REFLEXION TESTIMONIAL
SOBRE LAS
ACTUACIONES PÚBLICAS
DE
SU EMINENCIA
EL CARDENAL MIGUEL OBANDO BRAVO
INTRODUCCIÓN
Guardo hacia el
Cardenal Obando Bravo un profundo reconocimiento por sus bondades hacia mi
persona, por la confianza con la que siempre me ha honrado y por el apoyo que
me brindó mientras fui Coordinador Nacional de la CPDH, desde su fundación en
1977 hasta mi exilio forzado, a partir de 1981. Cuando a fines de 1981, el
Estado controlado por el FSLN, me acusó formalmente de estar implicado en un supuesto
plan terrorista para “volar la Refinería Nacional y asesinar a dirigentes de la
revolución”, la Dra. Martha Patricia Baltodano, mi abogada defensora y mi sucesora
al frente de la CPDH, solicitó al Arzobispo Obando Bravo ser testigo de mi buena
conducta personal y ciudadana. Éste, sin titubear, accedió a testimoniar en mi
favor lo cual, es excepcional en un Arzobispo por las implicaciones posibles, pero
no impidió que los inicuos jueces sandinistas terminaran condenándome in absentia a 14 años de
cárcel. Su objetivo era impedirme regresar a Nicaragua suponiendo que así se
acabaría la CPDH, en lo cual se equivocaron estrepitosamente.
ALMORZANDO
EN “EL INFIERNO”
Durante mis 19 años
en el exilio - 3 en Venezuela y 16 en varios países europeos - me encontré con el
Arzobispo Obando sólo dos veces. La primera fue en Caracas, probablemente en
1982 ó 1983. Ambos habíamos sido invitados a almorzar por mi muy querida y
respetada amiga Margarita Palacios, a la sazón, Comisionada del Presidente de
Venezuela Luis Herrera Campins para Asuntos Internacionales. Margarita tenía
hacia Monseñor Obando una verdadera veneración como también el propio Presidente
Herrera. Fuimos a un restaurante italiano curiosamente llamado “L´inferno”. Mientras
recorríamos el Menú, mi amiga Margarita comentó, sonriendo, con su proverbial
picardía: “No lo tome a mal, Monseñor, lo traje aquí por ser uno de los mejores
restaurantes italianos de Caracas. Sé que Usted, como salesiano, estudió en
Italia, como también mi amigo José Esteban….” A la hora de ordenar, Margarita
escogió unos “Raviolis alla puttanesca” y yo unos “Tallarines alla diávola”,
mientras Monseñor, prudentemente, se contentaba con unos “Espaguetis a la
boloñesa”.
Después de reirnos del
inquietante nombre tanto del restaurante como de los platos escogidos, pasamos
a temas de fondo. Monseñor Obando nos habló de la situación de los derechos
humanos y de las presiones y amenazas que se cernían sobre la Iglesia, con la
complicidad o el silencio de sacerdotes de la llamada “iglesia popular.” Me
impresionó la serenidad con la que nos habló Monseñor, visiblemente preocupado
por las amenazas del régimen sandinista contra su rebaño. Como eficaz
funcionaria, Margarita tomaba nota de todo para transmitírselo al Presidente
Herrera.
Hacia 1988, me lo
encontré nuevamente, esta vez, en Roma. Ambos habíamos sido invitados a cenar en
un espléndido “penthouse”, por Anna María Cervone, Presidenta Mundial de la Internacional
de Mujeres Demócrata Cristianas, quien era muy solidaria con nuestro pueblo. Nos
pusimos a platicar en el balcón,
teniendo como telón de fondo las impresionantes ruinas iluminadas del Palacio
de Tiberio. Expuse al ya entonces Cardenal Obando las actividades que yo realizaba
en Europa como encargado de derechos humanos en la Internacional Demócrata
Cristiana (IDC) y cómo, durante mis frecuentes viajes, dando charlas sobre la
verdadera situación de Nicaragua, siempre salía a relucir el papel de la
Iglesia y el suyo, en particular, como su dirigente más prestigioso y valiente.
Me habló, con visible preocupación y tristeza, de la persecución que sufrían
los obispos y sacerdotes fieles a la Iglesia y al Papa. Al contarle que, con
frecuencia, tenía que debatir con sacerdotes europeos que apoyaban al régimen
sandinista o con sacerdotes nicas pro-sandinistas, que eran regularmente
invitados a Europa con todos los gastos pagados… me dijo: “Hay que denunciar a los sacerdotes de la “iglesia popular” que están
al servicio del sandinismo y se están prestando para dividir al pueblo de Dios…
Hay que mencionar sus nombres. Ahora el gobierno está apoyando a Monseñor Areas
a quien presenta como “el Monseñor de los Pobres” y quien comparece junto con
Doña Rosario o Doña Lidia Saavedra de Ortega (madre del Comandante Ortega) para
enfrentarlo a nosotros, sus superiores eclesiásticos” Luego, recalcó: “Don José Esteban: no olvide mencionar los
nombres de esos sacerdotes que nos están causando grandes problemas”.
