El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 29 de marzo de 2014

Tus manos y mis manos deshacen la frontera (Nueva conversación con José Coronel Urtecho)



ESCRITO POR ADRIANO DE SAN MARTÍN




Otra vez la primera pareja en el nuevo Paraíso del primer hombre y la primera mujer. Así lo insinuás selva adentro mientras cae vegetal el vestido de Pollita Lorimer en la lente del agua. Y nos zambullimos. Así tus manos se dibujan en las mías pero con otro lazo. Ahora es el encuentro de labio a labio prometido por una vendedora de cachivaches en Granada. O una estudiante de secundaria en Ciudad Quesada. Así el paraíso es un ojo de agua, línea delgada que angosta y ensancha nuevamente el río. ¿Es la línea de tus manos y de mis manos? Es la frontera donde se asoman rostros como la multitud, rostros invisibles como el nagual, para saltar y cruzar al otro lado donde espera ninguna Tierra Prometida. Un pajarito canta entre las hojas de una rama y su canto un silbido, tal vez una llamada, me saca de la historia.

Vuelvo a la otra orilla y comienzo como siempre. La Oda a Rubén es el gran queso de luna, llena siempre, centelleante por el río. Comienzo como finalizan las líneas de tus manos en las mías. Como cascabaleo de palabras en el agua. Líneas delgadas que de todas maneras nos dividen. Se corren o descorren. Se difuminan entre caseríos y pulperías, gasolinas y canoas, playones y bocanas. Líneas colindantemente ambiguas en la espina colonial. Líneas tramadas para la Ruta del Tránsito en un estrecho ciertamente dudoso para la furia dolarizada de un canal. Líneas parpadeantes. Líneas de fuego. Los robles están cuajados de crespas flores nacaradas. Hay un enorme silencio. Todo el ruido del lago lo repite el silencio. ¿Podemos estrecharnos las manos? No has venido y te esperaba. Y la paloma penadora que da un quejido leve, profundo y espaciado que no se sabe de dónde viene, cambia de sitio… Abren las alas las garzas y los pavones. No las detienen las aduanas. Has dicho mucho, y sin embargo, nada.

Alzan el vuelo como en cinemascope. Y un leopardo salta la cañada. No es el tigre de Blake o de Borges, sino un rayo en la niña de los ojos. ¡Nos queda su hálito multitudinario en la imagen! Hálito del flash al atardecer. La paloma Cantora nos mira ahora. No hace falta bajarla del árbol. Frente a frente la penadora. Es el tiempo de los nidos y de los huevos de colores. He regresado del silencio, lo ves. La música de las aves no se interrumpe. Pero hay un mutismo exagerado que se desliza bajo la sombra del viento y el viento se ve en el agua. ¿Si nos encontráramos se enturbiarían las palabras? ¿Y qué diría la paloma? Paloma tora. Paloma posolera. Paloma azul. Paloma patacona. ¿Entre el tumulto desbocado nos escucharía el silencio, el resplandor, el movimiento, el lago abierto…?

Porque más allá del silencio está la caravana en llamas de los que ya no regresan. No es la ruta de la seda el camino más corto para encontrar el barro rojo entre la palma de estas manos. Hay sangre y agua. Lluvia de lágrimas y no de perlas. Marcas profundas en la piedra. Encuentro una piedra como una perla, ¿decís? Sí, el hallazgo ha sido nuestra fortuna. Pero también la horma de los zapatos. Todo lo que se apunta con la lengua del lápiz da hacia nuestros sueños. Pero también va a nuestros pijamas como tu Darío General. O a nuestras pesadillas como las de Sandino, Carlos Fonseca Amador, Juanito Mora o Calufa. Somos de abismos entre sueños. Por eso los cadáveres por el río. Cadáveres y no palabras o trinos. Cadáveres. Tal vez por ello cambian los cauces y las revoluciones, aunque uno se adhiera de último. Porque primero fue Somoza. Callan los poetas y alzan su voz los militares. Danzan las pandillas de chacales y al hermano le remueven las entrañas. Así el paso por estas manos, tus manos que no son las mías, sino las de todos. Las nuestras, densas y ajenas como niebla de ríos y lagos, como la espesa línea volcánica del reencuentro en muros que caen con el polvo de las fronteras. ¿No vendrás? Llévame de las pestañas a las montañas… Monte. Montón. Unidad global. Enciclopedia Universal.

Así este sitio de tumbas y fantasmas, de trasiegos y calmas: idas y venidas, vueltas y revueltas. Así este tiempo de encrucijadas donde la noche ha sido apuñaleada. La poesía es un perro desdentado en una cantina deshabitada. Pero pasaremos más allá del azogue de los veranos y volveremos con la luz en estas manos entrelazadas pues la muerte no interrumpe nada. Y nada concluye concluyentemente porque la historia no nos pertenece. Y si no venís no importa, tu silueta se queda en un parque de mi antigua Granada, en el patio de los limoneros de tu Ciudad Quesada. Trémula. Sofocada por el stablishment. Subastada por los cardenales.

La muerte no interrumpe nada. Es cierto. Nadie se ha ido. Nadie llega. Todos pasan. Todos quedan.

San José, octubre 2004-febrero 2006.

(Todas las citas en cursiva pertenecen al maestro José Coronel Urtecho).

Del libro Kabanga (2008).

http://www.semanariouniversidad.ucr.cr/suplementos/forja/12723-2014-03-25-22-38-08.html

viernes, 28 de marzo de 2014

Vargas Llosa de vida y libros

Por Winston Manrique Sabogal.
Tomado de Diario El País, Madrid España, 27 de marzo de 2014
Con el semáforo en rojo, Mario Vargas Llosa baja rápido del coche, y cuando llega al separador de la avenida el semáforo vuelve a verde, y para en seco. El azar have que quede escoltado, a lado y lado, por un mimo y un César Vallejo dorado que se dirigen con prisa para donde él mismo va. El escritor se percata y atina a decir: “Se parece mucho a Vallejo”. Unos 60 pasos después y 14 minutos más tarde, el escritor peruano inaugura el Día de las Palabras al leer de manera sentida los versos del poeta peruano, en un parque a orillas del mar:
SOLÍA ESCRIBIR CON su dedo grande en el aire:
¡Viban los compañeros! Pedro Rojas”,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes”.
Está alegre. Es su semana en Perú, no solo por su 78 cumpleaños mañana, sino por los tres eventos que se han organizado en los cuatro puntos cardinales de Lima. “Es importante para la ciudad y el país que hayan venido tantos y tan buenos escritores de nuestra lengua estos días aquí a hablar de libros y de lecturas. Hay que estimular la lectura con buenos libros, porque la literatura no es solo un placer superior sino que tiene consecuencias muy positivas, como excitar la fantasía, la curiosidad, crear el espíritu crítico. Es un elemento fundamental en las sociedades modernas y para sus ciudadanos”.
Se refiere el Nobel a la I Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, que termina hoy, después de cuatro días, con el anuncio del fallo del premio a la mejor novela publicada en español entre 2012 y 2013. Días en los que han participado más de 30 escritores hispanohablantes en 14 mesas redondas con un público devoto.
“Papel de viento, lo han matado: ¡pasa!
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!”.

