Meter mono
Bastante ridículos lucieron la primera dama, doña Rosario Murillo; el vicepresidente de Albanisa, Francisco López, y el viceministro del Exterior, Valdrack Jaentschke, asegurando que ellos, y solo ellos, como Frente Sandinista, pueden estar en el Alba que promueve Venezuela. Es el típico caso del que pide ride y quiere manejar. En primer lugar, porque deberían ser los venezolanos, y no ellos, quienes digan si el Alba excluiría a un presidente distinto a Ortega como ellos juran; y en segundo, porque se les olvida la historia de cómo llegaron esos millones a sus manos: se los ofrecieron a Bolaños primero, Nicho Marenco hizo esfuerzos para convencerlo y al final fue Ortega quien firmó la cooperación que venía para el Estado de Nicaragua y ¡se quedó con el mandado!
Negoción
El Gobierno es el negocio de su vida para el Frente Sandinista. ¡Qué Nicaragua… qué combate a la pobreza ni que ocho cuartos…! Ningún otro indicador ha crecido más en Nicaragua que el patrimonio de la cúpula sandinista y la familia presidencial en estos cinco años. Y es el estar en el Gobierno lo que les permite meterle mano a esos fondos Alba de los que ahora se quieren hacer gatos bravos.
Apartheid
El interés del Consejo Supremo Electoral es que vote la menor cantidad de gente posible. O para ser más exactos, que vote la menor cantidad de gente posible que no simpatice con el presidente Daniel Ortega. En esencia se trata de dar todas las facilidades a unos —incluso reñidas con la ley— y ponerle todos los obstáculos a los otros —incluso reñidos con la ley—. Es un apartheid partidario. Y para excluir a unos han estudiado bien su perfil: saben que generalmente votan por la tarde, conocen las juntas en las que votan y que para muchos su decisión de votar no es tan fuerte como para superar todos los obstáculos que les pondrán camino a la urna. Se trata de desmotivarlos.
¿Por qué votar?
Al menos a mí, entre más obstáculos encuentre, más me decido a votar. Porque estoy seguro que en esta elección no estaré votando solo por un candidato. Se trata esta vez de escoger entre democracia y autoritarismo. Entre ser masa y ser ciudadano. Entre represión y libertad. Entre elecciones o la muerte de ellas. Y es posible que no haya candidato que me garantice lo que busco, pero estoy seguro que habrá algunos que avanzarán hacia eso y otros que, en cambio, vienen de retroceso. No veo, pues, al candidato como meta final sino como puerta de entrada. Y voy a votar porque prefiero decirme mañana que no se pudo, pero lo intenté, a tener la duda de si se habría podido porque nada hice.
Oportunistas
El aborto se ha convertido en un vergonzoso campo de batalla electoral. En el afán por quitar votos a los contrincantes se ha terminado desnaturalizando un debate legítimo, que merece mejor suerte. Yo respeto, aunque no las comparta, las posiciones de la Iglesia y de las feministas sobre este tema, en uno y otro sentido, porque son posiciones consecuentes con sus principios, y las han mantenido por siempre. Lo que me parece repulsivo es el oportunismo de algunos políticos que sin mayores criterios manipulan, satanizan y se ponen capucha, horca y cuchillo en busca de blasfemos, instalando como ciertos conceptos que ni entienden ni comparten.
Respeto
La decisión sobre el procedimiento que la ley debe contemplar cuando una mujer embarazada corre peligro de muerte, debería ser una discusión seria, técnica y amplia, y no la vulgar y medieval puesta en escena que vemos ahora. Y si fuera posible encontrar un punto de unión entre la Iglesia y las feministas, que son los dos polos extremos de esta discusión, este debería ser exigirles respeto a los políticos y candidatos sobre este tema, porque al fin y al cabo están en juego vidas humanas en ello.
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