El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 31 de octubre de 2011

CLARIBEL Y EL INFINITO


Luis Rocha

Coincidíamos plenamente en que el semblante de Claribel, expresado por mareas altas en su sonrisa, es como el mar, y por supuesto el mar es el infinito. Pero yo le hacía notar –y gustoso lo aceptaba- que ellos como pareja eran un solo mar que él lo complementaba como indispensable marea baja. Bud, “Lobo de Mar” Flakoll, y yo, en medio de una neblina que se podía cortar con un cuchillo, y un frío espantoso, estábamos para hacer ésta semblanza en el puerto noruego de Stavanger. Salíamos ya de una taberna repleta de humo y aromas de fuertes licores. Íbamos cálidos por la conversación y sus acompañamientos, es decir ebrios como un barco. Las naves vikingas que navegaban por su mirada hacían inequívoca referencia a sus ancestros. Por eso para él los fiord eran parte de su organismo. De ellos emergía, siempre, Claribel como un iceberg llameante. El viejo lobo de mar, gringo viejo con antepasados nórdicos, se acomodó su gorra marinera y su pipa, se dirigió a un arenquero anclado en la oscuridad, y conforme se adentraba en la noche, su voz luminosa nos recordó: “Mis raíces están en Claribel.”
Sabía y sabe Bud perfectamente porqué Claribel tiene una fijación con el mar, infinito o eternidad, o Bud-Mar, dicho en “Señora del mar” dedicado a él y a Erick: “Dentro de mí el mar/ con sus volcanes/ arrecifes/ abismos/ su movediza tierra/ el albatros-emblema/ y sus olas hirsutas. / Me fusioné con él/ me fusioné en un grito/ era un grito inhumano/ pero surgió de mí/ me liberó de mí/ soy señora del mar…”. Y existen otras aseveraciones en muchísimos de los poemas de mar, revelación y amor de Claribel, entre otros en: “Yo nací marinera: Se del canto del mar.” “MAR: Mar de labios ausentes en la bruma, lamento alzado en túmulos de espuma, unge mi voz con tu embriaguez salina.” Muy a Bud es cuando en “Elegía a un marinero”, escribe: “Tiendo mi voz antigua y no responde. / Su garganta, su acento, el mar esconde/ y en él mi corazón no haya cabida.” No importa el tiempo o  un antes o un después de los poemas. La Señora del Mar es la señora del marinero. Admirador como soy de la intemporalidad de la pareja humana, nunca podré verlos separados, sino en un mismo crucero.
Este es el secreto de la afición de Claribel por emprender cruceros, solitaria en apariencia. Lleva al mar y a Bud en la profundidad de su propio e insondable Mar: “El mar nos vuelve a él, / nos diluye en su flanco. / En la última piedra/ va a deslizarse el tiempo hasta su meta.” Pero es en “Salí a buscarte”, donde encuentro la más contundente confirmación a mi teoría: “Salí a buscarte/ atravesé valles/ y montañas/ surqué mares lejanos/ le pregunté a las nubes/ y al viento/ inútil todo/ inútil/ dentro de mí estabas.”
Ya se ha vuelto un hábito en mí escribir sobre Claribel. Es cierto que me lo solicitan, pero acabo dándome cuenta de que me gusta. Incluso a finales del año pasado escribí mi presentación a su libro “Pájaros encendidos” con el título de “Presentación en imágenes”. Nunca puedo desligar a Bud de Claribel. Una semblanza del uno sin el otro, me resulta imposible. Por eso hablaba de un solo mar, imponiéndose infinito con sus mareas. Se complementan, Bud y Claribel, en lo efímero y en lo eterno. El candor titilante de Claribel es el infinito que sedujo a Bud. El infinito de sus poemas. Bud y Claribel infinitos. Son un solo poema. Oda a la vida y Epitafio de la muerte.

“Extremadura”, Masatepe, 28 de octubre de 2011.

No hay comentarios:

Publicar un comentario