Luis Rocha
Lo dicho, dicho está, porque no fue
por insulso que Insulza vertió abundante sal en la herida del fraude electoral,
cuando en su permanente y no esporádico carácter de Secretario General de la
OEA, felicitó a Daniel Ortega y a los nicaragüenses “por su madurez y por avanzar hacia la paz y
la democracia”. Fue una metida de pata internacional, ante un fraude nacional,
que trató de enmendar cuando le dijo al periodista Andrés Oppenheimer que decir
aquella barbaridad “había sido un error”. Un error que implica el ni siquiera
haber leído, al felicitar a Ortega, el informe veraz y ecuánime de su Jefe de
Misión, Dante Caputo.
Que se trate de acostumbrar a nuestro pueblo a
creer que fraude y corrupción es una
forma correcta de comportarse cívicamente, es práctica de estos monarcas. Pero
que un funcionario internacional diga que eso es “avanzar hacia la paz y la
democracia”, es el acabose. Y para peor, el propio monarca en su primer
discurso se preguntó y preguntó: “¿Cambio, para qué cambio? Si estamos bien como estamos.” Nada cambia, ni
va a cambiar es su mensaje. La canción,
mal citada por el monarca en su discurso, “Todo cambia” de Julio Numhauser, tan
magistralmente interpretada por Mercedes Sosa y Norma Helena Gadea que no se
por cual decidirme, quedó atrás.
¿Y si nada va a cambiar, por ejemplo
desde las elecciones municipales del 2008 hasta las actuales, para qué hacer el
esfuerzo de avanzar hacia la paz y la democracia si desde 1937 estamos
avanzando hacia ellas y las estamos padeciendo? Para Insulza, es de suponer que el informe de
S.M. Daniel Ortega era el único fiable desde antes de las elecciones. Siendo el
fraude nacional de Daniel Ortega una expresión “inteligente” de la política
actual – inteligencia que algunos ignoramos por incultos-, oportuno es porque
avala al primero, el fraude internacional de José Miguel Insulza. Un “error” que
es una apología del delito que a lo mejor le asegura un voto orteguista, para
su reelección como Secretario General, dentro del Club de dictadores.
Cuando la reina dice que hemos tenido
“las elecciones más limpias en la historia de Nicaragua”, sus palabras, como
cuando contrita habla de cristianismo, socialismo y solidaridad, hay que
interpretarlas al revés. Este es un paso de ganso hacia un régimen que
disfrazará el terror de caridad, y que a punta de garrote hará entrar en
“razón” a los “ingratos”. Darán ganas de anunciarle al mundo: “Señores, no se
extrañen, pero desde ahora en adelante seremos irracionales.”
En el contexto de la farsa que
vivimos, parece mentira que el Monarca haya sido más sincero que el Secretario
General de la OEA, pues en su primer discurso en la Casa de los Pueblos
reconoció olímpicamente que su triunfo se lo debía a la Revolución Bolivariana
(que no a la Sandinista) y al ALBA, las empresas venezolanas que gracias a
Chávez lo financiaron y lo seguirán financiando en su avance “hacia la paz y la
democracia”. Una tácita confesión de que su “triunfo” se lo debe a la injerencia
extranjera, esta vez venezolana, en nuestros asuntos internos. Gracias a ello
es que éstas “han sido las elecciones más limpias en la historia de Nicaragua”.
Pero claro, si como ya lo “observó”
Insulza desde su “error” seguimos el buen camino de continuar avanzando “hacia
la paz y la democracia”, conforme pasen los años cada vez serán más limpias y
quizás, de tan limpias, hasta invisibles.
“Extremadura”, 11 de octubre de 2011.
(“Me quema la palabra”).
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