PERSONAJE DEL SIGLO
Aunque lo haya
dicho en un contexto poco afortunado, después de abrazar con notoria efusión al
comandante Daniel Ortega en un acto de masas en Dolores (Carazo), tuvo razón mi
amigo el Padre Neguib Eslaquit al calificar al Cardenal Obando Bravo como “el personaje
del siglo”.
En efecto, el Cardenal
Miguel Obando Bravo no solo ha sido importante cuando estaba en la fuerza de la
edad y era Arzobispo de Managua sino que, todavía hoy, cuando ya ha cumplido 85
años y no tiene cargo específico ni poder jurisdiccional en el gobierno
eclesiástico, sigue ocupando las primeras planas, ya no como valiente adversario
del Dictador Ortega de la década de los 80, sino como figurante destacado – aunque
altamente controvertido - en las enfloradas tribunas del régimen que Pablo
Antonio Cuadra, acertadamente, llamó la “revolución de los engaños”. Después de
Don Daniel Ortega y de su esposa co-gobernante, el Cardenal Obando es el
personaje que, hoy en día, aparece con mayor frecuencia en las
ceremonias oficiales y en los programas del complejo mediático propiedad de la
familia gobernante, al lado de la pareja Ortega-Murillo e interviniendo en
ceremonias de propaganda a favor del mismo personaje a quien dedicó, justo
antes de las elecciones presidenciales de 1996 que ganó Arnoldo Alemán, su célebre “homilía de la
víbora” (ver apéndice).
Sus actuales
comparecencias en los medios oficialistas suscitan perplejidad, confusión y
tristeza entre los fieles católicos y en todos aquellos que, otrora, dirigían
sus ojos hacia la recia figura del Cardenal Obando Bravo, cuyo liderazgo moral
y cívico trascendía a los partidos y a las ideologías políticas. Cuando el 15
de noviembre de 2010, el Presidente Daniel Ortega reunió a los Presidentes de los
Poderes del Estado, Ministros y altos funcionarios en ocasión del diferendo con
Costa Rica sobre el Río San Juan, el Cardenal Obando compareció al lado del
Presidente Ortega como si fuera un miembro más de su Gabinete. Debemos
reconocer que este es un hecho absolutamente inusitado ya que hace aparecer al
Cardenal Obando Bravo como funcionario del Estado y/o del Gobierno en una
simbiosis sin precedentes en la historia contemporánea de la Iglesia Católica a
nivel mundial. En efecto, su desconcertante identificación actual con el
régimen sandinista excede incluso el comportamiento de eclesiásticos
colaboradores de regímenes autocráticos y dictatoriales del siglo pasado y del
actual.
Por el carácter
controversial y por la repercusión que tienen sus actuaciones actuales - después de consultar a personas de reconocida
sabiduría y prudencia - me ha parecido importante y útil abordar este tema tan
delicado y lo hago con el mismo respeto con el que un hijo abordaría actuaciones
cuestionables de su padre con la esperanza de encontrar la clave y la solución
a una embarazosa situación familiar. Así considero al Señor Cardenal, como un
padre que sus hijos deseamos y debemos rescatar de las manos impías que están manoseando
y explotando su prestigiosa figura con fines manifiestamente partidistas y
electoreros.
No voy a examinar
los discursos recientes del Cardenal Obando que, extrañamente, nunca hacen
referencia a las Pastorales de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Voy,
simplemente, con el debido respeto y objetividad, a examinar su comportamiento
público a la luz de su trayectoria, de su relación con la Santa Sede, el
Colegio Cardenalicio y la Conferencia Episcopal de Nicaragua. También examinaré
las repercusiones actuales o potenciales de actuaciones suyas desconcertantes
para todos los nicaragüenses, cualquiera que fuere su pertenencia religiosa o
política.
DATOS BIOGRÁFICOS
El Cardenal Miguel
Obando Bravo nació en La Libertad (Chontales) el 2 de febrero de 1926. Por lo tanto,
al momento de realizar el presente estudio, el Señor Cardenal tiene 85 años
cumplidos. A temprana edad ingresó en la Orden Salesiana, hizo sus estudios
sacerdotales en casas de formación salesianas en El Salvador, Guatemala y
Colombia. Fue Consagrado Obispo de Matagalpa el 31 de marzo de 1968 y promovido
a Arzobispo de Managua el 16 de febrero de 1970. En Matagalpa, se le recuerda
como un pastor abnegado y celoso, identificado con los problemas y dificultades
particularmente de los campesinos. Todos recordamos la primera foto suya publicada
en los diarios nacionales en la que aparecía, vigoroso y sonriente, cabalgando un
caballo criollo, durante una de sus giras pastorales. Su actuación como
Arzobispo de Managua, bajo el régimen somocista, fue ejemplar, valiente y
oportuna tanto en sus delicadas funciones como Arzobispo de Managua, como en
calidad de Presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, cargo que
desempeñó con competencia, coherencia e intachable dignidad en tres
oportunidades. Mi admiración y cariño hacia él me motivó a dedicarle, en 1979, una
breve y modesta composición musical titulada “Las coplas de Miguel” que fue
grabada en un disco de 45 rpm por la empresa INDICA, se San José, Costa Rica,
bajo el sello “Producciones Patria Libre” y que durante varios años se difundía
algunas veces en Radio Corporación.
