ROBERTO RIVAS (RR) SE ROBA ISLA CALERO
Luis Rocha
Mientras ticos y nicas agitan al Espectro jurídico internacional para que les diga de quién es la isla Calero, el espectro se niega a hablar y en su lugar lo hace el General (R) Humberto Ortega Saavedra, diciéndonos a todos qué es lo que hay que hacer, que no es lo mismo que lo que Haya que hacer. El General no está en su laberinto: Somos nosotros, y su imagen racional y cuerda contrasta con la de su hermano, a quien respetuosamente llama “el Presidente Ortega”, como quien, desde su labor pacificadora, le legitima pasado, presente y futuro. Al Caudillo se cuida de no llamarlo Caudillo, menos de recordarnos sus afanes inconstitucionalmente reeleccionistas, y mucho menos de meter a la consorte de su Presidente en el mismo saco de su exorcismo. ¡Quién sabe qué pasa ahí! ¿Pero, cómo dudar de las buenas intenciones del General? Es probable que tanto tiempo en el ostracismo le haya impedido ver y analizar las pretensiones de perpetuarse en el poder de la estirpe Ortega-Murillo. Porque si lo hubiera hecho, estoy seguro que con su sagacidad a toda prueba, habría concluido que es muy difícil que un hombre con tales propósitos y que por ello tiene convertido su reino en un avispero, busque la paz internacional, y se siente serenamente con doña Laura Chinchilla –quien no pocas veces le hace honor a su apellido- a buscar y encontrar formas de regresarnos desde la barbarie a la civilización.
El río San Juan en sí mismo es civilizado y sereno, pero hay “pescadores” que lo quieren revolver, porque como dijo el General, “en río revuelto, ganancias de pescadores”. Para nuestros pueblos de Costa Rica y Nicaragua, pase lo que pase debe de quedar como un reto permanente averiguar cuales y de quiénes son esas ganancias. Siempre el río San Juan será de Nicaragua, cuya soberanía nadie la discute. ¿Pero qué se esconde tras el afán de enturbiar sus aguas? ¿Turismo de lavado, Brito, narcotráfico? ¿Una mezcla de todo, con el aderezo de una política patriotera de parte de ambos gobiernos? ¿Un líder y una lideresa nacionalistas emergiendo de sus swampos, pantanos y ciénagas? El Espectro se sigue negando a hablar. Al Espectro lo agitan de uno y otro lado. Es como un prisionero político al que torturan cotidianamente. Una noche, ante el desconcierto de los esbirros que lo maltrataban, balbuceó una frase incomprensible para ellos: “Si el río suena, piedras trae”.
Dejaron libre al Espectro por loco. En algunos casos simularon acatar sus recomendaciones para terminar con el diferendo de la isla Calero, es decir, le dieron largas al asunto para que en el futuro volviera a surgir por conveniencias de alguien. Fue entonces que tuve oportunidad de conversar con él y me reveló cosas increíbles. Como todos sabemos Roberto Rivas –magistrado y Presidente del Consejo Supremo Electoral por la gracia de un purpurado- es un millonario con lujosas mansiones en Costa Rica y una flotilla de carros de lujo, sin inventariar lo que tiene en Nicaragua. Daniel Ortega es su Presidente favorito y por lo tanto siempre tendrá el favor de su conteo electoral. ¿Es necesario contar? Tal vez cuentos. Dos hijos de los monarcas de Nicaragua –a pesar de dragados y ciénagas- estudian en Costa Rica y se alojan, como bien se sabe, en la mansión de magnate Rivas, quien así hace honor a los lemas de “el pueblo Presidente” y “Nicaragua solidaria, cristiana y socialista”. Tiene, si usted desea creerlo, esas mansiones y carros para otros, por ser él muy solidario, cristiano y socialista. De manera que, como decía Cristo, “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, a lo que en mi país ahora agregamos: “y que la vaya a recoger al revuelto río, pues muchas piedras trae”. Y es que aquí en Nicaragua, en comparación con los del rey y sus cortesanos, el pueblo no tiene pecados. Ni siquiera veniales, pues han sido invalidados por los venales.
El caso es –me decía el Espectro- que después de su gran metida de pata irrespetando a los obispos con calumnias e insultos, el magnate Rivas decidió poner sus cachetes en remojo en el río San Juan, y para ello no tuvo mejor idea que asesorarse de Edén Pastora para que le recomendara un retiro discreto, de difícil acceso y donde poder ocultarse en momentos de crisis. Ni corto ni perezoso el Ing. Pastora le vendió la isla Calero, mientras ticos y nicas seguíamos disputándonosla, y hasta allá fue a parar nuestro personaje con uno de sus carros creyendo que había autopistas. Peor aún, se hundió en el pantano y cuando ya estaba con el lodo al cuello acudió el Ing. Pastora con su draga para rescatarlo en sus propios elementos. Fue en ese momento –concluyó el Espectro- que Roberto Rivas tuvo la genial idea de revenderle el lugar al Consejo Supremo Electoral, con el fin de que en el 2011 fuera instalada ahí mismo la principal oficina de conteo de votos. El ambiente era el indicado: Tranquilo, inaccesible, y con una ciénaga ideal para archivar los votos invalidados. Y ni quien los dragara en aquel inmejorable paraíso.
“Extremadura”, Masatepe, 18 de noviembre de 2010.
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