El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El dragado debe ser permanente

*Qué hacer ante los sedimentos en la cuenca de los lagos y el Río San Juan.

Salvador Montenegro * | 3/11/2010

En 1848, San Juan del Norte –Greytown- era el puerto más activo de Centroamérica en el Caribe. A su llegada a este sitio veinte años más tarde, el Ingeniero británico Thomas Belt encontró vacas pastando en la bahía en la cual los barcos de la Compañía del Tránsito de Vanderbilt habían descargado mercancías y viajeros durante la fiebre del oro en California, trasladándose en frenesí desde la costa Este al Oeste de Norteamérica y viceversa.

Las ambiciones políticas y de poder económico de los iluminados portadores del Destino Manifiesto de entonces aprovecharon oportunamente las debilidades y controversias internas de malos hijos de Nicaragua de la época para apoderarse de nuestro País, al vaivén de las olas de ambos océanos y el flujo del Río San Juan. Mientras tanto, la barra de arena en la bahía crecía aceleradamente por la llegada de gruesos sedimentos e impedía ya el paso de los barcos de mayor calado.

En su célebre libro "El Naturalista en Nicaragua", Belt predijo en 1873 que el Río Colorado, ramal del RSJ, también perdería su caudal por la formación de bancos de arena y forzosamente nuevos desaguaderos terminarían formándose, a menos que se dragara su curso. Debido a la natural movilidad de los cursos del rio en el Delta, que forma meandros y nuevos canales incesantemente, resulta insensato usarlos como referentes para delimitar fronteras, y en palabras de Belt, “desgraciadamente el Colorado desemboca en Costa Rica, y el ramal de Greytown en Nicaragua, por lo cual existe una constante disputa entre ambos estados por el desaguadero de este amplio río; esto hace que cualquier plan por el mejoramiento del puerto sea impracticable por el momento”…. Vemos con tristeza que poco ha cambiado en 137 años esta situación.

El bien conocido proceso geológico natural de la erosión hídrica inexorablemente transforma rocas en las montañas y zonas altas, disgregándolas en partículas o sedimentos que son arrastrados aguas abajo continuamente, este desgaste es mayor cuanta mayor sea la capacidad de abrasión de la corriente de agua que lija las rocas. Este es el mismo proceso que forma suelos, (y con el tiempo también otras rocas), y es igualmente responsable de arrastrarlos desde zonas altas, así que en doble pérdida, los suelos perdidos aguas arriba se convierten en sedimentos aguas abajo. Si bien se trata de un proceso natural inevitable, los humanos hemos logrado acelerar exageradamente estos procesos geológicos gracias a factores que aceleran la erosión hídrica, como la pérdida de cobertura forestal.

En Nicaragua, los bosques primarios han sido talados y quemados a razón de 70,000 hectáreas anuales, y los suelos con vocación forestal ya forzados al uso agrícola o a ganadería extensiva primitiva, son excelentes productores de sedimentos. La riqueza de nuestros suelos forestales se ha ido corriente abajo, y la falta de control de la erosión se convirtió ya en un problema nacional de primer orden.

Quien piense que el problema de erosión hídrica y los sedimentos es un asunto solamente rural, se equivoca. La historia de la Ciudad de Managua es de inundaciones, aluviones, cárcavas y cauces. El color marrón oscuro del Xolotlán, precisamente se debe a la opacidad que le confieren los sedimentos en suspensión permanente por la turbulencia de sus aguas. El inestable terreno piroclástico en que se asienta Managua, cada día más tiene menor capacidad para infiltrar las aguas de lluvia, dado que hemos hecho de todo para que se escurra rápidamente el agua en lugar de infiltrarse. La ciudad representa un 70-80% de suelos ya impermeables por la cobertura de concreto, techos y asfalto de la subcuenca Sur del Lago Xolotlán, de unos 825 kilómetros cuadrados situados en una ladera empinada cuyos suelos son transportados con cada lluvia en miles de toneladas hacia el Xolotlán.

Basta con asomarse a cualquier cauce de Managua después de una lluvia para presenciar lo que significa la erosión y los problemas asociados al arrastre de sedimentos y basura, que se perciben con facilidad, y de residuos líquidos y otros contenidos de sustancias tóxicas en sedimentos por el mal uso de suelos en las cuencas que no por menos visibles son menos reales y serios.

La Infiltración y la escorrentía del agua de lluvia son el ying y el yang para esta ciudad, este país, y de hecho toda Centroamérica, que ha transformado 88% de todo el territorio natural del istmo en zonas de problemas erosivos y de sedimentos acumulados en los sitios donde se depositan.

El triste ejemplo de la Laguna de Tiscapa se ha construido en apenas tres décadas, mostrando un islote de sedimentos que se eleva desde el fondo a 40 metros de profundidad con una base de cientos de metros bajo el agua. Aunque solamente vemos el pico que asoma en la superficie, son miles de toneladas de sedimentos acumulados en este bello lago cratérico, mezclado con desechos indeseables de todo tipo. Este lamentable caso se repite en todos nuestros cuerpos hídricos nacionales, y por supuesto la cuenca de los Grandes Lagos y el Río San Juan no ha escapado de esta realidad hidrodinámica.