Aunque al inicio, Mons. Miguel Obando Bravo
aceptó y utilizó un Mercedes Benz que tradicionalmente el Dictador Somoza regalaba
al Arzobispo de Managua, al poco tiempo tomó la sabia decisión, aplaudida por
todos, de devolverlo. A partir de entonces, se desplazaba en un Jeep Land Rover
o en una sencilla camioneta pick-up, sentado en el asiento delantero, al lado
de su fiel chofer y asistente de confianza.
Activo defensor de los derechos humanos
durante la dictadura de Somoza y durante los once años del primer gobierno de
Daniel Ortega (l979-1990), ha sido galardonado con el “Premio Bruno Kreisky por
la Paz y la Libertad” (Viena, Austria, 1979) y con la “Orden Francisco de
Miranda” otorgada por el Gobierno de Venezuela, durante la Presidencia del Dr. Luis
Herrera Campins (1981), así como con otros prestigiosos reconocimientos tanto
eclesiásticos como académicos. Fue elevado a la dignidad cardenalicia por S. S.
Juan Pablo II el 25 de mayo de 1985, siendo el primer nicaragüense que forma parte
del Sacro Colegio Cardenalicio.
SU ACTUAL SITUACIÓN
EN LA ORDEN SALESIANA
El derecho canónico
establece que los obispos pertenecientes a una orden religiosa son sustraídos
de la obediencia de los superiores de su congregación respectiva pasando a depender
directamente del Papa. Por lo tanto, desde su designación como Obispo y luego
como Cardenal por Juan Pablo II, el Cardenal Obando Bravo no se encuentra
sometido a los superiores de la Orden Salesiana con la cual, sin embargo, conserva
tanto en Nicaragua como a nivel mundial, una relación muy estrecha y cordial. Con
sobrada razón, los salesianos se enorgullecen de contar entre sus filas a un
hombre que ha encarnado la dignidad no sólo de la Iglesia Católica sino también
la reciedumbre del pueblo de Nicaragua que se sentía protegido por él y le
correspondía con total confianza e inconmensurable respeto, lo que,
lamentablemente, ha dejado de ser el caso. El Cardenal Obando es uno de
los 5 miembros de la Orden Salesiana pertenecientes al Colegio
Cardenalicio. Los otros cuatro son los Cardenales Tarcisio Bertone (Italia,
actual Secretario de Estado), Oscar Rodríguez
Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa (Honduras), Raffaele Farina (Italia) y
Joseph Zen Ze-Kiun (chino, Obispo de Hong Kong). Cabe mencionar que los Salesianos ocupan el tercer lugar en
cuanto al número de cardenales, sólo superados por los Jesuitas y los
Franciscanos. Por otro lado, como Secretario de Estado del Vaticano, su
Eminencia el Cardenal Bertone es una de las personas con mayor poder y
responsabilidad en el Gobierno de la Iglesia, ya que sus funciones son
asimilables a las de Ministro de Relaciones Exteriores del Estado Ciudad del
Vaticano.
SU SITUACIÓN RESPECTO
AL EPISCOPADO NICARAGÜENSE
Al ser consagrado Obispo, Miguel
Obando Bravo recibió la plenitud del sacerdocio convirtiéndose en sucesor
directo de los Apóstoles de Cristo y no perderá jamás su calidad de obispo: “Tu es sacerdos in aeternum secundum ordinem Melchisedec”.
Sin embargo, al aceptarle el Papa la renuncia, por razones de su edad, dejó
de ser Arzobispo de Managua dejando de poseer potestad de jurisdicción y poder territorial
aún cuando conserva intactos todos los poderes sacramentales como obispo, cuyo
ejercicio está regido por el obispo de cada diócesis. Además, por cortesía,
debe consultar o coordinarse con el obispo respectivo cada vez que desee actuar
en cualquiera de las diócesis en las que está dividida la Provincia Eclesiástica
de Nicaragua. El título de ”Arzobispo Emérito” es únicamente un título
honorífico que no conlleva ningún poder ni función específicos, así como las
personas que han ejercido la Presidencia de la República conservan hasta el fin
de sus días el título de “Presidente”. Actualmente, la titularidad, plena
autoridad y potestad de jurisdicción sobre todos los sacerdotes, religiosos, fieles
y bienes, junto con todos los asuntos legales, administrativos y financieros,
etc. de la Iglesia Católica de la Arquidiócesis de Managua (que abarca los
Departamentos de Managua, Masaya y Carazo), corresponden al actual Arzobispo de Managua Monseñor Leopoldo Brenes cuyo Obispo auxiliar es
Mons. Silvio Báez.
