El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 27 de noviembre de 2010

¡Por el derecho a caminar tranquila!

Shakira Simmons O. |


“Adios amoorrr,” “Bárbara,” “Mi morena bella,”“que rica que estas mami,” ‘’mamacita”, “sabrosa”. Frases o palabras como éstas, consideradas como cotidianas en la vida de las mujeres no siempre generan las mismas reacciones y/o sensaciones; halagos, nervios, risas, enojo, rabia, miedo, conflictos entre otros. Muchas personas creen que estas palabras o frases no significan ningún peligro para las mujeres. Sin embargo, esta es una realidad latente y vigente para todas, independientemente de la clase social, zona de origen o identidad étnica.

Como bien señala Delgado (1) “el conocimiento de uno mismo es generalmente utilizado para transmitir conocimiento del estado mental particular de cada uno, como creencias, deseos y sensaciones.” Es precisamente eso lo que ha generado este breve ensayo, las sensaciones que experimentamos a diario al caminar por las calles.

El movimiento de mujeres feminista ha avanzado mucho en materia de reivindicación de los derechos de las mujeres, así como en la incidencia en la apertura de la participación de las mujeres en espacios “públicos”, en espacios de incidencia y toma de decisión. Sin embargo, algo que podría parecer tan sencillo, como el hecho de poder transitar en las calles, avenidas, parques, entre otros sigue siendo una batalla en el día a día para nosotras las mujeres.

El orden de género. Ese mundo normativo, aquellas reglas formales e implícitas que reproducen posiciones diferenciadas entre hombres y mujeres se traducen y evidencian en las ideologías de género (2) que no son más que las representaciones que tanto en el plano simbólico como imaginario, justifican determinado orden de género y que a lo largo de la historia han “naturalizado” las diferencias, atribuyéndolas a cuestiones biológicas y, por ello, justificándolas como universales e inmutable. Un ejemplo claro de estas reglas implícitas son los mal llamados “Piropos” que los hombres en general e independientemente de su edad, etnia, zona de origen o clase social, se creen con el mayor de los derechos de hacer o decir lo primero que se les viene a la mente al ver a una mujer –por lo general joven- o que muchas veces no dicen, pero que con los gestos y la forma morbosa y completamente irrespetuosa de ver y/o seguir con la mirada a las mujeres.

En pleno siglo XXI la sociedad ve y justifica, normaliza y “naturaliza” el accionar de los hombres que muchas veces no sólo termina en “piropear” a las mujeres sino que intentan tocar y/o besarlas sin su consentimiento y aún reaccionar de manera violenta si no recibe una respuesta de aprobación por parte de éstas. Los espacio públicos son y han sido dominados desde siempre por los hombres, el que se comporten de tal o cual manera, que hablen, chiflen o griten cualquier barrabasada “es normal porque es su espacio.” Pero además hay una recriminación, culpabilización y fuertes señalamientos sobre las mujeres, sea esto por su forma de caminar, la ropa que viste, las horas en las que sale y si está acompañada o no. Como mujeres vivimos una sexualidad escindida, como lo denomina Lagarde (3), pues somos consideradas seres eróticas sólo para el disfrute de otros.

Aquella división del patriarcado entre lo público y privado sigue vigente, pero con diferentes matices, a las mujeres nos continúan relegando a espacios privados y de caminar siempre en compañía de otra persona (preferiblemente mayor y del sexo masculino) esto siempre relacionado a simbolismos de respeto y sentido de propiedad. La distribución simbólica de los espacios dentro de la sociedad reflejan las relaciones de poder existentes entre hombres y mujeres; cualquier actitud o comportamiento contrario a lo establecido es considerado transgresor y mal visto por la sociedad.

Las relaciones de poder están muy vinculadas a los estereotipos de qué es lo ideal, entre otras características preestablecidas está; ser varón, tener un estatus económico, ser heterosexual, de una raza determinada, etc. Sin darles la razón, los hombres consciente o inconscientemente consideran que es necesario para reafirmar su virilidad, su masculinidad frente a los otros y/o las otras.

Las mujeres sabemos que muchas veces los hombres llegan a mucho más que los "piropos", “hacen como ademanes de tocarte o se te acercan demasiado para decir algo, lanzar un beso en esos momento siento que invaden mi espacio, es … un abuso!” (4) Otra compañera compartía que no es simpático, no causa gracia... ¿con qué derecho se creen que pueden ir por el mundo diciéndonos vulgaridades? es muy invasivo... Personalmente considero que los "piropos" más que halagarnos, nos hacen sentir aún más discriminadas, vulnerables e inseguras en las calles. Nos ubica una vez más en una posición de desventaja, puesto que se presume que deberíamos sentirnos halagadas de que los hombres se sientan atraídos por nosotras; se ve seriamente afectado y amenazado nuestro derecho a la libertad de tránsito, libertad de expresión, decisión y el respeto a la integridad física y mental, entre otros derechos ciudadanos.

Cierro diciendo que la “naturalización” de tales comportamientos, no sólo denigran a las mujeres sino que una vez más nos coloca ante la sociedad como objetos sexuales y es funcional para la justificación de la violencia verbal, psicológica, simbólica y sexual que se recibe por parte de los hombres en las calles es sin descaro, ni medida y en las que además las mujeres somos las “culpables de que los hombres se descontrolen y pierdan el juicio.” (5)

Esto pasa a diario en las calles de Managua y del resto de Latinoamérica. Esas mismas calles transitadas diariamente por miles de transeúntes de ambos sexos, sin embargo para muchos/as esas calles no pasan de ser la “…calle en la que no ha pasado nada y nadie sabe nada y esa es la realidad y para escaparte de esa realidad vives en la luna…” (6) pues dependiendo de las circunstancias te ves obligada a valorar si es más seguro responder o no a los “piropos”, pues la vida de una puede estar en peligro.

Somos muchas las que deseamos tener la libertad de caminar sin miedos, de decidir que ropa usar, con quien caminar e incluso como caminar, queremos, necesitamos y tenemos derecho a apropiarnos y sentirnos seguras en los espacios públicos Somos muchas las que cantamos a viva voz el coro de La Misma Moneda “Quiero caminar sin que me jodan, sin que chiflen en la esquina. Vestirme bonita para ir a pasear sin que me moleste ningún charlatán…” (7)

“Que sentirías si por la calle fueras y en cada esquina un cabrón te jodiera? (8)....



1 Delgado Melvin. Desings Methods for youth-led Research. SAGE Publications. 2006.

2 Definición de R.Connell, 1987. Extraída de la presentación ¿De qué hablamos cuando hablamos de género? Elaborado por Gloria Bonder.

3 Lagarde, Marcela. La identidad de Género. Programa interdisciplinario de género. PIEG- UCA 1994.

4 Fragmento de una intervención de una amiga durante una sesión de “plática” digital sobre los piropos. Promovido en Facebook. Junio 2010.

5 Fragmento de una conversación sostenida con un taxista capitalino.

6 Fragmento del texto extraído del texto de Etnografía de la noche.

7 Fragmento de la canción titulada “La misma moneda” de la cantautora Nicaragüense Gaby Baca.

8 Ibid.

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