El tribunal
escucha cómo la excavadora del ejército israelí mató a la activista por la paz
La familia
de Rachel Corrie sienta a Israel en el banquillo
Traducido para Rebelión
por LB
|
Siete años
después de que Rachel Corrie, activista por la paz estadounidense, fuera
asesinada por una excavadora del ejército israelí en Gaza, está previsto que su
familia ponga hoy en el banquillo al gobierno de Israel.
Un juez de
la ciudad septentrional israelí de Haifa va a recibir las pruebas de que
Corrie, de 23 años, fue asesinada cuando se interpuso en el camino de la
excavadora para evitar que derribara viviendas palestinas en Rafah.
Los padres
de Corrie, Craig y Cindy, que llegaron a Israel el sábado, dijeron que confian
en que su acción civil arroje nueva luz sobre el asesinato de su hija y
conduzca finalmente a declarar a Israel responsable de su muerte. Además,
reclaman daños y perjuicios que podrían ascender a millones de dólares si el
tribunal sentencia a su favor.
Una
investigación interna del ejército israelí se cerró poco después de la muerte
de Corrie exonerando tanto al conductor de la excavadora como al comandante que
dirigió la operación.
Se espera
que tres británicos y un ciudadano estadounidense que se hallaban al lado de
Corrie cuando ésta fue asesinada desmonten la versión de Israel alegando que el
conductor de la excavadora sabía que Corrie estaba allí cuando la aplastó.
El gobierno
israelí había tratado de impedir la entrada a Israel de los activistas testigos
del juicio, pero finalmente cedió hace tres semanas respondiendo a las fuertes
presiones de Gran Bretaña y los EE.UU.
Los cuatro,
igual que Corrie, pertenecían al Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM),
que lleva a Israel a activistas dispuestos a resistir a la ocupación por medios
no violentos al lado de los palestinos.
Cindy
Corrie, de Olympia, Washington, dijo: "Mi familia y yo todavía buscamos
justicia. La brutal muerte de mi hija nunca debería haber ocurrido. Creemos que
el ejército israelí debe ser considerado responsable de su asesinato".
Para muchos
observadores la muerte de Rachel Corrie en marzo del 2003 se convirtió
rápidamente en símbolo de las injusticias de la ocupación israelí. Extractos de
los diarios de Corrie, muchos de ellos escritos cuando vivía con familias
palestinas, se han rescatado para escribir una obra de teatro que se ha
representado en todo el mundo.
Sin embargo,
como señaló un comentarista israelí en el diario liberal Haaretz con
ocasión del primer aniversario de su muerte, "En Israel, su nombre se
ha olvidado casi por completo".
La familia
de Corrie confía en que el juicio permita corregir esa situación.
Rachel, una película estrenada el año pasado sobre la vida de Rachel Corrie y
los sucesos de Rafah, se proyectará en Tel Aviv el 16 de marzo coincidiendo con
el séptimo aniversario de la muerte de la activista estadounidense y con la
celebración del juicio.
Hasta la
celebración de este juicio en Haifa la familia Corrie se había estrellado
contra una serie de muros administrativos y jurídicos tratando de conseguir que
se abra una investigación independiente sobre la muerte de su hija y que los
responsables de ella rindan cuentas.
Ariel
Sharon, el primer ministro israelí en el momento de la muerte de Corrie,
prometió que se llevaría a cabo una "investigación exhaustiva, veraz y
transparente".
Sin embargo,
una investigación militar israelí interna que exoneraba a los dos soldados que
manejaban la excavadora fue ampliamente criticada, incluso por funcionarios
estadounidenses. Human Rights Watch dijo que [la investigación israelí] "quedaba
muy lejos de la transparencia, imparcialidad y rigor requeridos por la ley
internacional".
El informe
del ejército israelí afirmaba que Corrie había quedado "oculta"
detrás de un montículo de tierra y que la excavadora nunca entró en contacto
con ella. Concluía diciendo que "Corrie fue golpeada por escombros y
por un bloque de hormigón" cuando la tierra se deslizó sobre ella.
Se ha
aconsejado a los cuatro antiguos activistas del ISM, cuya comparecencia ante el
tribunal está fijada para esta semana, que no hagan manifestaciones antes de
declarar ante el juez.
