El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Debemos ser buenos perdedores


Nicasio Urbina
¡Nuestro Presidente Daniel Ortega nos dice que sepamos perder! ¡Que hay que ser buenos perdedores! ¿Tiene razón? Algunas veces Daniel Ortega tiene razón. ¡Hay que ser buen perdedor! Eso es verdad cuando la lucha ha sido justa y pareja. Cuando uno puede decirle al contrincante, con toda sinceridad: ¡Felicitaciones! Podríamos decir que Daniel Ortega fue un buen perdedor en 1990. Cuando el pueblo de Nicaragua lo sorprendió en las elecciones y no se había preparado para perder. Creía y confiaba en el triunfo, aun contra las predicciones de sus propios expertos. Acompañado de Sergio Ramírez, el Comandante Ortega salió frente a las cámaras de televisión y aceptó su derrota. Fue un buen perdedor, aunque fuese porque no sabía qué hacer. Eso lo podía decir entonces, pero no ahora con todas las trampas y las mentiras a su favor.
El único mal perdedor, el único cobarde ahora, es Ud. Comandante! Ha demostrado una vez más que no tiene espíritu revolucionario, que no tiene vergüenza, ni tiene voluntad. Un presidente que triunfa en las urnas se reúne frente a sus simpatizantes, celebra su victoria en público, con la efusión del abrazo y la alegría de la gente. Sin embargo Ud. se prepara para las cámaras como una momia, acompañado de su esposa tétrica, y del Cardenal vergonzoso, momificado, empecinado en su pecado. Ud. habla frente a un auditorio de niños uniformados con sus camisetas y sus rostros impávidos, sin saber lo que significa esa farsa ridícula que ha terminado siendo Ud. ante el mundo. ¿Por qué siempre nuestros gobernantes nos hacen pasar estas vergüenzas? ¡Y nos dice que seamos buenos perdedores! ¡Nos dice que aceptemos nuestra derrota!
El pueblo de Nicaragua ha ganado una vez más. No porque se haya alzado con el poder como lo hace Ud., sino porque ha sufrido de nuevo la cruz de su padecer. Porque una vez más ha sido burlado por las triquiñuelas de la delincuencia política y de la mezquindad. Porque una vez más le ha tocado ir de Herodes a Pilatos en busca de una respuesta digna, de un ser humano decente que le diga, aquí está tu voto, aquí tu verdad, aquí tu asiento. Todos esos señores y señoras, sudorosos y cansados, que han llevado su voto a tuto, honestos y entregados a su causa, han sido víctimas de su corrupción y su deshonestidad. Ud, se ha burlado del 30% de los nicaragüenses que de verdad lo apoyan, porque les ha negado el derecho a su voto y su decisión. Y al traicionar a su electorado, a su pueblo, y a sus hermanos, no ha hecho más que remarcar esa cicatriz profunda del pueblo nicaragüense herido y traicionado. La herida torva que llevamos en la frente desde los tiempos de Pedrarias De Ávila. Heridos de muerte, bajo su cautiverio y bajo su tortura, en las mazmorras de nuestra propia historia, el pueblo de Nicaragua ha ganado una vez más.
Desgraciadamente somos un pueblo manumitido, acostumbrados a la humillación y al suplicio. La herida espiritual que llevamos nos impele a someternos a violación tras violación. Nuestro cuerpo ampollado de moretones, dictador tras dictador va pateando a su gusto y antojo ante la historia. Somos el cuerpo de Zoilaamérica violado por su padrastro. Somos la esfinge de Sandino asesinado una noche de febrero tras la conversación de paz con el comandante. Somos el dedo de todos los nicaragüenses que desde 1926 estamos votando en elecciones fraudulentas, con la esperanza de que algún día se cumpla esa promesa. ¡Eso somos Comandante! Pero eso nos hace mucho más valientes que Ud. Nosotros somos libres. Ud., Somoza y Pedrarias, son los esclavos.
¿Qué nos queda por delante? A Ud., unos pocos años de vida. A sus hijos: la vergüenza que su padre haya sido lo que es. Al pueblo de Nicaragua: todo el futuro. El siglo XXI apenas está empezando. De estas contiendas saldrá un sistema político mejorado. Pancho Madrigal y su autor, Fabio Gadea Mantilla, quedarán en la historia de Nicaragua como dos personajes inolvidables, héroes sempiternos de la nacionalidad. Todo lo que a Ud. le hubiera gustado ser, y nunca fue, lo ha logrado Fabio Gadea Mantilla, o su alter ego, Pancho Madrigal. ¡Oíste Casilda!
Pero mientras tanto nos quedan asuntos más urgentes, como por ejemplo, ser buenos perdedores. Un buen perdedor nunca olvida la lección. Un buen perdedor aprende sus errores y no los vuelve a cometer. Un buen perdedor es el que se fortalece en la derrota, se lame las heridas, recapacita, se encomienda a Dios, y hace de sus tripas corazón. Un buen perdedor no deja que el vencedor se acomode en su bastión. Lo ataca de frente, lo denuncia ante el mundo, lo resiste en las calles, lo reta día a día, le pega donde le duele, ataca y se repliega. Los buenos perdedores saben –como pensábamos que lo supo Ud. un día- que la historia es el juez más despiadado del juzgado, que tarde o temprano nos pasa la cuenta del haber y del deber, y que los sueños revolucionarios que un día albergamos, los rescatan de la basura las nuevas generaciones. Mañana mismo comandante, se puede despertar con un buen perdedor a su lado. ¡Hay miles de buenos perdedores a su lado Comandante! El buen perdedor campesino, el buen perdedor conductor, el buen perdedor poeta, el buen perdedor general. Todos lo van taloneando Comandante, y su círculo se va cerrando más cada día más. ¿Se acuerda cuando celebraba sus cierres de campaña, se acuerda cuando se reunía con sus seguidores y hablaba por horas y horas? Ahora vive refrigerado en una chaquetita antibalas.
Yo quisiera ser un mal perdedor y salir con mi galil de palabras y acribillar a los monstruos y las bestias que nos violan. ¡Yo verdaderamente quisiera ser revolucionario¡ Pero como dice mi Comandante, voy a ser un buen perdedor, y voy a aceptar la violación flagrante de estas elecciones, voy a someterme al estupro de Roberto, al sacrilegio nefasto de Edwin, de Rene, de Lenin, de Rosario, de Alfonso, de José; voy a ofrecer mi cuerpo torturado para la imagen culterana de Silvio, de Inocencio, de Manuel y de María Auxiliadora.
Pero no puedo y no quiero ser un buen perdedor. Un pueblo que se postra siempre ante el poder y ante un trago de a peso, es un pueblo sin Dios y sin futuro. Levantemos nuestra voz, luchemos contra el poder protervo de las dictadura, los que estamos afuera, ayudemos a los hermanos que están en prisión en Nicaragua, y hagamos desde el exterior todo lo que haya que hacer para pedir elecciones libres y veraces. Sobrevivir en Nicaragua, bajo la bota dictatorial es sumamente duro. Nos toca a los nicaragüenses en el exilio, a los buenos nicaragüenses dentro y fuera de Nicaragua, aunar esfuerzos, recaudar dinero y trabajar sin pausa, para denunciar el fraude. Si no lo hacemos, como dice mi Comandante, entonces debemos ser buenos perdedores.

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