SIN
HUEVOS
Julio
Escoto
01:06 am
Y no es que Nicaragua,
chocho, sea paraíso, sino que ocurren allí fenómenos interesantes. ¿Quién dijo
que solo de los avanzados podemos aprender?
No hay fusiles en Managua, donde asisto al encuentro de narradores
organizado por el escritor Sergio Ramírez; a la feria del libro y al festival
de poesía dedicado a Ernesto Cardenal, actividades celebradas simultáneamente y
que congestionarían la pereza mental de Tegucigalpa si se hicieran siquiera
separadamente. Colapsaría el país con tanta cultura lloviéndole pues para que
haya paz e intelecto se exigen ambientes sin rifles ni ametralladoras, sin
soldados de armas antiaéreas en las calles, sin restricciones para viajar en
motocicleta, sin femicidios pero, particularmente, sin una agencia del gobierno
encargada de inyectar miles de revólveres y escopetas cada mes a la sociedad,
como acontece acá. En tanto no se resuelva esa incongruencia serán perjuras las
promesas gubernamentales de acabar con la violencia y la inseguridad.
Interrogué a qué se debe el bajo índice delincuencial de Nicaragua y
hubo diversas respuestas, quedando al fondo una coincidencia de que la nación
nica se caracteriza por sus intensas cercanías y vivencias humanas
(provenientes de la tradición) que inducen más a lo familiar y la solidaridad
que a la indiferencia, y porque entre distintos siempre hay puntos coincidentes
(usualmente de tipo religioso) que los hace aproximarse como hermanos,
importando menos las asperezas ideológicas. Quiere eso decir que la
sociabilidad es más fuerte que el odio.
Eso se reconoce al observar que allí no han fenecido las maneras
primarias de la urbanidad pues el nica todavía saluda y da gracias; su plática
tiene inevitables menciones de familia (antepasados, descendientes, primos);
rinde culto a la amistad e incluso la enemistad; hay un concepto universal y
generalizado de “proceso”, es decir de continuidad del hecho histórico y no de
rompimientos absolutos (este puede ser mi rival ahora pero mi compañero mañana,
porque “así es el proceso”); y muy significativamente, que los nicaragüenses,
por ateos que se declaren, guardan visiones de vida hondamente religiosas. Una
buena prueba es que los iconoclastas comandantes sandinistas van a misa, quizás
hipócritamente pero con voluntad de conjunción social.
El capitalismo privado nica jamás fue tan bestia como en otras
repúblicas. Los festivales arriba citados son abundantemente apoyados por
empresas y empresarios (BAC, Lafise, Claro, Banpro, Colonia, Pellas, otros),
mismos que en Honduras aportan poco a la cultura y que allá devuelven alguna
ganancia al bien colectivo por sentirse locales, no extranjeros. En León,
ejemplo, la familia Ortiz-Gurdian donó a la urbe un museo de obras artísticas
tan fabuloso que rivaliza en calidad con México y Sao Paulo. El principio tras
ello es que solo el arte y la ciencia civilizan al hombre; la superstición no.
Se da asimismo abundante y fuerte institucionalidad autóctona, con miles
de fundaciones y asociaciones volcadas a lo social: allí y en El Salvador hay
ONG que cuidan ancianos, en Caracas y San José el Estado entregó las tiendas
libres de impuesto a entidades de beneficencia; ciertas loterías brasileñas
reditúan exclusivamente a fondos de pobres; Uruguay obliga a que el tabaquismo
deje muchos centavos para escuelas y colegios. Lo que implica muy diferentes
concepciones de mundo: vine aquí a servir, no a ser servido; el ataúd jamás es
suficiente para contener mi caudal; ascenderé entre gratitud, no entre
injusticia; tras el primer millón mi memoria se hace progresivamente inmoral.
Durante cien años hubo carestía de huevos en Nicaragua pues se ocupaban
para cohesionar la albañilería arquitectónica de la catedral de León, iniciada
en 1747. Aquellos eran huevos de verdad, por ende proteínicos. Pero ahora no
tallo una vulgar metáfora, una que aluda a testículos, sino a huevos de
pensamiento, a gérmenes de acción, que son los que impulsan a los pueblos y de
los que nos faltan muchos.
Y no es que Nicaragua,
chocho, sea paraíso, sino que ocurren allí fenómenos interesantes. ¿Quién dijo
que solo de los avanzados podemos aprender? Nicaragua, chiquita materialmente,
es grande desde el corazón.
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