El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Unámonos para combatir la pobreza

* Las buenas instituciones no solo favorecen la inversión y el crecimiento, sino también la democracia, el bienestar y la seguridad ciudadana.

Carlos G. Muñiz B *


Luego de caer más del 50 por ciento en la década de los 1980‘s, nuestro ingreso por habitante ha crecido a una tasa promedio anual del 2.2 por ciento desde 1994. Sin embargo este crecimiento ha sido insuficiente. Nuestro ingreso por habitante es inferior al de 1977 y apenas 30 por ciento del promedio del resto de Centroamérica; el 45 por ciento de los nicaragüenses viven en condiciones de pobreza y el 10 por ciento en pobreza extrema.

Por lo tanto los nicaragüenses, y nuestros gobernantes en particular, debemos darle mayor prioridad a ejecutar políticas que:

1) aumenten la inversión privada y la productividad a fin de acelerar el crecimiento y reducir la pobreza;

2) hagan que el crecimiento sea compartido más rápidamente por los pobres; y

3) consoliden la estabilidad macroeconómica que es otro requisito para reducir la pobreza.

Para ser exitosas, estas políticas deben ejecutarse integralmente. Desde los 1990s, los gobiernos han incorporado algunos de sus elementos en sus programas, pero su ejecución ha sido insuficiente, limitada por la coyuntura política, y a veces inconsequente. Por ejemplo, durante la administración actual se ha deteriorado aún más la institucionalidad del país lo que va en contra de la reducción de la pobreza.

También deben tener continuidad, lo que requiere un Consenso que trascienda, en lo fundamental, los cambios de gobierno. Si los nicaragüenses nos unimos para defender cívicamente nuestra soberanía territorial, también debemos hacerlo para reducir la pobreza. El éxito de Chile muestra la importancia de la continuidad de políticas acertadas.

Nuestro bajo crecimiento se debe principalmente a que nuestra competitividad/ productividad es muy baja. La productividad, o sea la eficiencia en el uso de los recursos de un país, es el factor clave de su desarrollo ya que determina tanto el nivel de la inversión como su rendimiento, y por ende su crecimiento, como los salarios reales.

El Foro Económico Mundial reporta que el 80 por ciento de los 139 países analizados, incluyendo el resto de Centroamérica, son más competitivos que nosotros. Las causas de nuestra baja productividad son varias pero, en nuestra etapa de desarrollo, las más importantes son nuestras deficiencias institucionales y de infraestructura, y la baja calidad de la educación, particularmente la primaria. En segundo lugar están limitaciones en la competencia, la migración de personal calificado, la falta de financiamiento de largo plazo, y la baja absorción de tecnología.

Para crecer, necesitamos, por lo tanto, resolver estos problemas, y, particularmente, los más cruciales. Los nicaragüenses estamos conscientes de la importancia de mejorar nuestra infraestructura y la educación pero no suficientemente conscientes de la necesidad de acabar con nuestras deficiencias institucionales como la: corrupción, falta de balance entre los poderes del estado, falta de seguridad jurídica, politización de la justicia y el poder electoral, y falta de transparencia. Asimismo debemos mejorar la capacidad del estado para cumplir sus funciones y la calidad del gasto público. Estos esfuerzos deben ser liderados por las autoridades que el pueblo elija, pero requieren el respaldo de todos los nicaragüenses. Según el Fondo Monetario Internacional si alcanzáramos el nivel de institucionalidad de Chile elevaríamos nuestro crecimiento anual entre 2 y 4 porciento.

Aunque el crecimiento es el factor clave para reducir la pobreza, su impacto depende de la situación de cada país. En Nicaragua, el crecimiento ha tenido un impacto muy directo en la reducción de la pobreza extrema pero menor en la pobreza general. Según el Banco Mundial (BM), cada 1 por ciento de crecimiento por habitante baja la pobreza extrema 1.1 por ciento, pero la pobreza general solo ½ por ciento.

Debemos, por lo tanto, dotar más rápidamente a nuestros pobres con los activos que les permitan aprovechar mejor los beneficios del crecimiento. Aquí dejo que ellos hablen por sí mismos escuchando las “Voces de los Pobres” que reporta el BM en su informe sobre la pobreza en Nicaragua. No sorprende que nos digan que sus principales necesidades son: agua potable (14%); caminos y puentes (12%); oportunidades productivas—herramientas, insumos, crédito, ganado, mercados locales y centros de distribución (12%): centros de salud (10%); vivienda (8%); electricidad (5%); escuelas (6%) y centros vocacionales (5%).

Asimismo, debemos mejorar la asignación del gasto social. Según el BM, en el 2005 sólo el 45 por ciento del mismo beneficiaba a los pobres. Más aun, aunque este gasto mejoraba en general la distribución del ingreso, algunos gastos como los subsidios universitarios lo empeoraban. La asignación del gasto social no debe tener criterios partidistas.

Para reducir la pobreza también debemos consolidar la estabilidad macroeconómica. Los nicaragüenses padecimos hiperinflación durante los 1980s, pero desde entonces las políticas macroeconómicas se han fortalecido y hemos logrado reducir la inflación considerablemente.

Sin embargo, la inflación anual permanece relativamente alta (7-8 por ciento) por lo que debemos consolidar estas políticas para que continúe bajando. Para ello debemos: controlar el déficit fiscal; manejar eficientemente las empresas públicas; garantizar la solvencia del INSS; respaldar las políticas del BCN para mantener la estabilidad del córdoba; y respaldar las políticas de la SiBOIF para continuar mejorando la supervisión bancaria.

La ejecución integral y continua de estas políticas no solo traería beneficios económicos y sociales sino que también contribuiría a consolidar nuestra democracia. Las buenas instituciones no sólo favorecen la inversión y el crecimiento, sino también la democracia, y el bienestar y seguridad ciudadana. Asimismo, mayor educación y menor pobreza llevan a una democracia más representativa, lo que mejora la calidad de las políticas ya que hace que los políticos respondan mejor a las necesidades de los ciudadanos. En fin, se genera un círculo virtuoso entre crecimiento, reducción de la pobreza, y democracia.

* Director de Funides. Este escrito recoge las opiniones personales del autor

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