El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 9 de octubre de 2011

El azaroso destino de Juan Rafael Mora Porras


Una vida intensa Hace 151 años, el 30 de septiembre de 1860, fue fusilado el vencedor de los filibusteros

Clotilde Obregón Quesada
 
Juan Rafael Mora Porras es un personaje descollante en nuestra historia. Salvó al país de convertirse en un estado esclavista ya que percibió rápidamente el peligro filibustero y tuvo el valor de armar al país para ir a la guerra. Sin embargo, la polémica en torno a su actuación se acrecentó con su trágico fin.



En 1849, Mora Porras recibió un país consolidado, con un pueblo consciente de tener un pasado común. Desde los primeros días de su vida independiente se había organizado políticamente, había consolidado su territorio a pesar de la usurpación colombiana, y contaba con un presupuesto que le permitía sostener el aparato del Estado.
Los gobiernos de Mora duraron diez años, de 1849 a 1859, pero la guerra y la epidemia del cólera que afectaron al país cambiaron el rumbo de los objetivos que se había propuesto.
Gracias a su mandato, se levantaron numerosos edificios que embellecieron la ciudad de San José y se consolidó nuestra presencia diplomática en Europa, Estados Unidos y algunos países suramericanos. A Mora se debe también la centralización del monopolio de los licores en San José y la traída de los alambiques para la Fábrica Nacional de Licores.
Otras medidas tomadas por él fueron el planeamiento de una reforma para la Universidad de Santo Tomás; la importación de partituras musicales y de instrumentos para las bandas; el envío de jóvenes a estudiar a Inglaterra; la consolidación de la Diócesis para Costa Rica, y la reforma de la Imprenta Nacional y de la Casa de la Moneda.
Todo eso lo pudo hacer utilizando las ganancias debidas a la exportación del café y a pequeños préstamos que se pactaban con Eduardo Wallerstein en Inglaterra y que el Estado pronto cancelaba.
Mora, comerciante. Mora se inició en el comercio desde muy joven. Cuando sus padres murieron, él fue el encargado de mejorar las condiciones económicas de la familia. Pronto se convirtió en el mayor corredor de bienes raíces de la ciudad de San José, y con el capital ganado se inició en el comercio de exportación y de importación.
Mora permaneció algún tiempo en Matina e hizo un viaje a Jamaica en 1842 en compañía de su hermano José Joaquín, el cual acostumbraba ir a dicho destino, según rezan los documentos. Juan Rafael importó mercancías desde Jamaica mientras el puerto de Matina estuvo abierto al comercio (1840-1843).
A fines del decenio de 1830 y a comienzos del de 1840, la presencia de Juan Rafael y José Joaquín era constante en Puntarenas. En un principio, los Mora no salían de Centroamérica; fueron al Realejo (Nicaragua) en 1838, y dos años después a Sonsonate (El Salvador).
Había crecido el número de los buques que llegaban al puerto de Puntarenas debido a las donaciones de lotes del Estado a particulares en 1845 y que sirvieron como atractivo para que nacionales y extranjeros se estableciesen allí.
En 1846, los tres hermanos Mora, José María Cañas, Francisco Giralt, Eduardo Wallerstein, el capitán Luco y Crisanto Medina, entre otros, tenían casas y almacenes en Puntarenas e iniciaron un intenso comercio con los objetos que traían navíos bajo las banderas peruana, chilena, ecuatoriana, francesa, inglesa y estadounidense, entre otras.
Para ese entonces, Valparaíso (Chile) había sustituido al Callao (Perú) como el puerto más importante del pacífico suramericano.
Por esa razón, los Mora y muchos otros viajaban a Valparaíso motivados por el café, pero también por la búsqueda de nuevos productos y por las relaciones comerciales que podían surgir.
Se ha dicho que Valparaíso fue un punto en el comercio cafetalero directo hacia Inglaterra, pero el paso fue efímero pues los buques ingleses pronto comenzaron a cargar café en Puntarenas directamente hacia Gran Bretaña. A partir de 1843, Le Lacheur regularizó ese comercio.
Juan Rafael Mora fue a Chile en 1844 e incrementó la extensión de su estadía en los años de 1845 y 1846. Así las cosas, en 1845, Mora superó en el monto de sus exportaciones cafetaleras a Wallerstein, uno de los más importantes exportadores a comienzos de los años 40 y el principal en 1844.
Mora remitía café a Londres y a Valparaíso. Por tanto, su labor fue conseguir que el café costarricense circulase en Chile.
Asimismo, en 1845, Juan Rafael Mora se alió con Vicente Aguilar, y ambos establecieron la casa comercial Mora y Aguilar. En 1846, las exportaciones personales de Mora fueron menores que las hechas el año anterior, pero las de la casa Mora y Aguilar crecieron.
La crisis económica de 1847 afectó a los pequeños caficultores y despertó de nuevo la idea de construir un camino a Matina. Sin embargo, esto no se logró y se trató de solucionar la crítica situación declarando a Puntarenas “puerto franco” y extendiendo luego la franquicia a Guanacaste.