Sin embargo,
las declaraciones de los testigos anteriores, respaldadas por pruebas
fotográficas, han puesto en entredicho la versión del ejército israelí. Las
fotografías muestran a Corrie vestida con un chaleco fluorescente naranja y
sosteniendo un megáfono, enfrentándose a la excavadora durante varias horas.
También muestran las marcas de las orugas de la excavadora sobre el cuerpo de
Corrie momentos después de que la muchacha fuera aplastada.
Tom Dale, un
activista británico que estaba junto a Corrie cuando la mataron, escribió dos
días después que Rachel había trepado a la cima de un montículo de tierra
mientras activistas situados alrededor gritaban al conductor de la excavadora
que se detuviera.
La excavadora, escribió, "empujó
a Rachel primero debajo de la pala y luego debajo de la hoja, luego continuó
hasta que su cuerpo quedó debajo de la cabina. [Los soldados israelíes de la
excavadora] Permanecieron unos segundos sobre ella antes de dar marcha atrás.
Dieron marcha atrás con la pala presionada contra el terreno, de modo que
aplastaron el cuerpo de Corrie por segunda vez".
En 2007 un
tribunal de EE.UU. negó a la familia Corrie el derecho a demandar a la compañía
Caterpillar, que suministra al ejército israelí las excavadoras especiales D-9
que mataron a su hija y que Israel utiliza regularmente para derribar viviendas
palestinas.
La audiencia
de esta semana es el resultado de una demanda privada presentada por los Corrie
en marzo de 2005 a propuesta del Departamento de Estado de EE.UU.
La señora Corrie dijo: "Esperamos
que este juicio ayude también a ilustrar sobre la necesidad de rendir cuentas
por miles de vidas perdidas o heridas de forma irreversible a causa de la
ocupación israelí y para llamar la atención sobre el ataque [israelí] contra
defensores de los derechos humanos practicantes de la no violencia".
El señor
Corrie añadió que la familia había tenido que soportar "mentiras y
falsedades" acerca de las circunstancias de la muerte de su hija. La
familia también acusó a Israel de recurrir a dilaciones de procedimiento para
eternizar el caso.
Aunque
Israel ha permitido la entrada a Israel de los cuatro testigos del ISM, ha
denegado permiso para que Ahmed Abu Nakira, un médico en Gaza que trató a
Corrie, asista al juicio o sea interrogado por videoconferencia.
La demanda
acusa al gobierno israelí de ser responsable bien de la muerte dolosa de Corrie
o bien del comportamiento negligente de sus soldados con respecto a
manifestantes desarmados.
Israel
afirma que no se hace responsable de lo sucedido porque las acciones de su
ejército fueron "actos de guerra" y porque Corrie se puso en
peligro a sí misma de forma temeraria.
Por la época
en la que Corrie fue asesinada, los soldados israelíes dispararon fatalmente
contra tres británicos: Iain Hook, Tom Hurndall y James Millar. Sólo en el caso
de Hurndall, otro voluntario de ISM, que fue tiroteado en Rafah un mes después
de Corrie, la subsiguiente investigación produjo la condena y encarcelamiento
de un soldado israelí.
Abu Hussein,
el abogado de la familia de Corrie, dijo que reclamaban 324.000 dólares de
compensación por los gastos específicos relacionados con la muerte de Corrie,
incluyendo funeral, gastos legales y vuelos. Además la familia reclamará una
compensación general por su sufrimiento y por la pérdida de ingresos de Rachel,
así como indemnizaciones penales al Estado.
En las
últimas semanas el ejército israelí ha allanado varias veces la oficina del ISM
en Cisjordania, llevándose ordenadores y documentos.
El señor Abu
Hussein dijo que argumentaría ante el tribunal que el manual del D-9 indica
específicamente que no debe utilizarse la excavadora si hay civiles cerca y que
el Estado israelí ignoró una decisión judicial para que un representante de la
embajada de EE.UU. asistiera a la autopsia de Corrie.