55 años del primer libro

Have 55 años Vargas Llosa publicó su primer libro: Los jefes. Un volumen de cuentos, escritos entre 1953 y 1958, la mayoría escritos cuando estudiaba en San Marcos, en Lima. Un género sobre el que nunca más ha publicado, a pesar de que le gusta mucho. Pero cuando ha intentado escribir un relato este se le convierte en novelas como Pantaleón y las visitadoras yLos cachorros, o en capítulos de novelas. “Son historias que se me crecen y una vez empiezo a escribirlas rompen la moldura del cuento”.
Pero el primer texto literario que publicó fue el relato El abuelo, en el periódico El Comercio, de Lima, en 1956. Un cuento, recuerda Vargas Llosa, cruel, de un viejo perverso que quiere vengarse de su nieto. Una historia y temática, entre el terror y lo gótico, que poco tendría que ver con el escritor que en 2010 ganará el Nobel de Literatura por obras como La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo, Lituma en los Andes, La fiesta del Chivo y El héroe discreto.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sigue leyendo Vargas Llosa los versos de Vallejo, delante del Vallejo dorado, de España aparta de mí ese cáliz. Media hora antes, en su apartamento, en una terraza frente al Pacífico sin horizonte por la niebla, hablaba entusiasta de una faceta apasionada y anterior a la escritura: la lectura. Un entusiasmo y sabiduría que transmite en La verdad de las mentiras de tal forma que al leer cualquiera de su treintena de ensayos, sobre escritrores y obras, el efecto inmediato es ir a buscar dicho libro y leerlo o releerlo. "Ese es el objetivo", dice sonriendo. Lo primero que have, ahora, es desvelar el misterio del momento en que un libro lo hechiza: “¡Depende del género!”, aclara. “En la poesía la clave está en los primeros versos. Si no son buenos, difícilmente remontará y el lector se va. En la novela, en cambio, eso puede retrasarse y no siempre las primeras páginas guardan la maravilla que puede venir. Por eso, de alguna manera, entiendo a Gide cuando rechazó publicar En busca del tiempo perdido, de Proust, lo que lo llevaría a arrepentirse toda la vida. Hay otras novelas que desde las primeras palabras te capturan, como Cien años de soledad con ese comienzo extraordinario; o Moby Dick, con ese ‘Digamos que me llamo Ismael’ , tan enigmático; o El Quijote con ‘En un lugar de La Mancha de cuyo...’ con su misterio y musicalidad. Como decía Borges, lo que no es excelente no es poesía, por eso me dediqué a la novela…”.
Y sigue Vargas Llosa como si acabara de leer por primera vez las obras citadas. Un rato después, sus palabras avanzan como el Pequod detrás de Moby Dick cuando pasó en invierno frente a las costas peruanas donde él mismo está ahora…
“La buena literatura nos ayuda a estar mejor armados frente a la vida y cualquier embauque. Te defiende contra la mentira, la manipulación y los falsos oropeles. Por eso es una barbaridad educar a la gente solo en las tecnologías”.
Ha dicho varias veces que en el corzón de todas las novelas llamea una protesta contra el mundo que le ha tocado vivir a cada uno y que se puede modificar a través de la lectura. También que los buenos libros invitan a la rebelión por ser mejores ciudadanos y ayudan a construir un mundo mejor. Y el llamamiento a ese motín lo ha dicho varias veces esta semana, y hoy le cae algo a…
El crítico es responsible de la marginalización que vive al haber perdido el protagonismo que tenía y debería recuperar. No tenemos críticos de gran responsabilidad tampoco en otras áreas
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
“La crítica literaria tiene ahora más responsabilidades en un mundo con sobreinformación y sobreoferta de libros. Y es responsible de la marginalización que vive al haber perdido el protagonismo que tenía y debería recuperar. No tenemos críticos de gran responsabilidad tampoco en otras áreas. Parecen limitarse a reseñas, casi como publicidad, la han trivializado y han olvidado la función de dar los elementos para que la gente aprecie lo bueno o menos bueno de cada libro, y algo muy importante es que deben tener claro el lugar que esa obra ocupa en su contexto y contárselo a los lectores. Sobre todo en estos tiempos donde Internet tiende a dar el mismo valor a todo…”.
El análisis sobre Internet y la manera como las tecnologías emergentes han modificado la vida siguen llamando su atención…
“El principal peligro no es que la Red se vaya a caer un día porque eso no va a ocurrir. Eso es jugar al apocalipsis. Lo que tendría que ocurrir es que llegue una cierta normalidad en algo que apenas es normal. No sabemos hasta dónde va a llegar la función de la cultura en las redes. El temor es que Internet trivialice la cultura. Hay razones para estar preocupados. Pero lo que sí es peligroso es la enorme posibilidad de la manipulación tecnológica para crear conflictos entre países. No hay una legalidad. Todo esto abre flancos en los que además penetran en tu intimidad y pueden llegar a usurpar tu identidad. Debe crearse muy rápido una legalidad, de lo contrario quedan flancos sobre la libertad o la soberanía individual”.
Vargas Llosa da un giro y, ahora que se alaba a las series de televisión como forjadoras de una nueva narrativa, aclara que ha visto algunas y le gustan mucho, como The wire y House of Cards…
“Pero decir que son mejor que la literatura y que han descubierto nuevas formas de contar es ignorancia y desconocer la historia de la literatura. Yo no he visto una innovación como en las novelas modernas. La huella que deja un buen libro en el lector tiene un efecto más duradero y profundo”.
Lo dice junto a las estanterías con sus libros favoritos. Luego posa entusiasta para las fotos en su escritorio mientras señala el horizonte difuminado por la niebla para contar que en días despejados se alcanzan a ver las islas, incluida aquella con forma de ballena.

Entrevista a Juan Carlos Pueo sobre "Los usos de la palabra. El pensamiento literario de José María Valverde" (I)

“Nunca pudo dejar de lado ese talante ético que era fruto de su compromiso con los más humildes. Su apoyo a Cuba y a Nicaragua va en esa dirección”



Profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Zaragoza, Juan Carlos Pueo ha publicado en diversos revistas y libros colectivos artículos de teoría y crítica literaria, algunos de ellos en torno a las relaciones entre literatura y otras artes como el cine o la música. Es autor de Ridens et Ridiculus. Vincenzo Maggi y la teoría humanista de la risa (Zaragoza, Trópica, 2001) y Los reflejos en juego: una teoría de la parodia (Valencia, Tirant lo Blanch, 2002).
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Después de felicitarle por su magnífico libro y antes de entrar propiamente en él, permítame que le pregunte por el origen de su interés por la obra de José María Valverde [JMV], profesor mío de Estética en la Facultad de Filosofía de la UB a finales de los años setenta del pasado siglo. ¿De dónde ese interés por la obra del profesor Valverde? ¿Llegó a conocerle personalmente?
Muchas gracias por su amabilidad, y también por su interés. Comencé a leer al profesor Valverde cuando estudiaba en la universidad y me encontré con los diez volúmenes de la Historia de la literatura universal escrita con Martí de Riquer. Me di cuenta en seguida de que se trataba de una visión muy personal de lo literario, y además estaba escrita de forma muy amena. Posteriormente llegaron otros libros que encontré igualmente interesantes: La literatura: qué era y qué esVida y muerte de las ideas, etc.
No llegué a conocerle personalmente, aunque tuve ocasión de asistir a una conferencia que dio en Zaragoza en 1993. Era sobre José Martí, un poeta que por entonces no me interesaba demasiado. Pero cuando salí ya estaba convencido de que estaba equivocado, y cuando leí a Martí pude darme cuenta de hasta qué punto.
Los usos de la palabra” es el título de su ensayo. ¿Nos explica las razones de su elección?
Entre 1981 y 1982, Valverde escribió en El Correo Catalán una columna que tituló, en homenaje a Karl Kraus, “El uso de la palabra”. Me pareció apropiado tomar ese título y ponerlo en plural, puesto que el ensayo habla de los diversos registros del lenguaje, dentro y fuera de lo literario.
El subtítulo: “El pensamiento literario de José María Valverde”. ¿Qué fue Valverde esencialmente para usted? ¿Un poeta, un profesor, un crítico literario, un gran traductor, un filósofo?
No sabría qué decirle… En principio, me fascinó el profesor, en su faceta de ensayista. Luego fui consciente de su dimensión como poeta y como traductor. Con la Modernidad surgió esa figura, tan habitual hoy día, del poeta que, además de escribir versos, reflexiona sobre la poesía y el arte, escribe críticas, da conferencias… No obstante, Valverde pensaba que todo aquello era accesorio, aunque su misma trayectoria le llevase a abandonar la poesía al tiempo que su obra ensayística iba creciendo. Y, a pesar de todo, creo que esa obra tiene un gran valor.
¿Por qué dio Valverde tanta importancia al lenguaje en temáticas filosóficas? ¿Influencia de la filosofía del lenguaje de tradición analítica?
Su primera pasión fue la poesía, antes de que tuviera ocasión de conocer ninguna teoría. Sin embargo, cuando llegó el momento de escoger una carrera universitaria, escogió la de Filosofía, y no la de Filología. Me imagino que ya para entonces estaba pensando en la posibilidad de una indagación filosófica sobre el lenguaje, ya que la poesía nunca desapareció de su horizonte. Luego llegó la lectura de Cassirer, que fue quien le descubrió a Humboldt.
Abre usted el libro con una cita de Francis Ponge: “Mais quelle est la notion propre de l’homme: la parole et la morale. L’humanisme”. ¿Eso fue Valverde, un humanista? ¿Qué tipo de humanista?
El Humanismo tuvo una raíz lingüística, ya que trataba de recuperar el latín clásico en toda su pureza. De esta manera, se intentaba devolver al hombre su dignidad, sacarle del pozo que habían supuesto los Siglos Oscuros. Valverde siguió la tradición del humanismo en la medida en que siempre consideró que esa dignidad hundía sus raíces en un uso honesto del lenguaje. No es casual que la perversión a que se somete hoy día al lenguaje político y financiero vaya acompañada de una profunda crisis de las humanidades.
Habla en la introducción de la incomodidad de la figura de JMV. ¿De dónde esa incomodidad? ¿Por qué resultó tan incómodo y en tantas ocasiones?
No hay nada tan incómodo como un hombre dispuesto a llevar sus convicciones al terreno de la ética. ¿Cuántas personas serían capaces de dar el paso de dimitir de su puesto, no tanto por disidencia hacia el régimen político, sino por solidaridad con un amigo represaliado? Esa capacidad de entrega al otro, que se halla en la base del cristianismo y del comunismo, resulta admirable desde fuera, pero son muy pocos los que están dispuestos a llevarla hasta el final.
En lo que se refiere a su obra literaria, Valverde resulta incómodo porque no se deja etiquetar según los usos habituales de los historiadores de la literatura. Se le ha presentado como poeta católico o como poeta “arraigado”, atendiendo a su primer libro, Hombre de Dios, y resulta que la obra poética de Valverde no se ajusta a esas etiquetas, sino que va mucho más lejos.
Por último, en lo que más me atañe, hay quien piensa que la obra ensayística de Valverde no tiene entidad, sobre todo porque no se le puede adscribir claramente a la filosofía o a la crítica literaria, ni, dentro de ellas, a ninguna escuela de pensamiento que permita resumir sus ideas en tres o cuatro líneas. Cosa que, por cierto, tampoco hace él en sus libros. Aunque su estilo es muy sencillo, no es un autor cómodo para lectores poco exigentes.
Habla también en esta introducción a la que estoy haciendo referencia de su evolución política. Desde el falangismo juvenil hasta el PCC en su madurez, “desencantada” añade usted. ¿Cómo explicar esa ubicación final en la izquierda comunista? ¿Quiénes pudieron influirle? ¿Fue ingenuo cuando apoyó como apoyó, yo mismo soy testigo de ello, la revolución sandinista en su fase inicial al lado de otros intelectuales (pero no tantos) como Julio Cortázar por ejemplo?
Creo que, ante todo, se trata de un asunto de coherencia con su fe cristiana: aunque en su juventud le persiguiera el horror de la Guerra Civil vivido en el lado republicano, llegó un momento en que no pudo seguir aceptando la doble moral del nacionalcatolicismo franquista. Como bien ha mostrado usted, la amistad con Manuel Sacristán fue, en este sentido, determinante.
Sin embargo, su evolución política le lleva a adoptar una posición muy crítica respecto a sí mismo y a sus compañeros de generación: en poemas como, por ejemplo, “Toma de conciencia”, donde dice, entre otras muchas cosas: “tampoco puedo cambiar de apocalipsis…”, o en “Sobre mi imposibilidad de escribir una «elegía madrileña»”.
A pesar de todo, nunca pudo dejar de lado ese talante ético que era fruto de su compromiso con los más humildes. Su apoyo a Cuba y a Nicaragua va en esa dirección, sin olvidar, por otra parte, la amistad que mantuvo con los poetas Cintio Vitier y Ernesto Cardenal, que experimentaron una evolución ideológica similar.
En asuntos de teoría literaria, señala, JMV iba por libre. ¿Y eso qué significa? ¿Pensaba con su propia cabeza y sin influencias? ¿No escribió su tesis sobre Wilhelm von Humboldt?
Me refería al hecho de que Valverde no se dejó influir por escuelas, tendencias o modas. En su juventud, lo más fácil hubiera sido seguir el camino de la Estilística de Dámaso Alonso, como Carlos Bousoño. Posteriormente, podía haber adoptado la perspectiva de las escuelas de Sociología literaria de inspiración marxista y, aun así, se mantuvo siempre fiel a sus ideas. Los autores que más le influyeron son de lo más variopinto: Nietzsche, Machado, Benjamin, además de Humboldt, lo que demuestra que no se dejaba seducir así como así. Por el contrario, lo que hacía era integrar esas influencias en su propia forma de concebir la literatura.
Por cierto, más de 60 años después, ¿qué opinión le merece la tesis doctoral de JMV sobre la obra del lingüista germano?
Sólo he leído la versión abreviada que publicó en 1955, Guillermo de Humboldt y la filosofía del lenguaje. Valverde repudiaba su tesis doctoral, hecha en una época en la que, por lo visto, no se exigía demasiado rigor científico. El mismo libro, publicado en la prestigiosa editorial Gredos, no va más allá de un resumen de la principal obra de Humboldt, con traducción de algunos fragmentos. Estudia la filosofía del lenguaje de autores como Croce, Vossler o Cassirer, pero deja al margen a Frege, Russell o Wittgenstein, por no hablar de lingüistas como Saussure o Sapir. Es un ejemplo palmario de las graves limitaciones y carencias de la universidad española en los años cuarenta.
El primer capítulo de su libro lleva por título “Vida de José María Valverde”. En mi opinión, magnífico, excelente, es un placer leerle. Aparte de recomendar muy sinceramente la lectura, le pregunto por lo mil veces preguntado: ¿por qué dimitió Valverde de su cátedra Barcelona? Aranguren, García Calvo, Tierno Galván, Sacristán, fueron expulsados. Él no. ¿Por qué entonces?
Muchas gracias por los elogios. Después de publicar el libro he sabido que José María Castellet cuenta en su autobiografía Los escenarios de la memoria que tras las expulsiones de Tierno Galván, García Calvo y Aranguren, Dionisio Ridruejo ideó un plan de dimisiones concatenadas que incluía a Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar. Valverde no formaba parte del proyecto, pero presentó su dimisión igualmente, antes de que Aranguren pudiera convencerle de que no lo hiciera, como sí hizo con Laín y Tovar –el cual, sin embargo, solicitó una excedencia para irse a enseñar a Estados Unidos. Castellet menciona además a otros dos profesores que también dimitieron: Eloy Terrón, que era profesor adjunto a la cátedra de Ética de Aranguren, y un profesor de ciencias de la Universidad de Zaragoza cuyo nombre no he logrado averiguar.
De todas formas, el motivo está claro: solidaridad con Aranguren, su gran amigo, al que había conocido cuando era estudiante en la redacción de la revista Escorial. La ética de la entrega al otro llevada a su máxima coherencia.
De sus años de exilio, ¿qué destacaría usted? ¿Fueron años felices y productivos?
Valverde se sentía un poco extraño en aquel ambiente. Aunque sabía inglés hasta el punto de poder traducir a Shakespeare y a Joyce, no podía reconocerse en ese idioma, y eso le ponía triste. Sin embargo, en Canadá es donde empieza su período más fecundo como ensayista. Allí escribe dos libros importantes de crítica literaria, Azorín (1971) y Antonio Machado (1975), prepara ediciones de las obras más importantes de estos autores y lleva a cabo su traducción de Ulises. ¿Qué más se puede pedir?
¿En qué condiciones se produjo su vuelta a Barcelona? ¿Por qué a la Facultad de Filosofía? ¿Por qué no a la de Filología hispanoamericana por ejemplo?
Cuando el gobierno de Adolfo Suárez reintegró en sus cátedras a los profesores expulsados, hizo lo mismo con Valverde, a pesar de que había sido él quien solicitó su cese. Creo que se le llegó a ofrecer la posibilidad de enseñar en Madrid, la ciudad en la que se había criado, pero él prefirió seguir en Barcelona, por lealtad a la ciudad y a la universidad que le habían acogido en los años cincuenta.
Supongo que su vuelta a la Facultad de Filosofía se debió, además de a razones administrativas –él había ganado la cátedra de Estética–, al mismo motivo que le había llevado a interesarse por esta disciplina en su juventud. Aunque era un gran especialista en literatura, le interesaba la estética en su totalidad, y podía hablar con la misma autoridad de arquitectura o pintura, de historia de la filosofía o de historia de las mentalidades.
Le sigo preguntando. Me adentro en el siguiente capítulo. ¿Le parece?
Me parece
Salvador López Arnal es nieto del obrero cenetista asesinado en el Camp de Bota de Barcelona en mayo de 1939 –delito: “rebelión”- José Arnal Cerezuela y fue alumno de José María Valverde en la Facultad de Filosofía de la UB a finales de los años setenta y admirador de su compromiso por la revolución sandinista.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

