El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

sábado, 25 de septiembre de 2010

IGLESIA VIVA

Tanto la esperanza religiosa como las expectativas políticas se mueven hoy en una zona gris, al menos en Occidente.

Por lo que toca a la esperanza religiosa, tal vez no sea esto tan extraño en perspectiva histórica. En el areópago de Atenas, cuando Pablo de Tarso, hace casi dos mil años, fue interrogado sobre “esa nueva doctrina que expones”—“porque anunciaba a Jesús y la resurrección” --, comenzó hablando del “Dios desconocido”, a quien los atenienses veneraban, y de la creación del universo por ese Dios anunciado por él mismo; de la consistencia de la historia y de las diferencias humanas radicadas en ese Dios: “él definió las etapas de la historia y lasa fronteras de los países”; de la cercanía de ese Dios a todas las personas, “ya que en él vivimos, nos movemos y existimos, pues somos de su raza”; y de la necesidad de “conversión” o profunda aceptación de responsabilidad por la práctica en la vida y de la consiguiente “vuelta” hacia otros objetivos y fines vitales cada vez más dignos. Pablo dice a los atenienses que deben convertirse porque Dios, “pasando por alto la época de ignorancia” – la del “Dios desconocido” --, ha señalado una fecha para juzgar con justicia al mundo”. Y finalmente anuncia a los atenienses que de ese juicio se encargará un “hombre designado”, a quien “ha acreditado ante todos resucitándolo de la muerte”. Los Hechos de los Apóstoles terminan este relato contando que “al oír lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, otros decían: “Te escucharemos sobre este asunto en otra ocasión” (Hch 17, 18-33).

Entonces como hoy, lo que provoca burla o un desinterés distante, aunque tal vez expresado amablemente, es la perspectiva de una resurrección de la muerte. Los estudios actuales sobre la resurrección de Jesús y de las demás personas esclarecen la esperanza de resurrección o de inmortalidad que había ido configurándose en varias tradiciones religiosas y filosóficas, antes de cristalizar, en cierta continuidad y también diferenciándose profundamente, en el novum de la resurrección cristiana. Es interesante que algunas de estas tradiciones fueran bastante populares, tanto en el budismo como en el hinduismo, si bien entre los intelectuales religiosos que dejaron escritos importantes a la posteridad no dejó de haber quienes las sometieran a alguna especulación pensante, que terminaba a veces en la negación de otra vida más allá de ésta o en el silencio sobre ella. Por otro lado, es cierto que algunas de esas tradiciones, incluso aquellas que gozaron de gran popularidad, limitaban la resurrección a mártires de la fe y de la cultura, héroes del pueblo, o profetas, celosos guardianes de la pureza de la fe y de la justicia interhumana, por ejemplo, los Macabeos, Enoc, David, Elías, el Siervo de Yahvé en Isaías, todos ellos en la tradición bíblica hebrea, o el “justo” o los “justos” del libro helenista de la Sabiduría1 , si bien parece ser que en tiempos de Jesús de Nazaret el partido de los fariseos y los seguidores de Juan Bautista ya creían en la resurrección de los muertos y, a causa de esa fe, vivían en oposición al partido de los saduceos, que no lo confesaban. “Te escucharemos sobre este asunto en otra ocasión” es una expresión antigua pero perfectamente consonante con la mentalidad desesperanzada moderna y posmoderna, agnóstica o atea.

La he en la resurrección ha estado muchas veces vinculada a una cierta política, la política de los grandes luchadores por Dios, que han sido a la vez grandes luchadores por la justicia. El caso de Elías, prototipo del profetismo israelí, es paradigmático, pero igualmente lo es del Siervo de Yahvé en el Libro de la Consolación o Segundo Isaías. “¡Vive el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo¡” es la exclamación que motiva a Elías para anunciar que en Israel no caerá rocío ni lluvia durante varios años si él no lo manda. Evidentemente se trata de la lectura religiosa de una sequía estacional extraordinariamente prolongada, con intervención de Dios contra la idolatría provocadora de víctimas humanas. Pero lo importante es que esa lectura religiosa de la sequía – que modernamente interpretamos como mítica --, es decir, una lectura desde la fe en un Dios que acompaña a las personasen la historia y da sostenibilidad al universo desde que lo creó, interviniendo también en la historia mundanal, responde, en la realidad que le subyace, a la actuación política de un rey de Israel, Ajab, que “hizo lo que el Señor reprueba más que todos sus predecesores… y dio culto y adoró a Baal”, una divinidad agraria que exigía sacrificios humanos, y, por tanto, “no rigió al pueblo de Yahvé con justicia, ni a sus elegidos con rectitud”, como en los Salmos se expresaba la misión de los reyes de Israel. Es crucial también que Elías, precisamente por su interpretación religiosa de la catástrofe natural y por su defensa de la fe yahvista inseparable de la justicia, fue un profeta perseguido, a quien la reina Jezabel, esposa fenicia de Ajab, y adoradora de Baal, y el mismo rey Ajab, persiguieron a muerte obligándole a un duro exilio en el monte Horeb, en el desierto egipcio del Sinaí. Es a este Elías – que obviamente malentendió a Yahvé cuando ejecutó a un grupo de sacerdotes de Baal --, a quien Yahvé se le ofreció para ser experimentado por él en una brisa suave y no en la tormenta ni en los vientos tempestuosos, corrigiendo así su imagen del Dios omnipotente y colérico. Es este Elías, quien denunció a Ajab y Jezabel por haber asesinado a Nabot para quedarse con su viña. Y también es a este Elías a quien Yahvé arrebató de este mundo aparentemente sin sufrir la muerte. Servicio o culto Dios están en él unidos a lucha por Lajusticia, contra el abuso de poder de la reina y del rey de Israel. Es decir, a una actitud profética que incidió agudamente en la política.

Juan Hernández Pico, S.J.

Iglesia Viva: Sección ecuménica de EL CORREO, con selección de textos de cristianos comprometidos con el Evangelio, y por ello con la esperanza, la justicia y la libertad. El texto de hoy es tomado del libro “No sea así entre ustedes: ensayo sobre política y esperanza”, de Juan Hernández Pico, S.J. UCA Editores, San Salvador, 2010.

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