La masiva sedimentación o azolve de los Lagos Apanás, Xolotlán y el Cocibolca se debe a esta progresiva y rápida acumulación de sedimentos y otros detritos. Los ríos que drenan dichos cuerpos de agua descargan en tiempos normales poco de estos sedimentos una vez que ya se han depositado en el fondo: el cálculo reciente del INETER de 500 toneladas de sedimentos trasladados por el Río Tipitapa durante las últimas semanas de lluvia es comparativamente una minucia de lo que podría llegar al Xolotlán en una tarde cualquiera de lluvia intensa desde las Sierras de Managua; el Xolotlán acumula el resto en su fondo que es cada vez más plano. El verdadero problema sigue siendo el pésimo estado erosivo sin protección de las cordilleras que continúan aportando cantidades cuantiosas de suelos, gravas, arenas, partículas que al disminuir la turbulencia de las corrientes son cargas depositadas, y otras que al disolverse a nivel molecular modifican la calidad de las aguas.

En el Río San Juan, esta degradación de la cuenca de los Grandes Lagos que inicia desde la subcuenca del Lago Apanás a través del Río Viejo recibe también el aporte significativo de los ríos del sureste, con los sedimentos de las hoy ticas cordilleras de Guanacaste, Central y Tilarán, que llegan a Papaturro en la Reserva de Vida Silvestre los Guatusos , luego a través del Rio Frío, y sitios como la Represa el Arenal (llamada así por evidentes razones) y por los importantes y turbios ríos costarricenses.

Esto, igual que Thomas Belt, puede constatarlo cualquiera que viaje por el RSJ. La capacidad de transporte de sedimentos de los caudalosos ríos San Carlos y Sarapiquí desde sus cuencas sumamente erosionadas explica la razón por la cual no solamente Nicaragua necesita dragar constantemente sus cursos de agua sino que con el mismo derecho y necesidad Costa Rica realizó el dragado de caños de la Barra del Colorado y el Tortuguero en los años sesenta, restaurando tanto los canales naturales como abriendo nuevos cursos artificiales conectados con el Rio Colorado, lo que facilitó el desarrollo del visitado Parque Nacional y la activa industria turística del norte de ese país. Los mismos impactos controlados del actual dragado en aguas Nicaragüenses son los que han tenido que realizar ellos en sus canales, son nuestras aguas las que abandonan el cauce del RSJ para formar en el Delta el Río Colorado, debido a un proceso natural que ha sido acentuado en extremo por las malas prácticas agrícolas, forestales y pecuarias en ambas orillas del RSJ. Nos guste o no, Ticos y Nicas estamos en el mismo barco, embancados en la arena con las mismas necesidades de controlar la erosión de forma precautoria y atender el problema que causan los sedimentos de forma ahora remedial. Y no podemos olvidar que una parte importante de los sedimentos que Nicaragua necesita dragar, han llegado innegablemente desde el vecino país, existe responsabilidad compartida.

Aunque al momento nadie discute el derecho soberano de Nicaragua (y de hecho su obligación de Estado) de garantizar la navegabilidad del curso principal del RSJ hacia San Juan de Nicaragua, resulta claro que hay que velar porque se haga correctamente esta primera vez y que se mantenga después el esfuerzo de forma permanente ya que se trata de un esfuerzo de largo aliento, lo que hay acumulado en los bancos del río son sedimentos con cientos de años de deposición, pero continuará su llegada y tiene que ser una función del Plan de Gestión Integral de Cuenca de los Grandes Lagos y el RSJ (bajo la Ley 699) controlar la erosión, en esa gigantesca cuenca en la que tanto Nicaragua como Costa Rica compartimos territorio y responsabilidades.

Si somos capaces de comprender más allá de las fricciones fronterizas innecesarias y absurdas que ambos países necesitamos atender las consecuencias de la imprevisión binacional del control de la erosión hasta ahora ausente en ambos países, entonces podríamos ponernos de acuerdo y comprometernos en maneras de reducir y controlar en ambos países la pérdida de nuestros suelos, ya que nos perjudica de igual forma. A pesar de los escépticos y suspicaces a uno y otro lado de la frontera, estoy convencido que hasta podríamos cooperar mano a mano para lograr este objetivo.

Ya se ha hecho esfuerzos previos para propender a alguna coordinación binacional a través de iniciativas que lamentablemente no lograron prosperar, como el Proyecto PROCUENCA, apoyado por ambos gobiernos, la OEA, el PNUD, con fondos GEF. Lejos de ser perfecto, al menos acercó voluntades y esfuerzos conjuntos sobre temas como éste, que resultan cruciales al interés nacional para ambas naciones.

De forma civilizada e inteligente, conviene a ambos Estados invitar a acceder al turismo a las áreas que hasta ahora no son accesibles, al crearse condiciones adecuadas. Es de esencial interés para ambas naciones que sus dirigentes actuales en su rol de estadistas, sean mucho más preclaros y coherentes que quienes han querido enfrentar a ambos pueblos en el pasado, trasladando la turbidez de aguas turbulentas cargadas con sedimentos a lo que debe ser un diálogo transparente por el bien común de los humanos en estas provincias y la madre tierra, a la cual tantos aseguramos hipócritamente que respetamos y protegemos.

* Director del CIRA-UNAN

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