, llegará el día en que, avergonzados, tendrán que repudiarlas.” Luis, vivirá pues, con el mérito de no haber recibido la orden de los monarcas criollos.
Para los primeros años sesentas, cuando Luis ya  posaba en el Olimpo poético, el espíritu de rebelde con causa que había en él, le invitó  a no conformarse con sólo manosear  las musas, y combinó esa actividad con algo riesgoso y de valor patriótico: Luis fue transportador de armas y de amigos, como Carlos Fonseca, junto a Germán Gaitán –revolucionario auténtico éste, y quien  aún no recibe el reconocimiento merecido—.  Ahora les recuerda como: “Aquellos hombres y mujeres (…) que decidieron entonces armar al pueblo de valor e ir juntos en busca de la razón perdida”. En la  etapa actual de la vida, Luis  se ve obligado a confesar que también había, entre aquellos hombres y mujeres, “Algunos que ni sabían qué era la razón ni para qué servía.” Seguramente, por eso, pienso yo, es que ahora desde el poder, ellos atropellan tanto a la razón.
El poeta Rocha es de los que supieron qué era la razón y para qué servía, y por ello, entonces se le abrió otra puerta, la de la cárcel, porque nunca esquivó el compromiso, y así lo hace constar aquí: “No podemos los escritores ser neutrales y ciegos, y mudos por insensibles a nuestros problemas sociales, económicos y políticos. Porque no hay fronteras entre lo cultural y lo ético.” Creo que también se le han abierto las puertas del hospital y de la iglesia, pero ni a él ni a nadie, le gusta abordar la idea, porque es inexorablemente inútil, acerca de cuándo se nos abrirá la última de las cuatro puertas que menciona el bolero de la filosofía de la Rockonola.
En reconocimiento a su entrega a la difusión cultural y a las tareas de origen para la formación  de la vanguardia de la revolución –el Movimiento Nueva Nicaragua—, fundado por Carlos Fonseca, y porque también el poeta Rocha siguió fiel a la razón y a la causa de su rebeldía, obtuvo la oportunidad de seguir aportando a la construcción de la utopía como Representante ante la Asamblea Nacional, y fue uno de los 92 redactores de la Constitución Política de 1987. Digo Representante y no diputado, porque durante el somocismo esa fue una sucia palabra, y ahora, otros la han vuelto a ensuciar.                                         
Es ocioso decir que a Luis Rocha no le hacía falta el Premio Latinoamericano  de Poesía Rubén Darío para seguir haciendo buena poesía, como tampoco dejó de hacer buen periodismo durante fue parlamentario. Consagrado a las dos actividades creadoras –la poesía y el periodismo— de cuerpo  e ideal enteros, no hay género ni estilo que no haya domeñado para hacer su crítica a veces cáustica y siempre irónica, más la visión analítica del demócrata y del revolucionario libre  de ataduras ortodoxas; con pasión política, pero sin la fogosidad estéril del anarquista.  Luis escribe su poesía con lápiz de grafito y sus artículos en una vieja máquina  Olimpia y los pasa a la computadora (aunque  Luis Javier es quien le hace enter cuando el abuelo se lía con la técnica). Así ha escrito Luis la chorrera de poemas, columnas y artículos y anotaciones, sólo pocos de los cuales son recogidos en este libro.
En las páginas de El Nuevo Diario se encuentran, entre otros trabajos de Luis, los Artículos de Arsenio Lupin (1988-1990;  Debate Contemporáneo (1991-1992); Aventuras de Arsenio Lupin (1988); Nuevos artículos de Arsenio Lupin (1989-1990; L´Osservatore Pagano (1992); Lecturas con antídoto (1992); Diálogo de dos ciudades con República en medio (2003). Y en este libro, se encuentran ocho fábulas (1994-2003), que son antecedente del Diálogo de dos ciudades… y ésta a su vez, precursora de Plática de caminantes, relatos imaginarios,  pero fieles reflejos de situaciones muy reales. Sus personajes son animales con anatomía e inteligencia humanas, algunos son descritos