jueves, 27 de marzo de 2014

El cohete argentino

LUIS ALBERTO ROSSI
Mendoza (Argentina)


Argentina vuelve a ser noticia en diarios de todo el mundo porque intenta ponerse a la altura de las grandes potencias en la carrera espacial. Pero en su primer intento no ha logrado alcanzar los mejores resultados.
El país está llevando a cabo un ambicioso proyecto espacial denominado Tronador II en el que intenta desarrollar cohetes de fabricación nacional con el objetivo de colocar satélites de hasta 250 kg. en órbita. Según indican fuentes gubernamentales, este plan, por su bajo costo, sería capaz de realizar entre 5 y 10 lanzamientos anuales.
La investigación, a cargo de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), se encuentra enmarcada en un plan en el que Argentina pretende ser pionero entre los países latinoamericanos en este tipo de investigaciones espaciales e ingresar además en la lista de países que disponen de vehículos espaciales propios entre los que se encuentran Estados Unidos, Rusia, China, India, Japón, Irán y Corea, entre otros. Para alcanzar este objetivo, Argentina tiene prevista una inversión de aproximadamente 300 millones de dólares durante los próximos tres años.
El proyecto original tiene pronosticado la fabricación de un cohete de 33 metros de longitud con un peso aproximado de 64 toneladas y con un diseño que respeta todas las normas internacionales establecidas al respecto para evitar su posterior utilización militar.
Argentina realizó una primera prueba del lanzamiento de un prototipo del cohete el pasado 26 de febrero después de algunos intentos abortados. La experiencia se consumó en una zona geográfica de la provincia de Buenos Aires conocida como Punta Indio y muy próxima al mar.
Si bien el experimento se llevó a cabo en el más absoluto secreto, a partir de que el hecho alcanzó difusión pública a través de algunos medios de comunicación, el Gobierno no tuvo más alternativas que salir a confirmar durante los primeros días de marzo la veracidad del lanzamiento y sus resultados. Una de las situaciones que alertó también sobre su realización fue que por protocolo de seguridad, la policía local ordenó el 26 de febrero la evacuación de todos los habitantes en 8 km. a la redonda del lugar elegido para la experimentación.
La CONAE en un comunicado argumentó que si bien el cohete se había estrellado tras elevarse tan sólo dos metros del suelo, consideraba que la prueba había resultado exitosa y que además se pudieron recuperar todas las partes del mismo, las que son imprescindibles para continuar con la investigación. En definitiva, el comunicado oficial acepta y confirma las versiones periodísticas de que el cohete apenas alcanzó a elevarse dos metros de altura y que cayó estrepitosamente envuelto en llamas pero sin explotar.
Este acontecimiento ha reavivado viejas heridas y ha sembrado nuevas divisiones en la opinión pública del país sudamericano sobre el accionar del actual gobierno de la presidenta Fernández de Kirchner. Hay quienes apoyan este tipo de iniciativa y ven con muy buenos ojos que Argentina incursione y apueste a las ciencias espaciales otorgando fondos para ello, y hay quienes se posicionan abiertamente en contra porque indican que el país se encuentra en un franco desmoronamiento económico y social donde el Gobierno tiene otras prioridades que atender en estos momentos y opinan que disponer de enormes sumas de dinero para esos fines no es lo más adecuado, incluso cuando muchas de esas áreas con abultados presupuestos dependen directamente de funcionarios que se encuentran altamente sospechados de corrupción.
Lo cierto es que este tipo de acontecimientos con grandes inversiones en investigaciones espaciales contrasta seriamente con la realidad del día a día de los argentinos comunes, que ven como de la noche a la mañana el salario se desintegra como el cohete, pero apenas salido del bolsillo al ritmo de la suba de los precios en las cajas de los supermercados.

