El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 26 de mayo de 2011

A CADA QUIEN SU PROPIO CÓDIGO

Por: Jorge J Cuadra V

Sufriendo la falta de valores y sentido de patriotismo de nuestros diputados, la pérdida de uno que si tenía ambos atributos, se convierte en tragedia nacional. Me estoy refiriendo al asesinato atroz cometido en la persona del joven diputado conservador, José Cuadra García, quien fue esperado, emboscado, cercado y asesinado por un grupo de facinerosos, al frente del cual estaba un psicópata asesino que a la hora de cometer el horrendo delito lo hizo como si se tratara de John Dilinger y a la hora de enfrentar a las autoridades se convirtió en un inocente Oliver Twist, con el objeto de que su crimen quedara sin castigo.

El diputado Cuadra García se convertía así en una víctima más de un código de la niñez que no tiene razón de ser en Nicaragua. Fue diseñado tal y como que si viviéramos en un país civilizado, desarrollado y en democracia plena, cuando la realidad es que vivimos en Nicaragua, la tierra de los inverosímiles, de los contra sentidos y de la corrupción.

Creer que un joven de 16 años de un país de ley y de orden es igual a un joven de 16 años que vive en Nicaragua, es una aberración de cálculo. Mientras aquel se está preparando para empezar una carrera universitaria, este ya es un experimentado trabajador de los semáforos, con todas las mañas que ello conlleva.

Algunas personas pueden decir que este tema ya está fuera de contexto, pero la tragedia que acaba de ocurrir a la salida de la UNI, en donde fue vilmente asesinado un joven prometedor que estaba a un año de entrar por las puertas del éxito y la superación, nos dice lo contrario. Siempre está vigente el tema del código de la niñez, porque siempre esos sicarios con cuerpos de niños y almas de demonios, siguen matando a sangre fría por algo tan banal como lo es un celular. Un menor de edad que actúa con codicia, pero sin saña, puede ser considerado un niño problema, pero las bestias que se le fueron encima al joven estudiante, puñal en mano y determinados a matarlo, tienen que ser tratados como adultos sin redención, como carne de silla eléctrica si en Nicaragua existiera la pena de muerte, achicharrados por los miles de voltios que se usan para aplicar la ley del que al que a hierro mata, a hierro muere. Pero en Nicaragua, lejos de existir eso, lo que existe es una complacencia desmedida con estos hijos de la miseria y del abandono, lo cual no es excusa para matar impunemente. Escuchando a un jurista en un programa de TV matutino, este decía que lo último que falta es declarar culpable de esas atrocidades al Estado por no proveer las condiciones mínimas para producir ciudadanos sanos. La culpa del Estado existe, pero no justifica. Lo que el Estado tiene que hacer es reformar ese código aunque se moleste doña Vilma Núñez, para bien de todos los nicaragüenses pacíficos y trabajadores, porque seguir aplicando ese código es como tener una fábrica de sicarios con patente de corso, que seguirán asesinando a vista y paciencia de todo el mundo y se seguirán burlando de los familiares de sus víctimas y hasta amenazando de muerte al que haya atestiguado contra ellos porque saben que a la semana están de nuevo en la calle asolando a toda la población de Managua.

Es inconcebible que en este país se penalice el aborto terapéutico, consecuencia de lo cual la mujer que lo necesite y el médico que lo practique son encarcelados, mientras los “niños” asesinos no son castigados porque su edad los exime de castigo así le corten la cabeza a cien ciudadanos indefensos.

¿Es que aquí vamos a tener que tomarnos la ley por nuestras propias manos ante la ausencia de justicia? Ya hay indicios de eso y entonces allí es cuando se va a terminar nuestro mundo y no cuando diga el señor Camping, cuya aseveración el día de hoy nos convirtió en sobrevivientes apocalípticos.

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