Pareciera
que esa es la pregunta del millón de dólares, a como se dice actualmente. Y es
que en lo que tengo de vivir nunca había visto un presidente con tanto poder
concentrado. El Presidente Ortega ya tenía las riendas en sus manos de los
otros dos poderes del estado: El Poder Judicial y el Poder Electoral. El poder
Ejecutivo ha estado siempre en sus manos, pero el Poder Legislativo era la
última trinchera por conquistar y ese solo lo conquistaba con suficientes votos
a su favor.
Entonces
empezó la conspiración para conseguir el poder absoluto. La Corte Suprema de
Justicia hizo lo que tenía que hacer, legalizando los decretos presidenciales,
poniéndolos por encima de la Constitución y declarándola INCONSTITUCIONAL,
porque lesionaba los derechos del señor Presidente.
La
participación del Poder Electoral se fue ejecutando a lo largo del proceso
electoral y no dejó de sembrar incertidumbre, hasta que soltó el resultado
escandaloso que ya todos conocemos.
Este
resultado, producto del fraude descontrolado y descarado, dejó pequeño al de 1947. El fraude
Aguado-Arguello ya no ostenta el record de la zanganada electoral, ahora le
pertenece al fraude Gadea-Ortega y Modesto Salmerón ya no es el rey del fraude,
ahora es Roberto Rivas el que ostenta la corona de los ladrones de votos.
Las
primeras consecuencias nefastas del atraco de los orteguista ya se están dando
a conocer, porque los muertos de Cusmapa son producto directo de la reelección
inconstitucional del Presidente Ortega mediante el fraude burdo que perpetró
Roberto Rivas.
Bastaban
unas elecciones aceptables con las que Ortega a lo mejor ganaba, para que
Nicaragua no entrara en la anarquía y el caos. Pero la ambición del Presidente
reeleccionista y el servilismo de Rivas no tienen límite y se fueron por el
control absoluto de la Asamblea Nacional poniendo en práctica el mayor fraude
de la historia de Nicaragua, tan es así que en el futuro se va a hablar de las
elecciones de las valijas preñadas, porque en ellas iban las boletas del
fraude. Los orteguistas se convirtieron en mulas de narcotráfico, en sabuesos
electorales rabiosos y en fiscales únicos y parciales. Ellos portaban en
valijas y cuerpos el veneno del fraude: las boletas falsas con
las que iban a conseguir el 63% de los votos.
Se
les fue la mano, dicen por todos lados, pero yo digo que esa era la consigna
del día: hacer fraude con todo y por todos lados. Pero eso puede ser el arma
con que el mismo Ortega se puede lastimar. Ahora no tiene a quien echarle la
culpa por todo lo malo que pase en Nicaragua. No hay resistencia en la asamblea
y será culpa de él las miserias que el pueblo seguirá sufriendo.
En
sus manos está por ejemplo, la reforma al Instituto de Seguridad Social. ¿Va a
aprobarla para satisfacer al FMI o va a derrotarla para defender a los
trabajadores? Pronto lo sabremos, pero yo apuesto por el FMI.
Jorge
J Cuadra V
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