INVITACIÓN


Venezuela: el autoritarismo y sus cómplices

Por: Armando Chaguaceda


http://www.newsweek.mx/index.php/articulo/8678#.UzMS5oUoNnh


¿Es posible un “golpe de Estado” cuando la Fuerza Armada Nacional, la Guardia Nacional, la Policía y el Servicio de Inteligencia son instrumentos del partido de gobierno?

El autoritarismo es un modo de hacer política donde se privilegia el mando ante el consenso, se concentra el poder político en un líder u órgano, se resta valor a las instituciones representativas, se degradan la participación y deliberación autónomas, se asedia o elimina la oposición política y se procura el control de los mecanismos electorales destinados a trasmitir la voluntad popular. Tal proceder puede asumir ropajes ideológicos diversos —y, en ocasiones, contrapuestos— y emerger en contextos históricos múltiples, como demuestra la experiencia latinoamericana en los dos siglos pasados.

Dicho esto, hablemos claro: Venezuela vive hoy bajo un régimen abiertamente autoritario.
En aquel país se ha sustituido el ordenamiento democrático y progresista de la Constitución de 1999 por un accionar político que incrementa el control sobre los poderes locales, acota cualquier forma de organización autónoma y criminaliza toda forma de oposición política y protesta social. Un gobierno que insiste en el supuesto apoyo popular expresado en las elecciones, cuando este representa ahora apenas una magra ventaja —de 1.5 por ciento en las presidenciales— sobre sus oponentes. Olvidando que el goce de (cierto) apoyo ciudadano, la celebración de (desiguales) elecciones y la existencia de una (vulnerada) Constitución son compatibles con gobiernos autoritarios y dictatoriales: ahí están, para recordárnoslo, los ejemplos de Somoza, Pinochet y Fujimori.

Cabello, Maduro y compañía llaman a sus oponentes “golpistas”; pero en tanto tal calificativo corresponde a aquellos que desconocen la voluntad popular y vulneran las leyes e instituciones vigentes, entonces el actual gobierno venezolano es un aventajado discípulo de quienes, en 2002, interrumpieron el orden constitucional derrocando por 48 horas a Hugo Chávez. Su proceder es golpista cuando secuestran los poderes públicos en beneficio de un partido, eliminan prerrogativas de gobernadores y alcaldes —bloqueando sus presupuestos y designando estructuras paralelas de gobierno— y agreden físicamente o niegan la palabra a parlamentarios opositores electos por la mitad del pueblo. Cuando instauran un discurso lleno de alusiones bélicas (batalla, campaña, enemigo) y descalifican al otro con términos racistas u homófobos.

Analizada por un observador medianamente informado, la propaganda de Caracas se cae como castillo de naipes. ¿Es posible un “golpe de Estado” cuando la Fuerza Armada Nacional, la Guardia Nacional, la Policía y el Servicio de Inteligencia —todos bolivarianos en su denominación y adscripción política— son instrumentos del partido de gobierno, beneficiándose de los mayores presupuestos y protagonismo político de la historia venezolana? Revísese la procedencia de la plana mayor del gobierno nacional y de los poderes regionales controlados por este, y se verá —entre uno que otro civil procedente de la vieja izquierda y la farándula conversa— una constelación de charreteras.

¿Existe un “cerco mediático” cuando los seis canales estatales y los cuatro privados de cobertura nacional se alinean con la pauta informativa y la censura gubernamentales, al punto de que la mitad opositora del país y sus líderes no existen en las planchas de programación? ¿En manos de quién está la hegemonía comunicacional cuando la única plataforma no subordinada —la prensa impresa— tiene sus días contados como resultado del ahogo financiero, el cerco legal y el bloqueo de papel? ¿Qué cosa si no un enorme monólogo propagandístico difunden las 44 televisoras y 264 radioemisoras regionales en manos del gobierno? ¿Y qué presidente realmente democrático impulsaría una agenda de censura como la que sacó del cable a NT24, sataniza a CNN y bloquea las redes sociales?

Se presenta a la oposición como “oligarca” cuando sus simpatizantes, al igual que los del oficialismo, reúnen todos los sectores sociales, credos políticos y colores de piel. Pero se oculta que son la represión y retórica belicistas e inciviles del gobierno, la impunidad y aliento a los paramilitares, la inacción cómplice de América Latina y el desespero irracional de un sector de los manifestantes agredidos —en ese orden de causalidad y responsabilidad—, los factores que abonan el camino a una contienda civil en Venezuela. Una donde la asimetría de fuerza entre las partes presagia más un baño de sangre que un verdadero conflicto armado.

Los reclamos de fondo de la actual movilización social son diversos, legítimos y ninguno “conspirativo”: el combate a la inseguridad y la escasez, la liberación de los estudiantes presos, el cese de la censura y asfixia de los medios de comunicación y de todas las formas de criminalización al derecho a la expresión, organización y protesta ciudadanas garantizados por la Constitución vigente. Junto al líder opositor Leopoldo López, bajo el sistema penal venezolano languidecen sindicalistas, líderes comunitarios y luchadores estudiantiles y populares, víctimas del acoso del aparato gubernamental. Porque la contradicción principal en Venezuela no es chavismo-oposición o izquierda-derecha; sino la que emana del conflicto entre un proyecto hegemónico, militarista y estadocéntrico y aquellos actores sociales, ideológicamente plurales, que no aceptan rendir su autonomía.

Frente a tal escenario, un importante sector de la intelectualidad regional hace gala de desmemoria, ceguera y dogmatismo. No importa si en la década de 1970 usted defendía estándares de equidad y justicia que le valieron la acusación de “subversivo” y la amenaza de terminar, por obra y gracia de la CIA y sus adiestrados locales, en la cárcel o la tumba. Tampoco si en la década de 1990 cuestionó la incompatibilidad de “fortalecer la democracia” bajo las neoliberales políticas de “ajuste estructural”. Si hoy, en clara muestra de coherencia con semejante trayectoria democrática, usted denuncia los abusos contra los derechos humanos cometidos por los gobiernos de nuestra región —desde Colombia a Venezuela—, la parte de su reproche que aluda al desempeño represor de los “regímenes revolucionarios” le descalificará ante la docta mirada del “intelectual comprometido”.

¿Hasta cuándo habrá gente “progre”, dentro y fuera de Venezuela, que invisibilice con su retórica la pésima gestión pública, la censura conspiranoica y la injustificable represión de Miraflores? Gente que en el pasado condenaba —en nombre de la democracia y el cambio social— la represión de los estudiantes, protestaba contra la pobreza y cuestionaba las corruptelas de una democracia liberal en cuyas universidades y becas se formó. Hoy callan o hacen piruetas vergonzantes, invocando “teóricos” de moda y desgastando, como suela de zapato viejo, palabras como “emancipación”, “protagónico” y “popular”. Como aduaneros ideológicos, solo defienden los derechos ajenos cuando estos coinciden con su visión o pragmatismo personales, clasificando al capricho víctimas y victimarios. Frente a tales posturas uno se pregunta: ¿cuál es el límite de tanta credulidad intelectual e indecencia civil?

Por estos días aciagos viene a mi mente un caro ejemplo de la historia de México. En pleno apogeo del régimen posrevolucionario, el escritor Octavio Paz renunció a su cargo en la diplomacia mexicana en protesta por la represión en Tlatelolco (1968). La decisión le granjeó los agravios de los propagandistas oficiales y de un sector de la intelectualidad adormecido por la letanía “revolucionaria”. Entonces, lejos de lo que hoy se supone, la popularidad del gobierno priista era apreciable y, el control de los medios, casi total. Vivir bajo la dictadura perfecta parecía preferible a sufrir las tiranías descarnadas de Centro y Sudamérica; por lo que la mayoría de la gente, a las pocas semanas, vivió la “normalidad” disfrazada de fiesta con los Juegos Olímpicos de 1968.

Paz nunca renegó del ideario progresista y justiciero de la Revolución Mexicana, pero supo a tiempo repudiar a quienes, en su nombre, se encumbraban como casta dominante y aparato represor. Hoy muchos lo celebran como ejemplo de valor cívico y gloria de las letras latinoamericanas. Valdría la pena que reflexionaran sobre su legado aquellos que aún defienden al gobierno de Maduro en nombre del “antimperialismo”, la “Revolución” y las “causas justas de la humanidad”.

Armando Chaguaceda es académico y analista político, autor de numerosos libros y artículos sobre historia y política latinoamericana. Es integrante del Observatorio Social y coordinador de Grupo de Trabajo, ambos en el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

sábado, 22 de marzo de 2014

Regeneran arterias y cartílagos con células madre de tejido graso en Nicaragua

Por AFP
MANAGUA. Nicaragua realizó con éxito los primeros procedimientos con células madre extraídas de la grasa humana para curar insuficiencia arterial, reconstruir cartílagos de rodilla, glándulas mamarias amputadas y rostros deformados.

