El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

martes, 23 de noviembre de 2010

El mensaje de la Conferencia Episcopal (primera parte)

Andrés Pérez Baltodano | 22/11/2010
Este blog se creó para contribuir a la formulación de un nuevo discurso político en nuestro país. Este esfuerzo nos motiva a estudiar con detenimiento el último mensaje de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (Texto íntegro en PDF). El contenido de este mensaje es profundamente político –no partidario, ni politiquero– porque analiza el funcionamiento y la organización del poder en nuestro país. Lo hace, examinando el papel que juega el Estado y los partidos en el desarrollo moral y material de nuestra sociedad.
Leí con detenimiento el comunicado el mismo día de su publicación. Durante los dos días siguientes, leí los reportes que sobre este documento publicaron los principales medios de comunicación del país, así como los comentarios emitidos por voceros de algunos partidos.
Lamentablemente, el comunicado de la Conferencia Episcopal fue interpretado por nuestros medios y por nuestros políticos como una crítica dirigida especialmente contra el gobierno de Daniel Ortega. Así pues, quien no leyó el comunicado, creerá que los obispos piensan que el problema político e institucional de Nicaragua se reduce, prácticamente, a las andanzas y fechorías del FSLN.
Y no es que el mensaje de los obispos no contenga una fuerte crítica al partido gobernante. La Conferencia Episcopal, sin embargo, también critica –y lo hace con la misma fuerza-- a los partidos de la llamada oposición. El peso de esta segunda parte del contenido del mensaje de los obispos fue minimizado por nuestros medios y por los voceros y representantes de los partidos que se oponen al FSLN.
En mis entregas de esta y la próxima semana, analizaremos el contenido del mensaje de la Conferencia Episcopal tratando de respetar su integridad. Así, pospondremos los comentarios a las cartas de amor de “Don Fabio” que anuncié la semana pasada. Lo primero es lo primero. “Don Fabio” puede esperar.
La justificación del pronunciamiento
La primera sección del mensaje, Gracia y Paz, define la naturaleza de la autoridad que reclaman los obispos para hacer su pronunciamiento. Ellos hablan, señala el comunicado, como “servidores de la palabra”; es decir, como recipientes, defensores y divulgadores de la palabra de Jesús, tal y como la interpreta la Iglesia Católica.
Muchas personas pensaran que esta primera sección del documento de los obispos es “pura palabrería”. En Nicaragua nos hemos acostumbrado a usar la palabra para hacer ruido, a pesar de que Rubén nos advirtió sobre su “poder demiúrgico”; y a pesar de que Pablo Antonio Cuadra nos dijo que para vivir con autenticidad es necesario defender y promover la autenticidad de la palabra.
Al presentarse como “servidores de la palabra”, los Obispos reconocen que el valor de sus planteamientos depende de su capacidad para expresar, con autenticidad, el sentido y el espíritu de la palabra de Jesús. Así pues, la sección Gracia y Paz contiene los términos de referencia que las nicaragüenses podemos usar para aceptar o rechazar el pronunciamiento de los miembros de la Conferencia Episcopal.
En este sentido, los obispos nicaragüenses, o el mismísimo Papa, no pueden ser auténticamente católicos y pragmáticos a la vez. Es decir, no pueden justificar su palabra y sus acciones utilizando el criterio de la conveniencia; o el de la utilidad; o el de la ganancia. Deben, en todo momento, mostrar que lo que dicen y lo que hacen es congruente con la palabra de Jesús y con la doctrina oficial de la Iglesia. Y si no logran mostrar esta congruencia, se arriesgan a ser criticados. Peor aún, se arriesgan a perder su legitimidad. La incongruencia entre las actuaciones de Obando y Bravo y la doctrina de la Iglesia que él dice representar, para ilustrar este punto, es lo que ha carcomido la legitimidad del purpurado.
Así, un marco normativo y doctrinal --como el de la Iglesia Católica-- impone limitaciones a los que se presentan como sus exponentes. Preguntémonos: ¿Podemos los nicaragüenses evaluar las acciones y el discurso de los partidos políticos que operan en el país en función de sus doctrinas y filosofías? La respuesta es: No. No podemos.
No podemos porque ni siquiera sabemos cuáles son los principios fundamentales que orientan la acción de nuestros partidos. Como lo hemos dicho en varias ocasiones, los nuestros son “partidos sin ideas”, sin filosofía y sin doctrina. Más que partidos son pandillas o peñas que se organizan para alcanzar el poder en un medio político en el que se privilegia la “movida”, la “jugada”; y los amarres y la viveza “parlamentaria”. En este medio político, los principios y los valores que sirven para definir un marco filosófico, ideológico o doctrinal, son un lastre que se evita a toda costa porque estorban para moverse con la agilidad que demanda la “política de la panza” que practicamos. En este medio, lo que cuenta es la capacidad para vivir como el camaleón: cambiando de colores….
Definiendo su ámbito de acción
