El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 19 de junio de 2011

RAS SOCIALILECCION 1 PALABRAS SOCIALISTAS

Lección I

Señores:

En Centro América, nadie que yo sepa, ha hecho nada hasta la vez, por mejorar la condición de los trabajadores. Se nos ha pasado la vida dando nuestras cosas santas a los perros y arrojando nuestras margaritas a los puercos. Hemos perdido el tiempo en bailes políticos, baila que baila, al son que nos tocan las dos malditas comadres que se disputan el mando. El mando, eso es lo que vale; pero que los hijos del pueblo, levanten los ojos Y junten las manos y dejen de ser bestias de carga que trabajan de seis a seis por un salario miserable con el cual ninguno de ellos puede decir: Tengo para mis alimentos y vestidos y honestas vacaciones, para mi mujer y mis hijos y para los días de mi enfermedad y mi vejez, eso no vale. Siendo así las cosas, esta idea que ha tenido don Belisario Salinas de juntar en un grupo de amigos a los hombres jóvenes de buena voluntad que quieran estudiar de buena fe los problemas del trabajo, me ha parecido una de las pocas cosas blancas en este medio tiempo que debemos señalar con piedra negra.

Nuestra alma es un incensario lleno de brasas encendidas. Dadnos la simpatía que es el incienso y ya veréis que todas nuestras palabras y todas nuestras obras suben y suben hacia Dios: Diri gatur Domine, oratio mea sicut incensum in conspectu tuo. El señor Salinas y sus amigos me han creído capaz de inaugurar las clases en esta universidad popular, diciendo, según la medida de mis fuerzas una palabra nueva. y yo diría más, una palabra bella, porque siempre es bello lo que nos dice cualquiera de los hombres, con tal que no lo haya aprendido en los libros, sino que lo haya visto él mismo, con sus propios: ojos, al través de su espejo.

El tema de mi conferencia es muy antiguo, muy moderno y muy futuro; es un capítulo de historia universal, que siempre estamos leyendo en las historias particulares.. Quiero hablaras de los fanatismos. Así, en plural, porque el fanatismo no es una planta, sino una flora completa y muy rica y muy variada. En una flora hay para todos los gustos. Mi amigo el poeta dice: Este árbol es por su tronco y por sus ramas y por sus hojas y por su sombra, una mayúscula que Dios pintó en el camino; y aquel otro por sus muchas espinas es uno de tantos hombres agresivos, como encontramos todos los días en el mundo de estas tinieblas; y esa planta de flores cerradas y cubiertas de una blancura dorada es una niña tiempo de antes; y aquella otra de flores desvestidas y abiertas de un rojo vivo con franjas amarillas es una chica moderno estilo. Así, en los fanatismos. La palabra fanatismo viene del verbo griego fainoo, fainomai que significa ver de tal manera, que no nos quede la menor duda de haber visto. Ver, no con los ojos turbios, sino con los ojos claros. El fanático es siempre un convencido y, por consiguiente, a este respecto, digno. Camina por donde ve y con la luz que tiene. Sólo el hipócrita no debe ser tomado en cuenta, porque camina por donde no ve y con una luz que no tiene. Pero a veces yo quiero que mi hermano camine por donde yo veo y con la luz que yo tengo. Y él me dice: Yo no veo tu camino y tu luz no hiere mis ojos. Y yo le respondo: Poco importa, mi camino aunque no lo veas será el tuyo y mi luz aunque no sea para tus ojos será la tuya. Quieras o no quieras, veas o no veas, con luz o en tinieblas, doblaré tu cabeza bajo mi yugo, y echaré sobre tu cuerpo mis cadenas, porque aunque tú seas hombre y yo también, has de saber que no hay otro amino fuera del camino mío. Aquí se divide fanatismo en dos grandes capítulos, uno blanco y otro negro, como las dos alas gigantescas del tiempo, la una del lado del sol y la otra del lado de la sombra. Si voy por donde veo con la luz que tengo y sigo mi camino, cueste lo que cueste, herido por los malos ojos y mordido por las malas palabras, hasta la muerte, este es

el capítulo blanco; y si doblo la cabeza de mi hermano bajo mi yugo y arrojo sobre su cuerpo mis cadenas para obligarlo a caminar por donde yo veo, este es el capítulo negro.

