*Sergio Simpson
El Frente Sandinista de Liberación
Nacional no fue concebido para reprimir, golpear, torturar, corromper, sino
para erradicar esa “práctica cultural”, liberarnos de dictadores, fue creado
para que en Nicaragua se establecieran relaciones de poder distintas, y
prevalezca el derecho humano, la justicia social.
Batalló el sandinismo por la justicia sin
nombre ni apellido; para que los yanques no nos invadieran militarmente ni nos
impongan gobernantes, ni las potencias nos obliguen a políticas económicas que
nos mantienen empobrecidos.
Son tantos los anhelos por los cuales
dieron la vida miles de sandinistas, entre ellos el derecho a la tierra, a ser
dueños, recibir financiamiento, producir y vender, plantear sus propuestas (no
me gusta decir demandas) porque la sociedad nicaragüense pensante quiere
prosperar y exige a los políticos no continúen robando, gozando privilegios,
tratando de comprar a las personas, y oprimiendo a quien piensa diferente.
Sin embargo, en el FSLN Daniel tilda de
traidor a quien analiza su ordenanza (y la de su esposa) y emite criterios para
erradicar vicios; Daniel no acepta que puede haber otras ideas, así como él las
tuvo para negar el liderazgo de Carlos Fonseca; el sandinismo sabe que en algún
momento Daniel (Enrique) fue considerado traidor.
Presiones, nepotismo, idolatría
Construir un sistema de justicia social
es principio sandinista. Nada tiene que ver con la presión a empleados públicos
para que expresen su simpatía por el presidente, se integren a mítines
políticos en centros de trabajo y calles en horas laborales, y obligados
entreguen parte de su salario para actividades partidarias; nada tiene que ver
con cartas de recomendación partidaria o parentesco con algún funcionario para
obtener un empleo.
El sandinismo no está vinculado al
nepotismo, y voy a permitirme trillar: el sandinismo regó con su sangre el
suelo patrio para que no fuesen pocas familias quienes usan los bienes del
pueblo como si fuesen de su propiedad, como si el país fuese su hacienda y los
y las nicaragüenses sus mozos y mozas.
Tampoco el sandinismo promueve a familia
gobernante, la veneración a un líder, el sandinismo es contrario al servilismo;
el sandinismo se opone a la reelección y la sucesión familiar, esa figura
feudal de quien en nombre de dios se dice elegido para decidir el destino del
país y cada habitante.
Con base en esos principios, la
interrogante se agita en la cabeza de un sector sandinista que no se siente
representado por Daniel Ortega porque éste se ha rodeado de oportunistas, gente
que se mantiene o se alió maleó con él para ganar mucho dinero, gozar impunidad
con actos corruptos, o promover negocios y forma de vida que nada tienen que
ver con los conceptos revolucionarios.
Indignados con oportunistas y
corruptos
A los sandinistas de la calle, de a
pie, quienes siguen subsistiendo en pobreza, o con poco dinero, o quienes
quieren prosperar por su esfuerzo, les molesta los sin vergüenza, aquellas
personas que ahora hablan en nombre de héroes y mártires, cuando jamás
comprenderán el significado de heroísmo.
La mayoría, sino todos, los neo sandinistas
y aliados, les motiva el cargo, encumbrar su figura y crecer sus cuentas
bancarias, no les interesa conocer el valor de la entrega en la lucha contra la
dictadura somocista o en defensa de la revolución, menosprecian a combatientes
(incluyo a colaborador de la guerrilla) y sus familias que no lograron ser
empresarios después de la derrota electoral de 1990.
Indigna ver a personas, aliadas de
Daniel, hablar de revolución, cuando son conocidas por su conveniencia
política, transitando de partido en partido, buscando siempre cómo agarrar
cargos y prebendas, en todos los gobiernos o con el FSLN.
Los danielistas, quienes arriesgaron la
vida, prefieren no recordar años de lucha, penurias y honestidad, aquella
convicción desprendida de intereses personales, visualizando un mejor futuro
para la sociedad, en libertad y con derechos.
Esos danielistas tampoco creen en un
Estado de derecho, utilizan las instituciones del Estado para reprimir o
premiar, absuelven a quienes les conviene y condenan a quienes se oponen a los
abusos del dinero público.
Ahora Daniel y muchos de quienes le
acompañan, reniegan de los principios de humildad, de limitarse al consumo
necesario, de la relación equitativa con la comunidad, de construir un presente
con derecho y libertad como lo quisieron y escribieron con sangre y tinta, o
con su tinta como sangre: Luisa Amanda Espinoza, Arlen Siu, Juan José Quezada,
Ricardo Morales Avilés, Oscar Turcios, Eduardo Contreras, José Benito Escobar ,
Claudia Chamorro, Carlos Agüero, Mildred Abaunza, Pedro Arauz, Germán Pomares,
y miles de combatientes.
Expresión de inconformes
No estoy seguro de la cantidad de
combatientes molestos, tampoco si son potencia para decidir el voto en el FSLN,
pero los encuentro en las calles y comunidades sintiéndose excluidos,
menospreciados, y expresando su descontento con los aliados aprovechados.
Ni las entregas de zinc, vacas, cerdos,
gallinas, cocinas, refrigeradoras, aseguran el voto: Ha generado malestar el
lucro de quienes lo reparten, y las condiciones partidarias para recibirlos.
Algunas personas están convencidas que es una entrega para captar el voto, el
FSLN no puede asegurar que las familias beneficiadas están conformes, por los
abusos cometidos por directivos de los Consejos del Poder Ciudadano.
Tampoco garantiza el voto por Daniel, la
reprimenda en el partido a quienes cuestionan el comportamiento de los
directivos nombrados de dedo y con pésima reputación, éstos que se creen y
comportan infalibles, como capataces.
Seguramente, continuarán llamando
resentidos, vendidos, vende patria, derechistas, a quienes siendo sandinistas,
y sin militar en otro partido, no votarán por Daniel, para hacerle saber, por
ese medio, que el sandinismo con principios éticos y revolucionarios desecha
directrices y actuaciones autoritarias, corruptas, oportunistas, represivas.
*Autor del libro “Reflexiones
críticas desde el sandinismo”
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