El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 17 de septiembre de 2011

CARTA A GABRIEL


Manuel Obregón S.- Masatepe, 14-09-11
Para entrega inmediata a Edwin Yllescas S.
“Ángel de mi guarda
Dulce compañía
No me desampares
Ni de noche ni de día” Amén.


 Tengo que decir de entrada que   lo único que sabía de “Mordiscos del Ángel” es que había sido premiado este año por el CNE. Me llenó de alegría que un amigo mereciera esta distinción. Ayer vino otro buen amigo y me trajo digamos que de regalo, o a lo mejor prestado, eso no importa, el poemario. La misma noche de anoche me puse a leerlo y debo confesarte que fue para mí casi una pesadilla. En la medida que entraba en las páginas muy bien editadas y de un diseño agradable, se me fue haciendo difícil soltarlo, era como beber la cicuta hasta el fondo. Leer tus poemas es un “conócete a ti mismo” y eso porque según otros, en cada escrito, no sólo se entregan los dones sino la vida.  Ese arte de desdoblarse, de voltearse, de abrirse en canal para mostrar alma y cuerpo lacerados, sólo lo puede hacer un poeta valiente que sin el menor rubor nos muestra sus entrañas.  La autopsia  de un poeta que se muestra en cruz no para que le tengamos compasión sino para que, al menos comprendamos y respetemos su ser, esa  audacia de vivir al filo de la navaja, al borde del abismo, y de aguantarse con estoicismo, sin quejas y sin complejo de culpa. El Cristo crucificado que no pide que lo salven sino que al menos no derramen más hiel sobre su herida. Ese viaje a la niñez que todos completamos al cabo de los años, será, me pregunto, un rescate, un alivio, un refrescarse entre tanto sofoque de la vida, porque de seguro [todos guardamos ese tesoro] pensamos que  allí dejamos  la felicidad plena y si no fue plena, así la creímos.  Esa lucha del Ángel [que es la otra cara de mi amigo] es la misma que todos tenemos a diario, es el ser o no ser de Hamlet, que más que una indecisión es una angustia. No será fácil llevar semejante carga con el corazón desfallecido,  no será fácil estar solo cuando necesitamos compañía, y el verdugo del Ángel que nos da cuerazos como a los esclavos egipcios que construyeron las pirámides. Un Ángel exterminador que nos hace la vida imposible.  Un nadar contra  la corriente  en aguas turbulentas, sentirse solo en medio del mar como el más miserable de los náufragos y todavía defenderse de los  mordiscos del Ángel- tiburón sediento de sangre que lo acorrala. El solo leer los títulos del poemario ya es un poema, ya presentimos el dolor desde el primer verso, ya sabemos que nos llevará hasta la cumbre para dejarnos caer en picada, sin salvavidas, como los que se suicidan desde los puentes, o los que se tiran desde las peñas agrestes. El viacrucis cristiano, la lucha del insecto por voltearse de la Metamorfosis de Kafka, la exclamación de Sabines de “ ¡Vida, Cuándo me darás un  recreo!”, o  la ansiedad del cuento de   Rulfo  “¡Diles que no me maten, Justino!” Todo se junta en ese maldito Ángel que quiere descuartizar a mi amigo, y como decía Neruda quisiera defenderlo con lo que tenga a mano, y hay ira en el corazón de que eso suceda, y si hay indefensión, más todavía. Yo quisiera estrangular al   Ángel que no es de la guarda, sino, según parece,   escapado de alguna  maldita guarida. 

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