En el capítulo blanco están sin faltar uno, todos los hijos de la luz. Los héroes, los mártires, los que han sabido levantar las manos para decir: ¡Presente mi capitán! ¡Aquí estoy! Yo no me avergüenzo de mi causa; los que han ofrecido su vida, como quien se desviste de una túnica roja diciendo: Malo morí quan foedari: es mejor morir que mancharse. Nuestro Señor Jesucristo derramando su sangre preciosa en la cruz. Esteban que suplica antes de morir por aquellos mismos que acaban de apedrearlo; y aquella Eulalia, aquella Cecilia, aquella Inés, y los innumerables cristianos que murieron en las persecuciones de los tres primeros siglos. y pienso en los que bordaba Elena con lana roja, y en la palabra de Hornero: «Le hundió su lanza y arrojó torrentes de sangre negra y la oscuridad cubrió sus ojos». Los guerreros escogidos que perecieron en la Guerra de Troya y en las Guerras Médicas. La epopeya griega, la epopeya cristiana y las otras epopeyas. Todos los que sucumbieron en guerra santa, en Poitiers, cuando detuvo a los árabes la espada gloriosa de Carlos El Martillo; en España contra los moros; por la salvación de Irlanda; por la libertad de América, con Bolívar y Santander en Boyacá, en Pichincha con aquel Calderón que sin brazos y sin piernas, siguió peleando, en San Mateo con Ricaurte, en Ayacucho con el Gran Mariscal. Todos ellos se levantaron como gigantes para emprender su carrera hasta la muerte, todos ellos pudieron repetir en el mismo único instante las palabras del Grande Apóstol: «He peleado en buen combate, he consumado mi carrera, he guardado la fe».

En el camino por donde veo, con la luz que tengo, hasta la muerte... no hay que ir a las páginas de la historia a buscar héroes y mártires. ¿Quién no ha tenido madre? la madre es un ser cuasi divino, de amores silenciosos, capaz en cualquier momento y por cualquiera de sus hijos, de mil heroicidades y de mil martirios. Vas insignae deuotionis, la madre es un vaso lleno de fanatismo blanco, ella ama más que nadie y por eso, más que nadie se inmola.

Desde niños supimos, oyendo o leyendo cuentos, que los enamorados pasaban por un largo noviciado de pruebas. Era preciso domar al ogro y vencer al dragón, amarrar al enano y matar al gigante, pero no desmayaban y seguían
imperturbables diciendo: Caminamos por donde vemos, con la luz que tenemos, una luz que sale
de los ojos de la niña encerrada en su torre bajo siete llaves y siete candados.

Por sus hijos, por su dama, por su patria, por su Dios, hemos visto en las primeras páginas del capítulo blanco de los fanatismos, los nombres de todos los que .militan bajo las banderas del buen amor. El Amor Hermoso cuyo reino no es de este mundo. Porque de los héroes y de los mártires, siempre se podrá decir: Quibus dignus non erat mundus. El comercio, la industria y la política también han tenido sus hombres. No todos los capitalistas han amasado su fortuna con lágrimas de viudas; no todos los políticos han vendido a su patria; no todos los pueblos poderosos se han dedicado al negocio de la compra y venta de los pueblos débiles. Hay fortunas que sólo significan una perseverancia increíble en el camino de los sacrificios. Y son bellos sacrificios. Sin huérfanos despojados, sin pueblos aplastados, sin mano que aprieta. Ahora bien, si en nuestros sacrificios nos inmolamos nosotros mismos, Dios nos dice: Venid a mí benditos de mi Padre; y si en nuestros sacrificios, los inmolados son
nuestros hermanos, Dios nos dice Apartaos de mí, malditos. Hay hombres que verdaderamente se sacrifican por los intereses materiales de la ciudad terrena, la Urbe y estos hombres preparan el advenimiento de una época gloriosa en la cual, los héroes, los mártires, los sabios, los poetas y los artistas se ejercitan con devoción en el culto del Amor Hermoso, que es la verdadera
Civitas. Primuri vivere deínde philosophari. Primero vivir y después filosofar. En Florencia los localismos de Cosme y de Pedro El Gotoso preparan los triunfos de Lorenzo El Magnífico. Y este Lorenzo va en su camino
y con una luz propia, magnífica por cierto, la del Renacimiento.

