Onofre Guevara López
La
realidad política nacional ofrece más temas que ameritan ser comentados que los
espacios de que se dispone para abordarlos. Es paradójico que en los primeros años
de la década del cuarenta del Siglo pasado, había en Nicaragua más diarios que ahora
–seis contra dos—, siendo que la población no llegaba ni la mitad de la hoy. Aunque
las radios no eran más de tres y no transmitían noticias. La televisión apenas
lucía en la ficción de alguna película, como “Flash Gordon en Marte”.
Aquellos
diarios tenían pocas páginas, poca circulación y su contenido noticioso era reflejo
de la vida aldeana de aquella Nicaragua. Lo habitual, en cuanto a política, era leer en los diarios
reflejos del antagonismo partidario libero-conservador, riñéndose por el poder en
manos de Somoza García, cuyas ilegalidades, abusos administrativos y su cruenta
represión, no eran noticias que llegaran
enteras a las páginas de los diarios, sino mediatizadas por los portavoces del
gobierno y los de la oposición. Los diarios no tenían una versión propia y real
de los hechos, porque no practicaban la investigación.
Un
delito común escabroso, significaba un banquete informativo para los diarios durante
varias semanas y hasta meses, pero en torno a la información oficial, la cual
se fundaba en lo que se les obligaba confesar a los sospechosos al ritmo de las
torturas practicadas con brutalidad por guardias iletrados y oficiales sádicos.
Recuerdo
un modelo: cuando asesinaron a unos hermanitos, hijos de matrimonio de posición
social media, en la “Bajada de
Carranza”, costa del Xolotlán, en las cercanías de la Quinta Nina. De ese
crimen se conocieron más de las barbaridades a que fue sometido el sospechoso,
hasta dañarles los pulmones, pero nunca se supo con seguridad si el torturado
fue el criminal.
Otro,
y este tuvo cierta influencia en el periodismo: en 1948, ocurrió la
desaparición y supuesto asesinato de la niña Milagros Cuarezma. Fue toda una
“novela de misterio que escribió la realidad”, y motivo de especulaciones inverosímiles
por la ausencia de investigaciones científicas, siempre suplidas por las
torturas a los sospechosos. Los diarios aún tenían un pobre diseño gráfico, y con
ese caso, uno de los diarios inauguró el acompañamiento de la noticia con
fotografías de gran tamaño, cambió su perfil gráfico y diversificó la noticia.
Eso caso coincidió con la llegada desde México de su nuevo director, Pedro
Joaquín Chamorro Cardenal, quien le imprimió dio al diario una valiente función
crítica frente al poder somocista, algo poco visto hasta entonces en el diarismo.
De
una media docena de aquellos diarios sobrevive La Prensa. (En 1979, se abrió un
especial paréntesis, apareció Barricada, cuya historia es capítulo aparte, como
un matiz histórico de la revolución).
EL
NUEVO DIARIO –con una pluralidad inédita en el diarismo— apareció 53 años
después del caso Milagritos, y junto a La Prensa forma un dúo informativo,
investigador y crítico erguido en su profesionalismo ante el poder político abusador.
Un dúo nacido objetivamente en
especiales circunstancias, de una misma raíz arrancada por el tifón revolucionario –y ahora cada cual con su propio perfil—, pero
trincheras para la defensa de la
libertad de expresión, los derechos democráticos y el respeto a la institucionalidad.
En
el lapso de 70 años, el poder estatal ha cambiado de dueños, pero no ha variado
su naturaleza hosca y represiva frente a la crítica del periodismo. Menosprecia
su capacidad investigativa de gran ayuda para la Policía y el Ejecutivo que esclarece
casos de corrupción en el Estado; pero, paradójicamente, en vez de agradecerle
la información para sanear sus estructuras administrativas, convierte en objetos
de ataques a los medios y de difamaciones contra los periodistas. Esta paradoja
no es casual, dado que el poder político y el poder informativo representan
intereses opuestos, y mientras el poder se ha estancado en la corrupción y en su
función represiva y violatoria de las leyes, el periodismo ha tenido avances de
calidad informativa y crítica. Y sabiendo a quiénes beneficia el mal ejercicio
del poder, es fácil darse cuenta de que los intereses espurios, no son los del
periodismo.
Lo
del periodismo independiente es un sueño. La actividad periodística depende de
algún interés. Lo que hay, es periodismo crítico y periodismo servil del poder.
Éste se descubre solo: defiende al poder en detrimento y no el interés comunal,
nacional y social; nace y vive a la sombra del Estado.
Gracias
a la función fiscalizadora del periodismo crítico, la ciudadanía está informada
de las aberraciones del poder. Su recompensa es la confianza social. El
periodismo ofrece la versión diaria de nuestra realidad política y social,
dejando al desnudo la hipocresía del gobierno. Hagamos una breve síntesis de
ello:
Violaciones
del reeleccionismo del orden constitucional; insaciable voracidad de funcionarios
corruptos; turbas represoras en las calles contra quienes ejercen su derecho de
manifestarse; decenas de funcionarios
con términos legales vencidos (a los cuales se ha sumado la Comisionada Aminta
Granera); usurpación de funciones de la Asamblea Nacional; agresiones económicas
a los consumidores de combustibles y
energía; manipulación del drama de los maestros y otros sectores con el bono
extra salario; negocios turbios de personajes orteguistas en diferentes áreas
de la administración pública; anarquía jurídica provocada por Ortega; acaparamiento
de Canales TV por la familia Ortega-Murillo; violación al derecho de crítica y defensa de concejales
opositores; propaganda electoral oficialista en escuelas e instituciones públicas;
problemas de cedulación y de transparencia en el CSE.
Sigue:
observación electoral desvirtuada con el “acompañamiento” y falta de
transparencia electoral; placas de vehículos sustituidas por propaganda
electoral oficialista; empleados del Estado obligados, bajo a amenaza de
despido a recibir el carné oficialista y hacer propaganda callejera; lesiones de
toda clase a la ley de municipalidades; fraude en las elecciones municipales; complicidad
Ortega-CSE-PLC contra los derechos de los políticos y sus candidatos, y etcétera...
A esos casos arbitrarios, ilegales y corruptos
del poder estatal abordados por los diarios, les acompañan con el conocimiento
de causas. ¿Cuáles son las causas de los abusos del poder?
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