como lo suficientemente humanos para causar el daño que causan, y personales de animales reales: como Sherlock y Watson, cuyas “voces” son dobladas por su dueño y autor de la columna. Creo que los herederos de Sir Arthur Conan Doyle, ya no cuentan con el tiempo legal para cobrar derechos de autor, y tampoco podrían demandar a Luis por plagio de nombres, porque los de sus perros son nombres propios, bautizados por Luis y doña Mercedes, confirmados por  quienes conocimos a Sherlock y aún somos olfateados por Watson, cuando visitamos su casa, que es la misma de Luis. Además, siendo Sherlock Holmes y el doctor Watson nombres de personajes de una obra de ficción y patrimonio de la literatura universal, ¿quién podría decir que tiene el derecho de excluir este libro de ese mismo patrimonio, en su versión nicaragüense?
De algunos personajes puede decirse, con Platón, que son animales políticos, pero  políticos inteligentes con animalidad humana. Es claro que el autor no busca con sus fábulas llegar al lugar común adonde llegan a recalar las fábulas: a la sentencia moral. Luis llega a la moral de la crítica que sentencia ante la historia la culpabilidad de los abusadores del poder.Son innumerables las sentencias sobre los últimos gobiernos en las columnas de este libro, y me toca invitarlos a meditar sobre las mismas. De las otras fábulas, aquí hay una selección (no por cuestión de calidad, pues todas la tienen, sino por asunto de espacio) y artículos de la columna Pláticas de caminantes (2005-2009); Me queda la palabra (2009-2010); y Me quema la palabra (2010-2011). Aunque Luis confiesa que los artículos le fueron más fáciles de escribir que las columnas dialogadas, yo los considero más analíticos, de mayor profundidad humanista y de un indiscutible valor literario.
El libro Me quema la palabra, tiene como epílogo tres poemas: Carta a Luis Rocha, en Nicaragua (1982), del poeta español José María Valverde, donde confiesa su cariño por la revolución y a su autor, el pueblo: “Hoy tengo que decirlo: Nicaragua me ofrece,/tras aquel viejo son, otra lección más alta:/yo nunca había visto la cara de los  pobres/ con fulgor de esperanza…”
En su poema Contestación a José María Valverde –a diez años de la muerte de José María en 1996— Luis Rocha describe la otra realidad de Nicaragua sin la revolución,  fenecida igual que el poeta español: “Pero el pasado se había quedado agazapado,/ atrincherándose en corazones despojados de futuro,”. El tercer poema, La Plaza vacía, es una crítica y una burla a la vez de las convocatorias forzadas del orteguismo para sus actos políticos enflorados: “Porque esta plaza ya no tiene alma, aun llena está vacía”. 
Antes de concluir mi lectura de este libro, me topé con esta opinión de Luis, la cual comparto no sólo por lo que dice, sino porque he podido atestiguarlo en su caso y en su casa: “Siempre he creído que las letras y el arte son tan vitales para el hombre como una buena comida.” Ya verán ustedes de qué manera Luis se deleita –y hace agua la boca— narrando sobre las comidas típicas nicaragüenses y de las aficiones de gourmet tropicales de los poetas,  para quienes los huevos de la iguana son los huevos más exquisitos de todos los animales del mundo… nicaragüense claro, único lugar donde se consume esta delicia, según creo. Pero  Luis no podría escribir sobre cocina, ni hacer el honor cotidiano a sus caprichos gastronómicos, si no fuera por la complicidad de doña Mercedes, quien sin haber nacido en Nicaragua y nunca haber visto ni comido en su Extremadura española un Indio Viejo ni una Masa de Cazuela, sabe cocinar nuestras comidas típicas como no saben hacerlo muchas mujeres de Los Rincones de Nicaragua, donde se ubica  esta segunda “Extremadura”.*
Y les dejo para que saboreen todo el sentido humorístico que les sorprenderá, incluso,  entre las críticas contenidas en este libro.