En la historia de las repúblicas italianas, de los siglos XIV y XV y en la historia de Flandes y en muchas otras historias, hemos aprendido de una manera definitiva, que hay un cierto localismo que no sólo es tolerable y permitido, sino necesario. Esta es la Palabra. Necesario. Gante, por Brujas, ha llegado a ser Gante, y Brujas por Gante, ha llegado a ser Brujas. Políticamente, nosotros los leoneses, debemos comprender, que a medida que nos acerquemos a Granada, nos alejamos más y más de nuestro verdadero camino. La Florencia Guelfa, madre de Italia, precisamente para seguir siendo Florencia Guelfa, nada quería tener de común con las ciudades gibelinas. Los gibelinos decían: Italia para los alemanes; y los guelfos: Italia para los italianos. Los gibelinos de ahora entre nosotros, se llaman yanquistas. León es en Nicaragua, generalmente hablando a pesar de las equivocaciones lamentables de algunos políticos impacientes, (he oído hablar de odas, de embajadas y de una cierta bandera que fue paseada
en una manifestación) la gran ciudad guelfa, y Granada la gran ciudad gibelina. Esto ayer.
¿Y hoy? ... Que sigan, pues, cada cual en su camino, los unos y los otros. Los guelfos que decimos: Nicaragua para los nicaragüenses; y los gibelinos que dicen: Nicaragua para los yankees.

'" Quieras o no quieras, veas o no veas, con luz en tinieblas, doblaré tu cabeza bajo mi yugo y echaré sobre tu cuerpo mis cadenas, porque aunque tú seas hombre y yo también, has de saber, que no hay otro camino fuera del mío: Este es el capítulo negro de los fanatismos. En este capítulo están sin faltar uno todos los hijos de las tinieblas. Los faraones soberbios, cocodrilos de fauces prodigiosas que por donde quiera que pasan, quedan los humildes diciendo en voz baja, temblando: ¡Por aquí pasó! Los reyes caldeas que vemos en un bajo-relieve antiguo poniendo su planta sobre el cuello del vencido después de haberle sacado los ojos. Los Nabucodonosores que reducen al cautiverio pueblos enteros y dejan a su paso franjas de sangre, como aquella alfombra que tendió Clitemnestra a los pies de Agamenón. Atila, que por donde su caballo pone la planta no nace hierba. Los que teniendo en sus establos incontables ovejas, arrebatan a su vecino humilde la única ovejita que tenía; los carnes que derraman sin por qué la sangre de Abel; los que hacen florecer en los jardines de los hombres las rosas moradas de la guerra injusta. En Centro América hemos tenido y tenemos muchos fanáticos de esta especie, mandones detestables, en el un bando y en el otro, piratas de bandera negra a quienes la historia increpa diciendo: Quién te ha dicho, lobo, que la república-cosa pública-es cosa tuya. Con qué derecho Alí Babá, Barba Azul, quieres repetir la aventura de los cuarenta ladrones y la de las noventinueve cabezas cortadas, para sentarte en el trono----un trono madriguera-donde todos los que se acercan son devorados.

