Siempre
he pensado que ser católico es lo más cómodo de la vida. El católico tiene
licencia indefinida para hacer los males habidos y por haber, porque tiene a
mano el sacramento de la confesión, que deja de ser sacramento cuando no hay
propósito de enmienda.
¿Que
autenticidad puede tener una religión que perdona sin tomar en cuenta el
propósito de enmienda, ni el deseo de arrepentimiento? En los comulgadores de
la clase política no se ve ese deseo de arrepentimiento, ni mucho menos ese
propósito de enmienda y sin embargo, abren la boca para recibir la ostia
consagrada y cometen sacrilegio al usar la comunión para engañar al pueblo, de
manos de curas vendidos a la dictadura corrupta.
Estoy
escuchando y por desgracia viendo a través de la televisión a un exponente de
nuestra religión católica. A un sacerdote mentiroso, hipócrita y corrupto por
los cuatro costados, alabar en medio de un silencio electoral a uno de los candidatos
a la presidencia. Es el mismo que le dijo al candidato de siempre serpiente venenosa e
hipócrita, que muerde la mano de quien le ayuda. Ahora, para dar testimonio de su
falsedad, alaba a la serpiente, recomienda su reelección inconstitucional,
engaña a los católicos incautos para que voten por el mal y lo apoya para
presidente vitalicio.
Son
las acciones de alguien que actúa en forma personal y no como representante de
la iglesia, es lo que dirán los miembros de la conferencia episcopal y no se
equivocan, pero fallan cuando callan y dejan que el escándalo invada las almas
de quienes creen en ellos.
El
sacramento más sagrado de la iglesia católica, es el de la consagración. El
momento sublime cuando con el poder de Dios, el sacerdote convierte el pan en
el cuerpo de Cristo y el vino en Su sangre derramada por el perdón de los
pecados de toda la humanidad. Pero en verdad los dirigentes de la Iglesia
Católica se ponen en entre dicho cuando permiten que curas corruptos y escandalosos
repartan la ostia consagrada como quien reparte un confite de menta.
El
cura disfrazado de cardenal y los demás que lo siguen en su labor escandalosa y
dañina, deberían ser sancionados por las altas autoridades de la iglesia con el
castigo mayor que reservan para los que ofenden y escandalizan a los fieles. ¿Pero
qué es lo que obtenemos a cambio? Unas declaraciones blandengues y hasta
cómplices del Arzobispo de Managua y presidente de la Conferencia Episcopal. Allí es cuando pensamos que puede más el culto
al maestro, al obispo que lo consagró como sacerdotes, al arzobispo que lo
consagró obispo, que los derechos violados
de los fieles católicos.
Con
esas actitudes negativas que tiene el Obispo Brenes, de nada sirven las
posturas opositoras a este régimen corrupto del obispo Mata, lo mismo que las
elegantes homilías del obispo Báez, porque no es capaz de castigar a sus
colegas serviles que se venden al poder mal habido por unas cuantas migajas, o
se rinden ante el chantaje oficial del orteguismo.
Así
como la caridad empieza por casa, también el castigo debe de empezar por la
iglesia católica para proyectar un recio mensaje de autenticidad ante los
fieles católicos y la sociedad entera, pero no se le puede pedir peras al olmo,
o mejor aún: Del café negro, no se pueden obtener cuajadas.
Cuando
el Arzobispo Brenes lea el breviario, que le pida a Dios que le de fuerzas para
poner en orden a los curas renegados, porque mientras no actúe así, el
Arzobispo Emérito y los sacerdotes al servicio de la dictadura seguirán dañando
a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en un festín babilónico.
Jorge
J Cuadra V
No hay comentarios:
Publicar un comentario