SU SITUACIÓN RESPECTO A LA CONFERENCIA EPISCOPAL
El Cardenal Obando
ya no pertenece a la Conferencia Episcopal, como tampoco pertenece Mons. Hombach
porque, según las disposiciones canónicas, son miembros de las conferencias episcopales
únicamente los obispos con potestad de jurisdicción sobre determinada diócesis,
abarcando los aspectos territoriales y pastorales. Aunque, por ser miembro del
Colegio Cardenalicio, su superior inmediato es el Papa, el Cardenal Obando Bravo tiene la obligación moral y canónica de acatar
y hacer propias las posiciones de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. De
ningún modo puede ignorar, desconocer y, mucho menos, contrariar las orientaciones,
opiniones y disposiciones adoptadas por la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Todo
lo contrario, está obligado a hacer propias, a difundir y a defender las cartas
pastorales y cualquier otra manifestación clara, escrita o no, de la opinión y
voluntad de la Conferencia Episcopal, sobre todo, aquellas relativas a asuntos
graves en materia de fe o de moral o que afectan a la población en su conjunto.
Es el caso de los documentos sobre el derecho a la vida desde el momento de la
concepción y aquellos en los que la Conferencia Episcopal ha denunciado el
fraude electoral en las elecciones municipales de 2008 y pone en guardia ante el
deterioro institucional, el abandono y desprecio de valores, la agresividad, la
violencia ejercida o tolerada por autoridades que deberían proteger los
derechos humanos de cualquier persona y otras irregularidades graves del actual
o de cualquier gobierno. Seria teológica y canónicamente inaceptable que el Señor
Cardenal contribuya con su presencia, actuaciones y discursos a apoyar a un
Gobierno que, de toda evidencia, está - permítaseme la expresión – “en estado
de grave pecado institucional”, agravado por la contumacia y la reincidencia.
SU SITUACIÓN EN EL
SACRO COLEGIO CARDENALICIO
Es evidente, que el
Cardenal Obando no puede apartarse del comportamiento propio de los miembros del
Colegio Cardenalicio, cuerpo al cual todavía pertenece (con las restricciones mencionadas
y otras que la brevedad del espacio no nos permite abordar). Según nuestra
información, el Cardenal Obando no ha consultado a sus hermanos Cardenales en
general ni a los Cardenales salesianos en particular (ver arriba) antes de
involucrarse de manera notoria en los planes de gobierno y el posicionamiento
político personal de la pareja gobernante. Según información reservada, varios
cardenales lo han exhortado - unos con delicadeza, otros con energía, pero
siempre con la discreción de rigor - a tomar distancia del régimen sandinista no
solamente por razones estrictamente religiosas y morales sino por el daño que
su comportamiento le está causando a la buena imagen de la Orden Salesiana y de
la Iglesia. Es motivo de escándalo la manipulación que hace el gobierno
sandinista de la persona del Sr. Cardenal, acentuando la confusión de los
fieles católicos y entristeciendo al rebaño de Cristo al verlo asociado al
Presidente Daniel Ortega que durante los años 80 se caracterizó por un
desprecio sistemático de los derechos humanos y que, actualmente, pretende
reelegirse en abierta violación de la Constitución de la República de
Nicaragua. Canonistas y expertos en teología
moral que he consultado opinan que violar
la Constitución, como lo está haciendo el Presidente Ortega, es una violación
grave del orden moral ante la cual el apoyo explícito que le presta el Sr.
Cardenal es - lo digo con todo respeto y profunda preocupación - injustificable
y éticamente vituperable. Expertos en derecho me han comentado que el
Cardenal Obando podría - más aún, debería - exigir que se retiren todos los carteles
donde se lo presenta junto a Don Daniel Ortega y su esposa y co-gobernante, Doña
Rosario Murillo, con los lemas, símbolos y colores de la propaganda
re-eleccionista anti-constitucional del Presidente Ortega. Afirman, igualmente,
que autoridades eclesiásticas o, incluso, grupos de católicos asociados, los
obispos en sus diócesis o los simples católicos en sus parroquias respectivas
tendrían derecho a exigir aclaraciones y a deslindar responsabilidades por la
vía judicial, tema éste sobre el que, no siendo abogado, no puedo pronunciarme
en este momento.