Así informó este jueves a la AFP una fuente médica.
“Al menos 30 pacientes han sido atendidos con éxito el último año con células madre obtenidas del tejido graso”, dijo a la AFP el cirujano plástico Arturo Gómez, uno de los dos médicos dedicado a esto en el país.
Los procedimientos se realizan en el Centro de Medicina Celular del Hospital Metropolitano Vivian Pellas (HMVP), que se inauguró en febrero del 2013 en Managua, afirmó Gómez, miembro de esa clínica.
Entre las intervenciones, destaca la creación de arterias nuevas con células madre obtenidas de la grasa de una paciente de 57 años con diabetes tipo 2, que presentaba signos de gangrena en la pierna derecha.
Esta es “la primera vez a nivel mundial” que se logra regenerar una arteria con células madre extraídas de la grasa, y no de la médula ósea, como se hace actualmente en Alemania y en algunos países asiáticos, explicó el galeno.
Señaló que el tratamiento con células de la médula ósea es un proceso que tarda al menos tres semanas, mientras que la extracción de células madre de la grasa del paciente dura hora y media y es efectivo en personas con riesgo de amputación.
La extremidad de la mujer “fue salvada y ya no siente dolor”, dijo el médico, quien anunció que el caso será reportado a la comunidad médica mundial para que otros pacientes puedan beneficiarse.
La clínica de Medicina Celular del HMVP también logró regenerar las arterias de una mujer de 54 años que no podía caminar más de 10 metros a causa de una “claudicación intermitente” en las arterias, agregó.
También “hemos hecho reconstrucción de mamas amputadas por cáncer en pacientes que han sobrevivido a la enfermedad y en mujeres que nacieron sin mamas” y reconstruido tejidos blandos de manos con secuela de quemaduras, añadió el médico.
El centro atendió, además, casos de personas con osteoartritis en la rodilla y han mejorado. La técnica también se ha aplicado exitosamente a dos niños que nacieron con el rostro plano y deformado, un problema congénito conocido como síndrome de Treacher-Collins.
Gómez dijo que el Centro de Medicina Celular de Nicaragua ha contado con asesoramiento de expertos españoles.

SECUESTRADO POR UNA BANDA DE ITALIANOS



Alejandro Bravo



La noche del sábado 15 de marzo fui secuestrado por una banda de italianos. 300 personas más y yo estuvimos retenidos por hora y media en el atrio de la vieja iglesia de los jesuitas en Antigua Guatemala por una banda integrada por 3 italianos vestidos de negro. Marco Castelli se llama el líder, eso nos lo hicieron saber desde el primer momento y han recorrido el mundo entero atacando a la gente. A veces se les suma un tipo más y son cuatro. Castelli se tocaba con un sombrerito negro y usa una barba tipo candado.

Fue en el marco del 14o Festival Internacional de Jazz de Guatemala que la banda de Marco Castelli se presentó el sábado 15 de marzo en el atrio de la vieja iglesia de los jesuitas, cuyo convento adjunto alberga hoy el Centro de Formación de la Cooperación Española. Las sillas colocadas no dieron abasto, el público sentado en el suelo, con el aire fresco de la noche se dio un festín de buena música.

Castelli pasaba de saxo al clarinete, según la pieza. Ejecutaron obras del propio Castelli, quien es además de un gran intérprete un reputado autor de jazz europeo. De su último CD Puertos de Mar interpretaron piezas inspiradas en puntos tan lejanos del orbe como Zanzíbar y New Orleans.

Una polka de Europa del Este alegró el ambiente con su rápida cadencia mientras yo pensaba: esta pieza la están bailando Putin y los líderes del mundo occidental sobre el varias veces agujereado tapiz de Crimea con coreografía de garrotazos y tiros entre los ultranacionalistas del Sector Derecho y los milicianos pro-rusos. Castelli se desplazaba sobre el escenario, inspirado alzando al cielo su clarinete, su figura se recortaba con el efecto de las luces moradas y parecía el flautista de Hammelin llevando a Putin y demás a precipitarse en un océano de paz y buena música.

Después tocó el bolero El ciego de Armando Manzanero, una pieza de Duke Ellington y al pronunciar el nombre del gran maestro, como si estuvieran coordinados, estallaron los cohetes de una iglesia cercana. Castelli no sólo dirigía a sus compañeros, sino que conducía el espectáculo y nos llevó a acompañar determinadas canciones con las palmas y no quiso llevarse sólo él los aplausos sino que nos incitaba a reconocer el talento de Matteo Alfonso en el piano y Raffaello Pareti en el contrabajo.

En el repertorio siguió "Tu vuò fà l'americano" ("Quieres hacer(te) el americano"), canción escrita e interpretada Renato Crosone fue muy popular en 1956, luego un aria de una ópera de Verdi, adaptada al jazz, una canción del propio Castelli Va andando, que bromeando el líder dijo la Banda andando. La última programada en la noche fue Africa marketplace, que inició con notas arrancadas a las manos del propio Castelli, en esa canción escuchamos los sonidos de un día de mercado en Bostwana, África del Sur. 

Cuando se despidió, los secuestrados, poseídos por el Síndrome de Estocolmo le dimos a la banda una sopa de su propio chocolate y a punta de aplausos les retuvimos, a pesar de que Castelli dijo que tenía hambre y le obligamos a despedirse con El Paso de los elefantes de Henry Mancinni, que fuera el tema de la película Hatari.

La luna llena aplaudía desde el palco alto del cielo y gritaba: ojalá que las bandas que asolan Guatemala actuaran como ésta. Ajena al jazz, por entre las filas de asientos, una niña indígena vendía chicles y cigarros para ganarse el sustento.



Antigua Guatemala



16/marzo/14

Jorge Franco gana el premio Alfaguara con ‘El mundo de afuera’

W. M. S. Madrid
Los hermanos Grimm son parientes de Tarantino. También de los Coen. Y Jorge Franco ha descubierto de chiripa esos lazos sanguíneo-literarios en El mundo de afuera,el libro con el que ha ganado el XVII Premio Alfaguara de Novela. Lo supo ayer en Bogotá cuando el jurado del premio le desveló, desde Madrid y por vídeoconferencia, esos ADN que los conectan. Eso fue poco más de una hora después de que empezara la comida en la que se anunció quién era el ganador de esta edición de uno de los premios literarios en español con más resonancia en el ámbito hispanohablante.
La tarde se abrió con el recuerdo y terminaría con el futuro abierto. Todo empezó con un vídeo de los 50 años de Alfaguara condensados en siete minutos. Silencio ante las voces de escritores como Mario Vargas Llosa, Javier Marías, Sergio Ramírez y Arturo Pérez-Reverte; y las imágenes de Juan Benet, Günter Grass o José Saramago, que servían al narrador para contar la historia de esta editorial que nació en 1964 por iniciativa del constructor Jesús Huarte y bajo la dirección de Camilo José Cela y sus hermanos Juan Carlos y Jorge Cela Trulock.
En 1975 llegaría Jaime Salinas, que le dio un gran impulso, y, sobre todo, creó su alma de vocación de la literatura más contemporánea que ha llegado hasta hoy. Fue él quien llevó a Enric Satué, que diseñó esas portadas exquisitas de un azul definido de manera distinta por cada persona. En 1980, Alfaguara entró a formar parte del Grupo Santillana (del Grupo Prisa, editor de EL PAÍS). En los años siguientes, y hasta hoy, ha sido dirigida por José María Guelbenzu, Luis Suñén, Guillermo Schavelzon, Juan Cruz, Amaya Elezcano y Pilar Reyes. En 1993, bajo la dirección de Cruz, empezó el proyecto de Alfaguara Global, con la edición simultánea en España y América Latina de Cuando ya no importe, la última novela que escribiría Juan Carlos Onetti. En 1997 se incorporó al catálogo Mario Vargas Llosa.

Esta edición recibió 872 manuscritos, un nuevo récord. De ellos, el 44% procedía de España y el resto de América Latina.
Al acto de ayer asistieron, entre otros, José Manuel Caballero Bonald, María Teresa Lizaranzu (directora general de políticas e industrias culturales y del libro), Manuel Vicent, José María Guelbenzu, Rosa Montero, Luis Mateo Díez, Luis García Montero, Manuel Gutiérrez Aragón…
Antes de dar a conocer el fallo, Ignacio Santillana, presidente de Santillana, despejó algunas dudas que revoloteaban en silencio: “El anuncio del premio ha coincidido casualmente con el anuncio de Santillana de la venta de Ediciones Generales a Penguin Random House. Coincidencia que no interviene en el premio. Se trata de una operación empresarial que se enmarca dentro del sector educativo, que es donde va a enfocar Santillana su trabajo ante los cambios que se requieren por el tamaño, la inversión, la tecnología y la búsqueda de nuevas vías de consolidación local y global”.
De vuelta al premio, contó que esta edición recibió 872 manuscritos, un nuevo récord. De ellos, el 44% procedía de España y el resto de América Latina. Llegó el momento, y Laura Restrepo, presidenta del jurado, formado por Sergio Vila-Sanjuán, Ignacio Martínez de Pisón, Nelleke Geel, Ana Cañellas y Pilar Reyes (con voz pero sin voto), anunció que el ganador se presentó bajo el seudónimo de Antonio Benjamín con la novela Un monstruo indomable, pero que su verdadero nombre era Jorge Franco y la novela El mundo de afuera.
Franco (Medellín, 1972) se hizo popular a finales de los años noventa con la novela Rosario tijeras (una historia de amor protagonizada por una mujer sicario), llevada al cine. Luego seguirían otras como Paraíso travel (también adaptada con éxito al cine) y Melodrama. El mundo de afuera es su octavo libro, tras una carrera iniciada en 1996 con el volumen de relatos Maldito amor.

