El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 2 de marzo de 2014

Una base social compartida



Onofre Guevara López

No son pocos los historiadores, sociólogos, economistas, comentaristas y líderes políticos que han concluido con objetividad en que existen grandes similitudes entre el somocismo y el orteguismo, en cuanto al manejo dictatorial del poder político, y en la utilización del Estado como su fuente primera y, a veces, única, de enriquecimiento personal y familiar. En verdad, los Somoza y Ortega no han sido los únicos, sino los más caracterizados dictadores en nuestra historia –plagada de malos gobernantes—, por su tiempo de duración en el poder y sus estilos autoritarios de gobernar.

Basta hacer simples cuentas para enterarse de que –gobernando desde arriba, desde abajo, desde atrás y desde al lado— los Somoza y Ortega, juntos, acumulan un poco menos del 50% de los 176 años que Nicaragua tiene de ser república independiente, o sea, desde 1838, cuando rompió la unión centroamericana. Son 80 años compartidos: 45 de los tres Somoza y 35 de Ortega. Pero Ortega, ya no tendrá a los Somoza como sus competidores, pues está enrumbado a sumar más años con el poder, dado que apenas comienza su tercer período y cuenta ya con su Constitución particular que le garantiza la presidencia por tiempo indefinido.

Entre presidentes hacendados, iglesieros, ladrones e incapaces “teneme aquí un ratito” de los Somoza, los nicaragüenses hemos estado siendo gobernados durante toda la vida seudo republicana del país. Solo en este aspecto podemos encontrar una de las principales causas del primitivismo político, el atraso cultural y la consecuente pobreza material sufrida por el pueblo. Por el lado de la minoría rapaz, se han acumulado mayores tesoros que los descritos en los cuentos de “Alí Babá y los 40 ladrones”. En términos técnicos, inocuos y eufemísticos de moda, a eso se le dice desigual distribución de los ingresos nacionales.

Uno de los profesionales estudiosos de estos fenómenos, Oscar-René Vargas, refiere en Confidencial (05/02/13), que el estilo autoritario de gobernar de los Somoza y Ortega, se ha caracterizado por tener como subordinada a la empresa privada; es decir, como su cómplice. Y, “En el subconsciente de los padres de los actuales dirigentes de la empresa privada, les enseñaron a cogobernar” con las dos dictaduras –agrega Vargas.

Pero con los Somoza, los líderes de la empresa privada nunca pudieron promover tantas leyes como lo hacen ahora con Ortega, para lo cual hasta disponen de oficina propia en la Asamblea Nacional. El Cosep es un organismo privado que legisla sin haber tenido que obtener un solo voto de nadie, que no sea Daniel Ortega. Compadrazgo de intereses económicos que, con su dulce dosis de hipocresía, le llaman “consenso”.

Este sistema de gobierno con afinidades de intereses entre el poder político que controla Ortega con la colaboración del Cosep, que comparte el control económico, como subordinado, no opera solamente en las alturas de las cúpulas privilegiadas. Este esquema político se reproduce en las instancias menores del poder, en los sectores medios y bajos de la población, y en todas las estructuras territoriales, políticas y sociales del país. En estos niveles, son los somocistas los que figuran actuando en “consenso” con el orteguismo, como integrantes de la base social de su gobierno.

Eso lo conoce todo el mundo, aunque solo se mencionan a ciertos tipos, pues, además, existe un silencio auspiciado por el temor a las represalias políticas y a la pérdida del empleo. Por esas y otras causas, esta actuación conjunta de somocistas y orteguistas ha pasado casi inadvertida. De los más conocidos de la plaga de somocistas en el Estado, sin que les estorbe su antigua militancia política, sino al contrario, funcionan con los mismos métodos y la corrupción como si no hubiese ocurrido ningún cambio, está el flamante presidente del Consejo Electoral del Supremo Daniel, Roberto Rivas.

Como se dice en el argot popular, esos somocistas “están en su charco” con el orteguismo. Otro de los más conocidos, Stegman Fagot, ha sentado sus reales en la dirección de la empresa pesquera gubernamental. Este señor, lo único diferente que ha encontrado, es que ahora tiene mayor poder y riqueza que en sus tiempos de agente de la seguridad somocista, de militar de la Contra y de representante de la UNO en la Asamblea Nacional. (¿Cuántos tipos más como este, conoce usted?)

Más abajo, en los barrios de Managua y los departamentos, hubo y hay casos, como el de una señora que, con un hijo en la EEBI, tenía el hábito de informar a los guardias del comando más cercano, las actividades de los muchachos combatientes. A la hora del triunfo revolucionario, por sentido de humanidad, fue perdonada; y su hijo no fue molestado; ahora es ella la que molesta a los opositores con sus actividades de gran “sandinista”, pues ha adquirido categoría de lideresa transmisora de las órdenes “del comandante y la compañera” en defensa de la “revolución”. (¿A cuántas personas así, conoce usted?)

Hay otros casos “especiales”, como el de un “secretario político del Frente”, de esos omnipotentes y nuevos ricos del territorio, con facultades de “recomendar” la buena conducta revolucionaria de quienes necesitan conseguir trabajo, o de quitárselo a quienes no son “buenos sandinistas”, cuya actitud en los días insurreccionales, no fue la del sandinista ejemplar que ahora pretende ser. A sus hijos les hizo romper la amistad con un sandinista vecino, porque se los podía “corromper” y lanzarlos a la muerte en la lucha “comunista” contra el “orden democrático establecido”. Usted, ¿a cuántos “sandinistas” de esa clase conoce?

Seguramente, son muchos más los casos que no conocemos, de quienes se auto califican “sandinistas”, pero con los conocidos basta para calcular cuál es el nivel de falsedad y oportunismo adquirido y practicado por el gobierno de Ortega. Sobre todo, para conocer cómo está compuesta la base social del gobierno actual, cuyas afinidades con el somocismo son reales, y no producto de especulaciones políticas de nadie.

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Paráfrasis



“Chávez está aquí”, pero se ignora en dónde está el dinero de su colaboración…

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