[Nota crítica]
Novela de Guillermo Cortés Domínguez, Editarte 2011
Novela social, una parodia política, una prosa fluida. Leerla tiene su gracia ya que nos introduce en ese mundo de la política criolla donde toda mediocridad es posible. Estilo, el del relato, el de la descripción periodística que resulta amena pues el autor tiene esa cualidad de comunicar, propio de una escritura rápida y de una lectura de corrido. Es cierto que los buenos escritores, y son muchos los ejemplos, antes de llegar a serlos, han cumplido dos requisitos claves: manejan las reglas del idioma y son, por lo general, asiduos lectores. Los periodistas por arte de su oficio cumplen a cabalidad el primero y son curiosos, aunque no necesariamente adictos, a lo segundo. El ejercicio de la novela o de la poesía tiene otros componentes que desafortunadamente no son predecibles o no pueden enseñarse en las universidades. Como decía nuestro querido Rubén “la poesía en mi es nacida”, que también es aplicable a la prosa. La literatura exige una cimentación, una decantación del lenguaje y una forma, un ritmo, una cadencia, y una belleza que no hay que confundirla con el preciosismo o la rima, ni con la anécdota. La buena literatura establece sus propias estructuras y se cuida de ser decorativa o coyuntural. Si nos habla del dolor va al fondo hasta sentir el dolor que victimiza al personaje, si nos habla de la muerte sentiremos la agonía del moribundo, y si es una escena amorosa se sentirá en el ambiente una aureola de erotismo que nos contagie. Que es el mismo lenguaje del cine donde la imagen sustituye a la palabra. Tiene que haber una capacidad de asombro y una fuerza innata y un lenguaje que nos golpee, que nos sacuda como espectadores. No quiero decir que toda literatura debe tener esa energía y ese cautivar que nos lleve a la reflexión o al desasosiego, pero es obvio que, entre más lograda está la obra, entre más asentada está la historia, todo es más creíble, más enervante y más sacude el espíritu del lector. Entonces “El Oráculo..” califica como una obra que entretiene, que es actual, que refleja una realidad miserable, una cotidianeidad, un entorno repugnante, pero todavía nos queda el sabor de que no se inserta, con lucidez, en ese misterio y altura de la palabra, que no sólo gusta, sino que captura, que no sólo describe, sino que conmueve.
Manuel Obregón S.
Masatepe, 4-07-2011
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