Sobresalen el horror, los personajes complejos y el sentido del humor a través de la historia de un secuestro contado bajo otra luz
En la obra ganadora, según Laura Restrepo, “sobresalen el horror, los personajes complejos y el sentido del humor a través de la historia de un secuestro contado bajo otra luz. Una obra que empieza como un cuento de hadas y termina como una historia de los hermanos Coen”. El ganador explicó por vídeoconferencia desde Bogotá: “Me despertaron a las cinco para esta buena noticia”.
Para Sergio Vila-Sanjuán la novela ofrece una visión atípica de la violencia en una mirada que va de los hermanos Grimm a Tarantino; mientras Ignacio Martínez de Pisón destacó la creación de “personajes memorables”. El mundo de afuera está basada en hechos reales, en un pasaje de la infancia del autor, con mucha libertad creativa: narra el secuestro de don Diego (un hombre muy rico que vivía en otra época) por parte de El Mono (un joven bandido atracador). El Mono desde pequeño está obsesionado con la hija de Diego, Isolda, que él mantiene encerrada en un castillo para preservarla del mundo. De fondo, la pasión que Diego, un germanófilo casado con una alemana que dejó el Berlín del nazismo para vivir en la copia del castillo de La Rochefoucauld que su marido ha levantado en la ciudad. En la Medellín de los años sesenta y setenta, la víspera del comienzo de la espiral de corrupción, dolor y tragedia en que se sumiría con la violencia y el narcotráfico.
Con esta novela, atinó Juan Cruz, Medellín y Antioquia, el departamento del que es capital la ciudad donde nació el autor, vuelven al primer plano de las letras porque de allí son clásicos como Porfirio Barba Jacob, Tomás Carrasquilla y Manuel Mejía Vallejo; y contemporáneos como Fernando Vallejo, Piedad Bonnett, Juan José Hoyos, Tomás González y Héctor Abad Faciolince. Por eso preguntó: “¿Qué diablos tiene Medellín?”.


Los ganadores en 17 ediciones

Eliseo Alberto, por Caracol Beach y Sergio Ramírez, por Margarita, está linda la mar (1998).
Manuel Vicent, por Son de mar (1999).
Clara Sánchez, por Últimas noticias del paraíso (2000).
Elena Poniatowska, por La piel del cielo (2001).
Tomás Eloy Martínez, por El vuelo de la reina (2002).
Xavier Velasco, por Diablo Guardián (2003).
Laura Restrepo, por Delirio (2004).
Graciela Montes y Ema Wolf, por El turno del escriba (2005).
Santiago Roncagliolo, por Abril rojo (2006).
Luis Leante, por Mira si yo te querré (2007).
Antonio Orlando Rodríguez, por Chiquita (2008).
Andrés Neuman, por El viajero del siglo (2009).
Hernán Rivera Letelier, El arte de la resurrección (2010).
Juan Gabriel Vásquez, por El ruido de las cosas al caer (2011).
Leopoldo Brizuela, por Una misma noche (2012).
José Ovejero, por La invención del amor (2013).
Jorge Franco, por El mundo de afuera (2014)

jueves, 20 de marzo de 2014

Las derrotas del secretismo

El ya conocido secretismo con que los Ortega M. manejan sus asuntos y obligan a otros a manejar los asuntos institucionales, les ha propinado una derrota en la opinión pública.

Durante varios días, el rumor de la muerte de Daniel Ortega saturó el ambiente.  De eso se hablaba en los buses, en los comedores, en los centros de trabajo, en todas partes, en las ciudades, en las áreas rurales, en la Costa Caribe.  Un rumor que partió de los círculos orteguistas, con detalles de todo tipo y que rápidamente se convirtió en una certeza popular.

La mayoría del pueblo nicaragüense cree, sin duda alguna, que Ortega padece una grave enfermedad o que, al menos, tiene una situación de fragilidad tal que puede morirse repentinamente y que está, por lo mismo, incapacitado para manejar los hilos del poder que detenta inconstitucional e ilegalmente, razón por la cual ha entregado el mando a su esposa Rosario Murillo. Así, por más que Ortega trata de aparecer como poderoso, la percepción popular, incluyendo a sus seguidores, lo pone en una posición de salida del escenario en cualquier momento.

La especulación sobre la salud deteriorada de Ortega o de su deceso, desató una conspiración entre sectores del orteguismo cuyo objetivo era oponerse a la posible sucesión de Rosario Murillo en el poder. La percepción de un Ortega debilitado e inhabilitado también es dominante entre sus seguidores.

El rumor confirmó la escasa credibilidad que la mayoría del pueblo tiene en Rosario Murillo. Mientras crecían las bolas, en sus alocuciones habituales ella afirmaba estar recibiendo instrucciones de Ortega sobre distintos asuntos. Pero, la mayoría del pueblo, incluyendo a la mayoría de los orteguistas, consideraba que, en efecto, estaba muerto. Casi nadie creyó sus palabras.

Ortega y Murillo han quedado, nuevamente, en evidencia en su capacidad de mentir al pueblo. Fue el mismo Ortega quien dijo al Cardenal Brenes que no podían acompañarlo en su recorrido pues salían en ese momento a Venezuela, lo que resultó ser una tremenda mentira, pues solo el  miércoles tomaron el avión hacia ese país.

En esa conversación televisada, Ortega hizo chacota con el rumor, riéndose de muchos de sus seguidores que habían lamentado su muerte.  Se comparó a Jesucristo afirmando que había resucitado y se trató de burlar del Cardenal Brenes diciéndole que le había hecho tal milagro. Un traspiés detrás de otro.

Total, el secretismo de los Ortega Murillo les cobró la cuenta en sus propias filas y entre el pueblo nicaragüense. Ahora sí quedó clara la percepción popular que nunca aparece en las encuestas.

miércoles, 19 de marzo de 2014

UNA ESTELA INEXTINGUIBLE



Por Luis Rocha Urtecho



Hoy, miércoles 19 de marzo, día de San José, se cumplen 20 años de lo que sería más apropiado calificar como de exhalación, que de fallecimiento de José Coronel Urtecho, “liróforo celeste”, “torre de Dios”, mago de la poesía, Capitán del Movimiento de Vanguardia y “siempre vanguardista” como se proclamó ante la crítica guatemalteca Lucrecia Méndez. El título que le he puesto a este artículo –para que nadie lo olvide nunca, más que para recordarlo sólo hoy- tiene los dos significados de “estela”: el de estrella, y el de cuerpo siempre en movimiento. Y “siempre” es algo que no se extingue, pues siempre seguirá siendo un necesario punto de referencia en la cultura nacional, y por ende en la literatura universal. Culto, lector infatigable, crítico que crea y recrea, traductor de primera categoría, prosista originalísimo como lo demuestra, en “Rápido transito”, para mencionar la más significativa de sus obras en prosa, arte narrativo que se extiende a sus “Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua”, donde “conversa” sobre nuestra historia y la transforma en una cautivante conversación, don, el de conversar, en el que fue un constante movimiento de la genialidad.



Este gran escritor y conversador polifacético nació en Granada, el 28 de febrero de 1906, y murió en la finca Verdún, en el fronterizo poblado de “Los Chiles”, Costa Rica, el 19 de marzo de 1994, a los 88 años. Casi tres años antes, el 7 de agosto de 1991, había muerto María Kautz Gross, su mujer “roja como una leona”, “La cazadora” de sus sonetos y poemas “uxóricos” –apología sublime de la pareja humana- , y eterna compañera, inspiración y razón principal de su vida. Con la muerte de ella, en cierto sentido ese 7 de agosto, terminó también la vida del poeta Coronel, pues a partir de aquel momento se dejó llevar por su ausencia, hacia un misterioso e inminente reencuentro. Ambos descansan –es un decir- en el cementerio de “Los Chiles”, en Costa Rica. Y digo que decir descansan es un decir, porque ambos, juntos, fueron incansables, como me imagino que lo seguirán siendo.



Al poeta José Coronel Urtecho, ya enfermo con un cáncer de nariz irreversible, lo iba a ver casi una vez al mes junto con su hijo Carlos y su esposa Jean, siendo la última en 1994, cuando el 28 de febrero le celebramos sus 88 años, noche en que podría asegurar decidió irse, o sea introducirse en el raudal o torbellino de aguas que lo conduciría, tan solo diecinueve días después, por un río que va hasta el fin, que es como decir al principio del río, porque para mí el Río San Juan siempre corrió y corre vital y literariamente en José Coronel Urtecho.



“En un lugar de soledad casi sagrada”, en San Francisco del Río, escribió su célebre “Rápido tránsito”, publicado en 1953, y dedicado por supuesto a su María Kautz al igual que su extraordinario libro de poemas “Pol-la d’ananta katanta paranta” (1993). Entre 1962 y 1967, escribió en la finca “Las Brisas” sus “Reflexiones sobre la Historia de Nicaragua”, que fueron reeditadas en el 2001. Ahora que nuestro país necesita con urgencia un “equilibrio” que nos salve del precipicio, vale la pena la relectura de estas “Reflexiones”. Dice Coronel:



“Tal vez la historia de Nicaragua sea en definitiva una confusa lucha por encontrar un equilibrio que aún no sabemos dónde se encuentra ni en qué consiste. En otro tiempo existió un equilibrio. No se puede negar que se perdió a raíz de la independencia. En el futuro puede encontrarse otro equilibrio diferente. Algunos piensan que la lucha es cada vez más clara. En el pasado ha sido sumamente dura. Pero la resistencia del pueblo de Nicaragua es increíble. Reflexionar sobre su historia es siempre interesante, porque nunca se pierde la esperanza”.

martes, 18 de marzo de 2014

El alegre informe de la UIP



Onofre Guevara López

En el lenguaje de la cotidianidad se usan refranes cuyas finalidades son describir, definir y resumir en frases cortas las cualidades de las personas y las cosas. A veces son de tal sabiduría, que algunos se interpretan como consejos y enseñanzas morales. No toda la gente aprecia los refranes, pero nadie escapa de su efectividad pedagógica.