Managua, 24 de septiembre 2011.
*Los Rincones, comarca de Masatepe, donde está “Extremadura”, lugar donde reside el matrimonio Rocha-Gómez.

POR RESPETO A NICARAGUA Y CON LOS OJOS ABIERTOS


Luis Rocha
Por respeto a Nicaragua y con los ojos bien abiertos, el 6 de noviembre voy a votar por Fabio, Mundo y toda su fórmula electoral. Digo con los ojos abiertos, en homenaje a la civilización y rechazo de la barbarie. En el sentido de realizar un acto cívico y decente, con plena conciencia. Antes decían que un purgante se ingería con los ojos cerrados y he llegado a la conclusión de que el purgante sería participar del error de no votar, que es lo que pretenden que hagamos quienes estamos conscientes de que el peor de los purgantes –sin parangón alguno- es el continuismo de la pareja monárquica, la que no solo apela a la inconciencia de sus seguidores, sino que arteramente a la conciencia de quienes adversamos la reelección y la violación del artículo 147, para que nuestro prurito de dignidad se convierta en un arma a su favor: La abstención electoral por razones éticas y morales. Entonces llegué a la decisión de no ser un tonto útil.

Me costó llegar a esa conclusión, pero mis nubarrones se disiparon al revisar mi entorno. La facha del Presidente del Consejo Supremo Electoral, igual a la deshonestidad de sus magistrados, y para quienes trabajan. Voy a votar contra la corrupción y el pacto, ya no bajo protesta, sino como los indignados del mundo, porque no puedo dejar de dar mi voto contra la ignominia, que no se detiene en pretender hacernos creer que lo mejor para los “puros” es quedarnos en casa y abstenernos de ser ciudadanos nicaragüenses. Voy a ser el 6 de noviembre, si se quiere, un ciudadano nicaragüense estafado, pero no engañado, y mucho menos un ser “moralmente” superior a esa inmensa mayoría de mis compatriotas que concurrirán a las urnas indignados y decididos. Soy como esa inmensa mayoría, y junto a ellos voy a votar por respeto a Nicaragua. Ese mismo respeto que Fabio en sus cartas llama Amor.

En gran medida contribuyó a mi “conversión” la campaña electoral contra Fabio y Mundo. Por ejemplo, el desbordado fariseísmo en contra del aborto terapéutico, pero no por razones morales o religiosas, sino deleznablemente políticas. Esa asquerosa forma de actuar y de pretender confundir al pueblo, revolviendo el sebo con la manteca, me parece lo que son, hasta el alma. Los retrata y revela, y anuncia la pretendida perpetuación en el poder que ha anunciado uno de sus más perecederos líderes. Yo me rebelo contra eso, y voy a votar contra el fariseísmo, y la manipulación que de Dios, desde ahora hacen quienes ya se sienten los nuevos dioses. Voy a votar contra el becerro de oro.
Siento que no hay peor aborto de la naturaleza, que la perspectiva del continuismo de la actual monarquía. Sabemos que la vida de los monarcas ha sido y será la violación perpetua de cualquier Constitución, de cualquier institución, de cualquier cuerpo armado o desvalido. Como tampoco, bajo ninguna circunstancia, quiero ser arrastrado por los monarcas a una lucha fratricida, el 6 de noviembre voy a votar por Fabio, Mundo y sus diputados, por respeto a Nicaragua. Por la paz.

“Extremadura”, Masatepe, 21 de octubre de 2011. (Me quema la palabra).

Algo que duele...


"Miércoles 05 de octubre del 2011

Señor
Leonardo Garnier Rímolo
Ministro de Educación Pública
República de Costa Rica

Estimado don Leonardo:
 