'En este capítulo negro, y en las primeras páginas y con letra mayúscula, y en lugar de honor, leemos los nombres de los malos ricos. Los que Nuestro Señor maldice en aquella palabra: «Es más fácil que pase un camello por el agujero de una aguja y no que un rico de éstos se salve». Un rico de éstos: Los que monopolizan y acaparan, haciendo negocio con el hambre del pueblo; los logreros-que logran la ocasión-comprando en cien pesos por ejemplo, la casita que valía quinientos, porque su dueña una infeliz mujer, está con el agua al cuello, por aquella hipoteca que al vencerse resultó ser una horca y un cuchillo; los exigentes, que no saben esperar ni un a ni una hora, príncipes embargadores que se ríen cuando los desvalidos desocupan la casa y quedan en la calle,
perros del capital que arrojan a sus criados a la cárcel hasta que paguen el último centavo-en ellos pienso cuando leo en el Evangelio: Con la medida con que midiereis, seréis medidos; los seductores que ofrecen protección al trabajador enfermo con tal que les venda el honor de su hija (la casa de mi vecino-dos puertas tiene en dos calles-cuando el hambre entra por una, por la otra la virtud sale); los explotadores que por un salario miserable, hacen trabajar a sus hermanos, como bestias de carga de seis a seis; los sinvergüenzas, quiero decir los que le piden rebaja a la costurera, a la lavandera y a la planchadora. Todos estos malos ricos dicen: Por el camino por donde veo, vendréis
vosotros, encadenados. A todos se les puede aplicar lo que hizo San Francisco de Paula con las monedas del Rey Luis XI, que partiéndolas, salió sangre.

Decía San Pablo escribiendo a los Gálatas, que hay dos ciudades: para los hijos de la
luz, la Jerusalem de arriba de la cual es tipo, Sara la libre; y para los hijos de las tinieblas, la Jerusalem de abajo, de la cual es tipo Agar la esclava. En este capítulo negro de los fanatismos están por derecho propio los ciudadanos de la Jerusalem de abajo. Ahora bien los que tienen rigurosamente carta de ciudadanía en la ciudad maldita, son los tiranos. Los que están marcados en la frente con la señal de la Bestia, según aquella divina palabra de Nuestro Señor, que si la leemos en el texto griego, apenas podemos traducirla Oi docountes argein catacu- rieuuein cai catexouziazousin. Los que en sus cuentas ejercen el poder, mandando con una crueldad extrema y con una insolencia feroz. Estos son los fanáticos auténticos, por excelencia, de alto relieve y con letras mayúsculas unciales. Estos son aquellos de los que se ha dicho: «Nadie puede mover un dedo en toda la tierra de Egipto sin la voluntad del Faraón». Estos son los que están sentados dets de la cortina roja-y ¡ay! del que se atreva a comparecer en su presencia sin ser llamado, apenas Ester halló gracia en los ojos de Asuero y fue tocada con el cetro, por su increíble hermosura.-Estos son los jefes de la mano larga; Dionisios, Tiberios, Domicianos, Artagerges . . . el nombre es lo de menos; a veces es duque y se llama Carlos El Temerario; a veces es rey, y se llama Luis XI, Felipe II Juan Sin tierra, Federico Barbaroja; a veces es presidente, y se llama Rosas, Francia, Obando, pez, García Moreno, Barrios, etc. De la derecha conservadora, del centro liberal, de la izquierda radical, de la Francia flordelisada de los Capetos y de la Francia revolucionaria, de los Septembristas, de la Rusia capitalista de los zares y de la Rusia bolshevique de los proletarios, de todas pares brotan sin saber a qhoras, hombres endemoniados que se burlan de la libertad del pensamiento, diciendo: Si quieres vivir vends por mi camino ¡ por donde yo veo y con la luz que yo tengo. Los que en nombre del rey maltrataron a los presos de la Bastilla, están ex- comulgados; pero también lo están Hebert y Simón el zapatero que en nombre de la revolución martirizaron en los calabozos del Templo 1\ la Reina María Antonieta y al gentil Delfín. El régimen de los zares merece anatema por las deportaciones en Siberia, pero también lo merece el régimen de los bolsheviques por aquellas pobres niñas indefensas que fueron alanceadas.