SU PARTICIPACIÓN EN
EL GOBIERNO DE LA IGLESIA UNIVERSAL Y DEL ESTADO “CIUDAD DEL VATICANO”
El Cardenal Obando
Bravo fue durante varios años miembro de la Congregación del Clero pero nunca, salvo
mejor información, fue designado por el Papa Juan Pablo II como Presidente de
alguna de las Congregaciones o Dicasterios Romanos que - guardada la distancia
- son comparables a los Ministerios de los Gobiernos seculares. Algunas de esas
Congregaciones o Dicasterios abarcan responsabilidades de Gobierno propiamente
dichas en el Estado de la Ciudad del Vaticano mientras otras son de carácter
estrictamente eclesial y de carácter universal por delegación pontificia. Un
ejemplo de las primeras es la función de Secretario de Estado que equivale a la
de Ministro de Relaciones Exteriores, y ejemplos de las segundas es el cargo de
Prefecto de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe (Propaganda
Fidei) que se ocupa de las misiones o la Congregación para la Defensa de la Fe que
ejerciera con particular inteligencia, prudencia y energía el Cardenal Josef Ratzinger
hasta su elevación al pontificado como Papa Benedicto XVI. Precisamente, por
haber ejercido un cargo que implicaba ocuparse de los errores doctrinales y
disciplinarios suscitados por la llamada Teología de la Liberación y las mal llamadas
Iglesias Populares, el entonces Cardenal Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, tuvo
que ocuparse específicamente adquiriendo profundo conocimiento de la situación de
Nicaragua y manteniendo una relación regular
con el Cardenal Obando y los demás obispos de nuestro país. Ignoramos si el
Señor Cardenal ha tenido alguna vez la ciudadanía del Estado de la Ciudad del
Vaticano y si ha viajado o todavía viaja con pasaporte diplomático del Vaticano
y si recibe algún estipendio de las arcas de la Iglesia. Ignoramos también si,
siendo actualmente un alto funcionario del Estado con rango ministerial, recibe
algún emolumento o reembolso de gastos y si debe o no presentar una declaración
de probidad.
SUS PRERROGATIVAS
COMO ELECTOR DEL PAPA
El Derecho Canónico
establece que, al cumplir 80 años, todos los obispos deben presentar la renuncia
a sus funciones jurisdiccionales, lo que tenemos entendido que el Cardenal hizo
en tiempo y forma. Igualmente, por razón de su edad (mayor de 80 años), el
Cardenal Obando Bravo ha perdido la facultad de ser elector del nuevo Papa (en
caso de muerte o renuncia) y tampoco puede ser elegido Papa. No hemos podido
confirmar si el Cardenal Obando Bravo participó por concesión especial en el
Cónclave que eligió al actual Papa Benedicto XVI. Aunque el voto en la elección
del Papa es absolutamente secreto, es razonable suponer que, de haber podido votar,
el Cardenal Obando habría votado a favor del Cardenal Ratzinger, entre otras
razones, porque éste fue uno de los miembros de la Curia Pontificia que apoyó
con mayor claridad, fraternidad y eficacia a la Iglesia, al Episcopado
nicaragüense y al propio Cardenal Obando durante los años 80, lo cual incluye
el generoso apoyo financiero que la Iglesia Católica nicaragüense recibió de
instituciones del Episcopado europeo, particularmente alemán, especialmente de Misereor
- “Bischöfliches
Hilfswerk (Fondo de Ayuda Episcopal) y “Adveniat” - Lateinamerika
Hilfswerk der Katholiken in Deutschland (Fondo para America Latina de los
Católicos de Alemania), así como de varias diócesis de los Estados Unidos y de
países latinoamericanos, particularmente del Episcopado venezolano.
Es razonable pensar
que los mensajes de Juan Pablo II en sus dos visitas históricas a Nicaragua,
fueron de alguna manera consultados e incluyeron enfoques sugeridos por el
Cardenal Ratzinger. Es probable que éste tuvo alguna influencia en la
escogencia de los temas enfocados por el Papa ya que el actual Sumo Pontífice coincidía
con la apreciación de Juan Pablo II al calificar los 10 años del primer
gobierno del Comandante Ortega como la ”noche oscura” de la historia de
Nicaragua.
¿FUE EL CARDENAL
OBANDO BRAVO AUTORIZADO POR EL PAPA BENEDICTO XVI PARA ACEPTAR CARGOS Y/O
FUNCIONES EN EL GOBIERNO DE DANIEL ORTEGA?
¡Todo indica que
no! En efecto, cuando, a su regreso de Roma a donde el Presidente Ortega lo envió
para que regresara con la autorización explícita
del Papa Benedicto XVI para presidir la Comisión de Reconciliación y Paz,
varios periodistas nacionales y corresponsales extranjeros le preguntaron al
Cardenal Obando Bravo: “¿Lo autorizó el
Papa para aceptar el cargo de Presidente de la Comisión de Reconciliación y Paz
del gobierno de Daniel Ortega?”, su respuesta fue siempre imprecisa.