Le escribo para contarle que estoy de duelo por una persona que usted no conoció. Se llamóKenneth Paniagua Soto, trabajó casi toda su vida laboral para el Ministerio de Educación Pública, fue educador de primaria y administrador educativo.
Quiero contarle acerca de quién fue, porque me niego a que su muerte pase inadvertida y se convierta en un número más de las estadísticas que hablan sobre la violencia en nuestro país.
El “profe Kenneth” era un hombre joven, orgullosamente guanacasteco, trabajador, alegre, dinámico, ordenado, preocupado de su presentación personal. Contaba con gran capacidad de liderazgo y alto sentido de responsabilidad; siempre irradiaba felicidad y tenía una sonrisa fácil, además de ser un excelente bailarín.
Le conocí cuando llegué a trabajar a la Escuela de Excelencia Elías Jiménez, en San Rafael Abajo de Desamparados, allá por el año 1998. Fuimos compañeros de paralelo por varios años y compartimos el trabajo por áreas.
De su vida personal, sé que en cuanto obtuvo la plaza en propiedad, compró un lote y construyó su casa, trajo a su mamá a vivir con él, ayudó a una hermana a sacar a sus hijas adelante, fue un amigo leal, una persona recta, con fuertes convicciones y deseos de superación.
A nivel laboral siempre llegó temprano para cumplir sus funciones como docente o de asistente administrativo. Era sumamente honesto y ordenado, la presentación y el contenido de sus documentos daban gusto. Su letra en la pizarra era muy linda y me hacía pensar que debía mejorar la mía. Como educador era estricto pero educó con amor y en su salón de clase, siempre hubo algún momento para reír. Kenneth se preocupaba mucho del bienestar de los estudiantes, por lo cual les enseñaba a cuidar desde su presentación personal hasta de la educación que recibieran; de igual forma, pensaba en sus niños de forma integral, por lo que le preocupaba la situación del hogar de cada uno y el que fueran niños felices. Amó mucho a sus estudiantes y obtuvo de ellos la reciprocidad de ese amor… Testigo de esto es el afecto que le profesamos y la tribulación que nos embarga hoy.
Sus deseos de superación le llevaron a optar por una plaza como Director y se trasladó a la zona de Guácimo a fungir como tal. Este año laboró en la Escuela de Línea Vieja de Guácimo.
El pasado sábado 1° de octubre del 2011, su cuerpo fue encontrado en una de las márgenes del río San Rafael, en Santa Teresa de La Rita de Pococí. Los medios de comunicación informaron que el móvil del asesinato fue el robo del automóvil, sin embargo, lo cierto es que meses atrás, él denunció varios casos de abuso infantil y de venta de droga, por lo cual le amenazaron de muerte y al parecer, cumplieron dicha amenaza. Tristemente le cuento que, Kenneth fue torturado y asesinado, su cuerpo presentaba múltiples fracturas, golpes, puñaladas e impactos de balas.
Don Leonardo, me cuesta aceptar que a mi compañero lo hayan asesinado y conste en unos pocos titulares de la prensa escrita, como si fuese alguien que no le importase a nadie. Él era un SEÑOREDUCADOR, un maestro costarricense, un funcionario del M.E.P. y murió por hacer lo correcto, por cumplir con su trabajo, por intentar proteger a sus estudiantes de los males con que nos toca lidiar.
Como docentes, las autoridades nos piden denunciar los casos de narcotráfico, de abuso, de corrupción y con lo sucedido a Kenneth, el mensaje que callamos a gritos es “¡Si hablan, se mueren! ¡Si denuncian, los matamos!”, con lo que se fortalece el temor de decir la verdad, y apoyamos la actitud que tanto rechazamos de “El asunto no es conmigo” y, como educadores, no deseamos acrecentar la cultura del “’porta mí”.
No es posible que en nuestro país se proteja a los malhechores. Hay medios de comunicación a los que no les importa publicar imágenes que hieren la sensibilidad de los dolientes y del público en general, mientras a los sospechosos y criminales les cubren el rostro.
Es necesario brindar protección y seguridad a los trabajadores de la educación cuando denuncian abusos, comercio ilícito, narcotráfico y demás delitos que ponen en riesgo a nuestra niñez y a la calidad de educación que deseamos lograr. En Costa Rica hay lugares donde los docentes van a trabajar acompañados únicamente por el ángel de la guarda, porque hasta nuestra fuerza pública teme por su vida.
Le agradezco profundamente su atención. Todos los días los periódicos nos cuentan de personas a las que no conocemos, lamentamos lo que les pasó, pasamos la hoja y seguimos con nuestras vidas. Hoy estoy detenida en esa página, porque esta tragedia me ha marcado, y no quiero ser indiferente, no podía pasar la hoja y seguir con mi vida sin contarle quién fue Kenneth Paniagua Soto y una vez hecho esto, me resta confiar en que su muerte no quedará impune y desde nuestro Ministerio saldrán las propuestas y acciones que necesitamos ante la cruda realidad que enfrentamos los trabajadores de la educación.
Escribir estas palabras es la forma que tengo para agradecerle a Dios la vida que me regala hoy y espero que con nuestras obras, le demostremos que valió la pena que nos haya dado este día.
Cordialmente,
Carmen María Gamboa Jiménez