En Centro América donde los problemas sociales y económicos no han sido ni planteados, sólo dos fauces abiertas nos ha enseñado el dragón de la tiranía conservadora la una y liberal la otra. Unos y otros se han burlado de la Patria jugando al juego peligroso de perros y gatos, mientras venía del Norte, sobre los perros y sobre los gatos y sobre todos, no ya el Hermano Francisco, sino el único grande y verdadero lobo. Y parece mentira [somos tan cándidos! ahora mismo, en esta hora litrofe, en esta marea plena de la conquista, los fanáticos del conservatismo y los fanáticos del liberalismo, leed sino ciertos periódicos malsanos, continúan mordiéndose; en vez de comprender que n ésta, para nosotros plenitud de los tiempos malos, ya no debe haber conservadores y Iliberales, sino nicaragüenses hermanos de padre y madre que velan como leones echados a las \ puertas.

Los fanáticos del conservatismo son Aliados del Anticristo desde luego que proyectan sobre In iglesia la mala sombra de sus crímenes, como los que arrojaron sobre las espaldas de Nuestro Señor una clámide roja de soldado a guisa de manto real y le pusieron en la cabeza, una corona de espinas entretejidas y en las manos un cetro de caña como a un rey de burlas, así estos. Oyen misa pero no les vale, porque la
Igle
sia es el tesoro del pueblo y sabéis lo que ellos han hecho con el pueblo? le han despojado de sus vestiduras y le han clavado en la cruz.

Quieren ser grandes amigos de los obispos y pisotean al mismo tiempo con sus injusticias las doctrinas de Aquel de quien hablan todos los obispos. Suprimen y atrasan el pago de los sueldos; permiten que se haga comercio hasta con el hambre de los que viven en la cárcel; inventan guerras; extienden más y más la red de los impuestos, firman tratados inicuos, dotan colegios para millonarios, malgastan la fortuna
de la repúbl
ica en grandes banquetes y en pantomimas de propaganda y en misiones serviles y en privilegios de ahijados y sobrinos ... en una palabra: Son los enemigos de los pobres y sin embargo invocan a Nuestro Señor Jesucristo ¡Hipócritas! No dijo Él acaso-«Evangezare pauperibus misit me». «Me envió para anunciar la buena noticia a los pobres». Y dijo también: «Apartáos de mí operarios de la iniquidad». San Lorenzo rtir mostrando al prefecto de Roma una multitud de pobres, le dijo: Estos son el tesoro de la Iglesia. A todos los que quieren servirse de la religión para el desarrollo de sus malas pasiones subiendo por ejemplo al ministerio de hacienda donde se gana
l
a indulgencia plenaria de la política, deberíamos preguntarles: ¿Y vosotros qué habéis hecho por los pobres? Y estaría muy equivocado a mi juicio, quien creyese que los fanáticos del conservatismo son ramas que viven de la savia de la Iglesia, no, de ninguna manera, son parásitos. ¿N o veis que la Iglesia es de todos, mientras que los conservadores son un bando? Yo no he visto en los santos cuatro evangelios, ni en las Cartas Paulinas, ni en las Hornillas de los santos padres, ni en las Encíclicas de los
Papas, ni en las actas de los Concilios, que la Iglesia de Jesucristo deba ser de éste, de ése, de aquél, cosa de partidos, para los unos madre y para los otros madrastra: Y si de tiempo en tiempo, porque los hombres son hombres, ha
habido príncipes católicos y sacerdotes y frailes y obispos que convierten la religión en instrumento de gobierno. Instrumentun regni-sépa- se y entiéndase, que esto constituye un verdadero fenómeno, al lado, a coté como dicen los franceses; pero oficial y auténticamente hablando, de una manera legítima y según los documentos de la historia verdadera, la Iglesia siempre ha tenido en sus labios aquella divina palabra de su fundador: «Mi Reino no es de este mundo». «Dad al César lo Que es del César
y a Dios lo que es de Di
os».

