El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 4 de septiembre de 2010

¿Le tomamos la palabra a Ortega?

Andrés Pérez Baltodano |

Durante la celebración del II Congreso Nacional de la Juventud Sandinista celebrado la semana pasada, Daniel Ortega instó a los jóvenes de esa organización a librar una batalla de “ideas” para atraer a los y las jóvenes que se oponen al proyecto del FSLN en el poder. Señaló Ortega: “los muchachos de otras fuerzas políticas son muchachos desorientados, que no han tomado conciencia. A través del debate deben tomar conciencia”. Luego invitó a los jóvenes Sandinistas a “no librar una lucha destructiva contra los jóvenes “opositores”, sino una lucha persuasiva”.

A pesar de que Daniel Ortega es uno de esos que, como decía José Coronel Urtecho hablando del tercer Somoza, es capaz de mentir diciendo la verdad; y a pesar de que Ortega jamás ha mostrado apreciación por el valor del debate y la persuasión que ahora exalta, es necesario reconocer que es absolutamente cierto que en Nicaragua necesitamos reemplazar los morteros con las ideas; y los insultos y las amenazas con un debate franco y civilizado sobre el futuro de nuestro país. La juventud nicaragüense debe tomarle la palabra a Ortega y situarse en el centro de este debate.

Propongo, entonces, que organicemos un encuentro de jóvenes sandinistas y jóvenes “opositores” que le permita a los diferentes sectores de la juventud nicaragüense exponer sus ideas, temores y aspiraciones, en un ambiente de respeto, altura y compromiso ciudadano. Que la juventud sandinista explique su posición y sus motivaciones y que, de esta manera, convenza a quienes pueda convencer; y que la juventud “opositora” haga lo mismo para empezar a explorar la posibilidad de construir un consenso social que nos incluya a todas. ¿Estarían ustedes dispuestos a participar en este encuentro? La juventud sandinista y la que Ortega llama “opositora” tienen la palabra. El blog Generación XXI ofrece su apoyo para la organización de este evento.

Ahora sigamos avanzando en el recorrido que nos hemos trazado. A partir de hoy haremos más explícita la presentación de ideas y propuestas para la transformación del discurso y la cultura política dominantes en nuestro país. Lo haremos usando ejemplos concretos del discurso político imperante y aprovechando que las peculiaridades de este discurso se harán visibles en la medida en que nos acerquemos a las próximas elecciones presidenciales.

En esta ocasión propongo que examinemos el Programa de Salvación Nacional presentado recientemente por la Alianza Patriótica (Haga click para descargar el archivo en PDF). Aprovechando la invitación que hizo esta organización para debatir su programa, preguntémonos: ¿Cuáles son sus debilidades? ¿Cuáles son sus fortalezas?

Hemos dicho muchas veces que la palabra tiene la capacidad de transformar la realidad. Para desarrollar esta capacidad, sin embargo, la palabra debe ser auténtica; es decir, debe nutrirse de la misma realidad que trata de transformar para potenciar las posibilidades que se esconden detrás del atraso y la corrupción que nos ahoga. Recordemos a José Aricó: “La posibilidad del cambio está inscrita en el presente…en el propio movimiento del presente se conforman los elementos que abren la posibilidad y la necesidad de la recomposición…no existe utopía ‘pura’…ésta es siempre la proyección de algo que ya está en el presente”.

La transformación de la realidad, pues, implica la transformación de lo existente. Lo viejo, en este sentido, es necesariamente la fuente de lo nuevo, porque cualquier proyecto transformativo empieza con la identificación de aquellos aspectos de la realidad que se quieren cambiar, la definición de la nueva realidad que se quiere crear, y la identificación de aquellos aspectos de ésta que pueden servir de plataforma para su propia metamorfosis.

Desde esta perspectiva, el discurso político que necesitamos para hablar de la realidad nicaragüense y su posible transformación, debe nutrirse de un conocimiento solidario del drama existencial de las múltiples Nicaraguas que co-existen en nuestro país. Hablo, especialmente, de las Nicaraguas en que viven las mujeres pobres, los homosexuales, las lesbianas, los desempleados, los caribeños, los indígenas, los campesinos, los nicaragüenses de la diáspora creada por nuestra desgracia, y todos los otros pedazos marginales de nuestro fragmentado país.

Más aún, para cumplir con su función transformadora, la palabra debe nutrirse de las representaciones discursivas –formales y emocionales-- que utilizan todos estos sectores de nuestra sociedad para definir el sentido de su vida social. Estas representaciones, parafraseando a Octavio Paz, pueden funcionar como una prisión conceptual, o bien, como la plataforma a partir de la cual podemos hacer sentido del mundo para resignificarlo.

Sintetizando: la efectividad de un discurso político transformativo depende de su autenticidad; es decir, de su capacidad para penetrar e intuir el imaginario colectivo de una sociedad, y hacer sentido –analítico y emotivo-- de la forma en que los miembros de esta sociedad experimentan e interpretan sus propias acciones. Desarrollar esta capacidad implica compartir el lenguaje formal y afectivo con el que los miembros de una sociedad hacen sentido de su existencia colectiva e individual, para con este mismo lenguaje revelar las contradicciones que se esconden detrás del orden y de la moralidad social.

Como lo apunta Ángel Sáiz Saéz, comentando la obra pedagógica de Paulo Freire, la comunicación creativa y transformativa depende de que los signos que se usan para comunicarse, signifiquen algo común para todos los que participan en un proceso de cambio. Este lenguaje común es una condición necesaria para la articulación de un diálogo capaz de generar nuevas visiones ético-políticas, nuevas iniciativas sociales, y nuevas realidades.

Yo los invito a reflexionar críticamente sobre estas ideas y a hacer uso de ellas en una lectura --también crítica-- del Programa de Salvación Nacional. Evaluemos la autenticidad del lenguaje que se utiliza en este programa y su capacidad para expresar el sentir de las diferentes Nicaraguas que coexisten en nuestro país. Evaluemos su poder para capturar la imaginación de la sociedad nicaragüense y organizarla alrededor de un horizonte de expectativas de vida compartidas. ¿En qué consiste la salvación que ofrece este programa? ¿Quiénes pueden verse y sentirse favorecidos con la salvación que ofrece?

Y por favor –volviendo a lo mencionado al inicio de este escrito-- tomémosle la palabra a Ortega. Que no engañe a la juventud sandinista con su demagogia. Que no nos engañe.

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