jueves, 27 de octubre de 2011

LO QUE JAMAS PODREMOS SABER


Pero podemos especular y hacer un ejercicio de imaginación basado en el conocimiento del temperamento de los nicaragüenses.
¿Hubiera tenido el mismo fin de Gadafi el Gral. Anastasio Somoza DeBayle si las fuerzas de la revolución lo hubieran atrapado vivo en Nicaragua?
La dinastía de los Somoza se caracterizó por su poder político apoyado por una guardia nacional ciega, fanática y sobre todo huérfana de ambición. El horizonte de ese ejército privado no llegaba más allá del largo se sus narices. La guardia nacional estaba plagada de “generales,” que habían llegado a esa posición rompiendo cabezas de opositores al régimen somocista y no rompiéndose la cabeza aprendiendo estrategias militares en West Point, Saint Cyr o Sandhurst, por lo que ninguno se atrevió a sacar al pueblo nicaragüense de la agonía de la dictadura somocista.
Por otro lado, los Somoza se cuidaron mucho en cumplir con el protocolo de nación civilizada, al punto de no reelegirse directamente, sobre todo después de lo que le pasó al fundador de la dinastía opresora.
A pesar de los miles de nicaragüenses que fueron torturados y asesinados a lo largo de esos cuarenta años de pesadilla y de rapiña, fueron lo suficientemente astutos para darle una tregua al pueblo nicaragüense con el gobierno del Ing. Luis A Somoza D, que no solo bajó el tono de la represión y los asesinatos, sino que tuvo el buen tino de no lanzarse a la reelección, permitiendo que subiera al poder el recordado Dr. René Schick Gutiérrez, a quien desafortunadamente le dio un infarto cuando estaba a las puertas de provocar un incidente internacional  que le hubiera hecho mucho daño a la familia Somoza y que quizás les hubiera costado el poder.
Nadie duda que los Somoza, amparados por el poder político, saquearon las arcas del país y acumularon un gran capital a lo largo de su dilatada dictadura, pero no permitieron que sus seguidores más íntimos se construyeran grandes fortunas. Millonarios solo ellos y los demás modestamente ricos y fuera del gran capital de la oligarquía verde.
Anastasio Somoza D, tuvo la oportunidad de evitar el baño de sangre que provocó su ambición, con solo haber aceptado el referéndum que la oposición le propuso con el aval de los yankes, pero se negó y precipitó al país en una sangrienta guerra civil que terminó después del sacrificio de cincuenta mil vidas y la destrucción de la familia nicaraguense.
Repetir la historia de lo que pasó, es pérdida de tiempo, por lo tanto vayamos al grano e imaginémonos que ese vuelo que despegó más o menos a las cuatro de la mañana del 17 de Julio de 1979 con el dictador de pasajero, no hubiera logrado levantar y toman prisionero al dictador en fuga en la cabecera de la pista.
Cual hubiera sido el destino del tirano: ¿La ejecución inmediata tras un rápido juicio sumario sin defensa, o el sometimiento a un juicio legal apegado a la ley y con derecho a la defensa?
Si la revolución triunfante hubiera querido ser benévola, lo hubieran entregado a la justicia, porque se les hubiera venido a sus cabezas el hecho que él les perdonó la vida teniéndolos en su poder. Ejemplo: Tomás Borge y Daniel Ortega, dos importantes guerrilleros que llegaron a escalar altas posiciones en el gobierno revolucionario y actualmente uno de ellos, Presidente de Nicaragua. Si Somoza hubiera hecho caso al plan que Michael Echannis le propuso, con el cual le aseguró que acababa con todo el escuadrón sandinista que se había tomado el Palacio Nacional, pero con un alto número de rehenes muertos, el Comandante Cero no hubiera salido vivo.
Pero los guerrilleros que acaban de lograr la victoria cargan demasiada adrenalina, por lo que a estas horas tendríamos otra tumba en un lugar desconocido de Nicaragua, tan escondida como la del General Sandino para evitar lugares de peregrinación política, o a lo mejor estaría en la tumba de su padre y de su hermano, cuyos despojos jamás salieron del suelo patrio.
Todo esto solo son suposiciones, porque la verdad nunca existió y fue en la ciudad de Asunción, capital de Paraguay, en donde el  destino del General Somoza DeBayle se convirtió en la verdad.

Jorge J Cuadra V

INVITACIÓN



En Letra Pequeña

Por: Fabián Medina



Meter mono

Bastante ridículos lucieron la primera dama, doña Rosario Murillo; el vicepresidente de Albanisa, Francisco López, y el viceministro del Exterior, Valdrack Jaentschke, asegurando que ellos, y solo ellos, como Frente Sandinista, pueden estar en el Alba que promueve Venezuela. Es el típico caso del que pide ride y quiere manejar. En primer lugar, porque deberían ser los venezolanos, y no ellos, quienes digan si el Alba excluiría a un presidente distinto a Ortega como ellos juran; y en segundo, porque se les olvida la historia de cómo llegaron esos millones a sus manos: se los ofrecieron a Bolaños primero, Nicho Marenco hizo esfuerzos para convencerlo y al final fue Ortega quien firmó la cooperación que venía para el Estado de Nicaragua y ¡se quedó con el mandado!

Negoción

El Gobierno es el negocio de su vida para el Frente Sandinista. ¡Qué Nicaragua… qué combate a la pobreza ni que ocho cuartos…! Ningún otro indicador ha crecido más en Nicaragua que el patrimonio de la cúpula sandinista y la familia presidencial en estos cinco años. Y es el estar en el Gobierno lo que les permite meterle mano a esos fondos Alba de los que ahora se quieren hacer gatos bravos.