Algunas veces su respuesta revelaba lo contrario de lo que aparentaba decir ya
que, en lugar de contestar con un “si” o un “no” rotundo, siempre, contestó, en
esencia, lo siguiente: “El Papa nos pide
a todos lo obispos que promovamos la paz y la reconciliación”. Su respuesta
no era una falsedad pero, obviamente, el Cardenal Obando recurría a una
respuesta tangencial que, sin decirlo, revelaba que no había sido autorizado. Además, desde hace un
par de meses he sabido que, en una de las reuniones mensuales del clero de la
Arquidiócesis de Managua, varios sacerdotes plantearon públicamente al actual Arzobispo
de Managua Leopoldo Brenes si el Santo Padre había autorizado al Cardenal
Obando a aceptar la Presidencia de la Comisión Gubernamental de Justicia,
Reconciliación y Paz. Mientras varios sacerdotes
hacían propio de manera insistente el mismo interrogante, Monseñor Leopoldo
Brenes que escuchaba con la cabeza entre las manos, en una de sus poses
características, sin levantar la cabeza se limitó a mover su índice en clara
señal negativa. Desde ese momento la pregunta ha dejado de plantearse y ha sido
remplazada por las preguntas siguientes: ¿Qué hacer para deslindar la
responsabilidad de la Iglesia y de los fieles católicos de las actuaciones del
Señor Cardenal? ¿Cómo podemos los católicos ayudar a su Eminencia a recuperar
su independencia y a apartarlo de la influencia y/o condicionamientos que le
imponen personas o familias dominantes del Gobierno?
Ahondemos un poco
en lo anterior. Si el Papa le hubiese dado su autorización, esa noticia le
habría dado la vuelta al mundo y el propio gobierno de Daniel Ortega se hubiese
apresurado a pregonarla a los cuatro vientos. Muy probablemente, habría sido
anunciada oficialmente por el Ossevatore
Romano (Diario del Vaticano, en el cual se publica la agenda y actividades
del Papa) y por la Radio Vaticana más o menos en estos términos: “El día de ayer, su Santidad el Papa
Benedicto XVI recibió en audiencia privada a su Eminencia Cardenal Miguel
Obando Bravo de Nicaragua, a quien autorizó aceptar (o asumir) la presidencia
de una Comisión de Reconciliación y Paz… creada por el Gobierno del Presidente
Daniel Ortega, de Nicaragua”. La verdad es que, salvo, error de memoria, no
recordamos que se publicara en ningún medio, ni del Vaticano ni de Nicaragua, que
el Papa hubiese recibido en audiencia al Señor Cardenal. Es más bien posible,
considerando lo sensible del asunto y conociendo la experiencia y los recursos
protocolarios de los que dispone la Santa Sede, que el Cardenal Obando se haya
tenido que contentar con reunirse con el Cardenal que en ese momento presidía
la Sagrada Congregación del Clero o con el Cardenal Secretario de Estado quien,
con la exquisita delicadeza vaticana, habría intentado hacerle comprender que
su petición era potencialmente dañina para el futuro de Nicaragua y que crearía
peligrosas tensiones en el seno de la Iglesia. Otra posibilidad es que el Papa
o el alto funcionario pontificio que lo recibió le haya dicho: “Usted tiene en
sus manos la decisión”, lo cual habría podido interpretarse como una
manifestación de confianza en la sensatez y responsabilidad del Cardenal Obando
esperando que tomaría la decisión apropiada… que no es precisamente la que
tomó.
¿ESTA AUTORIZADO EL
CARDENAL OBANDO Y BRAVO PARA RECORRER EL PAIS ACOMPAÑANDO A LA PAREJA ORTEGA-MURILLO,
O A FUNCIONARIOS DE SEGUNDA CATEGORÍA
REPARTIENDO LAMINAS DE ZINC, ENTREGANDO TITULOS DE PROPIEDAD Y PRONUNCIANDO
DISCURSOS ELOGIOSOS DEL SEÑOR PRESIDENTE Y DE LA PRIMERA DAMA?
Personalmente, no
creo que el Señor Cardenal necesite pedir autorización para esas actuaciones y recorridos
porque es algo que cualquier persona bien informada y experimentada como, sin
duda, lo es el Sr. Cardenal puede decidir sin preguntárselo a Roma. He aquí,
sin embargo, algunos interrogantes que cualquier persona, en los escarpines
cardenalicios, se plantearía: ¿Debo contribuir a difundir la verdad o la
mentira? ¿Puedo permitir que me utilicen para engañar a la población? ¿Puedo
dar a entender que las autoridades gubernamentales son cumplidoras de la
Constitución y respetuosas de los Derechos Humanos cuando es, obviamente, lo
contrario? ¿No es acaso evidente, habiendo sido demostrado y
documentado de manera incontestable, que en las elecciones municipales de
2008 hubo, por instrucción expresa de la pareja presidencial, un fraude masivo
que afectó a unas cuarenta municipalidades, incluyendo a la Alcaldía de Managua
y a otras ciudades de primera importancia? ¿Puedo, acaso, hacerme de la vista
gorda ante un fraude que ha sido denunciado oficial y formalmente por la
Conferencia Episcopal, denuncia que ha sido luego reiteradamente repercutida
por los obispos en homilías y declaraciones, con la prudencia del caso, en sus
respectivas diócesis? La respuesta a todos estos interrogantes es claramente “NO”.