Jonathan Cook es un escritor y periodista que
vive en Nazaret. Sus últimos libros son "Israel y el choque de
civilizaciones: Iraq, Irán y el plan para rehacer el Oriente Medio"---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo
Fernández
|
Israel se enfrenta a presiones sin precedentes para
que abandone su política oficial de “ambigüedad” respecto a su posesión de
armas nucleares, al mismo tiempo que la comunidad internacional se reúne esta
semana en las Naciones Unidas, Nueva York, para considerar la erradicación de
tales arsenales de Oriente Medio.
Diversos informes
publicados el lunes echaron por tierra la equívoca posición de Israel respecto
a su estatus atómico cuando se supo que en 1975 se ofreció a vender misiles
Jericó dotados de armamento nuclear al régimen del apartheid sudafricano.Las revelaciones son profundamente embarazosas para Israel dada su oposición, que viene de antiguo, a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear, argumentando que es una “potencia responsable” que nunca haría un mal uso de las tecnologías de armamento nuclear en caso de adquirirlas.
Los informes sobre las relaciones nucleares de Israel con el apartheid sudafricano van a servir para impulsar también una propuesta de Egipto en la conferencia organizada por las Naciones Unidas para revisar la no proliferación, por la que a Israel —como única potencia nuclear en la región— se le va a exigir que firme el Tratado.
Las autoridades israelíes han dicho ya sentirse incomodadas por la decisión de Washington de primeros de mes de acordar una declaración con otros miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en la que se hace un llamamiento para el establecimiento de un Oriente Medio libre de armas nucleares.
Esta política va fundamentalmente dirigida contra Irán, del que EEUU e Israel piensan que está desarrollando en secreto una bomba nuclear, pero en la que también podría quedar atrapado Israel. EEUU ha venido apoyando la política de ambigüedad de Israel desde los últimos años de la década de los sesenta.
En una reunión del órgano de las Naciones Unidas para el control nuclear, la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que tendrá lugar el mes próximo en Viena, se va a someter también a debate el programa nuclear de Israel.
Se ha informado que la administración del presidente estadounidense Barack Obama mantuvo discusiones a alto nivel con Israel el pasado fin de semana para persuadirle de que acepte la propuesta de una conferencia en 2012 que proscriba las armas de destrucción masiva de Oriente Medio.
Como las presiones sobre Israel aumentan, los analistas locales han estado debatiendo los beneficios de mantener la política de ambigüedad, advirtiendo que si ese principio se alterara podría llevar inexorablemente a que Israel se viera forzado a desmantelar su arsenal.
Haciéndose eco del consenso existente en la seguridad israelí, Yossi Melman, un periodista de la inteligencia militar del periódico Haaretz, advirtió también que declarar el estatus nuclear israelí “nos pondrá en manos de Irán” al centrar la atención en Tel Aviv en vez de en Teherán.
Israel se negó a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1970, tras haber desarrollado, varios años antes, su primera ojiva nuclear con la ayuda de Gran Bretaña y Francia.
Tom Segev, historiador israelí, informó que Israel consideró durante breve tiempo, en 1967, la posibilidad de mostrar su capacidad nuclear cuando Shimon Peres, el actual presidente de Israel, propuso llevar a cabo abiertamente una prueba nuclear que impidiera la inminente guerra de los Seis Días. Sin embargo, Levi Eshkol, el primer ministro de la época, rechazó esa propuesta.
El Sr. Peres, que fue quién planeó y organizó el programa nuclear, formuló después también la política de ambigüedad, por la cual Israel tan sólo declara que “no será el primero en introducir armas nucleares en el Oriente Medio”.
El gobierno estadounidense de Richard Nixon fue el que aceptó, en 1969, esta postura —y la promesa de no llevar a cabo pruebas nucleares—.
Según los analistas, el acuerdo entre Israel y EEUU se impulsó en parte por la preocupación de que Washington no pudiera dar ayuda exterior a Israel —ayuda que hoy alcanza un valor de miles de millones de dólares— si Israel se declaraba estado nuclear pero se negaba a aceptar la supervisión internacional.
Sin embargo, según han pasado los años las revelaciones que han ido apareciendo hacen cada vez más difícil que la comunidad internacional ignore el arsenal de Israel.
