Por: Mauricio Díaz
Los nicaragüenses no hemos sido capaces de frenar tanto robo descarado y burlón, tanto desprecio a la ley, tanto abuso de poder. Estamos viendo el nacimiento de una nueva dictadura en medio del cinismo y la prepotencia, el descaro y la impotencia de una sociedad que ve pasar el entierro de sus derechos humanos y políticos. El colmo es la actuación del orondo e impresentable funcionario que abusa del poder electoral, descendiente directo de uno de los más connotados esbirros somocistas, quien fuera responsable del asesinato a mansalva de los campesinos y la destrucción de sus cooperativas organizadas por el General de los Hombres Libres en Wiwilí. Por paradoja o por el mismo cinismo con que el cardenal Obando maneja la palabra “reconciliación”, es ahora beneficiario de la “generosidad” del último comandante del FSLN, antes de transformarse en neosomocista y neocapitalista: residencias de lujo en Costa Rica, aviones, yates, isletas, etc. Y va a contar nuestros votos. ¿Va a robarnos de nuevo las esperanzas de libertad y democracia?
El actual titular del poder ejecutivo además de haber derribado principios y valores tiene muy bien cebado al verdugo del pueblo nicaragüense en su aspiración por democracia. ¿Se acabó nuestra capacidad de asombro ante tanto desprecio a nuestra dignidad? Cada vez que este funcionario sonríe se está burlando de todos, por su complicidad con el actual presidente y al amparo protector de un príncipe de la Iglesia más preocupado por proteger a su familia que a la nación, cada vez que eso sucede arrastra nuestra condición de ciudadanos a la letrina de su hueso somocista y su hígado orteguista.
¡Pero este pueblo nicaragüense o es idiota o tiene lo que se merece! Hay quienes cuestionan que incluso merezca llamársele ciudadano sino despectivamente “clientes” de una pulpería donde se ofertan principios y valores al son del que paga la fiesta. Somos “clientes” de políticas clientelistas de láminas de zinc o de autos rifados para atraer votos. ¿Nada más es eso el nicaragüense? desprovisto de valores y anhelos de democracia, libertad y paz.
¿Nicaragua no da para más? ¿Estamos condenados a Arnoldo Alemán o a Daniel Ortega? A la dictadura y al latrocinio. ¿Nos olvidamos de democracia, libertad, transparencia, rendición de cuentas y cambio pacífico de poder? Y qué mejor momento para el enriquecimiento ilícito como los casos más conocidos gracias a las denuncias de los medios de comunicación, pues "el hombre de los aviones" es solo el más emblemático de todos ellos. Hay otros más que deben ser investigados y perseguidos pues es a costas del “pobre pueblo presidente” que amasaron fortunas, se construyeron mansiones y se transformaron en millonarios sin trabajar y en tiempo récord.
El autor es diputado suplente al Parlacen.
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