Quien lo hiciere, estaría incurriendo en complicidad, por lo menos pasiva, en la
violación de leyes civiles y religiosas, constitucionales e incluso, canónicas.
Otras preguntas son inevitables: ¿Es posible promover eficazmente la reconciliación
y la paz cuando el Señor Presidente o sus corifeos ofenden y arremeten contra ciudadanos
honestos, difunden falsedades, lanzan acusaciones calumniosas y provocadoras,
irrespetan e insultan a naciones enteras, provocando a sus gobiernos que son generosos
benefactores del pueblo de Nicaragua para forzarlos a retirar su apoyo y, una
vez logrado esto, calificarlos de “explotadores imperialistas” y de
impulsadores del “capitalismo global”? ¿Puede un ciudadano responsable cerrar
los ojos sobre el manejo oscuro de fondos de la ayuda externa de Venezuela, fuera
del Presupuesto Nacional de Nicaragua, que debería dedicarse a crear fuentes de
trabajo y a aliviar la espantosa pobreza que agobia a nuestro pueblo en lugar
de facilitar el enriquecimiento personal de un puñado de miembros de la familia
presidencial y de la cúpula partidaria con flagrante desprecio de la
Constitución y de advertencias explícitas de la Asamblea Nacional?
Evidentemente, NO. ¿Puedo quedarme
callado cuando el Jefe del Estado viola flagrantemente la Constitución de
Nicaragua que juró respetar y defender, la cual expresamente prohibe a TODOS
los presidentes buscar la reelección inmediata o para un tercer período? ¿Puedo
permitir que en mi presencia se irrespete el pabellón nacional y los derechos
humanos y constitucionales de los nicaragüenses al colocar a su lado, en
pretendida y ofensiva igualdad, la bandera de un partido político, cualquiera
que éste sea? Obviamente, NO.
INQUIETUD RESPECTO
AL DESTINO DE BIENES DE LA IGLESIA
Se han publicado
reportajes inquietantes sobre algunas propiedades donadas originalmente por el
Gobierno de Doña Violeta a la Arquidiócesis de Managua para establecer la Universidad
Católica (UNICA) y que, según parece, han terminado en otras manos. Hay otras
propiedades, dejadas en legado a la Arquidiócesis de Managua que, según fuentes
confiables, han sido parceladas y/o vendidas o traspasadas, en todo o en parte,
para provecho y beneficio del mismo círculo de personas. Para tranquilidad de
todos, me permito sugerir, en la medida que los Sres. Obispos lo estimen
oportuno, crear una especie de “consorcio” para asesorar y apoyar al
Episcopado en el ordenamiento y sistematización moderno del patrimonio de nuestra
Iglesia. Lo hago con todo respeto sin ánimo ni pretensión de invadir un campo
que compete exclusivamente a las autoridades eclesiásticas, merecedoras de
nuestra total confianza y afectuoso respeto.
DOLOROSAS LECCIONES
DE LA HISTORIA
Hay algunos casos
de personajes eclesiásticos que se dejaron arrastrar a situaciones similares en
otras partes del mundo y en otras circunstancias de la historia. Esos obispos o
purpurados perdieron la confianza de los católicos, se desacreditaron ante la
nación, fueron luego despreciados por los mismos funcionarios del régimen con
el que buscaban congraciarse ya que los consideraban sus competidores en la
sórdida disputa por los favores del Duce, del Führer o del Caudillo. Tal fue,
entre otros, el deplorable y grave caso del Cardenal Theodor Innitzer,
Arzobispo de Viena, quien promovió activamente el apoyo de la Iglesia Católica
de Austria a Hitler. Este prelado, se alineó con el Nazismo y apoyó activamente
el “Anschluss” (la “Anexión”) de Austria a la Alemania hitleriana. Llegó a tal
punto su imprudencia que el día del referendo sobre dicha “anexión”, fue a
votar con bombo y platillo, rodeado de la parafernalia propagandística del
Tercer Reich manejada por Goebbels. Al salir del recinto de votación, el
Cardenal tuvo la osadía de hacer el saludo hitleriano y, profanando sus labios
consagrados, lanzó sin vergüenza un sonoro “¡Heil Hitler!” En abril de 1938, con
ocasión del cumpleaños de Hitler, el Cardenal Innitzer ordenó que, en todas las
iglesias de Austria (incluyendo, por supuesto, en la Catedral de San Esteban (el
célebre “Stephandom”) de Viena, ondeara la bandera roja con la svástica nazi en
campo blanco junto a la bandera de la Iglesia. Según parece, más tarde,
Innitzer se arrepintió, pero… ¡ya el daño estaba hecho!
¿HASTA DONDE LLEGARA ESTA INCOMODA
SITUACIÓN?