Apartheid

El interés del Consejo Supremo Electoral es que vote la menor cantidad de gente posible. O para ser más exactos, que vote la menor cantidad de gente posible que no simpatice con el presidente Daniel Ortega. En esencia se trata de dar todas las facilidades a unos —incluso reñidas con la ley— y ponerle todos los obstáculos a los otros —incluso reñidos con la ley—. Es un apartheid partidario. Y para excluir a unos han estudiado bien su perfil: saben que generalmente votan por la tarde, conocen las juntas en las que votan y que para muchos su decisión de votar no es tan fuerte como para superar todos los obstáculos que les pondrán camino a la urna. Se trata de desmotivarlos.

¿Por qué votar?

Al menos a mí, entre más obstáculos encuentre, más me decido a votar. Porque estoy seguro que en esta elección no estaré votando solo por un candidato. Se trata esta vez de escoger entre democracia y autoritarismo.  Entre ser masa y ser ciudadano. Entre represión y libertad. Entre elecciones o la muerte de ellas. Y es posible que no haya candidato que me garantice lo que busco, pero estoy seguro que habrá algunos que avanzarán hacia eso y otros que, en cambio, vienen de retroceso. No veo, pues, al candidato como meta final sino como puerta de entrada. Y voy a votar porque prefiero decirme mañana que no se pudo, pero lo intenté, a tener la duda de si se habría podido porque nada hice.

Oportunistas

El aborto se ha convertido en un vergonzoso campo de batalla electoral. En el afán por quitar votos a los contrincantes se ha terminado desnaturalizando un debate legítimo, que merece mejor suerte. Yo respeto, aunque no las comparta, las posiciones de la Iglesia y de las feministas sobre este tema, en uno y otro sentido, porque son posiciones consecuentes con sus principios, y las han mantenido por siempre. Lo que me parece repulsivo es el oportunismo de algunos políticos que sin mayores criterios manipulan, satanizan y se ponen capucha, horca y cuchillo en busca de blasfemos, instalando como ciertos conceptos que ni entienden ni comparten.

Respeto

La decisión sobre el procedimiento que la ley debe contemplar cuando una mujer embarazada corre peligro de muerte, debería ser una discusión seria, técnica y amplia, y no la vulgar y medieval puesta en escena que vemos ahora. Y si fuera posible encontrar un punto de unión entre la Iglesia y las feministas, que son los dos polos extremos de esta discusión, este debería ser exigirles  respeto a los políticos y candidatos sobre este tema, porque al fin y al cabo están en juego vidas humanas en ello.

