Hay fechas ciertas en Septiembre y otras falsas o aumentadas.
Nadie puede negar que fuera el 12 de Septiembre de 1502 que Cristóbal Colón descubrió el territorio que con el tiempo se llamaría Nicaragua. Lo descubrió saliendo de una tempestad y entrando a una calma, sin embargo, fue todo lo contrario lo que ocurrió muchos años después, porque salimos de una tempestad pasajera y entramos a una tempestad perenne.
Podemos decir con toda propiedad que no fue el 15 de Septiembre que se dio la independencia de Nicaragua, sino la independencia de Centro América del reino de España. Los nicaragüenses salimos al mundo como nación libre y soberana el 30 de Abril de 1838, que fue cuando la provincia de Nicaragua se independizó definitivamente de la Federación Centroamericana. Por lo tanto, las festividades de nuestra independencia no tienen por que darse durante el invierno, sino se deberían dar durante el verano.
Y si seguimos hablando de fechas de Septiembre, no hay por que festejar el 14 de Septiembre, puesto que ese día lo que se dio en San Jacinto no fue la batalla que nos enseñaron a festejar, sino un encuentro militar entre las tropas nicaragüenses y las tropas comandadas por William Walker, quien tenía como meta averiguar la cantidad de tropas que habían en ese enclave militar que obstaculizaba el abastecimiento de ganado para sus tropas, puesto que estaba en el camino que venía de Chontales y llegaba a Granada. Walker ataca la mañana del 14 de Septiembre y al ver que las fuerzas acantonadas en la hacienda San jacinto son mayores que las que él tiene, se decide por la retirada, tomándose esa retirada como un triunfo de los defensores de la base militar, pero ese triunfo no significa nada para la conclusión de la Guerra nacional, ni por ella Walker pierde poder, sin embargo, en esa retirada cae Byron Cole, lo que aprovechan los locales para darle al encuentro militar de San Jacinto la connotación de batalla, que no la tiene. Se la dieron para magnificar esa escaramuza, con héroes y mitos, como Andrés Castro y su certera pedrada contra el filibustero armado, dándole muerte y salvando así la integridad de la base militar. ¿Quién inventó esa leyenda? Los que escriben la historia cuando han salido victoriosos de una situación y como las victorias tienen que estar acompañadas de actos heroicos, surgió de la nada Andrés Castro, quien a lo mejor lo único que tenía para defenderse era una piedra del tamaño suficiente coma para rajarle la cabeza a un hombre y se la rajó al filibustero deteniendo su avance.
La realidad es que William Walker siguió dando mucho que hablar después de la batalla de San Jacinto, al extremo que se proclamó Presidente vitalicio de Nicaragua.
La realidad nos dice que William Walker fue derrotado y expulsado de Nicaragua en la batalla de Rivas, en la que las fuerzas militares de Costa Rica se llevaron el triunfo, ya que fueron ellas las que derrotaron al filibustero, con el Presidente Rafael Mora a la cabeza.
La batalla final de la Guerra Nacional fue en Rivas y no en San jacinto y no fue en Septiembre, sino en Mayo.
Por lo tanto, las fechas del 14 y el 15 de Septiembre son producto de un invento histórico que no refleja la realidad de lo acontecido.
Real de Septiembre es lo que aconteció la noche del 21, del año 1956, cuando el dictador Somoza García cae abatido en la ciudad de León por las balas disparadas por el héroe Rigoberto López Pérez, dando comienzo la larga agonía de la muerte del somocismo.
Real de Septiembre fue la insurrección popular del 9, simultáneamente en las ciudades de Chinandega, León, Estelí y Masaya, liderada por el FSLN dando comienzo la recta final de la desaparición de la dinastía de los 40 años.
Desafortunadamente tanto la sangre derramada el 14 de Septiembre de 1856, como la derramada por los acontecimientos que comenzaron el 21 de Septiembre de cien años después y la de la insurrección del 9 de Septiembre de 1978, no lograron cambiar nada. Walker siguió pisoteando el suelo patrio; los Somoza siguieron gobernando con mano represiva el país y las dictaduras volvieron a posesionarse de Nicaragua, junto al virus de la reelección y los deseos de convertirse en dinastía, en los albores del siglo XXI.
El suelo nicaragüense está empapado de sangre de patriotas, pero por desgracia sigue sediento y pide más y más y más sangre joven y adulta hasta saciar su sed, en espera de que los nicaragüenses digamos, ¡BASTA YA DE TANTA SANGRE! ¡BASTA YA, BASTA YA!
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