Dime con quién andas y te diré quién eres reza el dicho popular, traigo esto a colación por los acontecimientos en Libia transmitidos por el canal de televisión Al Jazeera que mostraba en harapos y muerto a Muamar el Gadafi, amigo íntimo del dictador Ortega, que momentos antes de su captura se ocultaba en unas tuberías de drenaje en los alrededores de su ciudad natal Sirte.
“…Tengo apoyo. Tengo solidaridad. El coronel Gadafi ha sido un soporte muy importante todos estos años. De vez en cuando voy por Libia. Le guardo mucho cariño a Gadafi.”(Ortega en Medina). Lo que demuestra el nexo e identificación del orteguismo con la planificación y ejecución de un proyecto dictatorial similar al de Libia (guardando las distancias económicas), por eso su reiterado apoyo al régimen sanguinario hasta su caída.
El dictador libio que se entronizó en el poder durante 42 años como el ungido salvador, durante su captura, aparecía con una mirada desorientada y distante, humanizado en su cobardía… Y es que los dictadores son de naturaleza cobarde, envalentonados sólo a través de la fuerza pública, cómplice en las represiones populares.
Represiones como las que tiene su parangón en Nicaragua, donde se ha instrumentalizado la institucionalidad pública a la orden del dictador, desde su vocero policial que explica sin argumentos la violación de los derechos ciudadanos hasta un generalito que salta amenazante ante la demanda popular de los derechos civiles y políticos.
El dictador libio entre sus excentricidades, por no decir su constante megalomanía, se hizo llamar el maestro líder adquiriendo la misión como “mensajero de dios” de crear su famoso Libro Verde, extraño híbrido entre socialismo, islamismo y nacionalismo que tenía como finalidad el aniquilamiento de las libertades públicas y la implementación de una dictadura a través de una forma de “democracia directa” cimentada en “comités populares de base".
No es de extrañarnos que en Nicaragua haya una mezcla absurda e imitativa del famoso Libro Verde en los mensajes de la dictadura orteguista “Nicaragua, Cristiana, Socialista y Solidaria” o su manipulación a través de la primera dama con un mensaje de amor fingido, que con voz aguda de falsa profecía, hace rimas con las ruinas de nuestra nación con su “dios mediante”.
O la utilización esotérica de los tres seis en forma de soles en el mensaje de origen somocista “Con todos y por el bien de todos”, representando así el famoso símbolo del Sexto Sol en la cuenta del calendario Maya que se divide en cuatro etapas o períodos.
La abundante iconografía y mensajes subliminales parecen ingenuos de no ser por la seriedad exotérica que contiene el control absoluto del poder y las insinuaciones a inicios de su mandato de gobernar por veinte años a cualquier costo, que en retrospectiva, adquieren sentido con la descodificación simbólica referida a los cuatro períodos Mayas.
A este proceso de manipulación mágica se suma la idolatría, de parte de los Ortega/Murillo, al monje hindú Sai Baba que durante su vida estuvo rodeado de denuncias de abuso sexual, engaño, asesinatos y delitos financieros de acuerdo a un documental de la BBC, quien viajó una sola vez fuera de la India para visitar al cruel dictador Idi Amin en Uganda en 1968. Tal parece ser éste el Gurú de los dictadores.
Para un roto un remendado, con argucias han venido manoseando la necesidad material y espiritual de un pueblo sufrido, enfermándolo más a través de la fórmula perfecta entre Obando y Ortega/Murillo, intercambiando donaciones de láminas de zinc por un dictador bien entrenado.
Si no frenamos la dictadura no volveremos a respirar los aires de libertad democrática, ya que se asentará al igual que sucedió en Libia, un sistema de “democracia directa” basada en sus “consejos del poder ciudadano” o mejor conocido como los cpesapos.
Creo en la resistencia cívica, pero también en el derecho a la rebelión de los pueblos, hagamos democracia levantando una trinchera común para aniquilar la sombra de esta dictadura consumada, porque ¡Cuando un dictador muere nace un pueblo!
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