Palabras de Roberto Fenández Retamar


Roberto Fernández Retamar
PARA PRESENTAR CANCIONCILLAS, DE FINA GARCÍA MARRUZ*
Agradezco al amigo colombiano (y ya casi también cubano) Álvaro Castillo Granada, la persona más amante de los libros que conozco, su invitación a presentar las Cancioncillas de Fina García Marruz editadas por él. Porque esta invitación me permite celebrar los sesenta años de amistad entre Fina y yo. Esa amistad nació, junto con Cintio naturalmente, en 1951, y de ello he hablado en varias ocasiones, por lo mucho que significó para mí. En octubre de aquel año lejano, el cual  me resultaría tan importante, me dio el libro suyo Las miradas perdidas1944-1950, queleí fascinado. Ya conocía algo de ella, aparecido en la antología Diez poetas cubanos que Cintio publicó en 1948.  Pero fue a partir de 1951 cuando empecé a devorar sin tregua su preciosa papelería, hasta llegar al cuaderno que hoy se da a conocer.
Es riesgoso aventurar palabras sobre cualquier costado de la enorme y delicada  poesía de Fina. Ella ha dejado escrito, más o menos (cito de memoria), que no se debe hablar de una poética a propósito de un poeta, sino de tantas poéticas como sea menester. Bástenos, para probarlo, el caso mayor de los Versos libres, en cuyo frente Martí dijo que amaba las sonoridades difíciles, y de sus Versos sencillos, en relación con los cuales afirmó que amaba la sencillez.
¿Podrían acercarse estas Cancioncillas a alguna zona de la poesía de Fina, como Créditos de Charlot?  ¿O ellas son el reverso ligero, y a menudo sonriente, de  sus intensos textos? Lo cierto es que en este cuaderno, cuyos breves poemas no están titulados sino numerados, como Versos sencillos o Trilce, reaparecen varios temas del resto de  su obra. De las sesenta y dos cancioncillas, una (la número 29) consta de dos versos, y varias de muchos más (la 37 esta formada por veintitrés). Pero la mayoría es de tres o cuatro versos, por lo general de arte menor. Se está tentado a acercarlas a los artefactos de Parra o los poemínimos de Huerta, o en alguna ocasión, con licencia, a los haikais. Pero el conjunto no se deja clasificar fácilmente, como también lo hace el conjunto de la obra de Fina, siempre tan personal. A menudo, las cancioncillas se refieren a la poesía misma. Así: «A veces/ no hay nada que escribir./ Pero la punta/ del grafito zurea/ como un ave sedienta.»  «En el pomo de tinta/ azul, dormido,/ algún poema tuyo/ se ha detenido./ Y espera, alegre,/ hora tras hora/ que te despiertes.»  «Al que viene con versos/ poco inspirados/ digámosle, pacientes:/ «¡Así es, hermano!»  «¡Ven, cancioncilla,/ pico de gallo/ del alba fría!» Otro conjunto hace entrar la familia, tema constante en Fina: «…] Tocaba mamá el piano,/ y yo dormía.»  «¿Llegó la luz del día/ o fueron Adrián, Silvia/ y José María?»  «Ahora cuando vienes,/ Sergio querido,/ sonríes como antes,/ cuando eras niño.»  «El domingo/ es más redonda la mesa,/ no falta el hijo.»  «¡Mañanita fría/ de otoño prístino!/ ¡Cómo me gustaba alborotarle/ los rizos a mi niño!» Se abordan también, con humor, los estudios: «De la y griega/ nos enseñó la maestra/ aquella, tan tímida,/ ruborizándose, que era/ ya una conjunción copulativa.»  Aparece un tema que creo infrecuente en Fina: el de las greguerías que acuñó Gómez de la Serna, sobre quien, por otra parte, ella ha escrito páginas penetrantes. Tales greguerías se encuentran  en un alegre bestiario que hace pensar en Apollinaire: «La langosta/ me parece que tiene/ de más alguna rosca.»  «Tan horrible la hiena,/ y es inocente.» «La rana, dicen, la rana/ para parir a un príncipe/ es que se agacha. […]» «La cucaracha pisa/ el suelo in tocarlo,/ como una bailarina.»  «El ciempiés/ debía de tocar/ el acordeón.» «Lo peor/ es que a la cigarra/ le guste cantar/ sin ser ruiseñor.»  «Si la hormiga pudiera/ mirarse en un espejo,/ ascendería a girasol.»  «El gato/ que lame el plato,/ lo deja parecido / a la luna.» Pero no puedo seguir citando versos felices. Los lectores lo harán por su cuenta, con satisfacción.
 En una conferencia que ofrecí en 1957 sobre la poesía hispanoamericana entonces actual, dije de Fina: «Ejemplo admirable […], una de las mayores poetisas en la rica historia poética del país» Más de medio siglo después, debo añadir que ella es hoy la principal voz poética viva de Cuba,  y una de las mayores en las lenguas que conozco. Voz poética principal, trátese de un hombre o de una mujer. Los premios que con justicia ha recibido así lo atestiguan, y lo ratificarán los premios por venir. Y sobre todo, la gratitud e incluso el deslumbramiento con que se la lee. Lo prueban estas leves Cancioncillas a las  que los invito a entrar.

*Leído el  7 de octubre de 2011 en el Centro de Estudios Martianos, La Habana.

