Vestidos con camisetas impresas con el slogan I (♥) Daniel Fsln, un grupo de partidarios de la Juventud Sandinista le afearon la campaña de comunicación política a Rosario Murillo, ella que tanto cuida sus detalles, cuando se enfrentaron con violencia física y sicológica a otro grupo de partidarios del Rescate del Sandinismo (El Rescate) y del Movimiento Renovador Sandinista (Mrs), ambos opositores a Ortega, el jueves pasado en Managua.
En el ajetreo, las y los simpatizantes del Presidente Ortega –que dicen quererle mucho- emplearon una variedad de recursos: hubo patadas, golpes, empujones, amenazas, rajadas de ropa, intimidación, chantaje emocional, insultos a las progenitoras, denigración, entre otros delitos, según se desprende de la observación de los videos que andan circulando y de las narraciones que me han llegado.
Hubo también, y esto es gravísimo, intento de linchamiento, tal y como lo percibió Javier Álvarez, miembro del Mrs, a quien un grupo de orteguistas llevó por la fuerza (a razón de muchos contra uno, como puede verse en el video) provocándole tal sensación interior de riesgo vital que le condujo a un desmayo, (que probablemente le salvó la vida):
“ellos vinieron, me arrastraron, me patearon (…) y le agradezco a la policía que me han salvado de la muerte (…) porque cuando ya estaba desmayado un comisionado se acercó a soplarme (…) los miembros del partido (Fsln) apartaron al comisionado, me agarraron de nuevo y me tiraron a la calle”, expresó a los medios de comunicación.
El grupo del Rescate y la gente del Mrs protestaba frente al edificio donde se reunía el Foro de Sao Paulo, y portaba mantas con frases anti-Ortega, del tipo que pone en duda su izquierdismo y una que decía “violador, no sólo de sexo sino también de la Constitución”.
Esta última manta fue arrebatada con furia por los orteguistas provocando una escena representativa de estos hechos: hay una gente que quiere practicar su libertad de expresión y de manifestación, otra gente -los orteguistas- que no aceptan tal cosa y arrebatan la manta (las palabras), dos jóvenes la sujetan con todas sus fuerzas y empieza una tercia desigual, hay una niña vestida con camiseta pro Ortega que mira, hay un niño con medio cuerpo salido del autobús que observa.
Niñas y niños observando
Esa fotografía es representativa porque se observa la lucha política con dosis de agresión que imponen los simpatizantes de Daniel Ortega, y por la reproducción social de esta violencia en las nuevas generaciones de nicaragüenses: un niño y una niña están observando.
No todos los orteguistas estaban en el mismo plan violento, me escribe uno de ellos e insiste que lo diga (y aquí lo digo), algunos pretendieron detener a los agresores y otros, usaron palabras y argumentos para enfrentar a sus adversarios:
“aquí está el pueblo unido, súmense compañeros, súmense que esta es la verdad, aquí está el pueblo haciendo historia y rescatando el verdadero sueño de Sandino que estamos construyendo aquí”, declara un joven con megáfono, tal y como se aprecia en los videos que andan circulando.
Hay que valorar en positivo esos esfuerzos dentro de la misma Juventud Sandinista, intentos por sacar la lucha política del camino de la violencia, aunque ellos saben y todas sabemos que ya hay dispositivos de conducta aprendidos entre los partidarios de Daniel Ortega, quienes conocen que su actuar violento es aprobado, fomentado, tolerado y premiado por los sectores más duros del orteguismo. También saben dentro del Fsln que esta violencia les quita partidarios y que cada vez está resultando más difícil que otros jóvenes se apunten a la marabunta.
El mensaje de amor y paz se esfuma
Le afearon la campaña a Murillo, que dirige los asuntos de comunicación política de su marido, cuando se encuentra en una etapa de modificación y ajuste, procurando disminuir el uso de la violencia física, sicológica, verbal, social y política, que ha sido un recurso constante en la manera de dialogar con los adversarios; y que la gente rechaza.
Y le han hecho perder dinero, porque retrocede dos pasos en su intento por lavar la cara y dar credibilidad y coherencia a sus mensajes de amor y paz. La misma camiseta de amor hacia Ortega puesta en el torso de un agresor, es una pérdida de dinero: el mensaje se esfuma con la primera patada que da el portador.
Alguna gente podría llegar a decir: ¡Cuánto quieren a Daniel Ortega! Mejor que no lo amen tanto.
Llevo ratos esperando que Ortega salga y condene la violencia “venga de donde venga”, que lo haga como Presidente del país, que es obligación de su rol como jefe de estado. Y es tan fácil, porque unas palabras suyas en ese tono quizá ya no servirían para detener a quienes tienen inoculado el dispositivo violento, que los hay, pero sí serviría de mucho para que las escucharan las niñas y los niños que asisten estupefactos a estas escenas y que se encuentran en peligro por el fenómeno imitativo que esto provoca.
Es tan fácil, Presidente Ortega, tan fácil. Hágalo por las niñas y los niños de Nicaragua. Para que no jueguen en los patios de los colegios a “la lucha política” tal y como la están observando actualmente.
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