Por Víctor M. Tirado.
La
idea más generalizada en estos momentos por todas las personalidades de la
política del país, gira en relación a la
reelección de Daniel Ortega y la “victoria” entre comillas alcanzada este seis
de noviembre. Hay que partir en nuestra acción práctica, desde hoy,
descalificando la elección presidencial, pues no solamente violentó el orden
constitucional, sino al mismo tiempo al
proclamarse como candidato, Daniel Ortega viola las normas electorales y un sin
fin de los derechos del ciudadano, por
lo tanto hay que volver a convocar a nuevas elecciones con el mayor esfuerzo por rescatar el Estado de
Derecho, la Democracia y la República. Así, como altas personalidades se oponían a la reelección y de acuerdo a
esta semblanza, hoy se trata de defender los
intereses de la Constitución y sus Instituciones y evitar la creación del nuevo “Estado familiar”,
aplastan la democracia, atentan contra en el
atraso económico y social y el regreso al pasado, son las lecciones
sacadas de este fraude electoral y se ha llegado a un punto en que no se puede convivir con los actuales
gobernantes.
A mi
juicio, el fin del artículo 147 Constitucional donde establece la no reelección, no es en sí misma la situación que
crea la crisis, sino el conjunto de fenómenos constitucionales, jurídicos y
políticos que están ligados y sufren el
impacto por el imperio Ortega-Murillo que por ser tan enorme el enriquecimiento
de su administración en beneficio de
estos nuevos ricos afectan seriamente los poderes del Estado y la sociedad, anula la democracia y suprime el Parlamento dando nacimiento al poder Judicial como fuerza
influyente.
Esto se comprende por la complicidad del gran
fraude hecho a la población votante en
noviembre del 2008 por el Consejo
Supremo Electoral y el de hoy no es más
que la continuación de este gran timo preparado de antemano hasta llegar al proceso electoral de este seis de noviembre
dirigido y organizado por Daniel Ortega y familia. Aquí, en las elecciones
danielistas no se menciona ni el nombre de la República ni la democracia sino
el nombre de Daniel para ejercer el dominio de la familia. El Poder Judicial lo mismo que el Consejo Supremo Electoral se prestaron a conspirar en apoyo a la
candidatura del presidente de la República como si fuera parte del aparato de
la Seguridad del Estado, participando
abierta y descaradamente en este ágape todo el Estado. Solo existe una
figura que los unifica: el capital
acumulado como el inicio del sistema capitalista de los años del siglo
XVIII, hecha al calor del Estado: ahora
es la posesión de bienes materiales, las acciones bancarias, riqueza
territorial y bienes consagrados.
Ahora
bien, a nombre de la consigna solidaridad, socialismo y cristianismo, que no reflejan
nada, no tienen sentido con la historia electoral, pareciera que Daniel Ortega
está en capacidad de formular su propia historia, aún amparándote en el
sandinismo, no se da cuenta que no la puede interpretar a su a su antojo defendiendo sus propios intereses
mal habidos, pues el pasado ejerce tamaña influencia que no tiene lugar de
transformar las circunstancias pasadas a su favor y realizar juicios históricos
creyendo terminar con la tradición dictatorial. No, no es así Daniel, el derrocamiento del
somocismo no es el fin de la historia de la dictadura, compañeros sandinistas
honrados, no borra inmediatamente el pasado, lo resucitan de inmediato consciente o inconscientemente, aun los que
lo derrocaron. Esa fue la lógica que
no entendieron los nuevos farsantes de l
sandinismo.
La generación de 1979, que si bien participó en el derrocamiento de la dictadura
somocista, en su historia, en nuestro quehacer revolucionario crees, te
pregunto Daniel, representas a esta generación y la nueva
historia del sandinismo? No, Daniel, así no se hace ni se interpreta de esa
manera la historia; eso si la deshaces y al contrario la repites en términos dictatoriales
conscientemente. Tú proyecto es el fin
de la revolución sandinista. Las frases en donde tú figura electoral aparece como
propaganda ideológica y electoral es un garabato; no tiene valor moral.
El sistema corrupto que ha engendrado la historia
electoral desde la independencia hasta
nuestros días son atributos, como siempre de la economía, la política, lo
social y lo moral, sin mencionar la fuerza militar que vos instalastes hoy mismo con tu reelección, es la
continuación directa de los sistemas
pasados que aún no concluyen en su negación. Esta interpretación muy bien la
enfocó Carlos Fonseca en sus escritos sobre los procesos electorales. Daniel
lee a Carlos Fonseca.
Es
importante recordar la reunión que sostuvo el día 26 de mayo de este año, el presidente
Ortega con el Cosep en el auditorio del
INCAE, expuso, entre otra cosas, el fin de la Asamblea Nacional y un Consejo de
Estado o sea la reedición de los primeros años del triunfo de la revolución en
1980, claro si el Cosep le da el respaldo, anotó. No es una broma del
presidente Ortega, señores de la iniciativa privada, es un criterio que viene formulando desde años atrás, el cree en la ideología
reeleccionista, pues el reeleccionismo no es más que la continuación del
gobierno autoritario con sus intereses económicos. Ahora bien, el sector privado, no buscan oposición, sino seguridad a sus
intereses, ellos tratan de separar lo económico, comercial, bancario y financiero, en los tiempos de la
globalización, de los intereses políticos; es equivocado.
Por otro lado, reanudar la unidad entre las fuerzas políticas opositoras
derrotadas en esta elecciones como el PLC, APRE, y otros partidos políticos no es fácil, porque
hay un sector de estos que aún forma parte del pacto y la corrupción, aunque el
pacto haya sido derrotado en estas elecciones, sin embargo, a través de la
unidad si es de verdad, tendrán que convertirla en una fuerza beligerante e independiente,
que rompa con el pasado públicamente, con la corrupción y con sus falsos
dirigentes, para ser capaz de garantizar el cambio en el terreno organizativo, es decir,
se trata de organizar una alianza antidanielista, como en la época del somocismo;
no hay que temerle, hay que organizarla después del fraude electoral del seis de noviembre. La historia se
repite, pero a favor de los electores
que fueron desposeídos de sus votos.
Ahora bien, regresando a cada magistrado o
diputado de hoy estos no representan a nadie, han politizado los poderes del Estado a sus intereses
personales y de cualquier sector, he ahí
esa falsa representación. Los niveles insospechados como la ética principio elemental de un gobierno, en el país
ha sido sustituida por la compra de votos en la Asamblea Nacional y en las
elecciones, he ahí esa falsa
representación, sólo unos pocos no han secumbido. Ese es el sistema, como
consecuencia de la dictadura, apoyándose
en las instituciones del poder, por su
historia y experiencia; estas están podridas.
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