Cada día, desde mi salida de Nicaragua el pasado julio, he pensado en su bienestar económico y en la situación política de su país.
Nicaragua y los nicaragüenses tienen un lugar muy especial en mi corazón y tanto yo como mi familia siempre estaremos agradecidos por su calurosa hospitalidad, sus consejos y apoyo, y más que todo por su amistad incondicional.
Ahora estoy retirado del Gobierno y puedo hablar sin restricciones sobre la política en su país como cualquier observador internacional no diplomático. Lo que escribo aquí son mis opiniones personales y no las del gobierno de los Estados Unidos ni de la embajada de los Estados Unidos en Managua.
Para empezar, estoy muy preocupado con lo que he leído sobre el proceso electoral. Aunque entiendo sus frustraciones con las manipulaciones del Gobierno a través del Consejo Supremo Electoral, la falta de observación nacional y hasta cierto punto internacional, y la fragmentación de la oposición política, yo creo que es muy importante que todos los nicaragüenses voten y que todos ustedes apoyen la institucionalidad y la democracia. Por favor, voten.
Es cierto, las encuestas indican que Daniel Ortega, cuya candidatura es ilegítima, ilegal, e inconstitucional, tiene una ventaja significativa y por ello piensan algunos nicaragüenses que no valdría la pena ir a las urnas. Sin embargo, los sondeos se han equivocado muchas veces en el pasado y pueden ser imprecisos hoy día. En la Nicaragua del 2011 todavía vive el Güegüense. De todos modos, es obligación de cada ciudadano en una democracia votar y asumir responsabilidad por el futuro de su país. Por favor, voten.
Existe también una fuerte preocupación con la transparencia del proceso y con la posibilidad de que el Gobierno vaya a manipular el conteo, o sea robar las elecciones, una inquietud comprensible después del fraude de 2008. No obstante, ello no es motivo para quedarse en casa y no salir a votar el día domingo.
Si se diera un fraude de la magnitud de las elecciones municipales de hace tres años, estoy convencido que la comunidad democrática internacional reaccionaría y se negaría a reconocer los resultados. El precio para el Gobierno sería altísimo y su imagen sufriría un golpe irreparable, hecho que podría tener consecuencias negativas en los bancos multilaterales y en los foros regionales como la OEA.
Pero esto puede pasar solamente si la gran mayoría de los nicaragüenses no acude a votar. Por favor, voten.
No olviden que ustedes tienen muchos amigos en el mundo y que nosotros estamos dispuestos a brindarles un apoyo moral y llevar su caso a la corte de la opinión internacional.
En Nicaragua, hay muchos de sus conciudadanos que están luchando con valor, inteligencia, y firmeza para promover una democracia verdadera y establecer una institucionalidad fuerte. Es un esfuerzo titánico y a veces peligroso, pero ellos necesitan la participación de todos los nicaragüenses de buena voluntad. Por favor, voten.
Con su valentía, con su determinación, habrá siempre esperanza para nuestra querida Nicaragua. Les deseo mucha suerte y muchas bendiciones. El autor fue embajador de Estados Unidos de Norteamérica en Nicaragua.
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