El diario granadino EL CORREO (1913-1934), fué fundado por quien fuera su Director, Carlos Rocha Avellán y es sobre todo recordado por haber dado acogida a las publicaciones literarias del Movimiento de Vanguardia, "Rincón de Vanguardia" y "Página de Vanguardia", a cargo de Pablo Antonio Cuadra Cardenal y Octavio Rocha Bustamante, hijo éste último de don Carlos y padre de Luis Rocha Urtecho, quien, junto con su nieto Luis Javier Espinoza Rocha, retoman hoy "El Correo Nicaragüense"; un blog pluralista, que agradece la reproducción de su contenido.

domingo, 26 de septiembre de 2010

IGLESIA VIVA

La parábola del trigo y la cizaña o del poder servicial y el poder dominador.

Cuando intenta comprometerse en la política, la fe cristiana puede fundamentarse sólidamente en una parábola de Jesús de Nazaret, para intentar comprender que la realidad de este mundo es compleja porque está sembrada de trigo y de cizaña, de bienes y de males (Mt 13, 24-30), o, aplicándola a la política de poder servicial y de poder dominador. Sin embargo, la punta sorprendente de la parábola es que Jesús pide a sus discípulos no el exterminio del mal sino la paciencia con el mal, en nuestro caso con el poder dominador. No porque hayamos de mantenernos pasivos ante ese poder dominador, sino porque hay que contar con él realistamente, sabiendo que no es un fruto que procede originalmente de la mano bondadosamente creadora de Dios, sino que ha sido introducido en el mundo, como dice la parábola, por “un enemigo”, es decir por la egoísta e insolidaria voluntad de dominio de personas y grupos concretos cuya actuación ha convertido esa voluntad de dominio en poder dominador estructurado en la sociedad.

Lo que Jesús vendría a decir en esta parábola, si la leemos desde la perspectiva del bien y el mal políticos, y vemos en el trigo la voluntad del poder servicial y en la cizaña la voluntad de poder dominador, es que el poder es una criatura de Dios que permite a la humanidad ser cocreadora de la convivencia social y puede ser usado como Dios lo soñó al crearlo, es decir servicialmente, para bien de mucha gente, o al revés, en contra del diseño divino, es decir dominadoramente, para calamidad y desgracia también de mucha gente. Pero la parábola nos avisa que si en vez de promover el poder servicial en la política – con toda su capacidad de propiciar y articular cambios transformadores o de impregnar las estructuras sociales de un espíritu de justicia e igualdad, de libertad y de solidaridad – queremos eliminar de una vez por todas el poder dominador en este mundo, dentro de la historia, acabaremos pervirtiendo el mismo poder servicial y convirtiéndolo también en dominador. El fanatismo de la pureza política utópica acabará transformando la política en dominación absoluta, en despotismo y dictadura mesiánica. Es decir, hay que tratar de aproximarnos asintóticamente –como recordaba siempre que podía Karl Rahner al hablar de los fines humanos --, a promover y practicar un poder servicial combatiendo las manifestaciones estructurales y las raíces en el corazón humano del poder dominador, pero con una cierta sabiduría que tiene paciencia con el inevitable rumbo dominador que toma no pocas veces el poder, como consecuencia de una ambición desenfrenada que busca conservarlo y aumentarlo por encima de todo, por sí mismo o como camino ala riqueza y a la fama. Porque en última instancia el rumbo que tome el poder depende de decisiones humanas, eso sí, condicionadas por herencias históricas.

Juan Hernández Pico, S.J.

Iglesia Viva: Sección ecuménica de EL CORREO, con selección de textos de cristianos comprometidos con el Evangelio, y por ello con la esperanza, la justicia y la libertad. El texto de hoy es tomado del libro “No sea así entre ustedes: ensayo sobre política y esperanza”, de Juan Hernández Pico, S.J. UCA Editores, San Salvador, 2010.

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