El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 15 de mayo de 2011

EL SILENCIO

Cuando reza Rubén Darío: “El santo de Asís no le dijo nada, / le miró con una profunda mirada”, guarda en corolas de silencio, el perfume de la Belleza.

Retórica y Poética, Prosa y Verso, Palabras y Silencio. Eso es todo.

A la izquierda vestidos de rojo escarlata y de amarillo vivo, los palabreros, a la derecha vestidos de verde olivo, de violeta y azul profundo, los silenciosos.

Los interventores, los pacificadores, los charlatanes, los diplomáticos, los saltimbanquis, los periodistas, los políticos, los oradores, los pontífices literarios, las alegres comadres, los alcahuetes, los caballeros de industria, los pedantes, van por el camino, ruidosos, empinados, tiesos, graves, solemnes, llenos de condecoraciones y de penachos… todos ellos: El estado mayor de la Palabra.

Los santos, los poetas, los sabios, los artistas, los agricultores, las madres de familia, los monjes, los navegantes, los mineros, los aviadores, los anarquistas, los peregrinos, los locos, los misioneros, van por el camino, sin ruido, mansos, humildes, ingenuos, sencillos…… todos ellos: El estado mayor del silencio.

Los palabreros, en sus cuentas, explican todo como Vargas Vila, y para cada explicación escriben un libro; los silenciosos no pretenden explicar nada, y cuando en “Los siete contra Tebas” Antígona e Ismene contemplan los dos cadáveres de sus dos hermanos Eteocles y Polinices que acaban de entrematarse, Esquilo, el gran silencio canta:

“Hermana junto a hermanos suyos”.

Los palabreros hasta delante de una madre muerta se atreven a hablar y hablan y hablan, y los adjetivos están en su día, para que cuando venga Hamlet el silencioso, diga estos tres sustantivos: “Palabras, palabras, palabras”.

En la Biblia, en Homero, en la Divina Comedia, en Shakespeare, en el Quijote, y en todos los libros bellos por los siglos de los siglos. ¿Sabéis lo que hay? Caminos silenciosos bajo los árboles en flor. El silencio o la palabra reducida al silencio por los puntos suspensivos o por la divina gracia de la repetición:

“Iba sola,

Iba sola,

Iba sola por la estepa solitaria”…

Si sabéis leer y tenéis alma, mediréis todas las cosas con la divina medida del silencio. Y entonces se verá, quiénes son los hijos de Sara la libre y quiénes los de Agar la esclava. A la luz del silencio, pensaréis que Víctor Hugo habla demasiado y… ¡quién sabe! pudiera suceder que las “Harmonías” de Lamartine fuesen por un tiempo, mientras “El tesoro de los humildes” de Mauricio Maeterlink y “Brujas la Muerta” de Jorge Rodembach y “Las Geórgicas cristianas” de Francis Jammes y “El Sembrador de Cenizas” y “El Corazón solitario” de Carlos Guerin, fuesen por los siglos de los siglos.

A la luz del silencio, dirías temblando por la intolerancia de los retóricos infalibles, que vale más una rima de Bécquer que todos los libros de Quintana; que todos los libros de Zorrilla, de Espronceda, y aun del mismo Núñez de Arce, son como nada delante de un solo verso de Asunción Silva, que en España hubo primero cuatro poetas de verdad, Juan Ruiz, el Marqués de Santillana, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz (se me olvidaba Góngora), después un gran paréntesis de prosa, y cerrado el paréntesis, Bécquer, Campoamor, Valle Inclán, Jiménez y …..

Rubén Darío dio nuevos caminos al verso castellano, porque arrojó del templo de la Poesía a los mercaderes retóricos, que venidos da Cuba, de México, de Colombia y de España, entraban y salían manchando la casa del silencio con sus palabras. Versificadores andan en antologías mexicanas y colombianas, que sólo pueden ser leídos por aquellos críticos estupendos que al oír los versos silenciosos de Silva, dijeron: No entiendo. Versificadores cuyos pseudopoemas son como nacidos para el grafófono y para el circo. Rubén Darío, no nos equivoquemos, ¿sabéis lo que hizo? redujo todas las cosas al común denominador del silencio.

Nuestro Señor Jesucristo no habló nunca: Abrió sus divinos labios para decir palabras no palabras: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo” “El reino de los cielos es semejante a un hombre que busca bellas margaritas” “El reino de los cielos es semejante a una red arrojada al mar” “Si no os hiciereis como uno de estos niños no entraréis en el reino de los cielos” “El que tenga oídos para oír que oiga” “salió el sembrador a sembrar” “Tengo compasión de ellos, porque andan como ovejillas que no tienen pastor” “Quien de vosotros esté sin pecado, que le arroje la primera piedra”” “Muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho” “Muchos publicanos y meretrices os precederán en el reino de Dios”. Todas estas palabras están selladas por el sello divino del silencio. Son palabras de Aquél de quien dijo el evangelista Juan: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era en Dios, y el Verbo era Dios”.

Repito: Retórica y Poética, Prosa y Verso, Palabras y Silencio. Eso es todo.


Nota:

Artículo para nuestra sección dominical IGLESIA VIVA. Tomado de "El Libro de las Palabras Evangelizadas", del poeta y sacerdote Azarías.H.Pallais

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