No obstante, la medida fue criticada por los ricos. A pesar de la gran actividad que el puerto franco trajo, pronto se le eliminó esta condición. Para Mora, ello significó una llamada de atención sobre la débil situación del país.
Mora y la política. Junto a su éxito económico es fundamental destacar la presencia de Juan Rafael Mora Porras en la política, en la cual incursionó luego de su gran éxito en materia comercial.
A su vuelta de Chile, en 1846 fue electo diputado por San José para el Congreso que se inauguró el 15 de setiembre. A partir de 1848, su presencia se incrementó debido a que el doctor Castro Madriz lo nombró su vicepresidente.
La primera vez fue vicepresidente del Estado entre noviembre de 1847 y junio de 1848, cuando renunció; la segunda vez fue vicepresidente de la República a partir de noviembre de 1848 y hasta que la situación política obligó a Castro a renunciar para que Mora asumiera el poder y fuese electo presidente el 30 de diciembre de 1849.
Juan Rafael Mora Porras dirigió un país sin deudas debido a que uno de sus antecesores, el licenciado Braulio Carrillo (1838-1842) en una acción digna de un estadista, había hecho el enorme esfuerzo de cancelar la parte que le correspondía a Costa Rica de la deuda que el gobierno de la República Federal de Centro América había contraído con diversas casas comerciales inglesas.
En 1839 y 1840, Costa Rica canceló lo que le correspondía pagar más ciertos cobros que los ingleses inventaron a última hora y de las cuales no presentaron recibos.
Aquellos pagos le permitieron al Estado establecer sus propios lineamientos, lejos de la presión inglesa que sufrieron los otros estados centroamericanos, que constantemente vieron sus puertos atacados y bloqueados por la escuadra británica.
En cambio, Costa Rica pudo desarrollar el comercio cafetalero a pesar de tener que exportarlo hacia Europa por Puntarenas, puerto geográficamente mal ubicado tanto para el comercio internacional como para el local debido a que, para llegar a él, había que atravesar el río Barranca, al que se le debía construir un puente provisional todos los años y que funcionaba de diciembre a abril, o sea, en la estación seca, época aprovechada por los importadores para introducir al Valle Central materiales de gran peso.
Mejor situado estaba el puerto de Matina, cuyo camino, construido en la administración de Carrillo, y que, como anotamos, funcionó con éxito unos años, había sido destruido a causa de la presión del grupo que controlaba el comercio por el Pacífico, grupo ayudado por la llegada de Francisco Morazán a Costa Rica.
Así, se ordenó dejar perder aquel camino y, por lo tanto, el país quedó condenado a utilizar Puntarenas y a pagar altos costos de transporte.
La caída. Después de la guerra, Mora se encontró con un país que había ganado la contienda, pero que tenía poderosos enemigos: Gran Bretaña y Estados Unidos, y también Nicaragua. Estos países terminaban aliados, y los dos primeros siempre prefirieron apoyar lo que les ofrecía Nicaragua antes que lo propuesto por Costa Rica.
Ya durante la guerra, Mora debió hacer mil esfuerzos para que las autoridades ingleses en Nicaragua no reconocieran a William Walker.
A pesar de la inmensa y brillante acción de nuestro ministro en Washington, don Luis Molina, este tampoco consiguió que el gobierno de los Estados Unidos condenase el filibusterismo. Lo único que se consiguió durante la guerra, fue que buques ingleses se presentasen de vez en cuando en Puntarenas con la excusa de cuidar los “intereses británicos”.
Las causas de la caída de Mora en 1859 son muy complejas. En primera instancia, se produjo la polémica que acarrean los gobiernos muy extensos; además, surgió la crítica situación en el río San Juan, que llevó a la firma del tratado Cañas-Jerez.
Se sumaron el fracaso del Banco Nacional, que los cafetaleros –sobre todo los Montealegre– vieron como un peligro, y el inicio de los reclamos de los estadounidenses, quienes exigían indemnización por las acciones de Costa Rica en la guerra.
En su último mensaje al Congreso, Mora declaró: “Bien persuadido el Gobierno de que nada se debe, como lo están todos los pueblos testigos de los escandalosos hechos que han pasado en los días de la invasión filibustera, resiste y resistirá hasta el último trance a reconocer un solo centavo sobre dichas reclamaciones”.
Sin embargo, la lucha interna de los grupos de poder llevó al fusilamiento de don Juan Rafael Mora y del general José María Cañas. Al final, no hubo defensa para Costa Rica y debió pagar todos los reclamos a los filibusteros.
La autora es historiadora y tiene el rango de catedrática de la Universidad de Costa Rica.

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