Confesiones de un coronel afligido

Señora Rosario Murillo:

Ya ni le quiero escribir pues ya me convencí que no oye o no quiere oir lo que le digo desde mi puesto aquí en El Viejo.  Ahora, ni modo, le tengo que hablar de Boitano.  La vez pasada le dije que eso de andar comprando gente es fregado, que no es revolucionario, que le va a caer de todo.  Pero no me hace caso.   

En días pasados que vi al coronel Boitano en el canal suyo y de su familia, me dió pesar.  Primero era antiorteguista bárbaro, hasta escribió un libro lleno de fantasías en contra de la revolución sandinista, solo para aparecer en el periódico.  Después apareció emparejado con Arellano en su programa de la Radio Corporación, destilando veneno a lo descosido.  Luego apareció en la lista de diputados de Enrique Quiñónez, cuando todo el mundo sabía que era una lista armada y financiada por los asesores suyos y del compañero comandante presidente Daniel.  Antecito de las elecciones sacó un comunicado y anunció una conferencia de prensa para denunciar que Quiñónez le había vendido el tendido de fiscales a usted. Ya le dije que no ande comprando gente.  Entonces Quiñónez lo acusó de disparar contra un pobre hombre en la fiesta de Santo Domingo y cayó preso, claro.

Y comenzó el calvario del pobre Boitano. Primero negó, después apareció pidiendo casa por cárcel, después apareció llorando y después lo sacaron.  Ahí me convencí yo que ya le habían encontrado el punto flaco al hombre.  Así que ahora que sale diciendo que es un patriota, que los gringos aquí y allá, que la gran conspiración, que las elecciones fueron buenísimas, quién cree usted que le va a creer.  Por eso le digo que no ande comprando gente, que después se devuelven, que la va a dejar mal parada.  Pero no me ha querido oir.  Yo compadezco al pobre Boitano, un día negro, otro día blanco, un día rojo, otro rosado chicha. ¿Y ahora qué libro va a escribir?.  El anterior se llamaba Confesiones de un coronel sandinista y ahora, tal vez le va a poner Confesiones de un afligido coronel.  Pobre Boitano, ya hasta en la OEA lo mentaron y ahí mismo el señor Insulza dijo que era un inventor, para ponerla barata.  Hasta ahí llegó la historia.  Por más serio que se puso Moncada, nadie le creyó.  ¿y cómo? Ni que fueran esos que están sentados ahí.

En fin, yo ya me cansé de darle mis consejos desde la base, atenido a que yo como parte del pueblo presidente pues algo podía mandar, pero parece que más bien ando sobrando.  Así que tal vez le siga escribiendo para que después no diga que no le dijeron.

Solidariamente

Pancho Cabuya