Mordechai Vanunu, técnico en la planta de energía nuclear Dimona en el Néguev, proporcionó en 1986 pruebas fotográficas y descripciones detalladas del programa de armamento del país. Se estima en la actualidad que el arsenal israelí cuenta con más de 200 ojivas nucleares.
En 2006, el entonces primer ministro Ehud Olmert se fue de la lengua respecto al estatus nuclear de Israel durante una entrevista en la televisión alemana, cuando ofreció una relación de países con armamento nuclear: “EEUU, Francia, Israel y Rusia”.
Pero fue el periódico británico Guardian el que ofreció esta semana una confirmación más lesiva para Israel, al publicar una serie de documentos desclasificados que se recogen en un libro reciente, The Unspoken Alliance”, de Sasha Polakov-Suransky, un historiador estadounidense, sobre las relaciones entre Israel y el régimen del apartheid sudafricano.
Los documentos, muy secretos, revelan que en 1975 el Sr. Peres, entonces ministro de Defensa de Israel, se reunió con su homólogo sudafricano, P. W. Botha, para discutir la venta a su régimen de misiles dotados de armamento nuclear. El acuerdo fracasó parcialmente porque Sudáfrica no podía permitirse las armas. Más tarde Pretoria desarrolló su propia bomba, y casi podría asegurarse que fue con ayuda de Israel.
Israel, dijo el Sr. Polakow-Suransky, luchó bastante para impedir que se desclasificaran esos documentos.
A pesar de la publicación del Guardian del acuerdo fotografiado que lleva la fecha y las firmas tanto del Sr. Peres como del Sr. Botha, la oficina del Sr. Peres emitió un comunicado el lunes negando la veracidad de la información.
Se considera que el cada vez más claro estatus nuclear de Israel es un obstáculo para los esfuerzos estadounidenses tanto de imponer sanciones contra Irán como de reducir una potencial y más amplia carrera de armas nucleares en el Oriente Medio.
Este mes, los sorprendidos funcionarios estadounidenses en Tel Aviv no consiguieron sacar el programa nuclear israelí de la agencia de la AIEA de la próxima reunión, el 7 de junio. La cuestión se ha discutido sólo en dos ocasiones con anterioridad, en 1988 y en 1991.
Consciente de las crecientes presiones para que Israel se responsabilice de los hechos, Benjamín Netanyahu, el primer ministro israelí, rechazó una invitación para asistir a una conferencia sobre seguridad nuclear que se celebró en Washington el mes pasado, en la que los participantes habían amenazado con preguntarle a Israel sobre su armamento.
En la reunión, el presidente estadounidense Barack Obama hizo un llamamiento a todos los países, incluido Israel, para que firmaran el Tratado de No Proliferación.
En la conferencia de revisión de las Naciones Unidas que se celebrará la próxima semana, se está estudiando un proyecto de declaración que de nuevo le exige a Israel, y a los otros dos Estados de los que se sabe que tienen armas nucleares, India y Pakistán, que firmen el tratado.
Egipto ha propuesto que los 189 estados que han firmado ya el tratado, incluido EEUU, prometan que no enviarán equipamiento, información, material o ayuda profesional nucleares a Israel hasta que no lo firme.
Reuven Pedatzur, un analista israelí de temas de defensa, advirtió recientemente en Haaretz que existía el riesgo de que EEUU asumiera la propuesta egipcia, o de que pudiera utilizarse como instrumento para obligar a un recalcitrante Israel a que aceptara mayores limitaciones sobre su arsenal. Sugirió terminar con lo que denominó la “ridícula ficción” de la política de ambigüedad.
Sin embargo, Emily Landau, una experta en control de armas de la Universidad de Tel Aviv, dijo que quienes creían que Israel debería ser más transparente estaban “equivocados”. Acabar con la ambigüedad, dijo, llevaría finalmente a que a Israel se le exigiera un “desarme total y completo”.
La conferencia para la revisión del Tratado de No Proliferación de hace cinco años fracasó cuando EEUU rechazó las peticiones de desarme y se negó a presionar a Israel respecto a su programa nuclear.
No hay comentarios:
Publicar un comentario