Los socialdemócratas han ganado las elecciones legislativas en Dinamarca. El bloque opositor de centroizquierda, encabezado por la socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt, ha ganado las elecciones generales al obtener el 50,3% de los votos, frente al 48,9 % de la derecha, escrutado el cien por cien de los sufragios, según los datos de la Autoridad Electoral. El centroizquierda se ha quedado en 89 escaños, a uno de la mayoría absoluta, que podrá alcanzar de ser necesario con el apoyo de alguno de los cuatro diputados que eligen, divididos a partes iguales, los territorios autónomos de Groenlandia y las Islas Feroe. Tres de ellos, los groenlandeses Siumut e Inuit Ataqatigiit y el feroés Partido Socialdemócrata, apoyan a Thorning-Schmidt.
Helle Thorning-Schmidt relevará al frente del Gobierno danés al liberal Lars Lokke Rasmussen. A sus 44 años, será la primera mujer que dirige un Gobierno en Dinamarca. La oposición, formada por una alianza de cuatro partidos de izquierda, obtiene 89 de los 179 escaños en el Parlamento de Copenhague. Terminan así 10 años de sucesivos Gobiernos de centro-derecha apoyados por el populista Partido Popular Danés (DF), que dejará de ser el partido de extrema derecha más influyente de Europa.
La caída del DF se produce dos meses después de que el ultraderechista Anders Breivik perpetrara la matanza de Utoya (Noruega) a finales de julio. La derecha, incluido el DF, obtiene el 48,9% y 86 asientos parlamentarios. Los populistas retroceden por primera vez en décadas, con un resultado del 12,3% y 22 escaños. En el actual hemiciclo cuentan con 25 representantes. El Parlamento, que es unicameral, reserva dos escaños para las Islas Feroe y otros dos para representantes de Groenlandia.
Pese a la victoria, los resultados definitivos dan a los socialdemócratas la peor cosecha de votos en mucho tiempo. El 24,9% de los daneses ha dado su apoyo al partido de Thorning-Schmidt. Sin embargo, los otros tres partidos de su alianza (Los Verdes, los social-liberales y los socialistas) compensan las pérdidas para desbancar a Rasmussen.
Con Rasmussen desaparece también la decisiva influencia en la política danesa de los populistas del DF. Pese a que no ha formado parte de los sucesivos Gobiernos en minoría del centro-derecha liderados por los liberales (Venstre) desde 2001, la derecha populista del DF ha sabido imponer sus criterios a cambio del necesario apoyo parlamentario. Dinamarca ha adoptado por eso una de las políticas de inmigración más restrictivas de Europa. Después de tres elecciones legislativas dominadas por el debate de la inmigración, la campaña de 2011 se ha centrado en la crisis y en el aumento del paro.
La crisis del euro no afecta directamente a Dinamarca, que ha conservado la corona como divisa. Dinamarca, miembro de la Unión Europea, asumirá su presidencia rotatoria a partir de enero. Una de las decisiones forzadas por el DF ha sido este verano la reanudación de los controles fronterizos entre Dinamarca y Alemania. El revuelo y las protestas fueron considerables. No obstante, los asuntos comunitarios no han jugado un papel a tener en cuenta en el debate electoral de 2011.
Los socialdemócratas de Dinamarca se plantearon en el pasado la entrada en la Unión Monetaria, pero dadas las circunstancias han descartado ahora tajantemente la posibilidad. Helle Thorning-Schmidt declaró en campaña que desea convocar sendos referendos para decidir sobre el posible refuerzo de la cooperación danesa con la Unión Europea en materia de justicia y defensa. Además, se prevé que se descarten definitivamente los planes del actual Gobierno para la construcción de puestos de control fronterizo permanente en la línea que separa a Dinamarca de Alemania.
Dinamarca tiene un déficit público del 4,6% del producto interior bruto (PIB), así como un paro juvenil del 10%. Son cifras astronómicas para un país escandinavo. Además, el mercado inmobiliario ha sufrido un serio retroceso. La socialdemocracia aspira a combatir la crisis con inversiones públicas y reformas en el mercado laboral. Según las encuestas realizadas durante la corta campaña electoral, tres cuartas partes de los daneses consideran que el problema más grave de su país es la situación económica. El partido xenófobo DF, que ha centrado su mensaje político en el miedo al Islam y a la inmigración, no ha ofrecido respuesta alguna a estas preocupaciones.
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