El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 27 de octubre de 2011

Palabras de Roberto Fenández Retamar


Roberto Fernández Retamar
PARA PRESENTAR CANCIONCILLAS, DE FINA GARCÍA MARRUZ*
Agradezco al amigo colombiano (y ya casi también cubano) Álvaro Castillo Granada, la persona más amante de los libros que conozco, su invitación a presentar las Cancioncillas de Fina García Marruz editadas por él. Porque esta invitación me permite celebrar los sesenta años de amistad entre Fina y yo. Esa amistad nació, junto con Cintio naturalmente, en 1951, y de ello he hablado en varias ocasiones, por lo mucho que significó para mí. En octubre de aquel año lejano, el cual  me resultaría tan importante, me dio el libro suyo Las miradas perdidas1944-1950, queleí fascinado. Ya conocía algo de ella, aparecido en la antología Diez poetas cubanos que Cintio publicó en 1948.  Pero fue a partir de 1951 cuando empecé a devorar sin tregua su preciosa papelería, hasta llegar al cuaderno que hoy se da a conocer.
Es riesgoso aventurar palabras sobre cualquier costado de la enorme y delicada  poesía de Fina. Ella ha dejado escrito, más o menos (cito de memoria), que no se debe hablar de una poética a propósito de un poeta, sino de tantas poéticas como sea menester. Bástenos, para probarlo, el caso mayor de los Versos libres, en cuyo frente Martí dijo que amaba las sonoridades difíciles, y de sus Versos sencillos, en relación con los cuales afirmó que amaba la sencillez.
¿Podrían acercarse estas Cancioncillas a alguna zona de la poesía de Fina, como Créditos de Charlot?  ¿O ellas son el reverso ligero, y a menudo sonriente, de  sus intensos textos? Lo cierto es que en este cuaderno, cuyos breves poemas no están titulados sino numerados, como Versos sencillos o Trilce, reaparecen varios temas del resto de  su obra. De las sesenta y dos cancioncillas, una (la número 29) consta de dos versos, y varias de muchos más (la 37 esta formada por veintitrés). Pero la mayoría es de tres o cuatro versos, por lo general de arte menor. Se está tentado a acercarlas a los artefactos de Parra o los poemínimos de Huerta, o en alguna ocasión, con licencia, a los haikais. Pero el conjunto no se deja clasificar fácilmente, como también lo hace el conjunto de la obra de Fina, siempre tan personal. A menudo, las cancioncillas se refieren a la poesía misma. Así: «A veces/ no hay nada que escribir./ Pero la punta/ del grafito zurea/ como un ave sedienta.»  «En el pomo de tinta/ azul, dormido,/ algún poema tuyo/ se ha detenido./ Y espera, alegre,/ hora tras hora/ que te despiertes.»  «Al que viene con versos/ poco inspirados/ digámosle, pacientes:/ «¡Así es, hermano!»  «¡Ven, cancioncilla,/ pico de gallo/ del alba fría!» Otro conjunto hace entrar la familia, tema constante en Fina: «…] Tocaba mamá el piano,/ y yo dormía.»  «¿Llegó la luz del día/ o fueron Adrián, Silvia/ y José María?»  «Ahora cuando vienes,/ Sergio querido,/ sonríes como antes,/ cuando eras niño.»  «El domingo/ es más redonda la mesa,/ no falta el hijo.»  «¡Mañanita fría/ de otoño prístino!/ ¡Cómo me gustaba alborotarle/ los rizos a mi niño!» Se abordan también, con humor, los estudios: «De la y griega/ nos enseñó la maestra/ aquella, tan tímida,/ ruborizándose, que era/ ya una conjunción copulativa.»  Aparece un tema que creo infrecuente en Fina: el de las greguerías que acuñó Gómez de la Serna, sobre quien, por otra parte, ella ha escrito páginas penetrantes. Tales greguerías se encuentran  en un alegre bestiario que hace pensar en Apollinaire: «La langosta/ me parece que tiene/ de más alguna rosca.»  «Tan horrible la hiena,/ y es inocente.» «La rana, dicen, la rana/ para parir a un príncipe/ es que se agacha. […]» «La cucaracha pisa/ el suelo in tocarlo,/ como una bailarina.»  «El ciempiés/ debía de tocar/ el acordeón.» «Lo peor/ es que a la cigarra/ le guste cantar/ sin ser ruiseñor.»  «Si la hormiga pudiera/ mirarse en un espejo,/ ascendería a girasol.»  «El gato/ que lame el plato,/ lo deja parecido / a la luna.» Pero no puedo seguir citando versos felices. Los lectores lo harán por su cuenta, con satisfacción.
 En una conferencia que ofrecí en 1957 sobre la poesía hispanoamericana entonces actual, dije de Fina: «Ejemplo admirable […], una de las mayores poetisas en la rica historia poética del país» Más de medio siglo después, debo añadir que ella es hoy la principal voz poética viva de Cuba,  y una de las mayores en las lenguas que conozco. Voz poética principal, trátese de un hombre o de una mujer. Los premios que con justicia ha recibido así lo atestiguan, y lo ratificarán los premios por venir. Y sobre todo, la gratitud e incluso el deslumbramiento con que se la lee. Lo prueban estas leves Cancioncillas a las  que los invito a entrar.

*Leído el  7 de octubre de 2011 en el Centro de Estudios Martianos, La Habana.

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