Esas características del refrán, me las hizo recordar una rara noticia, de esas que casi pasan inadvertidas entre el exceso de la información que a diario nos reclaman su atención –para gozo o para angustia— desde todos los rincones del mundo. Me refiero a la noticia sobre el informe de la Unión Interparlamentaria (UIP) donde se pone a Nicaragua a la cabeza de una lista de 163 países con más mujeres en el parlamento, el 42%, por encima de países desarrollados, como Suecia, Francia, Noruega y Finlandia.

Eso es decir mucho. ¿Pero en dónde está la relación de esa noticia con algún refrán? Aquí está: cuando decimos que “La esencia no viene en barriles”, queremos significar que no es precisamente de rigor que la cantidad deba tener relación con la calidad. Así, la cantidad de mujeres en la Asamblea Nacional (próxima a la meta que fija la Ley 50-50), no la transforma en el mejor parlamento del mundo, porque esa cantidad no se traduce en calidad. No es que se niegue las cualidades humanas de ese 42% de diputadas, pero no existe modo de hacer que esas cualidades se vuelvan sinónimos de sus cualidades como parlamentarias.

La cantidad de mujeres en el parlamento no compensa su falta de calidad, dado que ni siquiera hablan y carecen de acción libre y de pensamiento autónomo; y esa situación no cambiará con su campeonato mundial de la cantidad. El gozo que el informe de la UIP les causa a las diputadas orteguistas no se justifica, es tan falso ese gozo, como la afirmación de una de ellas: “…que el informe de UIP evidencia que las mujeres están en los lugares donde se están tomando decisiones.” Si la presencia de mujeres en el plenario no es igual a participación en los debates, mucho menos que ellas tengan que ver con las decisiones en algún aparato estatal.

Es difícil creer que el organismo que asocia a los parlamentos del mundo tuviera la intención de reconocer que la cantidad de mujeres en el parlamento nacional es sinónimo de calidad. Eso sí, lo sabe bien la señora diputada que hizo su fantasiosa afirmación. Afirmación que no les quita lo sumiso ante el titular del Ejecutivo, pues de todos es conocido que ni toda la bancada orteguista tiene voz libre ni pensamiento propio.

No es necesario recurrir al diario de debates de la Asamblea Nacional para darse cuenta de cuántos diputados orteguistas hacen uso de su voz en el plenario. Después de Edwin Castro, el portavoz oficial, solo se escuchan voces que poco pasan del mero trámite institucional como la del presidente, cuando abre la sesión y concede la palabra; la de la primera secretaria, cuando se refiere al acta y la agenda; la de Wálmaro Gutiérrez, cuando tiene que “cantar” sobre temas económicos, pero todos están obligados a votar por la consigna, so pena de expulsión del parlamento.

La víctima y testigo incuestionable de cómo se menosprecia a los diputados –en particular a las mujeres— en la Asamblea campeona del mundo por la cantidad de mujeres en sus curules, es Xóchitl Ocampo. ¿Quién ha olvidado cómo la castigaron con la expulsión por haber creído que estaba en la Asamblea por sus cualidades humanas, de mujer, militante, diputada y profesional y que, por eso, ella podía expresar sus criterios con libertad? Pronto se dio cuenta de que su creencia era una mera ficción. La expulsaron automáticamente, no por haber fallado a sus cualidades, sino por el hecho de haberse abstenido de votar junto a la mayoría sumisa en contra de los intereses nacionales y a favor de la concesión canalera a Wang Jing.

Las voces de ese 42% de mujeres nunca se han escuchado en la Asamblea Nacional –ni fuera de ella— en favor de la restitución del derecho de las mujeres nicaragüenses a proteger sus vidas con la interrupción del embarazo por graves motivos de salud. O sea, que las mujeres orteguistas les quitaron el derecho a proteger sus vidas al penalizar el aborto terapéutico. Tan malo es su silencio como su complicidad anti género, por ser solidarias y obedientes con la orden oficial y el deseo de las jerarquías católica y evangélica en contra de sus propios derechos humanos.

Esos dos casos concentran suficiente negatividad como para que las mujeres parlamentarias sientan vergüenza, en vez de sentirse satisfechas y gozosas por el informe de la UIP. Un informe que ignora o finge ignorar la condición supeditada de las mujeres, y del parlamento nicaragüense en su conjunto, ante el poder Ejecutivo. En la UIP apreciaron en el barril sin fijarse en la esencia.

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Paráfrasis



Los acontecimientos del pasado de la sociedad humana y de los países, son objetos de estudios para la historia, pero con frecuencia esos estudios son olvidados y suplantados por la histeria.

La Revolución, 35 años después



Carlos F. Chamorro



I—Una mirada al presente
El 19 de julio se cumplirán 35 años del triunfo de la revolución sandinista que derrocó a la dictadura de Somoza en 1979. Después de 10 años de revolución, guerra de agresión y guerra civil, el 25 de febrero de 1990 el FSLN fue derrotado en un proceso electoral. Posteriormente se negoció el desmontaje del modelo revolucionario, implementándose un programa de reformas neoliberales que prevalece hasta hoy.
Sin embargo, desde que el comandante Daniel Ortega regresó al poder en el 2007, ganando unas elecciones con el 38% de la votación en primera vuelta, el FSLN proclama que Nicaragua está viviendo una segunda etapa de revolución llamada “cristiana, socialista y solidaria”
La revolución de 1979 representó un hito histórico. Fue la última revolución armada triunfante del siglo XX que expulsó del poder a una dictadura militar dinástica que durante más de cuatro décadas contó con el apoyo de Estados Unidos.
Con la revolución se abrió una expectativa de liberación, cambio social y democratización. Paradójicamente, con la derrota de la revolución en 1990, también se abrió una segunda oportunidad de democratización en Nicaragua, apuntalada en el pluralismo y en las fuerzas políticas y sociales que surgieron de la revolución, tras el fortalecimiento de instituciones clave para dirimir los conflictos y la competencia política como el Consejo Supremo Electoral, el Ejército Nacional y la Policía Nacional, y las reformas constitucionales de 1995 que establecieron un contrapeso fundamental entre los poderes del estado.
Al cumplirse los primeros 20 años de la revolución, publiqué un texto sobre este mismo tema titulado “Las huellas del 79” (El Nuevo Diario, 19 de julio 1999) en el que destacaba con optimismo el legado político de la revolución, asociándolo a las instituciones antes mencionadas y al peso político del sandinismo, ya no como un partido monolítico, sino como un conjunto de fuerzas dispersas, dentro y fuera del partido FSLN, en las organizaciones sociales, o en la sociedad civil, con el potencial de promover procesos de cambio social y político. Exceptuando la creación de una nueva clase de pequeños propietarios y cooperativas en el campo, el legado económico-social de la revolución había sido barrido por la guerra, la hiperinflación y el ajuste económico de los 90, y en consecuencia, su principal huella era eminentemente política, a pesar del gobierno de turno de Arnoldo Alemán.
Quince años después, no existen bases objetivas para mantener ese optimismo. Por el contrario, en Nicaragua se ha instalado un proceso de regresión autoritaria encabezado por un nuevo FSLN, privatizado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, mientras las instituciones estatales como el Consejo Supremo Electoral o el Ejército Nacional que antes parecían conquistas irreversibles, han sucumbido a la cooptación del caudillismo.
El nuevo régimen de Ortega, en proceso de consolidación, se presenta como una versión del “socialismo del siglo XXI”, cobijado bajo los símbolos rojinegros de Sandino y la revolución sandinista. Pero su trayectoria en estos seis años no representa un proyecto de cambio revolucionario o de reformas sociales. Por el contrario, revela la conformación de un régimen corporativista en alianza con el gran capital nacional e internacional, que ejerce un alto grado de control social sobre importantes grupos organizados de la población, sindicatos, cooperativas, y jóvenes.
En lo político, actúa como un régimen autoritario de ordeno y mando, que invoca la democracia directa pero no admite ningún contrapeso o sistema democrático de rendición de cuentas. Un régimen centralizador del poder que se maneja con un estilo extremadamente personalista. Esta es quizás su principal debilidad a corto plazo.
En lo económico, es un modelo pro negocios privados en una economía de mercado tutelada por el Fondo Monetario Internacional. Su particularidad ha sido la privatización de la cooperación venezolana, que representa más de 3,300 millones de dólares entre 2007 y 2013, manejados de forma discrecional fuera del presupuesto. Esto le ha permitido a Ortega, sin tener que recurrir a una verdadera reforma fiscal que afecte la alianza con los empresarios, disponer de fondos para financiar programas gubernamentales, pero también para desviarlos hacia actividades partidarias y la creación de un emporio económico privado de negocios familiares al margen de toda supervisión estatal.
En lo social, el régimen impulsa una política asistencialista de transferencias directas y expansión de la cobertura de algunos servicios públicos, a través de mecanismos de participación que promueven el clientelismo político, anulando cualquier iniciativa de gestión de derechos y promoción de ciudadanía.
En el ámbito internacional, el régimen mantiene una retórica antimperialista, mientras colabora con la política de EEUU en los temas de seguridad, drogas y comercio. Y al mismo tiempo, mantiene un alineamiento con las políticas del ALBA y un acercamiento con Rusia, y ahora con China al otorgar a un empresario chino una concesión obscenamente lesiva a la soberanía nacional para promover el megaproyecto del canal interoceánico.
En lo ideológico, el régimen invoca una retórica revolucionaria, pero practica el culto a la personalidad en torno a Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, cobijados por un mesianismo religioso ultra conservador.
A estas tendencias estructurales, se agregan la recién aprobada reforma constitucional y la reforma al Código Militar, que despejan el camino para el continuismo y la reelección presidencial indefinida, con el sometimiento de las instituciones armadas a la voluntad política del caudillo. De esta manera el régimen empieza a asemejarse al de Somoza que fue derrocado por la revolución de 1979, por lo que a Daniel Ortega le calzaría muy bien aquella frase de Marx en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” cuando dijo que “algunos personajes de la historia aparecen dos veces, primero como tragedia y después como farsa”.
Analizar este proceso que Mónica Baltodano ha llamado “las mutaciones del FSLN” (revista Envío, UCA febrero 2014) y la consolidación del liderazgo familiar de Daniel Ortega ocurrido en las últimas dos décadas, tiene una importancia fundamental para entender la evolución de Nicaragua y su futuro. Estas son algunas de las preguntas que estamos obligados a responder, y ojalá formen parte del debate de las nuevas generaciones
a) ¿Cómo se produjo esta involución del FSLN que pasó de ser un partido revolucionario a una maquinaria electoral, al estilo del PRI de México, pero con un liderazgo continuista y ahora familiar?
b) ¿Cómo ocurrió la “toma del Estado” por el FSLN, empezando por el pacto bipartidista con Arnoldo Alemán en 1999, para llegar ahora al control del poder total, del sistema electoral, la justicia, del ejército y la policía, y de todas las instancias autónomas del estado?
c) ¿Cuál es la ideología de este proyecto, si es que tiene alguna, y qué relación tiene con la cultura política tradicional nicaragüense y con el legado de la revolución sandinista y su memoria histórica?
d) ¿Cuál es el sustento económico de este proyecto de alianza con el gran capital, en el que el FSLN mantiene el control de la base social, con la migración como válvula de escape? ¿Qué niveles de pobreza y desigualdad social resultan compatibles en este modelo?
e) ¿Es éste un proyecto sostenible a mediano plazo? ¿Puede tolerar el surgimiento de una oposición política y social que le haga contrapeso y plantee un desafío de poder democrático, o inevitablemente derivará en un nuevo ciclo de violencia en Nicaragua?
II- Una mirada al pasado