Si sois cristianos, ya veréis que por este sólo delito de ser cristianos; si sois sacerdotes y obispos, ya veréis que por sólo este delito de ser sacerdotes y obispos, los fanáticos del liberalismo os mandarán al destierro, os cubrirán de cadenas en los calabozos de las penitenciarías, os despojarán de vuestros derechos ciudadanos, os prohibirán hablar, escribir y enseñar y darán dinero a un Vargas Vila por ejemplo para que diga, a gritos como él lo acostumbra, en uno de sus pasquines, que se os persiguió porque eráis
unos monstruos, porque emborrachasteis a vuestros fieles en las sacristías y les concedisteis el perdón de todos sus pecados con tal que asesinasen a los libres pensadores. Los fanáticos del liberalismo no debían ignorar: que ha sido el
único oficio de los pensadores del siglo XIX, deshacer las afirmaciones gratuitas de los sofistas del siglo XVIII; que en Francia, hoy día, gracias a los Taine, a los Tierry, a los Guízot, a los Brunnetiere, a los Faguet, a los Sabatier y a muchos otros, un hombre instruido ya no acepta más, en materia filosófica, en materia histórica y mucho menos en materia bíblica, ninguno de los disparates que dijo Voltaire. La historia dice serena y profundamente el príncipe de los equilibrados de América, José Enrique Rodó, «N o es ya una forma retrospectiva de la arenga y del libelo, como en los días de Gibbon y de Voltaire». A la luz de estas palabras, muchos de los artículos de la prensa fanática anticlerical, dan lástima, tienen la actitud de aquel endemoniado que pintó Rafael
retorciéndose en la sombra en su célebre cuadro de la Transfiguración. El tiempo de las blasfemias ha pasado. Rubén
Darío que es la flor más exquisita de nuestra civilización refiriéndose a los fanáticos antic1ericales del Uruguay, escribió esta palabra despectiva: «La cosa jacobina», ahora bien, yo creo que el deber primario de los hombres, consiste en ser hombres y no cosas.

Así como Dante y Virgilio, después de haber estado sumergido en el horror de los círculos infernales, suben otra vez a la región serena donde pueden verse las estrellas; así también nosotros cerramos el capítulo negro de los fanatismos y abramos de nuevo el blanco, donde están los sabios, los artistas, los buenos ricos, los agricultores de surco bendito, los comerciantes de mano limpia, los industriales de magia
blanca, los héroes y los mártires: estas son las verdaderas estrellas. Nuestra patria ahora más que nunca necesita de estrellas. Como Dante hace ya quién sabe cuántos años que venimos viajando, al través de los infiernos, por el círculo de los hipócritas
Degli ipócriti donde sólo hay palabras; por el círculo de los iracundos y de los violentos Degli iracondi degli violen ti. Donde sólo hay guerra a muerte sin tregua y sin cuartel, contra todos los que han cometido el delito imperdonable de no pensar como piensa el que manda; así hasta llegar al fondo del embudo, donde están con Satanás su padre, los traidores-I traditori.

Me pareció oportuno hablaros de estas cosas. Si el asunto y la manera de desarrollado no han hallado gracias a vuestros oídos, tened entonces la amabilidad de perdonamos. A mí y a los amigos que me hicieron hablar, porque lo que soy yo, de mí mismo, sino es cuasi obligado, no hablaría nunca, sabiendo que son incontables los que me tienen por persona sospechosa en los dos bandos, en el güelfo y en el gibelino.


Nota:

Artículo para nuestra sección dominical IGLESIA VIVA. Tomado de "El Libro de las Palabras Evangelizadas", del poeta y sacerdote Azarías.H.Pallais

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