La segunda sección del comunicado de los obispos, El magisterio social de la Iglesia, define el ámbito dentro del que la Conferencia Episcopal puede ejercer legítimamente la autoridad que reclama en la sección Gracia y Paz. Esta definición permite establecer cómo y hasta donde puede la Iglesia contribuir al desarrollo político de una sociedad que dice regirse por una constitución que establece una clara separación entre la Iglesia y el Estado.
En su pronunciamiento, los obispos señalan claramente que “la Iglesia no ofrece soluciones técnicas y no instituye ni propone sistemas o modelos de organización social”. Y agrega: “La palabra de la Iglesia en materia social y política no es, pues, una intrusión abusiva, sino un servicio a la formación de las conciencias en la política”.
Nadie puede negar a la Iglesia Católica, o a ninguna otra Iglesia, el derecho que le asiste para ejercer su papel moralizador. Hacerlo sería, precisamente, irrespetar el principio constitucional que establece una separación entre Iglesia y Estado. Este principio delimita y legitima un ámbito de acción legal para que la Iglesia Católica pueda ejercer su magisterio.
Lo que la Iglesia Católica, o ninguna otra Iglesia, puede hacer, es usar su capital simbólico y su autoridad para participar en política partidaria. Bien sabemos que la Iglesia Católica Nicaragüense no siempre ha respetado este principio. Durante el gobierno de Arnoldo Alemán, por ejemplo, los pronunciamientos de la Conferencia Episcopal hicieron uso de la autoridad de la Iglesia Católica para justificar los abusos de poder de ese gobierno. Pero, precisamente, por operar dentro de un marco doctrinario explícito, pudimos criticar a los obispos y señalar las incongruencias entre su discurso y el espíritu y la palabra de Jesús.
¿Es posible identificar y señalar las incongruencias entre las acciones y la filosofía política de un partido como eso que se llama “Vamos con Eduardo” o el MRS o el Partido Conservador, para citar algunos ejemplos?
Seamos más específicos: ¿Cuáles son los valores fundamentales y el marco normativo que define, por ejemplo, la identidad del MRS? Puesto de otra forma: ¿Qué es lo que el MRS no puede hacer sin crear una contradicción entre sus acciones y los principios que definen su identidad? Prácticamente nada; es decir, el MRS puede hacer cualquier cosa porque no está sujeto a ningún marco filosófico o doctrinario.
¿Puede el MRS llamarse renovador del sandinismo corrupto del FSLN y armar una alianza electoral con ese partido? Si puede. Lo hizo.
¿Puede el MRS cobijar a un neoliberal con el sombrero anaranjado de un Sandino defensor de los intereses populares? Si puede. Lo ha hecho.
¿Puede el MRS presentarse como un partido defensor de los derechos de los sectores marginados de nuestra sociedad y, al mismo tiempo, endosar la candidatura de un candidato ultraconservador y homofóbico? Si puede. Lo acaba de hacer.
La Iglesia Católica puede ser tan oportunista como el MRS. Pero, contrario a lo que sucede con el MRS, no lo puede esconder detrás de la palabra fácil y el argumento falaz.
El poder en Nicaragua
En la tercera sección, Situación actual del país, la Iglesia se pronuncia sobre la crisis política en Nicaragua.
El guante se planta en la cabeza de Daniel Ortega cuando los obispos señalan: “La ‘ley’ sigue siendo paradójicamente un mecanismo para legitimar abusos y hacer pasar por legal lo que es ilegal; el ‘derecho’ parece ser cada vez más un instrumento para legalizar en modo artificioso las estructuras de poder y las ambiciones personales; el ‘Estado’ da la impresión de ser un entramado de instituciones al servicio de intereses particulares y de grupo.”
Un párrafo más adelante, el guante de los obispos cae sobre todos los partidos políticos, incluyendo los de la llamada oposición democrática, cuando la Conferencia Episcopal señala que “los partidos existentes no logran interpretar los anhelos de gran parte de la población y colaborar constructiva y responsablemente en la dinámica de la democracia”.
¿Qué es lo que los partidos y la clase política nicaragüense “no logran interpretar”? La respuesta es clara y contundente: “las grandes aspiraciones de la mayoría de nuestro pueblo”, “sus sufrimientos”, “su lenguaje”, “su modo de pensar”, “sus criterios valorativos” y sus “prioridades existenciales”.
En este apartado, los obispos no simplemente hablan de la “crisis institucional” del fantasmagórico “Estado de Derecho” que obsesiona a la oposición anti-danielista. Hablan del hambre, la miseria, la marginalidad y la indignidad que sufren la inmensa mayoría de las nicaragüenses.
Para superar su ignorancia y la brecha que los separa de “la mayoría de nuestro pueblo”, nuestros políticos, dicen los obispos, “deben superar viejos esquemas que han dañado al país”; deben también “renunciar a seguir concibiendo la política como medio para obtener privilegios sociales y ventajas económicas”. Finalmente, deben “abrirse…a los grandes valores evangélicos”. Esto último significa que los Eduardo Montealegre, los Daniel Ortega, los Fabio Gadea Mantilla, y los Arnoldo Alemán de nuestro país, deben practicar la “caridad”, la “modestia”, la “generosidad”, la “humildad” y la “honestidad”.
¿Un Montealegre caritativo? ¿Un Arnoldo Alemán honesto? ¿Un Daniel Ortega humilde?¿Un Fabio Gadea generoso y modesto? Pensemos mejor en la juventud: nuestra verdadera esperanza. Seguiremos con este tema la próxima semana.

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