Permítanme ahora compartir algunas reflexiones sobre la revolución de 1979 y la década revolucionaria, desde la perspectiva de un protagonista que asume la revolución con todos sus aciertos y sus errores, para intentar encontrar algunas claves explicativas desde el pasado.
Así como hoy se suele incurrir en simplificaciones sobre lo que representa el régimen de Daniel Ortega, y se cuestiona el hecho de que siendo éste un régimen autoritario cuente con apoyo social y después de seis años en el poder se haya convertido en una mayoría política, padecemos de una cultura reduccionista sobre lo que fue la dictadura de Somoza y la revolución. Es imperativo, por lo tanto, evitar a toda costa las simplificaciones.
A lo largo de 45 años, la dictadura se mantuvo en el poder combinando cooptación social y represión, con la lealtad de una guardia pretoriana y el respaldo de EEUU, pero también generó apoyo en importantes sectores emergentes. El genocidio ocurrió durante la crisis de la dictadura en 1978 y 1979, pero antes hubo períodos de alto crecimiento económico durante dos décadas. Crecimiento sin desarrollo social; crecimiento sin democracia y con fraudes electorales; crecimiento económico en alianza con los grandes capitales, frente a los cuales Somoza practicaba una máxima que Ortega esta empenado en replicar: “Hagan plata, que de la política me encargo yo”. Antes y ahora, en Nicaragua el hombre fuerte mantiene el monopolio de la política.
La crisis de la dictadura fue el resultado de una acumulación de contradicciones y una combinación de factores: a) El cierre de los espacios políticos electorales y la imposición del continuismo de Somoza; b) El degaste de legitimidad del régimen causado por la represión y las violaciones a los derechos humanos y la corrupción; c) Las luchas sociales y sindicales desatadas tras las tensiones económicas y sociales post terremoto de 1972; d) La “competencia desleal” entre Somoza y otros grupos económicos; e) La pérdida del apoyo de EEUU a raíz de la política de derechos humanos de Carter; f) La persistencia de la lucha y el desafío político-militar planteado por el FSLN en la ciudad y el campo y su estrategia de alianzas nacionales e internacionales; g) La presión del movimiento de masas insurreccional, desatado a raíz del asesinato de mi padre, Pedro Joaquín Chamorro en enero de 1978; h) Por último, la enconada resistencia de Somoza a abandonar el poder, impidiendo una sucesión reformista del régimen, durante la crisis de 1979.
El derrocamiento de la dictadura representa el momento de mayor consenso nacional que alguna vez se haya alcanzado en la historia de Nicaragua. El objetivo común era erradicar el régimen dictatorial y abrirle paso a una nueva era de democratización y justicia social. El resultado inmediato de esos cambios quedó registrado en grandes movilizaciones como la Cruzada de Alfabetización. Pero ese consenso y la alianza nacional se perdió rápidamente después de la caída de Somoza, no solamente por las contradicciones intrínsecas que conlleva todo proceso de cambio revolucionario, sino además porque el concepto de poder del liderazgo revolucionario era intrínsecamente divisivo.
Aunque el FSLN se distanció de la ortodoxia de la izquierda mundial y planteó una plataforma innovadora basada en el pluralismo político, la economía mixta y el no alineamiento, en la práctica recurría a un esquema de poder total para poner en práctica ese programa. Un esquema hegemónico en el cual la fusión estado-partido-ejército-organizaciones de masas-aparatos ideológicos, respondía a un mando único. Un concepto vanguardista del poder, bajo la premisa voluntarista de que el sobreesfuerzo de la conciencia política y el alineamiento con el bloque socialista, compensarían las limitaciones materiales objetivas en un país pequeño en transición al socialismo, para emprender las reformas nacionales --educativa, agraria, electoral-- que la burguesía no podía desarrollar.
La revolución promovió la democracia participativa y el pluripartidismo, pero subestimó el principio democrático de rendición de cuentas del poder y el papel de las instituciones democráticas autónomas que funcionan como contrapeso del poder. Por una parte, apelaba a la legitimidad del poder revolucionario afirmando que la revolución era fuente de derecho, y por la otra, el esquema ideológico revolucionario despreciaba al Estado de Derecho estigmatizado como un concepto de falsa democracia burguesa. Una creencia que fue reforzada por la experiencia histórica del derrocamiento del gobierno democrático y socialista de Salvador Allende en Chile en 1973.
El modelo de transformación económica, con un fuerte peso de la hegemonía del Estado, generó contradicciones no solo con la clase empresarial, sino también con el campesinado y las etnias de la costa atlántica. De esa resistencia y la intervención de las operaciones encubiertas financiadas por Estados Unidos, surgió el germen de lo que sería una desastrosa combinación de guerra de agresión externa y guerra civil.
Es inútil intentar reescribir el curso de la historia. Pero cuando se analiza el proceso nicaragüense, resulta terriblemente doloroso observar el peso de la ideología de la inevitabilidad de la guerra, al calor de la guerra fría. Del lado sandinista, prevalecía el convencimiento de que la revolución generaría su propia contrarrevolución y la agresión externa, y se proyectaba en la revolución salvadoreña una esperanza para contener y derrotar la agresión de Estados Unidos. Del otro lado, el fundamentalismo ideológico de la Administración Reagan hizo de la guerra en Nicaragua un factor estratégico de su política exterior hacia el tercer mundo. Defender la revolución era, en consecuencia, un parto violento y necesario: una misión de dimensiones históricas. Pero el desenlace de la guerra sería la muerte de decenas de miles de personas, la hiperinflación y el descalabro de la economía nacional.
Nada resume mejor este dilema que una hermosa canción que hizo Salvador Cardenal del Dúo Guardabarranco en 1983. “Guerrero del Amor” se convirtió en un himno generacional para los jóvenes que fueron a la guerra en los 80 y dice en una de sus partes: “Te cambio una canción por el coraje de tus jóvenes manos combatientes fundidas al metal con que nos salvas….Autor anónimo de la alborada, venado silencioso en la montaña, guerrero del amor. Hijo de este tiempo, remolino, pobre niño parido pues en plena selva, para llegar al fin a la victoria. Te cambio estos 20 años duplicados a causa de esta guerra necesaria, por la carnosa flor de la esperanza”. Cada vez que escucho esa canción en esta Nicaragua del siglo XXI, me cuestiono en medio del dolor por el sacrificio de esa generación por una utopía que hace mucho tiempo dejo de ser, en un país donde hoy tampoco existe una esperanza.
Aunque el FSLN nunca se propuso construir la democracia representativa, sino más bien promover la justicia social, al aceptar la derrota en las urnas en 1990 sentó las bases de la democracia electoral. Veinticuatro años después, incluso esa conquista básica e insuficiente para la democracia se está perdiendo. Emulando a Somoza, Daniel Ortega regresó al poder enarbolando un proyecto que desprecia la transparencia electoral, aboga por el continuismo, y ha instaurado el clientelismo político en el ejército y la policía. Una vez más, la rueda de la historia de Nicaragua está regresando al mismo punto de partida.
Ante este callejón sin salida, urge un reformismo radical o un radicalismo necesariamente democrático. La construcción democrática no solo requiere fijar reglas del juego, afianzar instituciones, y promover una cultura democrática, sino además emprender las reformas económicas y sociales que no se hicieron en las últimas tres décadas, empezando por la reforma fiscal. Pero nada de esto será posible sin la presión política y el contrapeso de fuerzas sociales que conduzca primero a la reforma electoral. Una democracia inclusiva con instituciones democráticas y reformas económicas y sociales, representa una utopía menos heroica que la que abrazamos hace 35 años, pero está más cerca de los cambios duraderos, irreversibles, que también soñaron los que cayeron por la revolución.
*Texto basado en una presentación para la conferencia “Archiving the Central American Revolutions”, organizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos (LILLAS) de la Universidad de Texas en Austin , el 19 de Febrero 2014.


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