El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El virus de la economía mundial

Por Néstor Avendaño

Director Ejecutivo de COPADES

13 de noviembre de 2010

El primer virus del problema económico mundial de la primera década del Siglo XXI fue la crisis hipotecaria, cuando los bonos hipotecarios estadounidenses, que fueron calificados como “tóxicos”, emigraron de Wall Street hacia los bancos de las economías avanzadas. La segunda mutación del virus fue la crisis financiera, que se inició con la caída y la desaparición de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Los congresos y los parlamentos aprobaron los rescates bancarios, por supuesto, con los impuestos de los contribuyentes. Luego el virus mutó por tercera vez en la crisis de la recesión económica, que hizo caer en 2% a la producción mundial en 2009 e impulsó la tasa de desempleo abierto hasta 8.3% en las economías avanzadas.

Con el llamado del Fondo Monetario Internacional (FMI) a los gobiernos de los países de economías avanzadas para que aplicaran estímulos fiscales o que aumentaran el gasto público con el fin de contrarrestar la caída de la producción mundial –lo cual fue hecho en una forma bastante tímida-, el virus se mutó por cuarta vez en una crisis fiscal (?), según el FMI por el elevado endeudamiento público interno resultante de esos estímulos fiscales. El FMI se camufló rápidamente en un defensor de la austeridad fiscal, ignorando aparentemente que una reducción deliberada del déficit fiscal conduce a una mayor desaceleración del crecimiento de la producción de bienes y servicios en el actual estadio de la economía mundial.

Por lo tanto, el policía financiero internacional aconsejó a todo el mundo reducir el elevado endeudamiento público interno, incluso en los países pobres y aún muy endeudados en términos de producción como es mi país, ya que su receta ortodoxa es común y la impone independientemente de la situación política y social de cada país. Cambiar esta cuestionable conducta del FMI significaría una verdadera reforma estructural del vigilante financiero internacional.

Fue un craso error del FMI el haber provocado la supuesta crisis fiscal, porque la política monetaria nunca ha salvado al mundo de una recesión económica, tal como lo demostró en su tiempo el Profesor John Maynard Keynes y, más recientemente, en su postrimería lo comentara el Profesor Milton Friedman. El notable economista inglés recomendó, y el notable economista estadounidense comentó, que frente al riesgo de una depresión, que el gobierno debe mantener el flujo de la demanda agregada –consumo, inversión y exportaciones- con su intervención estratégica en los mercados de bienes, monetario y financiero.

Con esa aseveración fondomonetarista fatalista, ahora el virus ha mutado por quinta vez en una crisis de divisas, que se ha potenciado con el reclamo estadounidense a China para que aprecie el renmimbi o el yuan, así como con el “relajamiento cuantitativo” (quantitative easing) de la Fed, que emitirá 600 mil millones de dólares para comprar bonos del Tesoro estadounidense y alcanzar la recuperación económica, pero lo más probable es que sólo sirva para presionar a la baja el tipo de cambio –una devaluación encubierta del dólar, dice China-, reducir las tasas de interés de largo plazo (las de corto plazo son casi cero y no facilitaron la reactivación de la economía), y disminuir el incentivo de acumular dólares estadounidenses.

El principal objetivo del “relajamiento monetario” es, pues, reducir el costo de financiación y estimular la demanda agregada. Teóricamente, las compras de bonos del Tesoro desplazarían el ahorro hacia instrumentos de crédito empresarial, aumentando la rentabilidad de los proyectos de inversión y el valor de los activos financieros e inmobiliarios. Esto tendría un efecto positivo en la riqueza de las familias, la confianza y el consumo. Sin embargo, el Profesor Ben Bernanke, presidente de la Fed, se esforzó en comunicar a los mercados que mantendrá el objetivo de una tasa de inflación anual de 2%, con lo cual creo que el “relajamiento monetario” no será muy exitoso, porque para salir airoso de los riesgos de la recesión y la deflación hay que generar más inflación. Cabe recordar que la película japonesa permanece fresca en la memoria de los japoneses y de los economistas.

La crisis de divisas con las devaluaciones competitivas –una guerra que será ganada por aquella moneda que se aprecie o se debilite más- puede provocar con bastante seguridad una sexta mutación del virus, la de la crisis comercial, como ocurrió en la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, lo cual sería mucho más grave para la economía mundial. Con esa última mutación reaparecería el proteccionismo a escala planetaria y sálvese quien pueda.

En conclusión, el frágil equilibrio de la economía mundial se ve amenazado con la guerra de divisas protagonizada por Estados Unidos y China y que ya está arrastrando a otros países que comienzan a resentir la apreciación de sus monedas, y con la posible reaparición del proteccionismo. En resumen, tendremos un mundo con grandes desequilibrios comerciales, altas tasas de desempleo y una batalla entre las divisas mundiales con sus presiones especulativas en las monedas del resto de países.

Las recetas económicas para enfrentar estos problemas están bastante claras, asegurando la voluntad de los líderes políticos mundiales de no entrar a una carrera de devaluaciones competitivas. La actualidad, Estados Unidos, con una deuda pública de 99% del Producto Interno Bruto (PIB) y un déficit fiscal de 7% del PIB, necesita reducir su dependencia del crédito y buscar un presupuesto equilibrado en el largo plazo; China, con el yuan un 40% por debajo de su valor real –según analistas económicos- procuraría depreciar su moneda para exportar menos y atender el consumo de 1 mil 348 millones de habitantes; Japón proseguiría con sus tareas de eliminar el riesgo casi permanente de la deflación y sanear su sistema financiero, a las cuales se agrega la administración del envejecimiento de su población; la Eurozona podría replantear la severa reducción de su déficit fiscal, propiciar el estímulo del gasto público para el crecimiento económico y disminuir gradualmente su deuda pública de 87% del PIB; y el resto de países, de medianos y bajos ingresos, priorizar la inversión pública sobre el consumo público, y facilitar la inversión privada; y reestructurar el sistema financiero internacional, causante del virus que ha llevado todos estos problemas a todo el mundo.

Existen dudas que el FMI logre coordinar la aplicación de ese tipo de medidas, por lo cual tendrían que ser implementadas directamente por los países involucrados. Además, aunque veinte países (el G-20) contribuyen con un 80% en la formación del PIB del Mundo, y a sabiendas que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene 192 estados miembros en 2010, debería tomarse en cuenta que existen 172 países que se protegen como pueden de ese virus que ha mutado cinco veces hasta ahora, pero no son tomados en cuenta, mucho menos consultados, en la solución del problema económico global. Por lo tanto, el hecho internacional que 20 países se adjudicaron el derecho de resolver ese problema podría causar bastante polémica en el seno de la ONU.

No hay comentarios:

Publicar un comentario