Por: Jorge J Cuadra V
Ese es el término que le cabe al pueblo nicaragüense cuando se queja del gobierno “generoso, progresista, socialista, cristiano y solidario” que tiene en este momento memorable de la historia.
Cuando digo que es generoso, me baso en las miles de láminas de zinc, en las miles de vacas, cerdos y gallinas que con tanta bondad reparte entre los más pobres de este país.
Cuando digo que es progresista, me baso en la cantidad de inversionistas extranjeros que vienen al país atraídos por el “ejemplar” poder judicial que les asegura que haya justicia para todos ellos y por el saludable aire de democracia que se respira, lo que permite crear una abundante fuente de empleos para todos los nicaragüenses sin importar el credo religioso que practiquen, ni la tendencia política a la que pertenezcan, con excelentes salarios que hacen que ningún ciudadano se vaya a la cama con el estómago vacío.
Cuando digo que es socialista, me baso en la igualdad ejemplar que existe entre los dueños del poder y su pueblo. Da gusto ver la sencillez con que viven desde el Presidente de la República y su co-presidenta, hasta los miembros del gabinete de gobierno, los magistrados de la CSJ y del CSE, los contralores y los esforzados y sacrificados Diputados de la Asamblea Nacional, que viven aprobando leyes beneficiosas para las grandes mayorías desposeídas del país, aunque tengan que quedarse trabajando en Semana Santa.
Cuando digo que es cristiano, en el primero que pienso es en su Eminencia , el Cardenal Miguel Obando y Bravo, a quien se le debe esa devoción religiosa que con tanta piedad nos enseña la pareja presidencial, cuando nos aconseja que no solo hay que leer la Biblia, sino vivirla tal y como lo hacen ellos, con sus buenas acciones de la vida diaria. Los mensajes de amor, paz y hermandad que nos hacen llegar a través de los numerosos canales de televisión y estaciones de radio, todos de su propiedad, son dignos de un gobierno pontifical, como los que habían en la Argentina del siglo XIX: La cruz en una mano y la espada en la otra, para garantizar la moralidad de convento y el orden ciudadano.
Y cuando digo que es solidario, lo hago porque veo la preocupación de la pareja presidencial por los pobres de Nicaragua. Ellos se abstienen de vivir rodeados de lujos sibaritas y pudiendo viajar en aviones rentados, vemos como se desplazan en clase turista cuando tienen que asistir a los numerosos compromisos de estado fuera de Nicaragua. Causa admiración ver la calidad de los vehículos que usan para visitar todos los rincones del país. Son vehículos modestos que no se parecen en nada a los vehículos en que se moviliza la despiadada oligarquía dueña del gran capital.
Una y otra vez me pregunto el por que de tanta inconformidad con el gobierno de Daniel y Rosario, por que tanta denuncia de corrupción, por que tanta deserción de nicaragüenses que prefieren poner en peligro sus vidas en los viajes sin retorno y llenos de peligros, a quedarse en nuestra sociedad. Prefieren el riesgo del viaje clandestino, a quedarse en Nicaragua con uno de los miles de empleos que están esperando por ellos. Prefieren irse a países hostiles sin papeles legales, que quedarse en Nicaragua disfrutando de la paz ciudadana que tenemos gracias a nuestra Policía Nacional que cuando no está siendo testigo pasivo del acoso violento de las fuerzas orteguistas contra los que marchan en paz clamando democracia, se dedica a perseguir al crimen organizado y a la delincuencia local.
Pablo Antonio Cuadra C, profundo conocedor del corazón del pueblo nicaragüense, solía decir que el nicaragüense tiene alma de Robinson Crusoe y agrego yo que tal vez es por esa razón y no por falta de trabajo, que nuestros compatriotas abandonan el terruño.
¡Que ingratos que somos los nicaragüenses con nuestro gobierno bicéfalo! Lo criticamos porque se quiere perpetuar en el poder, sin comprender que lo quiere hacer porque son tantas las obras que hay que construir a lo largo y a lo ancho de la patria, que no le basta un período presidencial para terminarlas y por eso la familia Ortega Murillo se debe constituir en monarquía con el apoyo de su pueblo que vive agradecido por la vida paradisíaca que nuestros gobernantes nos brindan.
A los nicaragüenses no nos queda otra que repetir de nuevo aquella frase ya sepultada en el olvido, pero que hoy toma vigencia por la aparición de un nuevo caudillo que se siente indispensable para la existencia de la nación: “ORTEGA FOR EVER.”
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