“Saber que se puede, querer que se pueda” (Color Esperanza, Diego Torres)
9 de febrero de 2013
(Edición No. 233)
Vivir bonito
En el programa de gobierno de Fabio Gadea Mantilla, “Un gobierno para todos”, en el campo de la salud se planteaban, entre otras medidas, dos fundamentales: extender el acceso al agua potable y empezar un gran programa nacional de desecho seguro de la basura, sobre todo en Managua que es, en sí misma y en sus carreteras de acceso, un generalizado basurero.
Desde luego, si más y más nicaragüenses tuviesen agua de calidad, el perfil sanitario de la población mejoraría notablemente. Y si los focos de contaminación e insalubridad que significan nuestros cauces, calles, carreteras, predios, ríos y lagos, convertidos en verdaderos basureros, disminuyeran y desaparecieran, ¡cuánto mejor! Menos enfermedades evitables, y más recursos liberados para atender las enfermedades que no responden a esos factores ambientales.
Bienvenido entonces que el gobierno, como se ha hecho público, se comience a preocupar por el tema de la basura con la campaña “Vivir Bonito”. De entrada hay un saldo positivo: desde el gobierno se comienza a prestar atención -¡al fín!- a un tema de la vida diaria que nos afecta a todos, pero sobre todo a los pobres, porque una enfermedad evitable a causa de la basura, como una diarrea, cuesta muchísimo más a un pobre, como porcentaje de su ingreso y de su tiempo, que a quién no lo es.
No se discute el fuerte impacto comunicacional que tiene el nombre de la campaña: “Vivir Bonito”. Y ojalá que más allá del impacto comunicacional, efectivamente se comience a solucionar el problema de la basura. No es necesario ser un país desarrollado para ser un país limpio. Recientemente tuve la oportunidad de estar en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, y me sorprendió la limpieza de ciudad. El Director de una Radio me comentó, mientras me entrevistaba, que la limpieza se debía a que a cargo de la recolección de la basura estaba una empresa muy eficiente. No, le repliqué, se puede tener la mayor capacidad de recolección del mundo, pero si no se cambia la cultura de la sociedad, y las personas, las empresas y las instituciones como escuelas, cuarteles, ministerios, siguen ensuciando, la basura seguirá acumulándose.
Pero preocupan algunas cuestiones de la recién iniciada campaña “Vivir Bonito”. La que más preocupa, según se deduce de las líneas estratégicas trazadas por el gobierno en cuanto a los pomposamente llamados “Gabinetes de Familia, Salud y Vida”, es que los mismos son una reinvención de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), pero ahora con facultades, que se pretenden plasmar en el Código de la Familia, de inmiscuirse hasta en la vida privada de las personas y las familias.
Se puede desencadenar una peligrosa dinámica totalitaria en la cual ningún aspecto de la vida personal y familiar quede fuera del control político disfrazado de control social. De la encomiable acción participativa y comunitaria de un barrio, por ejemplo para remover la basura, organizar los deportes, mantener espacios públicos de recreación, se pretende llegar hasta la intimidad de la celebración de los cumpleaños de los vecinos. De ahí a que las naturales e inevitables diferencias y conflictos familiares, y entre parejas, se traten de ventilar a través de esos “Gabinetes de Familia, Salud y Vida”, hay solamente un paso.
Cuando la necesaria promoción de la participación ciudadana en la solución de los problemas de la comunidad invade los ámbitos de la vida privada, deja de ser participación ciudadana y se convierte en una suerte de colectivización de la sociedad. Y no es eso lo que los nicaragüenses queremos.
Si de vivir bonito se trata….
Si de “Vivir Bonito” se trata, más de la mitad de las familias nicaragüenses esperan tener más y mejores empleos. Muchos dirán:
-------Si yo tuviera un buen empleo, “viviría bonito”.
Si los cafetaleros, que necesitan asistencia técnica para lidiar con la Roya, y créditos para renovar sus cafetales, lo tuvieran, dirán:
-------¡Ay!, si yo tuviera asistencia técnica y crédito para renovar mis cafetales, “viviría bonito”.
Y así podríamos tener muchos otros ejemplos.
Al momento de escribir este comentario, las únicas bajas reportadas por la orden de que hay que “Vivir Bonito”, son unos pocos carretones de pobres, más desvencijados que sus desvencijados caballos y carretones, que fueron encontrados botando basura. No está mal. Violaban la ley. Pero si la violación de la ley procede de la Presidencia de la República, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo Supremo Electoral y la Contraloría General de la República, ¿por qué los demás la van a respetar?
Anotamos lo anterior porque el impacto comunicacional de una campaña no debe sustituir la solución de los problemas de fondo. Está bien, muy bien, que se aborde el tema de la basura, pero está mal que no se emprendan acciones enérgicas y sostenidas para resolver los grandes problemas de la educación, el empleo, la productividad, que nos permitirían a todos “vivir bonito”.
Cebollas que hacen llorar
Todos sabemos que pelar cebollas provoca lágrimas. Y lágrimas están derramando muchos productores de cebollas porque importaciones masivas de ese producto, de menor precio, les han dejado sin mercado para sus cosechas y han incurrido en cuantiosas pérdidas.
Esto nos lleva al tema que antes comentábamos: ¿qué se está haciendo para mejorar la productividad agropecuaria, de modo que cuando los tratados de libre comercio con países de mayor productividad, y que además tienen la capacidad financiera para subsidiar su producción agropecuaria, entren plenamente en vigencia, no signifique la ruina de nuestros productores? Lo que ha ocurrido estos días con los productores de cebolla es solamente un anticipo de lo que podría ocurrir masivamente con los productores de maíz, frijoles, carne, leche, entre otros productos, cuando se venzan lo plazos para la entrada irrestricta de productos agropecuarios de los países desarrollados -Estados Unidos y la Unión Europea- con los cuales hemos suscrito, y en buena hora, tratados de libre comercio.
Más allá de la demagogia de medidas proteccionistas, como las impuestas a países con los cuales ni siquiera comerciamos, lo que se necesita es trabajar de manera sostenida y eficiente en ir removiendo las causas que nos impiden producir en condiciones de competir. Esto no se soluciona en un solo gobierno, pero cada gobierno tiene la obligación de empezar su solución, y no es lo que estamos viendo actualmente.
(Se autoriza y agradece su reproducción y circulación)
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