La “guerra” contra el narcotráfico es guerra
perdida desde las selvas amazónicas, hasta el desierto de Sonora. México, la
otrora meca del turismo mundial, se hundió en la violencia provocada por la
disputa del transporte de la droga hacia su destino final: Los Estados Unidos
de América. El gusto por la mariguana, por la cocaína y por la heroína de los
integrantes de la sociedad norteamericana, es la razón principal de la
violencia en los países de la ruta de las drogas.
Se empeñan, con la DEA a la cabeza, en
mantener la violencia en los países que a la postre son víctimas de la adicción
de los habitantes del país más desarrollado del mundo. Que le importa a John
Doer, residente del estado de Utah, los muertos en Coahuila y menos los
encarcelados en Somoto debido a las toneladas de droga que salen de Colombia,
pasan por Centro América y siembran la muerte en México, hasta llegar a las
manos de los consumidores del primer mundo.
México es la principal víctima de ese
flagelo social que ni los barones de la droga, ni el gobierno de los Estados
Unidos quieren terminar. Pareciera que los responsables de todas las masacres
que se han dado y se seguirán dando en el Imperio de Moctezuma, son los
cárteles de la droga y la DEA, porque es entre ellos el duelo a balazos y
machetazos. Lindo sería si las víctimas de esas masacres fueran miembros de
ambos bandos, pero la realidad es que las víctimas las pone la inocente
sociedad civil, que cansada de ponerlos, estaría dispuesta a aprobar una ley
que de una vez por todas legalice las drogas a como legalizaron en su momento
el alcohol.
Qué sentido tienen las matanzas de los
zetas, armados según dicen, con armas llegadas de los Estados Unidos. Qué
sentido tiene infiltrar los cárteles mexicanos con oficiales de la DEA si no
logran desbaratar las estructuras de los mismos. Parece que lo que quieren es
jugar a los malos y los buenos sin importarles la sangre inocente que a diario
se derrama en las principales ciudades de México.
La solución está a la mano, pero mentes
inescrupulosas que actúan como si estuvieran llenas de escrúpulos no lo
permiten. Pegan el grito al cielo cuando se habla de LEGALIZACION, no por
piadosos, sino por resguardar los grandes intereses económicos de los señores de
la distribución de la droga en suelo norteamericano.
El tratamiento médico se ha vuelto más
doloroso que la enfermedad y tan ineficaz como una pastilla de tiza, pero las
matanzas siguen y el corredor de la droga hacia el norte se mantiene lleno de
camiones caleteados transportando el oro blanco en sus vientres ocultos.
Cálculos conservadores nos dicen que por
cada embarque que quiebran, nueve pasan sin problema hasta llegar a tierras
mexicanas que es cuando empieza la guerra en serio. Los distintos cárteles
mexicanos cuentan con brazos armados para militares, como los zetas por
ejemplo, que hacen el mismo trabajo que las FARC en Colombia, pero con más saña
y crueldad.
Acapulco ya no existe como punto de turismo
y el hombre que se lanza al mar desde las alturas de un risco, calculando la
entrada de la ola para contar con suficiente profundidad para no matarse, ya no
tiene público porque es más peligroso llegar a verlo, que el salto calculado
que él hace.
Esa es la situación. En Estados Unidos se
sigue consumiendo drogas, mientras en México masacran a 52 personas en una
discoteca de Monterrey. Que cocaína más cara, pero a los barones de la
distribución eso les tiene sin cuidado y a los capos del transporte también eso
les tiene sin cuidado y así hasta llegar donde quienes la producen.
Y pensar que con solo que Estados Unidos, el
mayor consumidor de cocaína del mundo,
se decida a legalizar por lo menos la mariguana y la cocaína, se evitarían
miles de muertes en América Latina y las arcas del gobierno de Estados Unidos
se verían aumentados en billones de dólares producto del impuesto que tendrían
que pagar. Pero no, es más emocionante jugar a los espías y a la guerra y por
supuesto, es inmensamente más productivo recibir los billones de dólares que
produce la actividad del narcotráfico, que evitar la muerte de miles de
inocentes que entregan sus vidas para mantener la ambición de unos pocos.
En las manos de los Estados Unidos está el
final de tantas masacres sin sentido: Legalización o pena de muerte, ahí está el
dilema.
Jorge J Cuadra V
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