miércoles, 26 de octubre de 2011

No hay soluciones sin la honradez


Onofre Guevara López
Nuestro país, habitualmente a la zaga del mundo en términos técnicos y científicos –sin hablar de los nulos avances sociales—, vive arrastrado por la dinámica del sistema capitalista mundial. Dentro de esa vorágine de adelantos tecnológicos deslumbrantes en materia de comunicación, parecemos  algo así como un país-mendigo, pidiendo limosna por medio de un celular último modelo.
En términos políticos, tenemos candidatos a la presidencia haciendo propaganda a través de medios altamente tecnificados, con un discurso tan atrasado, como si timbucos y calandracas hubiesen resucitado para difundir su discurso a través de las maravillas comunicacionales de hoy. Se sigue ofreciendo el mismo progreso que todos los presidentes han ofrecido en doscientos años. Si fuera posible hacer el balance de lo ofrecido y lo realizado durante ese lapso, posiblemente hallaríamos un déficit del 80 por ciento. Y del 20 por ciento de lo realizado, dividido entre el progreso de la empresa privada y el progreso de los gobernantes. Las migajas que con su “vocación social” derraman, constituyen todo el progreso nacional. Es lógico, son porcentajes imaginarios, pero si no tuvieran ninguna relación con la realidad histórica, no seguíamos siendo el segundo país más pobre del continente.
A ese hecho, bien se le podría concebir como la concentración más pura de la demagogia electorera lograda en doscientos años. Pero la propaganda electoral –especialmente la televisiva— del gobierno y de cierta “oposición”, no menciona ni por broma las causas de ese “progreso” deficitario; sus ejes propagandísticos revelan una miseria ética despreciable: argumentos serios, 0; mentiras 50; ofensas personales 50, para un total de 100 puntos. La vulgaridad no deja ni asomarse a la creatividad: les da lo mismo distorsionar una imagen o un discurso del adversario, que hacerle una acusación grave sin prueba alguna. La televisión es como un juguete bien caro, en manos de menores díscolos, malcriados y abusadores, por no decir delincuentes.
Su propaganda electoral, es el vivo reflejo del desorden social e institucional causado por la práctica de la corrupción en todas las áreas del Estado y del desconocimiento de las leyes, en primer lugar, de la Constitución. Por ese hecho, cuando tratan de impresionar bien a su clientela electoral, sus grandes promesas las ofrecen con un desbordante amor que sólo lo sienten hacia los bienes materiales que viven acumulando a la sombra del Estado, o asociados a quienes lo controlan. El resto de los espacios televisivos, los llenan con ataques e inventos dirigidos con especial saña en contra de la Alianza-PLI, en razón de estar figurando como la de mayor peligro para el orden irregular establecido por el pacto Ortega-Alemán.
No obstante, ese tipo de agresiones y amenazas de más inhibiciones de sus candidatos –hechas inmoralmente por “autoridades” ilegales— se ve contrarrestado de forma sencilla y práctica por las propuestas de cambios de la Alianza-PLI, semejantes a las proclamadas a mediados de la semana anterior por un sector de la izquierda en apoyo a la fórmula Gadea-Jarquín.  No tienen nada de la grandilocuencia de las promesas sesudamente elaboradas –pero que nunca se acercan a la práctica—, sino puntos claves para iniciar el destrabe de las instituciones burocráticas que anidan a oportunistas y corruptos, y poder avanzar hacia la democratización y la depuración del Estado.
Díganlo si no, las siguientes propuestas;  emprender la reforma fiscal, para acabar con los privilegios de las grandes empresas, y librar al pueblo de excesivos impuestos directos e indirectos, los cuales sostienen la burocracia elefantiásica existente. Reducir de 92 a 62 el número de diputados, la absoluta mayoría de los cuales nunca hablan, pues solo funcionan como parásitos del cuerpo legislativo para votar a favor del gobierno. Reducir a siete y a cinco los magistrados –ahora auténticos agentes políticos oficialistas y del pacto— de la Corte suprema de Justicia y el Consejo Supremo Electoral, respectivamente. Prohibir la reelección de forma absoluta, raíz de los abusos de poder de  caudillos y caudillejos. Restaurar el derecho de la ciudadanía a presentar candidatos por suscripción popular; evitar la elección del presidente con el bajo porcentaje actual y mucho menos con el 38 por ciento con que ganó Ortega, sino con la mitad más uno de los votos.
Esas y otras reformas planteadas por políticos e intelectuales, y aceptadas por la fórmula de la Alianza-PLI, no están pegadas al cielo de las ilusiones, pero es obvio que sólo son alcanzables con un gobierno honrado.  Pese a su aparente simpleza, son reformas básicas y por eso son temidas por el oficialismo y los seudo opositores, quienes han hecho del Estado su mayor fuente de enriquecimiento ilícito y punto de apoyo para otras de sus actividades comerciales, porque saben que son imprescindibles para liberar al Estado de su parasitismo y para liberar recursos económicos.
La complejidad de los problemas políticos, económicos y sociales de nuestro país, no llegaron a tener la gravedad que tienen por accidente, sino por una práctica corrupta permanente y sistemática con muchos años de duración. Pero, por el interés de los sectores dominantes y parasitarios que buscan perennizar el sistema, han hecho creer que sus soluciones están en sus proyectos, y gracias a la religiosidad que manipulan.  Un gobierno libre los robos y de las ataduras a los intereses creados de los Ortega-Murillo y los Alemán Lacayo, puede probar que las soluciones comenzarían con las medidas prácticas sensatas mencionadas y, sobre todo, con la honradez de la que carecen el gobierno y sus aliados a través del Pacto.  
Estamos a punto de poder comenzar a buscar las soluciones el 6 de noviembre, o de seguir descendiendo hacia otra dictadura.