Después de haber
visto y oído lo que nos ha tocado ver y oír en estos últimos tiempos, no
debemos sorprendernos si, uno de estos días, algún clérigo católico o pastor de
otras denominaciones cristianas (hay datos precisos sobre la campaña de
seducción o de amenazas hacia dirigentes de iglesias protestantes, pastores, responsables
de ministerios, etc.) seducido por argumentos contantes y sonantes del
sandinismo orteguista, levante el brazo, haga el signo de DOS, y proclame sin
vergüenza: “¡Patria Libre o Morir!” …y que luego, intente insultar nuestra
inteligencia pretendiendo que aplaudamos su actuación que solo puede ser
calificada de “abominable perversidad”.
Mis reflexiones no
son fantasía caprichosa sino pronóstico y advertencia. Quizás, sería oportuno releer
y meditar sobre el email, blindado
contra cualquier virus - luminoso y sobrecogedor como un rayo - que el Espíritu Santo nos envía en el
Capítulo 20 del Apocalipsis, al anunciar y describir la gran calamidad y el triunfo
definitivo del Cordero:
“ “Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Al que tenga
sed le daré a beber del manantial del árbol de la vida sin que le cueste nada.
El que salga vencedor recibirá todo esto como herencia, y yo seré su Dios y el
será mi hijo. Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los odiosos, los
asesinos, los que comenten inmoralidades sexuales, los que practican la
brujería, los que adoran ídolos y todos los mentirosos, a ellos les tocará ir
al lago de azufre ardiente que es la segunda muerte” (Apocalipsis, cap. 20,
6-8).
SUEÑO QUE TODOS
JUNTOS ENCONTRAREMOS UNA SOLUCIÓN PRONTA Y CONSTRUCTIVA
La solución no
puede improvisarse y tiene que ser eclesial.
Tengamos la seguridad de que, con los instrumentos de nuestra razón, de nuestra
fe y de nuestro civismo, podemos encontrar una solución. Debemos poner en
marcha un esfuerzo en ese sentido, convencidos de que, aunque pueda implicar
decisiones graves y, desde algunos puntos de vista, dolorosas, sería claramente
beneficiosa para el Señor Cardenal, para la Iglesia Católica y para todos los y
las nicaragüenses que estamos decididos a permanecer fieles a Cristo Nuestro
Salvador. Por eso, como Martin Luther King, creo que todos tenemos un sueño cuya
realización abriría horizontes de luminosa esperanza para nuestra sufrida
nación. Este es mi sueño: que en lugar de seguir compareciendo junto con la
pareja presidencial, el Señor Cardenal, al cual, como muchísimos nicaragüenses,
respeto como a un verdadero padre y guía, se acerque a la Conferencia Episcopal
y que sus hermanos obispos que hoy levantan la antorcha de fe y de la fidelidad
a Cristo y a su pueblo, lo inviten a concelebrar los santos misterios en
oportunidades especiales para que podamos, de nuevo, ver unida, ejerciendo plenamente
su insustituible función de Madre y Maestra, a la Santa Iglesia de Cristo
nuestro único Señor.
Debemos tener la
seguridad de que, en el mundo entero, nuestros hermanos nicaragüenses nos acompañan
y que, sobre todo, nos acompaña con los ojos y el corazón nuestro dulce y
fuerte Hermano Mayor, el mismo que, sin flaquear ante la prueba que se
avecinaba, tranquilizó a quienes lo acompañaban diciendo: “No tengan miedo: ¡Yo
he vencido al mundo!”
Managua, 5 de de septiembre de 2011
Día de la Constitución
José Esteban González Rappaccioli
Fundador de la CPDH
Candidato a Procurador Nacional de Derechos
Humanos
APENDICE
LA
PARÁBOLA DE LA VÍBORA
La siguiente parábola fue utilizada por el Cardenal
Miguel Obando durante su homilía dominical, poco antes de las elecciones generales
de 1996. El pueblo entero de Nicaragua, creyente o no, tanto católicos como de
otras denominaciones cristianas, entendieron perfectamente a quién o a quienes
se refería el Cardenal Obando Bravo. He aquí una trascripción literal de la célebre
parábola:
“Dos hombres iban de camino por
el campo, vieron en el camino que estaba una víbora. La víbora parecía que se
estaba muriendo a causa del frío. Uno de aquellos hombres dijo: está muriendo
esa víbora a causa del frío, creo que si le damos un poco de calor no morirá.
El compañero le dijo: ¡Ten cuidado! Yo creo que esa víbora ya mató a alguien
porque salía de ese hueco y mató a fulano de tal. El otro dijo: las circunstancias
han cambiado. Esta víbora no me hará nada; yo le voy a dar calor. Se agachó, tomó
en sus manos la víbora, la metió entre su pecho para darle calor y cuando le
había dado calor la víbora lo mordió y lo mató. Creo que el cristiano debe tener siempre prudencia. Por eso, en estos
días, debemos reflexionar qué es lo que más conviene para la patria.”
(Fin del Apéndice)
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