El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 15 de noviembre de 2010

LA CULTURA NICARAGUENSE SIEMPRE HA NAVEGADO POR EL RIO SAN JUAN

POR LUIS ROCHA


III

Cuando en 1966 se decide publicar en España la primera edición de El Estrecho Dudoso de Ernesto Cardenal, José Coronel Urlecho, siempre alentando y prolijando la publicación de obras de nicaragüenses, se dirige, al comienzo de su "Carta Prólogo", en estos términos a su amigo Pepe Rumeu de Armas:

Las Brisas. Zona del Río San Juan, 13-1-66.

Sr. Director de Ediciones Cultura Hispánica.

D. José Rumeu de Armas.

Madrid. España.

Querido Pepe: -Celebro que el poema de Ernesto Cardenal, El Estrecho Dudoso, se edite en España. Es la mejor noticia que puedo recibir, aquí y ahora -hic et nunc- en el lugar donde me encuentro y en el momento que vivimos. Te escribo, como sabes, desde la propia zona del Estrecho Dudoso -tan fascinante siempre y tan dudoso y casi casi tan inexplorado como hace cuatro siglos- y del río San Juan o más exactamente de la vega del llano del río Medio Queso, uno de sus afluentes más misteriosos, medio perdido en las bajuras y pantanos y selvas tropicales de la frontera entre Nicaragua y Costa Rica. Ernesto Cardenal está ahora en San Carlos, un puertecito nicaragüense de aspecto abigarrado, entre chino y caribe, intermitentemente activo y muerto -sólo llegan embarcaciones dos veces por semana- que es el único centro del comercio fluvial y lacustre de toda la zona, situado exactamente donde las aguas del Gran Lago Nicaragua empiezan a deslizarse hacia el Atlántico y propiamente enfrente de la bocana de Río Frío, no lejos de otros ríos que también bajan de las montañas de Costa Rica y desembocan frente a las islas de Solentiname. En una de esas islas Ernesto Cardenal va a establecer, dentro de poco, una comunidad contemplativa. Dudo que haya en el mundo lugar más apropiado para ese objeto, ni islas que más recuerden las ínsulas extrañas de San Juan de la Cruz por “lo muy apartadas y ajenas de la comunicación de los hombres".

Años después, con motivo de la publicación en 1974 de Tres conferencias a la empresa privada y epílogo en memoria de Joaquín Zavala U., Ernesto Cardenal ya en Solentiname y en los setenta años de Coronel le envía su Epístola a José Coronel Urtecho, de la cual transcribimos su principio y final:

Poeta:

He gozado con sus "Conferencias a la Iniciativa Privada"

(yo diría Homilías) que escribió en Granada, en la casita del lago, y tardó tanto escribiéndolas que pensaba -me dijo allí una vez ­que tal vez cuando las terminara, no habría iniciativa privada.

……………………………………………………

Ahora usted va a cumplir 70 años

y espero no caiga en la tentación del pesimismo.

La revolución no acaba en este mundo

me dijo usted una vez en esta isla, frente al lago

y el comunismo se prolongará en el cielo.

El FSLN viene avanzando en el norte.

Aun en la universidad de los jesuitas hay signos de vida,

la hierba tenaz asoma otra vez entre el concreto,

la tierna hierba agrieta el concreto.

Sus conferencias serán más apreciadas sin iniciativa privada.

Miro aquí nomás tras el cedazo el lago en calma, y pienso:

como el lago azul refleja la atmósfera celeste

así será en el planeta el reino de los cielos.

Una garza junto al agua comulga con una sardina.

Saludos a la María y al río.

Le abraza,

Ernesto Cardenal.

IV

No pueden obviarse, en estos fragmentos para relacionarse, dos retratos: El que le hiciera a Coronel el poeta español José María Valverde, nacido en Extremadura y cuya vida de solidaridad con el mundo transcurrió poética y académicamente sobre todo en Barcelona, y el que a su vez hiciera Coronel de Valverde:

RETRATO DE JOSE CORONEL URTECHO

Alguna vez, en tierras de costumbres brumosas,

buscando en las estampas de nuestro mundo un poco

de sorpresas y fortuna, del cielo y de sus cosas,

encuentro este retrato, que avaramente evoco.

Absurdo que así sea: hombre vivido y puro,

niño o payaso oculto tras su misma semblanza,

en su traje arrastrado y su peso maduro,

riéndose al llevar su principio de panza.

Igual que un farol rojo, se le alumbra la cara

al hablar, y su dedo sigue la melodía

de su palabra mágica, como si la pintara,

por el aire girando, vuelto sabiduría.

Vive junto a la selva, junto a un río gigante,

donde, entre aullar de monos, piensa y cuida su verso;

ve la tierra, el tractor y la vida distante,

y va quemando en voz la paz de su universo.

Pero alguien cuida, mientras, de su desvalimiento

de contemplador, alguien su desorden aliña;

su María, incansable y maternal sustento,

María, de piel áspera y corazón de niña.

Sí, José Coronel, cuando desde tu orilla

cruzaste nuestro mundo de empleo y de desgana,

trajiste una moneda de Dios, que suena y brilla

a otra alegría, al seno de donde la luz mana.

José María Valverde.

RETRATO DE

JOSE MARIA VALVERDE

Quiero que este soneto le recuerde

Al muchacho olivar José María,

Niño de noche extraviado en el día,

Que nunca en la memoria se me pierde.

Cierto que su distancia me remuerde

Pero guardo su voz y su poesía;

Desde su extremadura hasta la mía

Fluye en mi selva verde su valverde.

Lo vuelvo a ver al manso tempestivo

Con la plaza de su alma y su torero

Toro de Dios como enterrado vivo.

Prieto lucero y previo americano,

todo, perfil, altura y cuerpo entero,

y este retrato firmo con mi mano.


José Coronel Urtecho

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